La tercera mentira: hay vidas que son más tristes que el más triste de los libros

FOLHA DE MENTIRAYa estamos en la tercera y última parte. Estoy con Kelly cuando dice que esta parte narra lo que sucedió en realidad. Todo lo que nos ha contado hasta ahora Agota Kristof era mentira. De ahí el giro de 360º que da la narración. Pero hay que ir avanzando en la lectura para ir recomponiendo poco a poco el rompecabezas y, sólo al final del libro, llegar a entender lo que ha pasado en realidad. Pasemos a analizarlo.

Lo primero quisiera preguntaros sobre el porqué del título La tercera mentira. Si esta historia es la verdadera, ¿por qué entonces la autora la titula así? Otro descoloque más. ¿Cuál es vuestra opinión? ¿Será que en realidad cualquiera de las dos historias puede ser mentira o puede ser verdad? ¿Un cuestionamiento sobre lo relativos que son estos dos conceptos? Hay una posible explicación de la que hablaré más adelante, pero no estoy convencida, no sé qué opináis vosotros. Creo que este título va más allá de esta explicación.

Este tercer relato está dividido en dos partes. La primera parte está narrada en presente y en primera persona por Claus (que luego resulta ser Lucas, pero esto lo descubriremos al final. Digamos que es el Claus de la segunda parte). En ella hay saltos de tiempo del presente al pasado estratégicamente situados para recomponer la historia real. Como en La prueba, aquí también la autora retoma la historia donde la dejó en la segunda parte. Claus está en la cárcel porque su visado ha caducado. Muy pronto comenzamos a descubrir que nada es como nos lo han contado. Cuando la dueña de la librería (que ya no es Peter, éste resulta ser otro personaje) le pregunta sobre si lo que escribe es verdad o mentira, él responde: le contesto que trato de escribir cosas que han ocurrido de verdad pero que, en un momento dado, la historia se hace insoportable por su misma verdad y entonces me veo obligado a modificarla. Le digo que intento contar mi historia pero no puedo, no tengo valor, me hace mucho daño. Entonces lo embellezco todo y describo las cosas no como sucedieron sino como yo querría que hubieran sucedido. En otro momento se dice en boca de otro niño: la verdad no me gusta. Doy por hecho que todos habéis leído ya esta parte y no os voy a descubrir nada. En esta revelación de Claus se encuentra la verdad de toda esta  historia. Aunque sí existe Lucas, es Claus el que ha escrito la primera y segunda parte cambiándolo todo como a él le hubiera gustado que fuera. Los gemelos fueron separados a los cuatro años de edad al inicio de la guerra por un hecho terrible (la madre asesinó al padre de un tiro delante de sus hijos) y fue sólo Claus el que vivió con la abuela (que no era su abuela) en la ciudad de K. añorando toda su vida a su hermano, soñando con él (sueños que se nos narran) y sin saber qué había sido de Lucas ni de sus padres.

Claus resultó herido en una pierna cuando la madre asesina al padre, y pasa cinco años en un hospital. Ha borrado en su mente todo lo sucedido aunque recuerda vagamente la infancia feliz junto a sus padres y hermano. En el hospital, ante su abandono total, se convierte en un niño “malo”.  Después de un bombardeo, Claus es enviado a la ciudad de K. al cuidado de una anciana (“la abuela”). Allí comienza a escribir sus primeras mentiras (¿por qué lo hace?, ¿para poder sobrevivir ante tanta desolación?, ¿qué opináis?).  Después de la muerte de la abuela, acabada la guerra y convertido el país en un país comunista, Claus ya con quince años, cruza la frontera gracias a un desconocido (que no es su padre como nos contaron en la primera parte) al que utiliza.  Como en La prueba, Claus vuelve a K. después de cuarenta años de ausencia. Parece que ha llegado a creerse sus propias mentiras escritas en el gran cuaderno y espera a que su hermano vuelva a reunirse con él: Todo es mentira. Sé perfectamente que en esta ciudad, en casa de la abuela, yo vivía solo, que ya entonces imaginaba que éramos dos, mi hermano y yo, para hacer soportable la insoportable soledad. En esta frase tenemos otra gran verdad revelada que nos aclara el porqué de la necesidad de escribir ese cuaderno plagado de mentiras.  Un policía le dice: confunde la realidad con la literatura. Con su literatura.

