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Tag Archives: soledad

Addie y Louise

20 May

Argumento

«No sé por qué me has elegido (…) Porque creo que eres un buen hombre. Un hombre amable.»

Addie se presenta en la casa de Louise y le propone pasar las noches juntos para combatir la soledad. Charlar, hacerse compañía, sin sexo y sin compromiso. A Louise le coge de sorpresa esta proposición pero acepta porque no tiene nada que perder. Ambos son mayores, sobre los setenta años, viudos desde hace tiempo y viviendo solos en sus casas.

Addie y Louis se entienden. Se hacen compañía y hablan sobre su vida. Solo duermen juntos y por la mañana, él se levanta y se marcha a su casa. Pronto empiezan a ser la «comidilla» de todo el pueblo. Hasta sus hijos, que no viven en Holt son advertidos por los vecinos de lo que está ocurriendo. Pero ellos, no ajenos a esto, intentan vivir al margen sin importarles lo más mínimo lo que se comenta a su alrededor y como muestra, salen a cenar y a pasear por el centro del pueblo para hacer pública su relación.

A raiz de esto, Holly, la hija de Louise, le dice a su padre que la tiene preocupada al enterarse de que está con Addie Moore. Porque, se pregunta «¿Qué diría mamá?«. Pero acaba aceptándolo aunque no le gusta la situación.

En el caso de Addie es distinto. Ella tuvo dos hijos. Ahora solo le sobrevive uno. La primera fue una niña y se llamó Connie. Murió de un accidente cuanto apenas tenía 11 años. Fue un duro golpe y nunca se recuperó del todo. El segundo hijo se llama Gene y quedó muy afectado por la muerte de su hermana y el distanciamiento de sus padres. Tampoco entiende la relación de su madre. Cree que Louis es un oportunista y que solo va detrás de su dinero. No atiende a razones. 

En verano le deja a su hijo Jamie para que lo cuide la abuela. Su mujer se ha marchado y tiene que atender un negocio ruinoso para el que también pide ayuda económica a su madre. Addie acepta a su nieta de buena gana. Entre ella y Louis están con él todo el verano y son felices. Al llegar el otoño, Gene viene a buscar a su hijo porque va a intentar salvar su matrimonio. Al poco tiempo vuelve y le dice a su madre que se avergüenza de la relación que mantiene con Louis, que sabe que duermen juntos y que su hijo ha dormido con ellos y que si no quiere perder a los dos, tiene que finalizar esa relación.

Addie por miedo a quedarse sin su familia decide romper con Lois que entiende la situación pero no la comparte. Tras un pequeño accidente de Addie que la lleva al hospital, retoman la relación por teléfono y dejan la puerta abierta a seguir con la relación aunque sea en secreto.

Comentario

Es una novela corta, concisa y con pocos personajes. La encontré conmovedora, nostálgica y al mismo tiempo agridulce. Los diálogos en la pareja son cortos, sinceros, directos y llenos de ternura pero sin caer en la sensiblería.

El autor nos sitúa en un lugar de la llamada América profunda con fuertes tradiciones, conservadora y muy religiosa. Y de repente, dos personas de setenta años que apenas se conocen, y contra todo pronóstico, pasan de las convicciones sociales e inician una relación que todo el pueblo cree que es sexual. Pocos les preguntan, pero todos comentan.

Iniciar esta relación de esta manera me ha parecido muy valiente. Sobre todo por parte de Addie que es la que inicia y propone la situación. Como dice ella, no tenía nada que perder salvo la humillación al rechazo. Quizá esto último es lo que impide en muchas casos, dar un paso adelante e intentar cambiar las cosas cuando no se es feliz. 

Me causó crispación la intolerancia de los hijos (más que la de la sociedad). Puedes vivir sin el cariño de tus vecinos pero no sin el cariño de tu familia. Addie lo tiene claro. Quiere a su nieto Jamie por encima de todo y teme perderlo, por eso cede al chantaje moralista de su hijo Gene. Gene no tiene reparo en pedirle ayuda para cuidar a su hijo, ni tampoco para solucionar sus problemas económicos, pero tiene miedo que un nuevo intruso en la familia se quede con el dinero de su madre. Puro egoísmo.

«Que qué hago. ¿Mi madre se acuesta con el viejo que tiene por vecino mientras mi hijo duerme en el cuarto de al lado y se supone que no debo preguntar?»

«Si os casáis se quedará con la mitad de todo lo que tienes, ¿no? No podría impedírselo»

A pesar de todo esto, Nosotros en la noche es un canto a la esperanza, a ser capaz de vivir sin ataduras y sin miedo al que dirán. Una historia donde los hijos son más intransigentes que los padres, menos libres, menos felices.

El autor nos anima a buscar la felicidad en cualquier momento de la vida en la que nos encontremos, a pesar de las circunstancias y del entorno.


¡Ahora os toca a vosotros!

¿Qué os ha parecido la novela? alguno de vosotros/as ha visto la película ¿os encajan los actores en los personajes protagonistas?

Etiquetas: amor, convencionalismos, Estados Unidos, Holt, Kent Haruf, literatura actual estadounidense, Literatura de ficción, romanticismo, soledad, tercera edad

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Nuestra próxima lectura: «Nosotros en la noche» de Kent Haruf

3 May

Os presento la última novela del escritor estadounidense Kent Haruf titulada «Nosotros en la noche«. Fue escrita en 2014 cuando le diagnosticaron una enfermedad grave y sabía que le quedaba poco tiempo de vida. 

La novela

«Y entonces llegó el día en que Addie Moore pasó a visitar a Louis Waters. Fue un atardecer de mayo justo antes de que oscureciera».

