La esperanza de una vida mejor es más fuerte que cualquier sentimiento

19 May

Lahore to Quetta. Foto en flickr de . . . _ _ _ . . . Algunos derechos reservados.

Esta primera parte que vamos a leer comprende, en tiempo, casi la totalidad del viaje de Ena desde que sale de Afganistán, cuatro años y medio. Vivirá en Quetta (Pakistán) un año y medio y en Isfahán y Qom (Irán) tres años haciendo los más diversos trabajos para sobrevivir. En el primer capítulo dedicado a Afganistán sabremos a través de varios flashback los motivos por los cuales su madre decide que tiene que abandonar el país ya que su vida corre peligro de muerte. Comienza en Quetta cuando su madre le deja en el samavat Qgazi, una especie de hotel que Ena define como un almacén de cuerpos y almas; un depósito donde amontonarse en espera de ser empaquetados y expedidos a Irán o Afganistán, o quién sabe adónde; un lugar donde entrar en contacto con los traficantes de hombres. Su madre le da tres consejos: no tomar drogas, no usar armas (aunque sólo sea un cucharón) y no robar, y le habla de sueños y de que siempre hay que tener un deseo ante los ojos, como un burro una zanahoria, y es en el intento de satisfacer nuestros deseos donde encontramos la fuerza para volver a levantarnos, y que si un deseo, cualquiera que sea, se tiene, en alto, a un palmo de la frente, entonces vivir valdrá siempre la pena. Ena no es consciente de que su madre se está despidiendo. Sólo cuando se despierta y no la ve por ninguna parte, Rahim, el jefe del samavat, ante sus preguntas, se lo confirmará: en ese momento me quedé sin palabras. Quizá hubiera otras, adecuadas, pero yo no las conocía.

Ena vivía en Nava, en la provincia de Ghazni, con su madre y sus dos hermanos, una zona habitada sólo por hazara. A su padre lo mataron cuando el niño sólo tenía seis años. Los pastunes lo obligaron a ir a Irán y volver con el camión, a recoger productos que luego vendían en sus comercios. Si no lo hacía, matarían a su familia. Unos bandidos asaltaron su camión, lo robaron y lo mataron. Los pastunes les dijeron que tenían que pagar la mercancía perdida o si no se llevarían a mi hermano y a mí para utilizarnos como esclavos. Su madre los escondía en un hoyo hasta que Ena se hizo mayor y ya casi no cabía en él. Entonces decidió, sin Ena saberlo, que tenía que salir del país. Sólo tenía diez años. A Ena la vida en Nava le gustaba mucho pero sobre todo le gustaba la escuela. Pero los talibanes la cerraron porque iba contra la voluntad de Dios y mataron al maestro, delante de los niños, que con mucha educación se había enfrenado a ellos. La vida, sin escuela, es como la ceniza.

En su huida caminan durante tres noches hasta Kandahar con mucho peligro pues contaban que, por esa zona, a los hazara de paso como nosotros los cogían los talibanes y los arrojaban vivos a un pozo profundísimo o se los echaban de comer a los perros vagabundos. En Kandahar encuentran a un hombre que los llevará a Pakistán en un camión. Un viaje largo a través de las montañas hasta llegar a Quetta. Una vez que la madre se va, Ena piensa que tenía que pensar, y que pensar que hay que pensar, como decía siempre mi maestro, es ya algo grande. Pero no había pensamientos dentro de mi cabeza, sólo una luz que sepultaba todo y no me dejaba ver nada, como cuando miras el sol.

Todo el relato está contado de una manera muy sutil e incluso poética, esa extraordinaria delicadeza que dicen que es una característica muy afgana.

Ya en Pakistán y abandonado a su suerte, Ena reacciona pronto y decide que tiene que trabajar y evitar que se aprovechen de él. Primero lo hará en el samavat pues le da miedo salir a la calle. Rahim, el encargado, apiadado, le ofrece comida y techo a cambio de hacer cualquier cosa que él le mande. El trabajo es un infierno, no para de hacer cosas que no sabe ni hacer, pero el chico tiene recursos, es fuerte y no se deja asaltar por los recuerdos ni por las comparaciones con su casa: antes de asustarme demasiado, con las manos disolví la comparación en el aire. Ena es listo y procura mantenerse al margen de cualquier problema. Debido a esto su estatus en el samavat asciende y empieza a llevar el chay a las tiendas, un trabajo mucho más agradable. Ena es siempre positivo y ve en todos sus avances un motivo de contento. Todos los días cuando pasa por delante de un colegio espera al recreo: las puertas se abrían de par en par y los niños salían gritando y corriendo a jugar en el patio. Mientras ellos jugaban, yo gritaba dentro de mí y jugaba llamando a mis amigos de Nava. Sólo quiere oírlos para poder dejar correr su fantasía y transformar su realidad. Es su manera de seguir siendo un niño y no olvidar cómo era su vida antes, sin que ésta le haga daño. Pero, en general, la vida de Enaiat está centrada en el trabajo, siempre duro y difícil, en sobrevivir aceptando la suerte que le ha tocado. No hay ni sombra de lamentación ni pena.