A partir de ahí, hay un cambio en la narración a 3ª persona durante dos capítulos en los que se nos narra la huída del país de Claus a los quince años a partir de la cual comienza a contar a todo el mundo no la historia verdadera sino la que ha escrito en sus cuadernos y, en ella, encontramos una posible explicación al título La tercera mentira: El niño firma el atestado verbal en el que hay tres mentiras. El hombre que cruzó con él la frontera no era su padre. No tiene dieciocho años, sino quince. No se llama Claus. A partir de ahí la verdad se desvela completamente. Claus es Lucas (pero ¿por qué se ha cambiado el nombre? Todo es un juego de espejos en su confusa memoria. Claus y Lucas eran uno antes de separarse, tan unidos estaban) y aparece un Klaus, un poeta muy importante, que es el que retoma la narración en primera persona en la segunda parte de La tercera mentira. En ella desvelaremos toda la verdad de lo ocurrido a partir del asesinato del padre por parte de la madre y la vida de Klaus (el verdadero, el que creíamos que era Lucas). Lucas encuentra a Klaus por fin pero éste no quiere saber nada de él y en su encuentro, miente (de nuevo la mentira), inventa una vida falsa, finge no conocerle: tengo que defenderme. Tengo que defender a mi madre. No quiero que Lucas destruya nuestra tranquilidad, nuestras costumbres, nuestra felicidad. No quiero trastornos en nuestra vida. Ni mi madre ni yo podríamos soportar que Lucas volviera a remover el pasado, a resucitar recuerdos […] Tengo que apartar a Lucas a un lado cueste lo que cueste, impedirle que ponga de nuevo al descubierto la espantosa herida. Y la espantosa herida nos la descubre en su narración Klaus. Éste tampoco ha sido feliz, y, cuando recupera a su madre, ésta le compara continuamente con Lucas, el desaparecido, el perfecto, el mejor.

El final es terrible. Lucas se suicida tirándose a un tren después del fallido encuentro con Klaus y es enterrado junto a su padre con el nombre que utilizó toda su vida a petición suya. Klaus termina esta desoladora historia con estas palabras: pienso también que pronto volveremos a estar todos juntos. Cuando muera mi madre no habrá ya razón para seguir. El tren… es una buena idea. El final es redondo, cierra el ciclo. Todos de nuevo juntos después de la muerte como cuando eran felices antes de “la espantosa herida” que truncó sus vidas. Pero este libro es muchas cosas más. ¡Contiene tanto sobre lo que reflexionar!: la identidad, el dolor, la muerte, la vida, la guerra, la literatura, el amor, el sexo… Es vuestro turno de hacerlo. Sobre esta tercera parte y sobre todo el libro en general. Es un magnífico libro, uno de los mejores que he leído.

La prueba: Conocer el dolor de la separación

El espejo en el espejoContinuamos con la lectura de Claus y Lucas, ahora con la segunda novela corta La prueba de la que algunos ya habéis dejado vuestros comentarios, muy jugosos, por cierto. La autora retoma la historia donde la dejó en la primera parte. La última frase de El gran cuaderno es: el que se queda se vuelve a casa de la abuela. Y el que se queda es Lucas. La primera frase de La prueba es: de vuelta a casa de la abuela, Lucas se acuesta junto a la cerca del jardín, a la sombra de los arbustos. Espera. El punto de vista cambia en esta parte pasando a ser narrada en tercera persona de singular pero conserva el tiempo presente en la narración. ¿Quién la narra? ¿Qué opináis? En este relato se concretan más las cosas, apareciendo los nombres de los personajes y más datos de la vida en el pueblo y de lo acaecido en la otra novela. Se nos informa del transcurso del tiempo, al contrario que en la otra novela, y en esta parte transcurrirán 30 años.