Louis Waters y Addie Moore llevan gran parte de su vida siendo vecinos en la apacible localidad de Holt, en Colorado. Ambos enviudaron hace años y acaban de franquear las puertas de la vejez, por lo que no han tenido más opción que acostumbrarse a estar solos, sobre todo en las horas más difíciles, después del anochecer. Pero Addie no está dispuesta a conformarse. De la forma más natural, decide hacer una inesperada visita a su vecino: «Me preguntaba si vendrías a pasar las noches conmigo. Y hablar…». Ante tan sorprendente propuesta, Louis no puede hacer otra cosa que acceder.

Al principio se sienten extraños, pero noche tras noche van conociéndose de nuevo: hablan de su juventud y sus matrimonios, de sus esperanzas pasadas y sus miedos presentes, de sus logros y errores. La intimidad entre ambos va creciendo y, a pesar de las habladurías de los vecinos y la incomprensión de sus propios hijos, vislumbran la posibilidad real de pasar juntos el resto de sus días.

Esta breve novela está llena de ternura y nostalgia. Espero que no os deje indiferentes.

En 2017, Ritesh Batra dirigió la película basada en esta novela y protagonizada por Jane Fonda y Robert Redford.

El autor

Nació en Pueblo (Colorado) y era hijo de un ministro metodista. En 1965 se graduó en la Nebraska Wesleyan University, donde impartiría clases más tarde.

Antes de convertirse en escritor, Haruf trabajó en una variedad de oficios, incluida una granja de pollos en Colorado, una empresa de construcción en Wyoming, un hospital de rehabilitación en Denver, un hospital en Phoenix, una biblioteca presidencial en Iowa, una escuela secundaria alternativa en Wisconsin y universidades en Nebraska e Illinois y como maestro de inglés en el Cuerpo de Paz en Turquía.

Haruf escribió seis novelas: «The tie that Binds» (1984), «Where you once belonged» (1990), «La canción de la llanura» (1999), «Al final de la tarde» (2004), «Bendición» (2013), «Nosotros en la noche» (2015). Sus historias parten siempre de los espacios y las gentes de ciertas pequeñas comunidades de Colorado, de donde es oriundo.

Ha sido galardonado con el Whiting Foundation Writers’ Award, el Mountains & Plains Booksellers Award y el Wallace Stegner Award. Obtuvo también una mención especial de la PEN/Hemingway Foundation y fue finalista del National Book Award, el Los Angeles Times Book Prize y el New Yorker Book Award.

En noviembre de 2014, Haruf murió en su casa a Salida (Colorado) a la edad de 71 años por problemas pulmonares.

Calendario de lecturas:

  • Presentación de la lectura:  3 de mayo 2021
  • Comentario de la novela: 20 de mayo 2021

Nos leemos,

 

Etiquetas: amor, EEUU, familia, Holt, Kent Haruf, Literatura americana actual, Literatura de ficción, soledad, tercera edad

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En busca de la felicidad

8 Ene

¡¡¡FELIZ 2021!!!Argumento

Ferdinand se queda solo después de que su hijo Roland decida mudarse de su casa y llevarse a su mujer (Mireille) y a sus dos nietos (Ludovic y Lucien). No se siente feliz y su familia no le llena porque apenas le dejan ver a sus nietos. Fruto de la casualidad ayuda a su vecina Marceline, con la que no se había cruzado dos palabras, a que no muera víctima de un escape de gas. Este incidente y el ver que la casa de su vecina se ha llenado de goteras y el techo ha vencido, le sirve para plantearse un cambio de hábitos e invitarla a que viva en su casa mientras no le arreglan su casa.

Después de dar este paso, se siente bien consigo mismo y al mismo tiempo acompañado; por lo tanto, no se lo piensa dos veces para hacer lo mismo con su buen amigo Guy cuando se queda viudo y la soledad le impide continuar con su vida. Esta invitación la acerca más a su nuera Mireille que quiere mucho a Guy ya que la crio junto con su mujer Gaby. 

Por si fueran pocos, deciden invitar también a las hermanas Lumière (Hortense y Simone) cuando tienen problemas para continuar viviendo en su propia casa. Como Hortense está enferma y necesita cuidados, invitan a Muriel, una joven estudiante de enfermería a vivir con ellos a cambio de que se ocupe de la medicación de Hortense.

Mas tarde, invitan a Kim, un estudiante del Instituto Agrícola para que ayude en el huerto a Marceline. Al final conviven los siete como una gran familia. La presencia de los jóvenes les rejuvenece. Ya no se sienten solos y están ocupados. Todos tienen algún drama en su vida y  necesitan consuelo. Pero aún así, todos sienten que juntos son más felices y pueden batallar mejor las adversidades. A pesar de la muerte de Hortense, el libro termina con un canto a la vida con el nacimiento de Paulette la repentina hija de Muriel.                                                                                                                                                                              

Comentario

Barbara Constantine nos ofrece una novela sencilla, con personajes normales buscando la felicidad. Es una historia optimista, que parte de la infelicidad para acabar en una explosión de esperanza y alegría. No sabemos lo que les va a deparar el futuro, pero sí que ahora son más fuertes que al principio, porque este libro es un homenaje a la resiliencia de las personas y de como la unión hace la fuerza.

El tema principal es la solidaridad intergeneracional. Las relaciones padres-hijos-nietos-abuelos constituyen también otro de los elementos generadores de empatía de los que se nutre esta novela. Los ancianos, los mayores, los niños, todos participan en la composición del universo fraternal y vitalista que la autora quiere plasmar a través de las pequeñas anécdotas cotidianas que suceden en el pueblo y en la granja o en torno a la familia de Ferdinand.