Supongo que os habrá pasado que leyendo este libro habréis comparado su vida con la que llevamos aquí nosotros y nuestros hijos. Un abismo. Es difícil desde la comodidad del primer mundo ponernos en la piel de Enaiat y quizá poder entenderlo. ¿No piensa en su madre? ¿No llora? ¿No tiene miedo? Creo que cuando ya has nacido en un lugar difícil y la vida te lo va poniendo cada vez más difícil, no hay lugar para la queja y al miedo lo manejas como puedes, aunque seas un niño (nunca tengo miedo, Enaiat, dijo. Y siempre tengo miedo. Ya no sé distinguir una cosa de la otra). La mera supervivencia, los trabajos de sol a sol, trabajar, comer y dormir, apenas descansar, todo ello creo que te impide pensar en nada, te anestesia, estás demasiado cansado y acaba convirtiéndose en un recurso a tu favor para seguir hacia adelante, eso sí, siempre con un deseo en tu mente que es el que te mueve a continuar. Aceptas tu realidad, no te queda otra, e, incluso, encuentras en ella momentos de alegría. Llevas en tu corazón a todo lo que amas, como en un cofrecito sagrado, pero no lo abres pues si no quizás las fuerzas te abandonen y eso no te lo puedes permitir. La supervivencia de nuevo.

A los seis meses de estar en Quetta, un propietario de un comercio que siempre le trata bien le ofrece ser vendedor ambulante como otros niños y poder ganar un dinero. Lo más importante es intentar que no le roben. Conoce a otros niños hazara, entre ellos a Sufi, que se convierte en su primer amigo. A Ena no le gusta este trabajo: no me gustaba molestar. No me gustaba que me trataran mal. Pero todos (incluido yo) tenemos mucho interés en vivir, y por vivir estamos dispuestos a hacer cosas que no nos gustan. Finalmente Enaiat, después de muchos meses, acaba cansándose. Está harto de que los fundamentalistas o los policías le roben o le peguen, está harto de arriesgar la vida en los atentados de los extremistas que también suceden allí. Y decide irse a Irán pues ha oído que en este país las cosas están mejor que en Pakistán, que hay mucho más trabajo y además son chiítas como él. Sufi decide irse con Ena y Rahim les pone en contacto con un traficante de hombres que será el que les lleve a Irán y les encuentre un trabajo pero, como no tienen apenas dinero, tendrán que pagarle a él sus cuatro primeros sueldos. Ena está conforme pues la perspectiva de tener trabajo al llegar es lo que más le agrada. Entiende las razones del traficante, de alguna manera es su aliado y, más adelante, cumplirá su palabra. O sea, que es un traficante “legal”. Casi todos con los que se encuentre en su viaje lo van a ser. Y será gracias a ellos que podrá cruzar las fronteras de todos los países. Así está montado el negocio. Pero sabemos que, desgraciadamente, no en todos los casos es de esa manera, sino todo lo contrario.

En uno de los diálogos con Fabio que salpican el libro, éste le pide que le cuente sobre los lugares y las personas que ama pero Ena le contesta: no quiero hablar de ellos, ni siquiera de los lugares. No son importantes. Lo importante son los hechos. Lo importante es la historia. Lo que te cambia la vida es lo que te pasa, no dónde ni con quién. Esto explica el porqué en el libro los hechos es casi lo único que se cuenta, pero ¿qué opináis de estas palabras? ¿Creéis que Ena esconde sus sentimientos detrás de esta actitud?

El viaje a Irán, excepto en un tramo, es bastante cómodo y al llegar Enaiat cae muy enfermo. Le cuidan y le medican como pueden y él presa de delirios por la fiebre sí que recuerda su pueblo, la nieve, la mano de su madre, a su maestro… Están dentro de él y el descanso mezclado con la enfermedad le conceden una tregua a tanto trabajo y, claro, se cuelan los sentimientos. En Irán pasará tres años en las ciudades de Isfahán y Qom trabajando primero en la construcción de casas y después en una cantera. Son trabajos duros, de muchísimas horas, sólo tienen medio día libre a la semana, son todos trabajadores ilegales, clandestinos, que apenas salen del lugar de trabajo (La obra era un mundo. La obra era el sistema solar) por miedo a ser detenidos y por lo tanto repatriados o, lo que es peor, enviados a una especie de campos de concentración (lugares sin esperanza), Telisia y Sang Safid, de los que corren historias terribles. Todos los temen. Pero Ena es relativamente feliz, juega al fútbol en la tarde libre con otros niños y se lleva bien con todos, además gana dinero.

