En el mar hay cocodrilos. La historia de Enaiatollah Akbari: valor y supervivencia

11 May

Fabio Geda. Foto en flickr de Biblioteca Fondazione Mach. Algunos derechos reservados.

Este es un libro diferente. Para empezar no es una novela, no es ficción, es pura realidad. Es la historia de un viaje muy peculiar. Cinco años en la vida de un niño aparentemente contados por él mismo. Pero hay un intermediario, el escritor Fabio Geda, a quién Enaiatollah Akbari le narra su historia (y también Enaiat en muchas ocasiones parece dialogar con los lectores, se dirige a ellos). Fabio escribe la historia que Enaiat le cuenta (nueve meses de grabaciones y borradores: quedábamos y Ena empezaba a contarme. Yo escribía y luego le pasaba el texto. Y poco a poco se iba acordando de más detalles). Y lo hace como si fuese el mismo niño el que la escribiera. De vez en cuando hay pequeños incisos donde el autor pregunta alguna duda que tiene sobre la historia o algún apunte que quiere hacer pero es una historia en primera persona. Consigue un estilo coloquial, ameno, como si se tratase de literatura oral. Pero debajo de esa aparente sencillez se esconde un libro escrito esmeradamente, está muy medido todo lo que cuenta y sobre todo cómo lo cuenta. Es un estilo muy depurado, muy trabajado aunque nuestra impresión sea la de fluidez. Ese es el gran logro de Fabio Geda. Ya por eso le considero un gran escritor y me apetece leer más cosas de él. En la escritura, y en la narración, hay realidad, toda, pero también poesía. Cuenta cosas a veces terribles pero no hay drama o sentimentalismo en su manera de contarlas, no se detiene en los detalles escabrosos, incluso hay ironía y humor (no se trata de literatura sentimental, no quería que la gente sintiera compasión, explica Enaiat). Va directo a los hechos, prescinde casi de las descripciones, de la caracterización de personajes, de los detalles (será el lector el que irá creando con su imaginación el escenario de los hechos), del entorno (no hay ni una alusión a la realidad política o religiosa de los países por los que pasa Enaiat) y, por supuesto, de los juicios de valor. Va a la esencia: a que conozcamos la historia de este muchacho afgano. La fuerza de esta novela radica en su propia historia, en su contenido. Una historia que se alza como símbolo de muchísimas otras, miles, que están pasando en el mundo que habitamos y a las que apenas prestamos atención cuando aparecen en las noticias. Historias que no tienen nombres. Y para ponerle nombre y toda la realidad Geda escribe este conmovedor y valiente libro.

Siento que hay un acuerdo entre Fabio y Ena para que el libro sea como es. Por supuesto que pienso que hay mucho de Ena en la manera en que el libro está escrito. Lo imagino contándole a Geda sus peripecias y en la esencia el libro es Enaiat. En una reseña del diario La Repubblica dice que la historia tiene una característica muy afgana: una extraordinaria delicadeza. En ningún momento sentimos rencor en las palabras del chico, ni odio, ni lamentación. Enaiat está completamente centrado en lograr salir adelante y encontrar un lugar para él. No olvidemos que cuando comienza la historia es un niño de diez años y cuando termina tiene quince. Pero, como dice Geda, es cuestión de resiliencia: la resiliencia es la capacidad de un material de doblarse sin partirse. Los niños la tienen mucho más que los adultos. Y este libro es la mirada de un niño.

La historia comienza cuando, en un gesto de amor desesperado, su madre le deja solo en la ciudad de Quetta (Pakistán) porque sabe que no hay otra alternativa para él. Estamos en 1999, los talibanes siembran el terror en Afganistán. Enaiat es hazara, el tercer grupo étnico del país (comprenden el 24% de la población), son musulmanes chiitas que están sometidos a la mayoría pastún, musulmanes sunitas, y a los talibanes, también sunitas y con una visión más radical de la religión. A los hazara los desprecian y los persiguen los talibanes por motivos religiosos y por cuestiones tan absurdas como que físicamente carecen de barba. Los consideran impuros. Su dicho es: “¡A los hazara, Goristán!” (“Gor” significa muerte). El gesto de su madre lo resume muy bien el propio Enaiat: una vez en Pakistán, ella decidió que saberme en peligro lejos de ella, pero de viaje hacia un futuro diferente, era mejor que saberme en peligro cerca de ella, pero en el fango del miedo siempre.