No es fácil batallar diariamente con las adversidades que te pone la vida pero leyendo esta historia, vemos que a veces es más fácil de lo que creemos ser valientes y cambiar el rumbo de un destino que no nos satisface.

En resumen, una historia de vida, sin grandes pretensiones intelectuales, un estilo sencillo y un lenguaje popular apto para todos los públicos. Un libro que se puede recomendar a los adolescentes para aprender un poco más sobre la bondad, la generosidad, la ayuda mutua, la soledad de los ancianos, la convivencia, el altruismo, la ternura o el optimismo.

¡¡¡Espero que os haya resultado!!! 

Nos leemos,

 

Etiquetas: amistad, Barbara Constantine, escritores actuales, escritores franceses, Literatura de ficción, relaciones intergeneracionales, soledad, tercera edad, vejez

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Nuestra próxima lectura: Al mal tiempo, mejor cara

21 Dic

Nuestra próxima lectura viene de la mano de la escritora francesa Barbara Constantine y su novela «Al mal tiempo, mejor cara» publicada en español en el 2013 por Seix Barral y traducida al castellano por Isabel González-Gallarda.

La novela

Ferdinand vive solo en una granja y, francamente, no es feliz. Sólo las visitas esporádicas de sus nietos consiguen arrancarle una sonrisa. Un día, después de una fuerte tormenta, descubre que el techo de su vecina Marceline se ha venido abajo. Y la mujer no tiene donde ir. Decide entonces acogerla en su casa.

Poco a poco, como por arte de magia, la granja se va llenando de gente: un amigo de la infancia que ha echado de casa, y una estudiante de enfermería, Muriel, que con su juventud y vitalidad dará un nuevo soplo de vida a este grupo de ancianos que redescubren juntos la felicidad. 

La escritora francesa nos relata, de forma bastante amena y divertida, la vida de varios personajes que por la decisión de uno de ellos, terminan viviendo juntos y formando una gran familia.

La escritora

Barbara Constantine nació en Niza en 1955. Es novelista, guionista y escultora. Ha participado en varias películas como «Les Poupées russes»  y en 2007 publicó su primera novela «Allumer le chat».

Ganó el premio Charles Exbrayat en 2010 por su novela «Tom, pequeño Tom, hombrecito Tom» que se publicó en castellano un año después.

En 2012 publicó «Al mal tiempo, mejor cara» en Francia. Esta obra encabezó las listas de ventas durante varias semanas en ese país, lo cual no dejó de ser sorprendente puesto que se trataba de una novela esencialmente de buenos sentimientos y ambientada en el contexto rural. Un año después, se tradujo al castellano.

Una novela optimista, sencilla y que en estos tiempos debería ser un homenaje a las personas mayores y no tan mayores que siempre ponen buena cara, a pesar de las circunstancias.

Espero que os guste y os entretenga estas Navidades. La comentaremos el 8 de enero de 2021, viernes. Hasta entonces, podéis ir haciendo comentarios en este post.

Felices fiestas y próspero 2021, para que sea el año en que vuelva la normalidad. 

Etiquetas: amistad, Barbara Constantine, campo, escritores actuales, escritores franceses, felicidad, Literatura de ficción, soledad, vejez

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El final del viaje

10 May

«En la primera mitad de la vida lo más importante es la apariencia externa pero cuando entramos en la segunda mitad sólo nos sostienen los cimientos, los pilares ocultos donde se asienta la estructura de nuestra personalidad»

En esta segunda parte, Dani  está desconsolado por la pérdida de Oliva. Reflexiona a lo largo de toda esta parte sobre su vida en común. Nunca la va a olvidar, pero no hace nada por intentar recuperarla. Como si estuviera hastiado de la vida, deja que Oliva se vaya a EEUU con su amigo Fran. No lucha por ella, ni por su relación. Y tampoco le preocupa Fran porque «qué más da perder un amigo cuando pierdes el amor«. Reconoce que no tenían cosas en común y tampoco existía comunicaban entre ellos de forma habitual. Ni siquiera hablaron del bajón en su relación  y se entera de que todo se ha acabado entre ellos por casualidad.

Así que tras la ruptura entra en un aislamiento voluntario. Pero no reacciona. Consigue seguir con su vida gracias al empuje de sus dos amigos de la infancia: Gus y Animal y a los conciertos. Pero ¿no veis que también utiliza las giras o conciertos para huir de la realidad?

En ese momento el grupo empieza a tener éxito. Viven un momento dulce y entonces ocurre la muerte accidental de Gus. La prensa se hace eco y se especula sobre su vida, un posible suicidio o una posible causa en las pastillas, anfetaminas y alcohol. Dani ve algo raro en la muerte de su amigo y años después se entera de que la  policía no quiso investigar a fondo este caso porque supuestamente recibieron órdenes de «dejarlo estar así». Gus había estado esa noche en una fiesta donde había gente importante a la que se quería proteger. A Gus no le importaba que se supiera que era homosexual pero en esos tiempos no era lo habitual. La sociedad era y sigue siendo muy hipócrita.

Esto vuelve a sumir a Dani en la desolación. Su amigo de la infancia, al que siempre admiró, ya no volvería a estar con él. Le cuesta asumir su pérdida. Se vuelve a aislar y el grupo musical «Las Moscas» se disuelve y cada uno empieza a tocar por su lado.