Cuando comienza La prueba, Lucas tiene 15 años (han pasado 6 años desde que llegó al pueblo) y, al quedarse solo, sigue en casa de la abuela, que ha muerto. Pasa por un estado de shock en el que no tiene conciencia ni del tiempo. Le acaban de arrancar su otra mitad y no sabe ni quién es. Lucas dialoga -¿consigo mismo? ¿Con Claus?-: –¿Y que debo hacer ahora? – Lo mismo que antes. Hay que continuar levantándose por la mañana, acostándose por la noche, y hacer lo que sea necesario para vivir. – Será muy largo. – Quizá toda una vida. Continúa escribiendo en el cuaderno (cuaderno que, como sabremos más tarde, es para que lo lea sólo Claus cuando vuelva) y poco a poco va recuperando su vida de antes. En un diálogo con el cura le dice: -Me he olvidado por completo de usted. He olvidado también el jardín, el mercado, la leche, el queso. Incluso me he olvidado de comer. Durante meses he dormido en el desván, por miedo de entrar en mi habitación. Lucas no sabe cómo continuar viviendo, no sabe lo que le pasa, en ningún momento se nombra a Claus y a su ausencia como causa de su estado. Es como si Claus no hubiera existido. Los demás tampoco lo nombran. La ciudad no es la que era: Nuestra ciudad es una ciudad muerta, vacía. Es una zona fronteriza, acordonada, olvidada. […] Esta ciudad tiene diez mil habitantes, más tres mil soldados extranjeros, y dos mil guardias de frontera de los nuestros. Ha terminado la guerra y el país está ocupado por los soldados soviéticos. Todo es gris, nadie puede hablar libremente ni salir del país, viven en una cárcel. Pero Lucas se recupera y vuelve a su vida. Para sobrevivir, comienza a conocer gente, sobre todo a Yasmine y a su niño pequeño, Mathias, a los que les da cobijo, y a Víctor, el librero, y a Peter, un miembro del partido con poder (y homosexual que se enamora de él pero no lo molesta) que se convertirá en un gran amigo y protector. Lucas se humaniza de alguna manera (aunque conserva su parte esencial tan bien mostrada en la primera parte), sobre todo con el contacto con el niño, Mathias, del que se ocupa y al que le da un inmenso cariño al desaparecer la madre (más tarde descubrimos que él mismo la ha matado porque se quería ir y llevarse al niño. Cosa que Lucas no puede sorportar). Su relación con el niño tullido es intensa, es como si Mathias hubiera aparecido para suplantar a Claus y, así, encontrar un motivo por el que seguir viviendo. Y el niño se parece inmensamente a ellos: inteligente, diferente y además escribe en un cuaderno. Lucas no puede vivir sin Mathias, y cuando el niño se suicida, Lucas enloquece de dolor y, tiempo después, desaparece del pueblo. Pero antes de eso, que ocurre al final, suceden más cosas. Con Yasmine, y más tarde con Clara, mantiene relaciones sexuales. Como todo el sexo en esta novela, es violento, anómalo (con animales, padres e hijos…), sin cariño. ¿Por qué creéis que el sexo está reflejado de esta manera? No hay la  unión de sexo y amor en toda la novela. El amor parece no existir (No sé lo que significa esa palabra. Nadie lo sabe). Ni aun con Clara, con la que establece una relación sentimental a pesar de la diferencia de edad (Lucas tiene ya 20 años). ¿Quizá es porque le recuerda a su madre? Con Clara será la primera vez que se nombre a Claus: -Conozco el dolor de la separación. […] La marcha de un hermano con el que yo formaba una sola unidad. […] Era necesario que aprendiésemos a vivir el uno sin el otro. Solos” […] Yo veo a mi hermano por todas partes. […] Me habla. […] Dice que vive en una soledad mortal.

Lucas le compra la librería y su casa a Victor que se va a vivir con su hermana. La historia de Victor es una novela dentro de otra novela. Una historia aterradora pero contada de una manera aséptica, como todo en este relato. La prueba contiene muchas historias de personajes diferentes, todas marcadas por la guerra y la pérdida de seres queridos (Yasmine, Clara, el insomne, Victor…).

Y llegamos al capítulo 8 que comienza con la llegada de Claus al pueblo. Han pasado 30 años desde que se fue. Busca a su hermano pero su hermano no está. Después del suicidio de Mathias, Lucas continúa, lleno de dolor, su vida hasta que desaparece del pueblo a la edad de 30 años. Es Peter, que ahora está encargado de la librería, el que le cuenta la historia. Comienza el juego de identidades. Peter cree que Claus es Lucas (Sí, me ha hablado a menudo de usted, pero debo confesarle que nunca había creído en su existencia). Claus lee los cuadernos que Lucas ha escrito en su ausencia que es la novela que acabamos de leer excepto el capítulo 8 que ha escrito Claus. Pero el final nos guarda una sorpresa, la historia da un giro de 360 grados: Claus está en prisión, su permiso ha caducado, se nos habla de una tal serñora B., dueña de la librería, que lo acoge. Claus dice que está esperando la vuelta de su hermano Lucas, pero las autoridades dicen que ese tal Lucas T ni Claus tampoco, han vivido nunca en esa ciudad, que los cuadernos han sido escritos por una sola persona, Claus, en un periodo de tiempo no superior a 6 meses (el mismo periodo que éste ha estado en la ciudad). Para más inri, nos informan que ni los acontecimientos descritos ni los personajes que allí figuran han existido jamás en la ciudad de K a excepción de la abuela que murió sin herederos… ¿Qué ha pasado? ¿Quién es Claus entonces? ¿Y Lucas ha existido alguna vez? ¿Todo lo que hemos leído es mentira? ¿Sólo existe en la imaginación de Claus? (¿o de Lucas?) ¿Qué pretende la autora con semejante giro?… Muchos interrogantes para dejarnos con muchas ganas de leer la última parte donde esperamos que se nos aclaren… ¡Qué intriga!