Sufi se va antes a Qom y Enaiat le echa de menos, está triste: de la ausencia de una persona te das cuenta por las pequeñas cosas […] Cuando no tienes familia, los amigos lo son todo. Estando allí presencia en una televisión los atentados del 11 de septiembre de 2001 contra las Torres Gemelas: en una canal había una película con torres que se derrumbaban. Luego sabrá lo que ha sido en realidad, se da cuenta de la gravedad pero para él es más grave no estar con Sufi. Ena está contento a las afueras de Isfahán construyendo casas, además se atreve a salir y conoce a la gente del pueblo que es muy amable: casi pensaba que aquél podía ser un lugar donde vivir para siempre. Un lugar al que por fin llamar casa.

Pero entonces le detienen y le repatrian a Herat, en Afganistán, lo cual no es ningún problema porque Herat está llena de traficantes a la espera de repatriados. Casi no tienes tiempo de dejarte apalear por la policía, cuando inmediatamente te cogen y te llevan de nuevo a Irán. Incluso si no llevas dinero, puedes pagarles más tarde. Está claro que hay un negocio corrupto (muchos policías eran corruptos, por suerte) montado entre los traficantes y la policía en el que todos sacan tajada. Terrible. Pero bueno para Ena que vuelve a Irán, esta vez a Qom, con Safi, a trabajar la piedra. Esta ciudad, de un millón de habitantes, está llena de fábricas de piedras. El trabajo es durísimo: estar bien y evitar ponerse enfermo – como suele gustarle a la gente – era difícil, y no sólo estar bien, incluso seguir vivo era difícil. O entero. Enaiat sufre un accidente terrible cuando una piedra le cae encima del pie. La herida es tan profunda que se le ve hasta el hueso. Pero le hacen terminar el trabajo mientras se desangra porque aquella piedra era importantísima. Cosas así tan duras nos las cuenta como lo más normal mientras nosotros, lectores cómodamente sentados en nuestros sillones, nos estremecemos al leerlas.

¿Os imagináis pasar por algo así? No, es imposible, pero hay millones de personas que sí pasan por esto, que esta es su vida o su muerte. ¿Y nos importa realmente? Lo vemos en las noticias un día sí y otro también pero seguimos con nuestras vidas. Por no tener no tienen ni nombre, sólo son números. Recuerdo alguna escena de inmigrantes supervivientes de un naufragio llegando a las playas del sur de España mientras bañistas en sus toallas ni los miraban… No los tenemos tan lejos, están aquí, en el Mediterráneo, muriendo a centenares, en la valla de Melilla (la famosa foto de la valla en la que están a lomos un puñado de inmigrantes mientras al lado hay un impecable campo de golf donde juegan unas personas ajenas a ellos. Supongo que la habéis visto. Fue hace poco y acaba de ganar un premio importante). ¿Y? Me gustaría que comentarais sobre este tema. La vida de Enaiat nos permite conocer más de cerca a aquellos que son sólo números. Y eso es importante, muy importante.

Dejamos a Enaiat sufriendo una segunda repatriación mucho más dura con los policías disparando sobre ellos mientras intentan huir: cuando dejé de correr porque ya estaba lo bastante lejos, pensé en irme. No quería volver a tener miedo, no. Fue en aquel momento cuando decidí que iba a intentar llegar a Turquía.

Plazos
Comentaremos esta primera parte de la lectura a lo largo de una semana más o menos. Mientras, proseguiremos con el libro a partir del capítulo Turquía (pág. 101) hasta el final de la novela. ¡Espero que vuestros comentarios sean muy numerosos!

20 respuestas hasta “La esperanza de una vida mejor es más fuerte que cualquier sentimiento”

  1. jose vicente 19 de mayo de 2015 a 18:56 #

    ALARMA EN EL MEDITERRANEO. El éxodo de los niños. Este año 2500 pequeños morirán ahogados tratando de llegar a Europa, según SAVE DE CHILDREN.
    Hola amigos: esta noticia en el semanal, nos pone sobre la pista de la catástrofe humanitaria en que esta sumergida la humanidad en este principio de siglo XXI.
    Ena es un niño de 10 años que vive en nuestro mismo planeta, el planeta tierra,en nuestro mismo tiempo, pero el mundo que vive es otro muy distinto al nuestro, el sufre viloencia, abusos, esclavitud por el hecho de haber nacido pobre y afgano no tiene derecho a la educación por que los talibanes cerraron su escuela, ni siquiera puede vagabundear por la calle, y lo peor de todo es que yo no se que podría hacer para que esto no sucediera,,no hay ningún gobierno ni organización en el mundo que sea capaz de arreglar esta injusticia.
    La novela me parece muy absorbente, y tengo que agradecerle a Fabio el autor que de parte de los derechos de autor para Ena, eso también me hace sentir mejor, saber que de alguna manera yo estoy colaborando al bienestar de Ena, creo que es lo único que puedo hacer para paliar esta situación tan injusta.
    Un saludo.