Dani arranca su carrera musical en solitario. Acepta ser telonero de Serrat y se va con ellos de gira fuera del país. Sigue con su vida  igual que cuando empezó, sin obligaciones y sin mujeres importantes que le hagan olvidar a Oliva. Hasta que en un viaje de la gira por Japón conoce a Kei y vuelve a sentirse o creerse enamorado. La persigue hasta que consigue casarse con ella y formar una familia. Pero no cambia. Cuando tienen a su primera hija, Maya, van a Madrid y al entrar de nuevo en contacto con su mundo, Dani empieza a alejarse emocionalmente de Kei. No solo por las infidelidades, sino porque sigue sin compartir su mundo, su vida en profundidad con ella. Como le decía su amigo Animal para justificarlo «no hay música sin noche. De ahí el conflicto» .

Dani no es una persona posesiva. Además cree en la independencia de las personas y por eso contribuye con su ayuda a que Kei pueda seguir con su carrera musical y no se vea obligada a abandonarla por el cuidado de los niños «no podía permitir que la familia se transformara en una esclavitud que le hiciera perder su autonomía. Yo sabía que era feliz cuando tocaba, como lo era yo también».

Pero la crisis en Japón hace que Kei pierda su empleo y caiga en el desánimo. Llegan los atentados de Madrid y Dani siente cuanto echa de menos sus raíces, su ciudad, su familia.  Todo lo que conoce está lejos y sin reflexionar demasiado le propone a Kei irse a vivir a Madrid .«la decisión fue una sorpresa también para mi y se tomó en horas». Otro rasgo de la provisionalidad de su carácter.

Se alegra de volver a Madrid también por Animal. Lo echa de menos. Aunque Kei le abrió los ojos con la situación de su amigo al advertirle de que «No te das cuenta de que tu amigo, tu mejor amigo, es un alcohólico y no vas a ser capaz de hacer nada por él, de ayudarlo». Animal no se veía así mismo como un alcohólico. Seguía pensando que tenía diecisiete años y que podía continuar así muchos más. De todas formas, con el tiempo aceptó entrar en una clínica y aunque ese hecho lo distanció un poco de Dani al principio, pasado el tiempo, volvieron a la rutina de su amistad incondicional.

«Kei y yo nos separamos poco a poco. Nos volcamos en los hijos porque nos resultaban más novedosos y excitantes que nosotros mismos». Como en su lejana relación con Oliva, volvió a ser ella quién dio el paso de la ruptura y Dani se dejó llevar, sin luchar y aceptando la nueva situación resignado y parece que un poco aliviado… «Nunca puedes conocer del todo a alguien, por más que convivas y tengas hijos, si no compartes el idioma». ¿Pensáis vosotros así?

Aún así, Dani siente que su vida con Kei ha sido feliz aunque un poco fuera de la realidad «yo inventé a Kei en mi cabeza y ella me inventó a mi, aprovechando la ignorancia de nuestros pasados, de nuestros idiomas». Kei se volvió a enamorar y Dani lo fue aceptando como si no tuviera derecho a ser feliz «como si la felicidad para mi fuera un bien obligatoriamente perecedero».

¿Cómo veis vosotros las relaciones que mantuvo con Oliva y Kei? ¿veis rasgos comunes?

Cuando llega al pueblo de su padre para enterrarlo observa con estupor la comitiva que le espera, formada por las llamadas «fuerzas vivas» del pueblo y presididas por su alcalde, Jandrón, al que ya conocía desde niño y por el que no sentía ninguna simpatía. Además se encontraban también familiares y conocidos que no recordaba. Todos atraídos por la aureola de su éxito y por situar a su pueblo en el mapa gracias a la publicidad que les podía dar el nombre de Dani Mosca. Ninguno lo conoce y ninguno parece sentir cariño por él, más allá de inmortalizar el momento con un selfie. Pero es lo triste, si eres famoso, no necesitas nada más. Lo tratan como si fuera uno más del pueblo, hecho bastante forzado cuando Dani apenas pasó un par de veranos allí y nunca se sintió vinculado a ellos. Pero su padre sí, sentía que sus raíces estaban allí y por eso quería volver al pueblo de su infancia al final de sus días.

Dani no comparte los ideales de su padre, ni tampoco la forma que tuvo de educarlo. Siente que nunca lo apoyó en sus decisiones, que siempre las vio inmaduras y hasta el final de sus días, su padre no se podía explicar que pudiera vivir de la música y le seguía insistiendo en que hiciera una carrera universitaria. A pesar de eso, Dani le quería y le echa de menos. Comprende que sus vidas han sido muy distintas. La educación y lo que has vivido en la infancia te marca para toda la vida y su padre no conocía otra forma de relacionarse con él. Creo que Dani entendió esto cuando por fin fue padre.

Dani se resigna a vivir una vida en solitario, seguir con su vida tal como la conoce y la ha vivido, estar con sus hijos pero no se arrepiente de nada. Me gustó la frase «nos hacemos mayores, pero no nos hacemos mejores«. ¿No creéis que es verdad?

Y para finalizar, su última reflexión «Caí en la cuenta de que la gente más valiosa en mi vida es la que me ha empujado a fabricar unos ideales, puede que ficticios, pero tan hermosos que da gusto jugar a que existen, apostar por ellos, cantar sobre ellos, soñar con ellos o echarlos rabiosamente de menos cuando se te han escapado y te va la vida en recuperarlos. ¿Por qué no? Ahí empieza todo.» Y termina esta hermosa novela.


Ahora os toca a vosotros:

Contadme que os ha parecido la historia.

  • ¿Os ha gustado la forma de narrar que ha tenido el autor en esta novela?
  • ¿Cómo veis a los personajes? ¿están suficientemente descritos?
  • ¿Y las reflexiones? ¿os habéis identificado con alguna?
  • ¿Creéis que Dani se ha fabricado una realidad paralela? ¿o es inmadurez?