Plazos

Leeremos la tercera y última parte de esta novela, La tercera mentira, a lo largo de una semana-diez días. Mientras podéis ir dejando vuestros comentarios.

El gran cuaderno: no hay lugar para la esperanza

El peso de tu ausenciaDicen los críticos que la mejor novela de las tres que componen esta trilogía es la primera: El gran cuaderno y que sólo por ella Agota Kristof merece estar entre los mejores escritores europeos del siglo XX. La verdad es que su lectura es impactante e hipnótica. Tanto por lo que cuenta como por la manera en que está contado alcanza cotas literarias difíciles de superar. Su punto de vista, sus personajes que no dejan lugar a ningún sentimiento, estos niños tan excepcionales en el buen y en el mal sentido: inteligentísimos, crueles pero también gentiles, pervesamente maduros, sádicos y amables, faltos de sentimientos hasta con respecto a su madre y a su padre, justos a su manera, fuertes, inhumanos… Y la guerra como telón de fondo de todos los acontecimientos. La guerra cruel, como todas, que convierte a las personas en animales. Ninguno de los que aquí participamos hemos vivido una guerra y no sabemos lo que es. Agota Kristof utiliza las palabras exactas para hablar de crueldad, identidad, guerra, soledad, supervivencia. La autora no esconde bajo las palabras todo el mal que el hombre es capaz de hacer. Está claro que el punto de vista de la autora y sus recuerdos son decisivos en la forma en que está narrada la historia. Otro autor hubiera escrito de otra manera. Agota Kristof no. Sus vivencias de la guerra en su infancia tuvieron que ser terribles y determinantes de su personalidad y, por lo tanto, de su manera de escribir, tanto como para crear a estos dos niños faltos de moral y sentimientos como una alegoría estremecedora de lo que una guerra puede hacer con los seres humanos. El hecho de que sean dos niños los protagonistas nos lleva a pensar en que la autora quiere desenmascarar de una vez por todas ese tópico tan manido de la inocencia de la infancia. Fue Freud quien dijo que los niños eran “perversos polimorfos”. Pues no hay más que imaginar a esos “perversos polimorfos” en tiempo de guerra con todas las carencias materiales y afectivas posibles. Todos los personajes viven en un desamparo total (el paradigma está en los personajes de Cara de liebre y su madre y su terrible final) y desarrollan sus instintos más primarios: la abuela avara y egoísta a la que solo le importa el dinero, inhumana, sucia hasta la saciedad (¿nos ha impactado la suciedad en la que vive?) y autora de la muerte de su marido; el oficial masoquista (impactante la escena de los latigazos: el cuerpo, los cabellos, la ropa del oficial, las sábanas, la alfombra, nuestras manos, nuestros brazos, todo está rojo. La sangre se nos mete incluso en los ojos, se mezcla con nuestro sudor y continuamos golpeando hasta que el hombre lanza un grito final, inhumano, y nosotros caemos, agotados, al pie de su cama).

Es un libro extraño, audaz, experimental, devastador, nihilista, sin ningún lugar para la esperanza. Asombra por la dureza, intensidad y crueldad de alguna de sus páginas. En esta primera parte no existen ni los nombres, ni de los personajes, ni del pueblo, ni del país. Todo aséptico, frío. Sí hay apodos descalificativos como “cara de libre”, “bruja”, “hijos de perra”. La ausencia de nominalización para darle un carácter global al horror. Esto puede ocurrir en cualquier lugar y en cualquier época. La deshumanización llevada hasta sus más altas consecuencias.