    • Ciberclub de lectura 5 de junio de 2015 a 23:17 #

      Totalmente de acuerdo contigo, José Vicente, estamos hablando de una catástrofe humanitaria tremenda que está ocurriendo en nuestras propias costas, aquí al lado, ¿y qué hacemos? Muy poco, como siempre. Muy interesante tu apunte sobre este niño que vive en el mismo planeta que nosotros y en el mismo tiempo pero su mundo es tan diferente al de los niños de este lado!!! Quiero pensar que sí hay solución y que si no hacen nada los gobiernos de occidente es por negligencia, intereses, egoísmo… Yo sí creo que se podría hacer mucho por ellos y por cambiar las cosas, pero no interesa. Una injusticia más que añadir a la larga lista de ellas pero podría haber solución, ¿qué opináis los demás?

  2. berta 19 de mayo de 2015 a 19:52 #

    Hola a todos y todas, estoy de acuerdo con José Vicente en el hecho de que el lugar de nacimiento en el que dicen el primer mundo o el otro marca la vida de las personas hasta limites insospechados, ciertamente el drama de Ena, marca mucho, es sólo un ejemplo de mucho sufrimiento y lucha por la mera supervivencia, un ir hacia adelante sin detenerse, sobrevivir es la meta.Decir también que a pesar de la muestra del drama y el dolor que describe el libro de Fabio Geda, no hay que olvidar que aquí en el que dicen el primer mundo existe también mucho sufrimiento.

  3. Marta 20 de mayo de 2015 a 13:15 #

    Hola, leyendo el libro te planteas muchas pero que muchas cosas acerca de la vida en general. Yo sigo sin poder imaginar lo que es estar en una situación semejante a la de Ena, sufrimiento tras sufrimiento y dificultad tras dificultad. Y ¿qué es lo que ha hecho para merecer eso? Pues nacer en Afganistán
    Me hace pensar en lo diferente que es la vida para las personas según el lugar en el que han nacido. Hace pensar en la incapacidad de los gobiernos para solucionar tantos problemas como hay en este mundo… Hace pensar y pensar…

    • Ciberclub de lectura 5 de junio de 2015 a 23:20 #

      Claro, Marta, este libro está escrito para que pensemos, pero también para que nos planteemos qué poder hacer, no sólo pensar. Es una denuncia en toda regla de la pasividad de nuestro rico mundo que aunque, como dice Berta, también hay mucho sufrimiento, tiene la llave para intentar solucionar este drama. Hay que mirar al otro, todos somos seres humanos. Si no, muy mal nos va a ir. Todo lo no hecho se pondrá en nuestra contra antes o después.