Me gustaría que también opinarais de la relación de Dani con su padre (o con su madre), con sus amigos y con sus mujeres. Y con los episodios de la novela que mas os hayan gustado, entretenido, etc.

Espero que los saltos de una época a otra no os hayan impedido seguir el hilo del argumento, que a su vez está cargado de sabiduría popular y sentimientos.

Espero vuestros comentarios!


*Plazos: para daros tiempo a terminar la lectura, el lunes, 21 de mayo, se publicará la presentación de la siguiente novela. Así que los que habéis recogido el libro en la Biblioteca Fórum acordaros de devolverlo antes o durante la semana del 21. Muchas gracias!

Etiquetas: amistad, amor, cambio generacional, David Trueba, España actual, relaciones paternas, soledad

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Yo nunca he pertenecido a un lugar de esa manera

21 Dic

HEMA Y KAUSHIK (Segunda parte de Tierra desacostumbrada)

Con esta segunda parte se terminaría la novela de Jhumpa Lahiri «Tierra desacostumbrada«. Al contrario que en la primera parte, aquí nos la divide en tres relatos: «Una vez en la vida«, «Fin de año» y «Hacia la orilla» que en si misma conformarían una novela propia, ya que nos cuenta la historia de Hema y Kaushik desde los puntos de vista de sus protagonistas y cuentan sólo aquellos hechos que marcaron su vida en un momento determinado y los sentimientos que experimentaron.

Sólo el último, Hacia la orilla, nos lo presenta un narrador omnisciente en tercera persona que es el que nos desvelará el desenlace de la historia.

Una vez en la vida (sexto relato de Tierra desacostumbrada)

Está narrado por la protagonista, Hema, en primera persona y parece que es una carta que muchos años después le está escribiendo a Kauskik donde le desvela todos los sentimientos que experimentó cuando sus vidas se encontraron en la niñez y adolescencia.

La historia comienza en 1974 cuando los padres de Hema dan una fiesta para despedir a los padres de Kaushik porque al contrario que el resto de bengalíes, ellos han decidido volver a la India después de haber estado unos años en Cambridge. Ambas familias tenían una relación estrecha desde que las madres se conocieron por casualidad en el parque. El hecho de ser bengalíes y venir de Calculta las unía de una forma especial, a pesar de que en Calculta pertenecían a mundos tan distintos en el que apenas coincidirían. Y como dice Hema «Esas diferencias carecían de importancia en Cambridge, donde las dos estaban solas por igual«. ¿Creéis que es sincera esta amistad? o solo es fruto de las circunstancias para hacerse compañía en un momento determinado y que cuando ese no sea el objetivo, ¿no tendrá ya razón de ser?

Tras su marcha, poco a poco fueron perdiendo el contacto ya que para los padres de Hema «la amistad no era digna de la misma energía que dedicaban mis padres a los parientes». Otra vez el concepto sagrado y tradicional de familia. El arraigo. La familia es la que te da la identidad, es el vínculo con tu cultura y tradiciones. Importante para la primera generación de bengalíes en América, pero ya no tanto para las siguientes. 

En 1981 la familia de Kaushik regresa a Massachusetts donde el padre tiene un nuevo empleo y mientras no encontraban casa, los padres de Hema les ofrecieron poder alojarse en la suya. Lo hacen por obligación. No entendían porque regresaban y lo achacaban a una especie de fracaso en la India. Es como si a partir de ese momento hubiera dos tipos de bengalíes, los que afrontan la adversidad y los que no. Ellos creían que la familia de Kaushik era de ese segundo tipo.

¿Cómo se siente Hema durante esa época? ¿como es su vida? durante el tiempo en que Hema convive con Kaushik en la misma casa, nota que él despierta en ella un sentimiento distinto al que le provocan los otros chicos del Instituto y se siente cohibida e intimidada por él, el cual apenas le prestaba atención.

Kaushik está la mayor parte del tiempo ausente, metido en su habitación, como aburrido. Sus padres comentan lo contrariado que está por haber regresado «Se puso furioso cuando nos fuimos y ahora está furioso porque hemos vuelto -dijo su padre- Incluso en Bombay nos las arreglamos para criar a un típico adolescente norteamericano». Además, tampoco iba al Instituto mientras sus padres no se instalaran en una zona concreta de la ciudad.

Es difícil para un adolescente dejar todo lo que conoce atrás y empezar una nueva vida partiendo de cero en otro país con el que no se identifica, además de la enorme carga personal que lleva encima. ¿Lo veis igual?Y ¿porqué a la madre de Hema le molestan ya tanto sus invitados? dice que han cambiado mucho. Que ya no los reconoce. Protesta en general por todo, pero en particular por el comportamiento de la madre de Kaushik. ¿Es envidia? ¿se compara con ella y de como le presta atención su marido? yo creo que sí. Para la madre lo más importante es la casa y la familia. Ahora ve como otra mujer invade su espacio pero no comparte sus reglas. Se distanciarán cada vez más y seguirá criticándola hasta que se entera de su enfermedad.

Lo más sincero en el relato es la confesión de Kaushik a Hema sobre la enfermedad de su madre y el porqué se han tenido que ir de la India. Es una carga enorme que lleva y que necesita compartirla con alguien. Ese secreto compartido no saben todavía que les unirá para siempre.

Fin de año (séptimo relato de Tierra desacostumbrada)

Este relato está narrado en primera persona por su protagonista, Kaushik , y tiene lugar años después de la muerte de su madre, cuando está en el último año de Universidad. Al igual que en el relato anterior, parece que se lo está escribiendo directamente a Hema, describiéndole sus sentimientos tal como los sentía.