Son tiempos de guerra y los gemelos realizan una serie de estrictos y extraños ejercicios para hacerse fuertes y que nadie pueda con ellos si llega el momento: ejercicios de endurecimiento del cuerpo, de endurecimiento del espíritu, de mendicidad, de ceguera y sordera, de ayuno y de crueldad. Todo un compendio de disciplinas que los convierten en una especie de “superhombres” a los que nada puede afectar, unos seres capaces de resistir la locura de un mundo en guerra y destrucción para hacerlos indiferentes a todo. Así los chicos más mayores les tienen miedo y cuando los detienen y los torturan pueden soportarlo y sobreviven.

El libro está dividido en brevísimos capítulos compuestos de frases muy sencillas y cortas, las situaciones y los personajes sólo necesitan de unas líneas para cobrar vida. A lo largo de la lectura nos daremos cuenta de que estos capítulos están siendo escritos por los gemelos en un cuaderno como si de un diario se tratase donde los niños plasman sus vivencias. Necesitan de la escritura como necesitan del conocimento. Además de las labores de la casa, del huerto, de la pesca, los niños se entregan al conocimiento y a la escritura para dar rienda suelta a lo vivido y eso es lo que estamos leyendo nosotros los lectores: su diario, el gran cuaderno: Para decidir si algo está “bien” o está “mal” tenemos una regla muy sencilla: la redacción debe ser verdadera. Debemos escribir lo que es, lo que vemos, lo que oímos, lo que hacemos. Por ejemplo está prohibido escribir: “la abuela se parece a una bruja”. Pero sí está permitido escribir: “la gente llama a la abuela “la  Bruja”. Está prohibido escribir: “el pueblo es bonito”, porque el pueblo puede ser bonito para nosotros y feo para otras personas. Del mismo modo, si escribimos: “el ordenanza es bueno”, no es verdad, porque el ordenanza puede ser capaz de cometer maldades que nosotros ignoramos. Escribimos, sencillamente: “el ordenanza nos ha dado unas mantas”. Escribiremos: “comemos muchas nueces”, y no: “nos gustan las nueces”, porque la palabra “gustar” no es una palabra segura, carece de precisión y objetividad. “Nos gustan las nueces” y “nos gusta nuestra madre” no puede querer decir lo mismo. La priemr designa un gusto agradable en la boca, y la segunda, un sentimiento. Las palabras que definen los sentimientos son muy vagas; es mejor evitar usarlas y atenerse a la descripción de los objetos, de los seres humanos y de uno mismo, es decir, a la descripción fiel de los hechos. Creo que este párrafo describe muy certeramente la esencia de esta novela.

Y para terminar, un pequeño apunte que podremos desarrollar cuando nos metamos en la segunda y tercera parte: el hecho de que los niños sean gemelos, de que sus nombres contengan las mismas letras, que escriban en primera persona de plural como si fueran uno parece indicar que son las dos caras de una misma persona. ¿Son dos o son uno? ¿Quiénes son Claus y Lucas? Lo iremos averiguando según avancemos en nuestra lectura.

Plazos

A lo largo de una semana-diez días leeremos el segundo relato de este libro “La prueba”. Dejad vuestros comentarios sobre esta primera parte los que todavía no lo habéis hecho o las réplicas a los míos o a los de los demás miembros del Club que sí se han manifestado.

Claus y Lucas: un juego de espejos

Espejo en el ríoLa obra de Agota Kristof (Hungría, 1935 – Suiza, 2011) es escasa pero contundente. Comenzó a publicar siendo ya una mujer madura y, como muchos escritores del siglo XX, no escribió sus obras en su lengua madre, sino, en su caso, en francés (en 1956 se exilió en Suiza debido a su activismo contra el régimen prosoviético), algo extraño si se piensa que tardó mucho en aprenderlo, pero, como ella misma dice: hubiera escrito lo que fuera en cualquier lengua.

Su obra fundamental y la que le dio a conocer en todo el mundo (está traducida a 30 idiomas), fue la que ella llamó La trilogía. Está compuesta por tres libros: El gran cuaderno (1987), La prueba (1990) y La tercera mentira (1991) y no fue hasta 2007 que fueron reunidos en un solo libro. En España fue publicado con el título de Claus y Lucas, el nombre de los dos gemelos que protagonizan las tres narraciones desde su infancia hasta su madurez (y que, si os fijáis, los nombres contienen las mismas letras en un orden distinto, esto lógicamente no es casual).