A partir de ese momento, Enaiat nos cuenta su asombroso relato de supervivencia a lo largo de cinco años y cinco países: Pakistán, Irán, Turquía, Grecia e Italia. Cada país constituye un capítulo del libro. Cada país es un paso en busca de una vida mejor. Ena es un niño increíblemente maduro (como todos los demás niños que vamos a conocer en su viaje), con gran valor y resistencia y también, hay que decirlo, con mucha suerte. Por el camino irá dejando atrás a otros que no tendrán su misma suerte y que seguramente son igual de valientes. En su viaje hay momentos muy duros y otros de una aparente tranquilidad. Enaiat nunca pierda la esperanza ni la calma, le mantiene con vida su búsqueda de un lugar en el mundo donde haya un espacio para él, un lugar amable donde él sienta que quiere quedarse y construir una vida. A lo largo de ese duro viaje conocerá a personas corruptas y crueles que se aprovecharán de su situación de desventaja pero también a otras personas buenas que le ayudarán mucho. Es muy interesante el concepto de amistad que se forma entre las personas que están en la misma situación que nuestro protagonista, sobre todo los chicos: se necesitan, viven juntos una temporada pero cuando uno decide irse, se despide y, sin más, se va. Son muy importantes esos lazos de amistad, son los que le mantienen con vida, pero, a la vez, la realidad se impone de una manera que a nosotros quizás nos cueste entender. Todos luchan por lo mismo, todos sobreviven lo mejor que pueden, todos maduran a marchas forzadas y, al final, se impone esa realidad tan dura y cada uno sigue su camino.

Un viaje de más de 5.000 kilómetros, en camión, autobús, tren, bote y hasta andando. Trabajos forzosos, detenciones, repatriaciones, muertes, condiciones dramáticas de viaje. Y al igual que hay gente buena, hay mafias que comercian con las vidas humanas, pero es interesante resaltar como Enaiat nunca habla de los traficantes de manera negativa, sino como gente que presta un servicio. En palabras de Fabio Geda: los traficantes de hombres. Aunque parezca monstruoso a nuestros ojos, a los ojos de un niño eran la única esperanza. Traficantes que no les cobran demasiado dinero, no les tratan mal y los llevan al otro lado. Sí, un oxímoron.

Bueno no cuento más del libro porque ya tendremos ocasión de hacerlo cuando lo analicemos a lo largo de nuestra lectura. Sólo deciros que este libro está editado en más de 30 países y sólo en Italia ha vendido más de 200.000 copias. Os dejo tres enlaces a tres entrevistas realizadas al autor y a Enaiat en los diarios El País, ABC y La Vanguardia.

Plazos
Vamos a dividir la lectura en dos partes, la primera nos llevará hasta la página 100 donde finaliza el capítulo de Irán. Lo leeremos a lo largo de una semana. Os pido que en este post sólo dejéis, como siempre, vuestros comentarios iniciales sobre la lectura o sobre lo que aquí he escrito. Ya tendremos tiempo de analizar esta primera parte cuando publique el post correspondiente a ella dentro de una semana. ¡Buena lectura!

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6 respuestas hasta “En el mar hay cocodrilos. La historia de Enaiatollah Akbari: valor y supervivencia”

  1. caromgar 11 de mayo de 2015 a 1:40 #

    Cuando vi la selección de este mes, me desalenté. Me ha tocado compartir vivencias con gente que ha cruzado en parte en camiones y en parte a pie el norte de África y el desierto del Sahara para llegar ilegalmente a Libia donde luego juntaban fuerzas y dinero para intentar volver a cruzar ilegalmente, arriesgando nuevamente su vida, el Mediterráneo. Claro, que por ser blanca y occidental, me ha tocado desde el lado donde escuchás y te compadecés, no el que sufrís y morís. Por ese motivo, es un tema del que me niego a leer en ficción o no ficción, para sufrir suficiente con la vida real.
    Sin embargo, decidí comprarlo y comenzarlo al menos, darle una oportunidad. Es increíble como el autor ha logrado contarnos esta historia que es una tragedia (no por el final, que supongo, si nos están contando la historia en conjunto desde Italia, será positivo, sino por las penurias que deben pasar estos niños, la mayoría sin esperanzas, todos los días de su vida) y convertirla es una historia que no podés dejar de leer y que habla sobre la vida, el espíritu y la fortaleza de Enaiat. Creo que me va a ser difícil parar en la mitad. Muchas gracias por hacerme conocer este libro!