  4. Silvia 21 de mayo de 2015 a 9:48 #

    La primera impresión que he tenido es la similitud con el anterior libro; también hay un viaje y una madre pero, si bien en «Rosa candida» la madre ha fallecido y el protagonista es mayor en «En el mar hay cocodrilos» la madre decide su «ausencia» y Ena prácticamente no la menciona siendo un niño de 10 años y Lobby era «adulto» y las alusiones a la madre fallecida eran constantes. En esta historia, Ena menciona a su madre sólo en tres ocasiones! Cuando empieza a contar, cuando sólo unas páginas más adelante nos reitera las normas que le indica al despedirse y cuando, ya en Irán, quiere enviarle una carta y el hombre al que se la entrega para que se la haga llegar le dice que «debes agradecerle a tu madre que te hiciera salir de Afganistán». Realmente, para su madre, fue un acto de amor en toda regla. ¿Qué hará con su otro hijo varón más pequeño? Me lo sigo preguntando.
    >
    > Dicho esto, la historia no me convence, hay detalles que me plantean su veracidad. Me explico: es ágil de leer, Ena es un superviviente en toda regla y a una edad que no le corresponde pero hay trazos que me parecen inverosímiles. Es probable que mi incredulidad se deba a que estoy proyectando y pienso en mi hijo de 13 años y lo veo incapaz de hacer nada parecido. Sí, no hay que proyectar pero por proximidad en la edad de mi hijo y Ena no lo puedo evitar. También es cierto que las circunstancias de Ena son excepcionales por raza, geografía y situación familiar.
    >
    > El inicio de la historia ya es una declaración de intenciones. La madre le da las consignas vitales (no drogas, no armas, no robes) y le dice que «hay que tener un deseo ante los ojos, … entonces vivir valdrá siempre la pena». Por tanto, me parece que la historia es un canto a la esperanza, a mantener la ilusión para levantarte cuando caes. Es un lema vital. En la página 31 también lo repite «dijo que debería desear algo, con todo mi ser».
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    > Además, al estar escrito en primera persona y hacer guiños al lector, ya tenemos claro que nos están contando una historia con la voz de un niño que me parece muy lograda pues sus observaciones son «infantiles», vemos los países con sus ojos.
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    > Es evidente que Ena es un niño especial, que quisiera ir a la escuela (en Pakistán va a una a escuchar el ruido que hacían en el recreo, no a mirar si no a oir («permite jugar con la fantasía,permite transformar la realidad»), que piensa en lo importante (es un superviviente abandonado, como reconocer), que sabe defenderse sólo, que no le gustaba molestar y que le interesan los hechos, no con quién los vives ni dónde (autosuficiente). Sólo busca un hogar: me sentía en casa, …, estar en un sitio donde me tratarían bien, que es lo mismo». Nos cuenta esto cuando se encuentra en Irán, en Qom. Asimismo, es introvertido y reflexivo: «miraba dentro de mí».
    >
    > Nos habla de la amistad con Sufí. Otro niño con sus mismas condiciones y cómo se necesitan y cómo lo extraña cuando Sufí decide irse: «De la ausencia de una persona te das cuenta por las pequeñas cosas».
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    > Las dos narraciones de sus enfermedades me «chirrían». Quizá esperaba más detalles pero parece curarse de la fiebre con poco más que descanso y cuando se hiere el pie con la piedra … su curación queda en el aire. Es probable que los recuerdos de Ena al narrar la aventura a Fabio sean «parciales» o que no quisieran ahondar en ello sino dar más páginas a los desplazamientos y sus relaciones con los traficantes, jefes, etc. … pero son las partes que creo que merecen más detalle para dar autenticidad. Quizá soy demasiado crítica, no? Intento ponerme en la piel de Ena y estar enfermo o herido siendo tan niño me hace plantear que, cuando somos niños, la enfermedad la llevamos como algo importantísimo! Aunque sea un rasguño y esto es lo que me falla.
    >
    > Y la importancia del tiempo. Cómo anhela tener un reloj, lo consigue y se lo quita el guarda del puesto de control. Ena no sabe ni con certeza qué edad tiene ni cuánto tiempo pasa, sólo sabe que «estaba envejeciendo». No dice que se hacía mayor sino que envejecía! Es un verbo que utilizamos los adultos. Me ha llamado mucho la atención está visión que tiene de sí mismo. Es una visión madura y experimentada.
    >
    > Las alusiones a los traficantes y la corrupción para pasar fronteras es algo que, como aportaba Chus, lo vive de una forma natural y asume que es deudor del servicio que le prestan. También es llamativo que los traficantes o intermediarios cumplan los plazos de trabajo forzado pactados como pago del traspaso de fronteras.

    Esta primera parte es un viaje de un niño desde Afganistán a Pakistán e Irán huyendo de los talibanes para intentar una vida mejor y sin miedo («no quería volver a tener miedo, no»). Es un viaje a la vida, un viaje interior y un viaje físico. De lectura fácil, no se hace nada pesado pero … hay trazos que no me convencen.olgué mi comentario en el post anterior de Chus. Disculpad.
    Lo adjunto nuevamente.

    • Ciberclub de lectura 5 de junio de 2015 a 23:42 #

      Silvia, yo creo que no es comparable la situación del protagonista de Rosa candida con la de Enaiat. Su vida es totalmente diferente. Sus circunstancias, su cultura… Ena no nombra a su madre porque no puede permitirse pensar en ella pues si no sucumbiría y tiene que poner todas sus fuerzas en sobrevivir. Eso no quiere decir que no la lleve dentro de él. Lo podremos comprobar al final del libro.
      Yo sí me creo la historia de Ena. Totalmente. Ha tenido suerte y ha sido fuerte. En eso radica la diferencia con otros que en su misma situación no les ha ido tan bien. Sería una deslealtad absoluta por parte del autor mentir o edulcorar los hechos cuando está contando la historia real de un niño con nombre y apellidos que vive. No todo tiene que ser terrible dentro del horror. En el horror caben buenas personas, momentos de bienestar e incluso humor. Esa es la vida. No nos podemos permitir comparar nuestar vida con la de estas personas. No podemos plantearnos qué harían nuestros niños en una situación como la de Ena porque es incomparable. Creo que tenemos que ser humildes e intentar comprender al otro por muy lejos que se encuentre de nuestro mundo, que con sus imperfecciones y también injusticias, es mucho mejor, infinitamente, que el de los niños como Ena.
      Creo que sí eres muy crítica. Respecto a las enfermedades y accidentes pues no tenía otra que salir adelante. Todos tenemos un afán de supervivencia mucho mayor que el que imaginamos y ante una situación como la de este niño, ¿qué iba a hacer? No está su madre ni nadie para ayudarle, no puede permitirse llorar o quejarse, sólo una palabra: adelante. Se hace fuerte por obligación.
      Creo que la respuesta es intentar comprender su situación absolutamente diferente a la nuestra. Ponerse en su lugar.
      Creo que lo ves demasiado con los ojos de aquí. Y no podemos leer este libro pensando en nosotros sino en ellos. Por muy difícil que resulte.
      Este libro está escrito para que conozcamos esas otras vidas tan lejanas de las nuestras pero completamente reales.
      No siempre tenemos que estar de acuerdo sobre lo que leemos, y la discusión es parte de este club y de la vida. Gracias por tu comentario 🙂