Empieza con la confesión de «no asistí a la boda de mi padre«. Su padre se sentía muy solo desde el fallecimiento de su mujer, tres años atrás, así que decidió ir a la India y concertar un matrimonio con Chitra, veinte años más joven, viuda y con dos hijas de 7 y 10 años.

A Kaushik le sorprende mucho esta decisión y en el fondo le duele. Pero ante la invitación de su padre para conocerlas, se presenta en la casa familiar y reconoce que se siente incómodo desde el principio. Kaushik nos describe los olores que percibe, los detalles de la casa que han cambiado para transmitirnos su melancolía y la conmoción que sufrió al ver a Chitra«estaba más cerca de mi edad que la de mi padre. Eso ya lo sabía, pero verla me conmocionó». En cambio, sus hermanastras, Rupa y Piu están contentas de tener un nuevo hermano. Pero Kaushik no y no lo disimula.

El contacto de nuevo con la casa familiar le trae innumerables recuerdos de su madre, de sus últimos días. No lo ha superado y eso está condicionando su comportamiento y su actitud ¿Como lo veis vosotros? porque en el fondo él podría haber empatizado con sus hermanastras ya que tenían varias cosas en común, y como él habían hecho el mismo viaje de la India a Massachusetts y se tenían que adaptar. Aún eran pequeñas e indefensas. Le molestaba ver que Chitra estaba ocupando el lugar que anteriormente lo tenía su madre y aunque la relación que ésta mantenía con su padre era totalmente distinta, más sumisa, más tradicional, le molestaba a pesar de ver a su padre feliz.

No era capaz de hablar con su padre y unos días antes de Año Nuevo se queda solo con las niñas mientras su padre se va a una fiesta con Chitra. Siente odio hacia su padre y hacia Chitra y al mismo tiempo se siente culpable. Como no es capaz de canalizar todos esos sentimientos, estalla en cuanto ve a las niñas a escondidas mirando por curiosidad las fotos de su madre que estaban guardadas en una caja de zapatos y se enfada con ellas y pierde totalmente las formas. Es como si toda la adrenalina acumulada todos esos días, saliera de forma incontrolada. Y al final, no queriendo enfrentarse a lo que había hecho, a sus sentimientos, a su padre, se marcha en medio de la noche y las deja solas y aterrorizadas ¿Como veis esta actitud, de cobardía, inmadurez?

Al final, las que le dan una lección de madurez son las niñas. No dicen nada. Siguen como si nada hubiera pasado para no generar una crisis familiar, irreversible y cada uno sigue con su vida por su lado.

Hacia la orilla (octavo relato de Tierra desacostumbrada)

Último relato de la historia. Estaba vez narrado por una tercera persona, un narrador omnisciente que nos sitúa en el punto y final de la historia.

Han pasado varios años. Hema ya tiene 37 años y se encuentra en Roma pasando unas semanas de visita aprovechando el apartamento vacío de una amiga. Su destino es continuar hasta Calcuta y casarse con Navin, un profesor indio del MIT que se va a trasladar a Massachusetts a trabajar para estar con Hema. Hema no lo quiere reconocer pero en el fondo sabe que está aceptando un matrimonio concertado. Aunque había conocido a Navin antes que sus padres, éstos se encargaron de localizarlo y concertar los encuentros y ahora ya tenía fecha de boda.

Hema se había especializado en Clásicas y había tenido una relación amorosa en secreto con Julian, un hombre casado, con la esperanza de que se divorciara y pudieran hacer pública su relación. Pero el tiempo pasaba y esto no se materializaba, así que tras una década de espera terminó todo con una llamada de teléfono a Julian diciéndole «Estoy prometida». Así que su matrimonio con Navin le suponía una liberación, una nueva posibilidad de avanzar, tener hijos. ¿Os parecen suficientes sus razones para aceptar casarse con una persona que apenas conoce?

Mientras tanto, Kaushik también se encuentra en Roma.Lleva 20 años siendo reportero gráfico y estuvo trabajando en países en conflicto. Apenas tenía ya contacto con su padre, salvo por correo electrónico. Evitaba parar por Massachusetts siempre que podía. Su estancia en Roma estaba a punto de finalizar porque había aceptado un puesto de editor fotográfico en Hong Kong. No estaba entusiasmado con ese trabajo, pero al igual que le sucedía a Hema quería dar un cambio a su vida y esto suponía una oportunidad. No tenía un lugar al que volver. Tenían ambos la necesidad de una vida diferente.

A través de unos amigos volvieron a coincidir Hema y Kaushik en Roma. Se sintieron inmediatamente atraídos el uno por el otro. Y aunque llevaban décadas sin verse, ni de pensar el uno en el otro, notaron esa conexión desde el principio y no la iban a dejar pasar. Hablaron de su vida pasada y Hema le contó lo de Navin, que apenas se conocían pero que se iba a casar porque igual «lo arregla todo». ¿Qué pensáis vosotros de esto?.

Ninguno de los dos está contento con su vida y tenían una decisión tomada con la esperanza de cambiarlo todo. Ahora se reencuentran y viven una bonita historia de amor en Roma. No hablaban de su propio futuro ni de hacia donde conducían sus días juntos. Sólo les había unido sus orígenes, un tiempo y un lugar al que ya no podían acceder. Pero seguían hacia delante con su planes, sabiendo que esa relación tenía un final. Los últimos días juntos decidieron hacer un viaje a Volterra. Y en el último día, antes de separarse definitivamente Kaushik le pide a Hema que no se case con Navin y que se vaya con él a Hong Kong. ¿Qué creéis que le impulsa a hacer esa propuesta? ¿entendéis como reacciona Hema y que Kaushik la tilde de cobarde?