  2. Ciberclub de lectura 11 de mayo de 2015 a 19:11 #

    Me alegro Carolina de que finalmente hayas decidido leer el libro. Entiendo tus razones pues yo también trabajo con emigrantes (les doy clases de español) y conozco sus historias. Algunas son realmente terribles pero también sé de su resiliencia y su tendencia a ver el lado positivo de las cosas. Tenemos que aprender mucho de ellos, nosotros que lo tenemos todo y nos quejamos tanto sin valorarlo. Quizás porque vienen del horror han podido desarrollar esa capacidad de resistir, ese valor y ese optimismo.
    Este libro es especial pues logra que nos pongamos en el lugar del otro y podamos vivir lo que ellos han vivido y viven pero, como dice Ena, sin sentimentalismos ni dramatismos, lo cual no quiere decir que no nos estremezcamos cuando leemos algunas de las experiencias que tuvo que pasar Enaiat. No es sentimiento de compasión lo que quiere lograr este libro sino de admiración y comprensión. Es una lección de dignidad.
    Quizás quieras contarnos tu experiencia en este campo, Carolina, será muy valioso para nosotros conocerla.

  3. fjbarral 14 de mayo de 2015 a 14:56 #

    Totalmente de acuerdo con el horror y las penurias que sufren muchas personas acuciadas por la necesidad: el hambre o la inestabilidad social, o simplemente, por buscar una forma mejor de vida. Y si no hubiera ya bastantes desgracias, existen grupos radicales que pretenden imponer a cualquier precio (normalmente, el de los demás) una ideología o religión … esto es la historia, que está de máxima actualidad debido al debate que ha tenido que iniciarse por las muertes en el Mediterráneo. Pero es que además, esta novela nos cuenta la historia con una delicadeza y profundidad exquisitas, lo que le da un gran valor añadido y fundamental, ya que no sólo cuenta hechos sino que nos pone enteramente por delante personas y situaciones.

  4. caromgar 14 de mayo de 2015 a 15:55 #

    Una de las cosas que más tiempo me ha llevado aprender es que nosotros muchas veces intentamos resolver el problema físico. Conseguir comida, ropa, dinero. Y por supuesto que es importantísimo, no lo niego, pero muchas veces lo que la otra persona necesita más que nada en el mundo es que alguien se siente y le escuche, de igual a igual, le pregunte cómo se siente hoy, qué quisiera hacer en su vida. Sentirse persona, humano, no un número invisible que está solo en el mundo sin que a nadie le interese. Durante todo el libro (y perdón por romper las reglas pero no pude dejar de leerlo) la historia pelea contra esta invisibilidad. Enaiat no es un número sino una persona que pone límites dentro de lo que su situación lo permite, que en el peor de los momentos encuentra la fortaleza para tener un gesto que le permita sentirse humano, que no se conforma con una situación de supervivencia y busca más.

    • Ciberclub de lectura 5 de junio de 2015 a 23:02 #

      Sí, Carolina, la clave es no considerarlos de ninguna manera números, como hacen los medios de comunicación, para conseguir así que no nos interesen, que pasemos la página buscando otras noticias, que los olvidemos al momento. Hay que ponerles nombres y vidas detrás de esos nombres. Nombres como los nuestros y vidas como las nuestras. Este libro es lo que hace. Al contarnos la vida concreta de Enaiat nos podemos poner en su piel. Ena tiene su historia, afortunada al final, y otros, miles, tienen la suya. Con ponerle nombre a una sóla vida de estas personas estamos poniéndole nombre a las demás. Ese creo que es el valor mayor del libro.

  5. Silvia 17 de mayo de 2015 a 21:39 #

    La primera impresión que he tenido es la similitud con el anterior libro; también hay un viaje y una madre pero, si bien en «Rosa candida» la madre ha fallecido y el protagonista es mayor en «En el mar hay cocodrilos» la madre decide su «ausencia» y Ena prácticamente no la menciona siendo un niño de 10 años y Lobby era «adulto» y las alusiones a la madre fallecida eran constantes. En esta historia, Ena menciona a su madre sólo en tres ocasiones! Cuando empieza a contar, cuando sólo unas páginas más adelante nos reitera las normas que le indica al despedirse y cuando, ya en Irán, quiere enviarle una carta y el hombre al que se la entrega para que se la haga llegar le dice que «debes agradecerle a tu madre que te hiciera salir de Afganistán». Realmente, para su madre, fue un acto de amor en toda regla. ¿Qué hará con su otro hijo varón más pequeño? Me lo sigo preguntando.