La historia comienza cuando una madre lleva a sus dos hijos gemelos a un pueblo donde vive su abuela, una mujer analfabeta y cruel, para que se queden a vivir con ella. Están en guerra y en la ciudad no tienen ya ni para comer. En ningún momento se nos explica qué país es ni que guerra es, pero entendemos que la guerra es la Segunda Guerra Mundial y el país, Hungría. El gran cuaderno nos cuenta cómo estos dos niños se las arreglan para sobrevivir en unas condiciones realmente adversas. Pero decir esto es no decir mucho, pues lo verdaderamente importante es la forma en la que está escrito y lo que nos es narrado. Para empezar, los gemelos son unos niños diferentes, fuertes, sin sentimientos, pudiendo llegar a ser crueles pero también con un sentido propio de la justicia. Todo lo que acontece es increíblemente duro pero resistimos bien la lectura pues el estilo es seco, conciso, claro, preciso, directo y posee una contundente verdad y un gran impacto visual. La historia de Claus y Lucas y sus ejercicios de supervivencia nos atrapan desde el primer momento. Es un libro extraño. Yo no había leído nada semejante sobre la guerra, la protagonista, junto a estos gemelos, de toda la primera historia. No hay juicios morales, no se expresan sentimientos ni apenas emociones, sólo se nos muestran las pulsiones más primarias del ser humano y la historia se limita a los hechos.

En La prueba, ya terminada la guerra, los gemelos se separan. Claus cruza la frontera y Lucas se queda en el pueblo que vive ya bajo un régimen totalitario. La historia se centra en este último y su vida allí, apareciendo otros personajes secundarios y sus historias. Solo y privado de su otra mitad, intenta hacer el bien. De Claus no sabremos nada hasta el final de este relato en el que aparece por el pueblo después de muchos años buscando a su hermano y descubrimos que ni Lucas ni el resto de los personajes que han aparecido en la novela han existido. Comienza el lío.

En la última novela, La tercera mentira (¿Cuáles son la primera y la segunda mentira?), los años han pasado, ya no hay dictadura pero las dificultades continúan. Esta es la parte más extraña del libro y cuesta entenderla (ya la analizaremos cuando llegue el momento). En ella la autora reconstruye la historia de los hermanos, dando diversas y contradictorias interpretaciones que nos llevan a dudar de todo y a pensar que la mentira y la falsedad es el fundamento de la narración como si de un juego de espejos se tratara.

Todo el libro está escrito en presente lo que le da una gran inmediatez al relato. Cada parte está escrita desde un punto de vista distinto. El gran cuaderno en primera persona de plural (el punto de vista de los gemelos que parecen ser sólo uno). La prueba en tercera persona (desaparece la subjetividad que conlleva la utilización de la primera persona, se nos narra la vida de Lucas pero no contada por él, el enigma de quién cuenta la  historia no se aclara en esta parte) y La tercera mentira combina la primera persona del singular (punto de vista de Claus, ¿o de Lucas? ¿Realmente son dos o uno?) y la tercera persona, según se narren unos u otros acontecimientos.

El libro, que se lee muy fácilmente, contiene una complejidad grande, incluso en su estructura. Todo está medido, Agota Kristof tiene claro sus objetivos, pero al lector, sobre todo en la tercera parte, a veces se le escapan. Por estos motivos, es un libro que invita a su análisis, cosa que intentaremos entre todos a lo largo de nuestra lectura.

Para entender mejor a la autora os dejo el enlace a una entrevista concedida por Agota Kristof al diario El País el 24 de febrero de 2007 y realizada por Javier Rodríguez Marcos.

Plazos

Como el libro se compone de tres novelas cortas, dividiremos la lectura en tres partes. A lo largo de unos díez días leeremos la primera: El gran cuaderno. ¡Buena lectura!

Nuestro próximo libro: Claus y Lucas de Agota Kristof

Novela de Agota KristofDamos un giro de 360º y del humor de Woody Allen nos vamos a una novela difícil de clasificar, podríamos decir que es escalofriante, única y llena de verdad: Claus y Lucas es la obra central de una escritora húngara nacida en 1935 y fallecida en 2011 que comprende tres novelas cortas: El gran cuaderno (1987), La prueba (1988) y La tercera mentira (1991). La editorial El Aleph las ha reunido en una sola obra publicada por primera vez en España en 2007. Agota Kristof es una escritora de culto muy valorada en los círculos literarios que ha sido traducida a más de 30 idiomas.

Los ejemplares de Claus y Lucas estarán preparados para que podáis ir a recogerlos en la Biblioteca de Forum a partir del sábado 13 de octubre.

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