Ahora vuestro turno:

  • ¿Qué os ha parecido el desenlace?
  • ¿Habéis empatizado con alguno de los dos personajes?
  • ¿Os ha gustado la historia y cómo está escrita?

Espero vuestros comentarios!!!!


Plazos:

Con este nuevo post damos por terminada la lectura de Tierra desacostumbrada. Podéis hacer vuestros comentarios hasta la fecha que queráis.

Para los que tenéis el libro de la biblioteca Fórum, recordad que tenéis que devolverlo en cuanto podáis y hayáis terminado la lectura.

Muchas gracias a todos,


Próximo Libro:

Haremos un pequeño parón durante la Navidad y regresaremos después de Reyes con la próxima lectura.

Espero que tengáis todos unas bonitas fiestas en compañía de vuestras familias.

Feliz 2018!!!

Etiquetas: amor, culpa, enfermedad, familia, identidad, incomunicación, Jhumpa Lahiri, matrimonios concertados, mujer, oriente-occidente, raíces, soledad

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La cortejaba con el afecto inocente de un cuñado

4 Dic

CIELO E INFIERNO (segundo relato de Tierra desacostumbrada)

«Pranab Chakraborty no era, en rigor, el hermano menor de mi padre. Era otro bengalí de Calcuta que había ido a parar a las áridas costas de la vida social de mis padres a principios de los setenta, cuando vivían en un apartamento alquilado en Central Square y podían contar sus amistades con los dedos de una mano.»

Así empieza «Cielo e infierno«. Narrado en primera persona, la protagonista, Usha, hace una retrospectiva hasta su niñez para reflexionar sobre sus vivencias familiares y como les marcó la presencia de Pranab Chakraborty en sus vidas.

Usha era hija de un matrimonio concertado de la India. Se trasladaron a vivir a Boston cuando ella era una niña. Su padre, microbiólogo con un puesto en el Hospital Central y su madre, ama de casa se llevaban bien y se respetaban, pero no se amaban.

Una tarde mientras iba con su madre de paseo por la ciudad conocen a Pranab Chakraborty, otro bengalí de Calculta con el que traban amistad rápidamente. Pranab pertenecía a una familia acaudalada de Calcuta y se había ido a vivir a Estados Unidos para estudiar ingeniería en el MIT. Se sentía muy solo en Boston, no conseguía adaptarse y cuando estaba a punto de abandonar, conoce a Usha y a su familia y se vuelve a sentir como en casa. Lo acogen con cariño y se siente y le hacen sentir como un miembro más de la familia. Usha lo empieza a llamar Pranab Kaku, que significa «el hermano menor de mi padre».

Ya en la madurez, Usha mira hacia atrás y se da cuenta de lo que realmente sentía su madre por él «por entonces yo no sabía que las visitas de Pranab Kaku eran lo que mi madre aguardaba durante tantas horas, que se ponía un sari nuevo y se peinaba esperando su llegaba, y que planeaba, con días de antelación, los aperitivos que le serviría con aire de despreocupación. Que vivía para el momento en que lo oía llamar y gritar ¡Boudí! y que se ponía de un  humor de perros los días que no venía».

Es una historia triste donde Lahiri nos vuelve a hablar del tema de la soledad, la familia, las tradiciones y el desamor. Boudí significa «la esposa del hermano mayor» y eso es lo que significaba la madre de Usha para Pranab. La veía como una hermana y por eso la quería. Ella se sentía sola y no era feliz, su marido había aceptado casarse con ella para aplacar a sus padres que estaban dispuestos a aceptar que se fuera del país siempre y cuando tuviera esposa. Pero no la amaba y ella lo sabía. Según puede ver Usha ahora, su padre había aceptado esa situación porque le convenía para poder cumplir sus sueños «estaba casado con su trabajo, su investigación, y existía en el interior de una concha que ni mi madre ni yo podíamos atravesar». De nuevo el problema de la incomunicación en la pareja y en la familia. ¿Como lo veis vosotros?

La madre aceptaba su destino con un matrimonio concertado, sin amor, manteniendo las tradiciones, cuidando la casa y a su hija, sin quejarse porque la habían educado para eso. Después, la presencia de Pranab despertó en ella unos sentimientos nuevos y le hizo ver como era realmente su vida. Pero la familia era lo primero. Se conformó con vivir una ilusión.  Tenían tantas cosas en común y hacían tantas actividades juntos que se comportaban como una familia ante la ausencia del marido, siempre trabajando. Usha reconoce «allí a donde fuéramos, cualquier desconocido habría dado por supuesto que Pranab Kaku era mi padre, que mi madre era su esposa«. Y se da cuenta de cuanto lo amaba»ahora veo claro que mi madre estaba enamorada de él. La cortejaba como no la había cortejado ningún hombre, con el afecto inocente de un cuñado.»

Siempre me han producido cierta tristeza los amores no correspondidos, aquellos que se sufren en silencio y se llevan como una carga toda la vida. ¿Creéis que la madre de Usha tenía que haberle confesado su amor a Pranab, con lo que eso podría conllevar?.

En el otoño de 1974 todo cambió. Pranab conoce a una alumna de Radcliffe llamada Deborah, norteamericana, y empieza a acompañarlo en las visitas a casa de Usha. Al principio la madre no la ve como una amenaza porque piensa que «dentro de unas semanas, la diversión se habrá terminado y ella lo dejará». Pero no fue así y las visitas fueron cada vez más numerosas. Entonces la madre se empezó a quejar. Primero del trabajo que le ocasionaba hacer comida para ella con menos especias y después su sola presencia y que Usha estuviera tan feliz con ella. Cuando se comprometieron, ella tenía la esperanza de que los padres de Pranab consiguieran convencer a su hijo de no continuar con la boda, que era una locura que se casase con una norteamericana. Pero la boda siguió adelante.