  5. fjbarral 22 de mayo de 2015 a 11:52 #

    Siento no haber podido opinar antes … he estado y estoy bastante liado por motivos de trabajo, aunque he seguido, a ratos, avanzando en la lectura. En primer lugar, encuentro que este libro esta elaborado con gran delicadeza en su estilo. De forma clara y directa, creo que pretende hacernos llegar no sólo en relato de los hechos, sino las emociones y que visualicemos las personas y las vidas que hay detrás. Se nos relata un viaje no de intereses sino de escape de la presión y de un intento de abandono a la presión de una vida sólo de supervivencia, hacia la ilusión de poder construir una existencia mas humana, sin plantearse qué habrá más allá, sino sólo que quizás (a que debe) ser mejor que una determinada forma de vida inhumana. Lo vemos y seguimos en su abandono de lugares donde puede ganarse la vida pero sin estabilidad y sometido a abusos, por lo que su huida no es por una mejora económica sino una mejor forma de vida. La búsqueda de una mejor forma de vivir los lleva a la huida en vez de intentar construirla en sus propios lugares de origen. Y todo debido a la desmesurada presión y abuso de las sociedades donde les ha tocado vivir. Lo encuentro un relato muy humano y centrado en las emociones que con su ágil literatura, el autor, nos permite ponernos en el lugar del protagonista y así poder entenderlo mejor y también el fenómeno de la emigración tan acuciante en estos días.

    • Ciberclub de lectura 5 de junio de 2015 a 23:45 #

      Totalmente de acuerdo, Francisco: delicadeza y humanidad creo que son las palabras que resumen este libro.

  6. Eire 22 de mayo de 2015 a 11:57 #

    Hola!!

    Esta lectura es realmente dura, qué barbaridad que un niño tenga que pasar por todas esas situaciones, y me temo que aún nos queda mucha historia para seguir encogiéndosenos el corazón.

    Más o menos podía intuir lo que estaba pasando en esa parte del mundo, pero acceder a la realidad desde las vivencias de un ser tan pequeño me está realmente impactando.
    Así que estoy aprovechando este momento en una doble vertiente, por un lado para documentarme un poco más sobre la situación y configuración étnica y religiosa de Afganistán, Pakistán, y sobre la comunidad hazara en particular. Y me llama tanto la atención lo que ahí está sucediendo, como la manera en que desde esta parte del mundo le estamos dando respuesta.

    ¿En dónde están todos esos organismos que deberían preocuparse un poco [más] de la defensa de los derechos humanos? ¿Los medios de comunicación que son capaces de llenar horas y hojas con “estupideces” que pueden llegar a ser virales en segundos y tener a todo el mundo en alerta y después somos unos analfabetos de la historia en todos los sentidos?… Pero es lo que nuestro estado de “bienestar” demanda…

    En fin, y relacionado con esa “maravillosa” persecución del “bienestar”, a la que atamos nuestras vidas, está relacionada la segunda de las ventajas que estoy obteniendo de la lectura, porque estaba/estoy pasando un momento un poco “agobiante” en algunos aspectos de mi vida y veo que si realmente nos paramos a pensarlo un poquito y dejamos de lado nuestro egoísmo, podemos ver que muchas veces las cosas ni son tan graves, ni tan importantes, y ni siquiera merecen la pena…

    Al margen de la historia, la narración me gusta, me resulta ágil y sencilla. Me recuerda a la narrativa audiovisual, como si estuviese ante un documental, en el que se nos cuenta lo fundamental para acceder a la historia y nosotros terminamos de configurar la realidad.

    En mi proceso de documentación he encontrado algunos enlaces interesantes, además de la película «Buda explotó por vergüenza. Buda az sharm foru rikht/Buddha Collapsed out of Shame» de 2007.

    http://www.cineddhh.org/guias-didacticas/buda-exploto-por-verguenza/1-sesion-previa-al-visionado/1b-el-escenario-de-la-pelicula/

    http://www.dawn.com/news/709603/sectarian-militancy-thriving-in-balochistan

    http://es.globalvoicesonline.org/2012/06/27/pakistan-asesinato-de-hazaras-por-que-el-mundo-permanece-en-silencio/

    • Ciberclub de lectura 5 de junio de 2015 a 23:47 #

      Muchas gracias Eire por tus enlaces que complementan nuestra lectura. ¡Y por tus comentarios! Muy acertados.