    Dicho esto, la historia no me convence, hay detalles que me plantean su veracidad. Me explico: es ágil de leer, Ena es un superviviente en toda regla y a una edad que no le corresponde pero hay trazos que me parecen inverosímiles. Es probable que mi incredulidad se deba a que estoy proyectando y pienso en mi hijo de 13 años y lo veo incapaz de hacer nada parecido. Sí, no hay que proyectar pero por proximidad en la edad de mi hijo y Ena no lo puedo evitar. También es cierto que las circunstancias de Ena son excepcionales por raza, geografía y situación familiar.

    El inicio de la historia ya es una declaración de intenciones. La madre le da las consignas vitales (no drogas, no armas, no robes) y le dice que «hay que tener un deseo ante los ojos, … entonces vivir valdrá siempre la pena». Por tanto, me parece que la historia es un canto a la esperanza, a mantener la ilusión para levantarte cuando caes. Es un lema vital. En la página 31 también lo repite «dijo que debería desear algo, con todo mi ser».

    Además, al estar escrito en primera persona y hacer guiños al lector, ya tenemos claro que nos están contando una historia con la voz de un niño que me parece muy lograda pues sus observaciones son «infantiles», vemos los países con sus ojos.

    Es evidente que Ena es un niño especial, que quisiera ir a la escuela (en Pakistán va a una a escuchar el ruido que hacían en el recreo, no a mirar si no a oir («permite jugar con la fantasía,permite transformar la realidad»), que piensa en lo importante (es un superviviente abandonado, como reconocer), que sabe defenderse sólo, que no le gustaba molestar y que le interesan los hechos, no con quién los vives ni dónde (autosuficiente). Sólo busca un hogar: me sentía en casa, …, estar en un sitio donde me tratarían bien, que es lo mismo». Nos cuenta esto cuando se encuentra en Irán, en Qom. Asimismo, es introvertido y reflexivo: «miraba dentro de mí».

    Nos habla de la amistad con Sufí. Otro niño con sus mismas condiciones y cómo se necesitan y cómo lo extraña cuando Sufí decide irse: «De la ausencia de una persona te das cuenta por las pequeñas cosas».

    Las dos narraciones de sus enfermedades me «chirrían». Quizá esperaba más detalles pero parece curarse de la fiebre con poco más que descanso y cuando se hiere el pie con la piedra … su curación queda en el aire. Es probable que los recuerdos de Ena al narrar la aventura a Fabio sean «parciales» o que no quisieran ahondar en ello sino dar más páginas a los desplazamientos y sus relaciones con los traficantes, jefes, etc. … pero son las partes que creo que merecen más detalle para dar autenticidad. Quizá soy demasiado crítica, no? Intento ponerme en la piel de Ena y estar enfermo o herido siendo tan niño me hace plantear que, cuando somos niños, la enfermedad la llevamos como algo importantísimo! Aunque sea un rasguño y esto es lo que me falla.

    Y la importancia del tiempo. Cómo anhela tener un reloj, lo consigue y se lo quita el guarda del puesto de control. Ena no sabe ni con certeza qué edad tiene ni cuánto tiempo pasa, sólo sabe que «estaba envejeciendo». No dice que se hacía mayor sino que envejecía! Es un verbo que utilizamos los adultos. Me ha llamado mucho la atención está visión que tiene de sí mismo. Es una visión madura y experimentada.

    Las alusiones a los traficantes y la corrupción para pasar fronteras es algo que, como aportaba Chus, lo vive de una forma natural y asume que es deudor del servicio que le prestan. También es llamativo que los traficantes o intermediarios cumplan los plazos de trabajo forzado pactados como pago del traspaso de fronteras.

    Esta primera parte es un viaje de un niño desde Afganistán a Pakistán e Irán huyendo de los talibanes para intentar una vida mejor y sin miedo («no quería volver a tener miedo, no»). Es un viaje a la vida, un viaje interior y un viaje físico. De lectura fácil, no se hace nada pesado pero … hay trazos que no me convencen.

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