  7. CARMEN 22 de mayo de 2015 a 20:38 #

    Hola a tod@s, estoy completamente de acuerdo con los comentarios anteriores pero, creo que en la historia del libro está siempre muy presente la «historia» en sí, no se para en otra cosa, ni siquiera en sentimientos y así lo reseña en varias ocasiones. Me parece, como es lógico, que se nos nota de dónde somos, dónde nacimos y dónde vivimos. En nuestro mundo hay lugar para los sentimientos y las cosas materiales, porque nuestras necesidades primarias están más que satisfechas. Por varias veces mientras leía, he tenido que parar a pensar que su historia es horrible, cruel, pero está narrada teniendo en cuenta la historia vital, no los sentimientos. Las personas con las que se cruza apenas son descritas, seguramente porque no sabe ni mirar de la misma manera que nosotros observamos. Lo que comenta Silvia de su comparación con su hijo lo comprendo porque yo tengo uno de doce, pero yo sí que creo que un niño puede lograr lo de nuestro protagonista, con suerte eso sí, pero puede hacerlo porque su inocencia le da valentía.

    Saludiños a tod@s.

  8. CARMEN 22 de mayo de 2015 a 20:40 #

    Se me olvidó, por cierto EIRE muchas gracias por los enlaces, me parecieron interesante.

  9. Kelly 23 de mayo de 2015 a 20:29 #

    Hola a todos,
    como a os demás compañeros, me parece una historia terrible y deprimente, pero que desgraciadamente la vemos a diario en todo el mundo, la tragedia de los barcos indonesios de la semana pasada, los espaldas mojadas en Méjico y por supuesto las pateras que llegan diariamente a -España y Italia. Es una tragedia a gran escala y tan masiva como seguramente no se había visto desde las últimas guerras, pero de difícil solución, es evidente que necesitan ayuda y tienen derecho a una vida mejor, pero también es imposible que Europa mantenga a todos los pobres, discriminados religiosos,exiliados,refugiados, enfermos, etc de Äfrica o en el caso de Estados Unidos,a todos los miserables de Suramerica…desgraciadamente esto es así…supongo que la única solución posible pasaría por mejorar las condiciones sanitarias y económicas de sus respectivos países, pero dadas las circunstancias, especialmente las de la radicalización religiosa, parece imposible…
    Creo que el autor a intentado presentarnos esta terrible situación, con una gran delicadeza que quizá ,como dicen los compañeros , resta credibilidad a la historia, pues como todos sabemos es imposible que todos los personajes que se va encontrando en el camino sean justos y legales y con la piedad y comprensión que muestran hacia él, teniendo en cuenta que como él hay miles diariamente en esos lugares. todo esto en la realidad lo más posible es que hubiera sido una retahíla de abusos, de todo tipo, sexuales, robos, impagos de su salario, esclavitud, malos tratos, etc…quizá lo noto más en este momento porque acabo de leer esta temporada una serie de libros de autores africanos donde no se ahorran ni un gramo de violencia, abusos, violaciones, extorsiones, matanzas, torturas, etc,
    Respecto a nuestros niños, no creo que sea comparable en nada con él, pues como dice el refrán»la necesidad aguza el ingenio», y la necesidad obliga a buscarse la vida y a sobrevivir de cualqier manera, de hecho lo vemos aquí con niños que con siete años son expertos carteristas , ladrones y buscavidas, porque no les queda otro remedio en el medio que están para sobrevivir…
    Respecto a la madre, me resulta curioso la poca atención que le presta a su tragedia, abandonar un hijo a su suerte, qué grado de desesperación y angustia puede tener una madre para llegar a ese punto, y seguramente luego enviar al otro sin saber que suerte le van a correr…también me resultan un poco increíbles los consejos que les da al niño, pues son los más sensatos de una buena madre y los que daríamos cualquiera de nosotras, pero no en unas circunstancias como esas donde lo único que importa es sobrevivir a cualquier precio sin saber las condiciones a las que tendrá que enfrentarse…
    Sobre que el niño no quiera recordar, puedo entenderlo después de todo lo que ha pasado, tanto los lejanos recuerdos felices de la infancia, como todo lo que vino después, lo único que importa es manterner la ilusión y mirar al futuro.

    Saludos.

    • Ciberclub de lectura 5 de junio de 2015 a 23:52 #

      Los consejos que la madre le da yo creo, Kelly, que se fundamentan en un ética que la madre posee y que quiere transmitirle a su hijo. Que le pase lo que le pase continúe siendo una buena persona.

  10. berta 23 de mayo de 2015 a 22:05 #

    hola a todos y todas, solamente comentar que estoy de acuerdo con Kelly, en dos cuestiones, la primera que ciertamente la emigración se está convirtiendo en un problema grave de dificil solución, y que quizá el desarrollo profundo, desde un punto de vista politico,economico y demografico de los países de origen sería positivo.Y también en su comentario de que el viaje de Ena exento de otros precios más abusivos con los traficantes parece poco creíble aunque eso sí esperanzador.

  11. Angeles 24 de mayo de 2015 a 1:58 #

    Hola a todos la historia de Afganistán parte del imperio persa es desde el principio de los tiempos de guerras perpetuas, y más recientemente primero los soviéticos y despues los talibanes sembraron el horror entre la población, un pueblo que sufre mucho especialmente los niños también es el pais mas peligroso para las mujeres no se respetan sus derechos salir a la calle les supone pelgro de muerte y sufren violencia en sus propios hogares un pais dónde las minas antipersonas especialmente en la provincia de Helman al sur provocaron miles de mutilaciones es la tierra de los hombres sin piernas, en fin un pais dónde una vida no vale nada y se enfrentan a la muerte cara a cara y día a día, un pais pobre, multiracial con diferencias abismales de clases con diversas relgiones muy dificil, el libro me resulta grato de leer estoy de acuerdo con Kelly que le falta credibilidad, es decir me parece que el trato con traficantes de hombres no es tan honesto ni tan fácil creo que hay muchos abusos sexuales y de todo tipo, y me pareció mucha suerte tener siempre buenos amigos, adultos en quien confiar, trabajo y sueldo…ta vez no fue tan fácil tal vez hayan omitido Enaiatollah o Fabio Geda los detalles escabrosos, entiendo que la madre quisiera salvarle la vida al precio que sea, en Afganistán lo iban a matar los talibanes y era muy posible que sobreviviera en Pakistán, también estoy de acuerdo con Kelly nuestros niños,no se pueden comparar en nada, pero creo que serían capaces de luchar para sobrevivir en tan terribles circunstancias, recordemos que aqui en España no hace tanto en la guerra civil muchos niños salieron adelante en situaciones terribles separados de sus familias de su pais… cuando se tiene hambre se lucha como sea para sobrevivir y con suerte se gana… por desgracia he leído historias mucho más terribles de niños afganos me alegro por Enaiatollah…

  12. Susana 25 de mayo de 2015 a 11:47 #

    El libro se siente, se sufre…nos entra y una vez lo hace no podemos dejarlo como si nada… Algo de Enaiat ves cada día en los periódicos, la TV…miradas envejecidas de niños prematuramente maltratados por la vida. Por encima de una narración con ritmo y bellamente tejida, la historia de tantos se abre descarnada, y a pesar de alguna disgresión y relato a veces incompleto, percibimos la madurez sobrevenida de un niño en la lucha por la supervivencia. Las descripciones llegan, nos hieren pero sin abusar de morbo o violencia desmedida, aspiramos los olores, las sensaciones que le acorralan en su huida y a la vez en dicha búsqueda nos dejamos acariciar por la bondad de quienes en su camino se encuentra. No todo es horror en una historia tan desagarradora. A veces el ser humano es capaz de empatizar y ayudar a quien incomprensiblemente sufre tamaño castigo, el abandono de una madre para poder ofrecerle un futuro. Nadie podemos imaginar desde este nuestro primer mundo acomodado qué puede pasar por su cabeza cuando obra así..por ello debemos colocarnos con humildad en la incomprensión absoluta de una realidad que nos es tan ajena. Un regalo de lectura y aún más por lo que supone de martillazo a nuestras conciencias. Gracias por este descubrimiento Chus.

  13. Julia 26 de mayo de 2015 a 8:27 #

    Voy bastante retrasada con la lectura, problemas de tiempo. Ahora que ya terminé esta primera parte he leído vuestros comentarios, me parecieron todos muy acertados e interesantes. Añadir que, desde mi punto de vista, la historia que se nos cuenta trata de ser aséptica, narrar la historia de una «huída» hacía adelante, sin entrar en sentimientos o grandes dramas de los aconteceres de este viaje; por eso no hace demasiado hincapié en la enfermedad o la herida en la pierna. Dentro de la cruda dureza de una realidad terriblemente cruel, se intuye una gran esperanza en todo el relato, que es lo que parece guiar a Enaiatollah.
    Como madre, no puedo ni imaginarme la situación que te lleva a dejar a tu hijo de 10 años, sólo en un pais extraño con el propósito de salvar su vida.

    Un saludo

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