Usha relata como ya tras el compromiso, ellos empezaron a alejarse de sus vidas. Y después de la boda, apenas tuvieron noticias de ellos salvo por el nacimiento de sus gemelas. Los padres de Usha y sus amigos siguieron invitando a los Chakraborty a sus casas pero nunca acudían y ponían siempre alguna excusa. Todos lo atribuían a Deborah y «se llegó al consenso general de que ella lo había despojado no sólo de sus orígenes sino también de su independencia«. ¿Qué opináis vosotros? y ¿porqué siempre le echan la culpa al que es diferente?

Todos estos hechos provocan resentimiento en la madre de Usha que vuelve a ser más infeliz que antes y traslada sus frustraciones a su hija «no creas que vas a casarte con un americano , tal como hizo Pranab Kaku» o evocaba a Deborah como su antítesis «la clase de mujer que ella se negaba a ser«. ¿Como lo veis vosotros? ¿creéis que su actitud es fruto del desamor o del resentimiento?.

Tas veintitrés años de matrimonio, los pronósticos de la madre de Usha se cumplieron y los Chakraborty se divorciaron. Pero no por culpa de Deborah sino que fue Pranab quién se enamoró de una mujer bengalí y destruyó de golpe dos familias. Deborah se quedó desolada y la madre de Usha no se alegró por ello. Ya habían pasado  muchos años y su situación había cambiado, había conseguido pasar página.

Ahora Usha reflexiona ahora sobre este hecho «les había roto el corazón el mismo hombre, aunque el de mi madre había cicatrizado tiempo atrás, y en cierta manera extraña, conforme mis padres se acercaban a la vejez, ambos se habían encariñado mutuamente, aunque sólo fuera por la costumbre«.

Tiempo después, Usha se fue a la universidad y observaba como sus padres empezaban a acercarse cada vez más y la madre fue aceptando que su hija pensara de otra forma y saliera con novios americanos. ¿A que creéis que se debe este cambio? ¿a qué dio por cerrada esa etapa de su vida en la que se sentía desdichada?. También intentó hacer cambios en su vida, y tras años de ociosidad, al cumplir los cincuenta, se tituló en bibliotecología. También se acercó a Deborah y ésta le confesó que había sentido celos de ella y de la complicidad que había entre ambos.

En todo el relato se pone de manifiesto la enorme incomunicación que hay entre todos los personajes, consiguiendo que apenas se conozcan y expresen sus sentimientos. Sólo al final, Usha reconoce una terrible confesión que le hizo su madre ya en la edad adulta y que hubiera marcado para siempre sus vidas.

¿Os ha sorprendido la confesión de la madre? ¿Os la esperabais?

¿Qué os ha parecido este relato?

Espero vuestros comentarios!!!! 


Plazos:

Recordad que hasta el día 12 de diciembre leeremos los siguientes tres relatos: “Una elección de alojamiento“, “Solo bondad” y “No es asunto de nadie” (hasta la página 235).

Buena lectura!

 

 

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La tradición, la herencia de nuestros antepasados

1 Dic

TIERRA DESACOSTUMBRADA (primer relato de Tierra desacostumbrada)

«Volvió a salir, cruzó el césped y miró la hortensia que había plantado su padre, que florecería rosa o azul dependiendo de la tierra. Para Ruma no era prueba de que su padre hubiera querido a su madre, ni de que la echara de menos. Sin embargo, la había plantado allí, rindiéndole homenaje antes de dedicar toda su atención a otra mujer».

Nos encontramos en Seattle donde viven desde hace poco tiempo Ruma, su marido Adam y el hijo de ambos, Akash. Se trasladaron ahí por el trabajo de Adam, que es jefe de operaciones para una empresa. La madre de Ruma murió hace un año de forma inesperada en la mesa de operaciones de un quirófano. Entonces, su padre se jubiló y se dedicó a viajar por toda Europa en viajes organizados. En estos viajes conoció a la Señora Banghi, una viuda bengalí con la que mantiene una relación en secreto.

La historia empieza con la llegada del padre a casa de Ruma a pasar una semana antes de emprender un nuevo viaje, esta vez a Praga. Akash tiene tres años y Ruma está esperando su segundo hijo. Esta visita altera de forma significativa a Ruma. Se siente culpable desde que murió su madre por desatender a su padre y dejar que viva solo en Pensilvania.

¿Reconocéis este sentimiento? hoy en día el concepto de familia en el mundo occidental ha cambiado mucho. Los hijos suelen independizarse en cuanto pueden y los padres, hasta que no se sienten dependientes, suelen asumir la vida por su cuenta. Pero antes no era así, varias generaciones convivían bajo el mismo techo de forma natural y toda la vida. Ahora ese concepto de familia ha cambiado mucho pero en la sociedad india sigue existiendo, siguen anclados en las viejas tradiciones familiares y como dice Lahiri  «la familia a veces es una bendición y otras una condena». ¿Qué pensáis vosotros?

Ruma siente que ha abandonado a su padre por su nueva familia y reflexiona sobre si debe pedirle que se vaya a vivir con ellos o no. En el fondo «Ruma temía que su padre se convirtiera en una responsabilidad, en una exigencia añadida, constantemente presente de una manera a la que ya no estaba acostumbrada«. Pide consejo a su marido pero éste no le resuelve el dilema, no le anima a que se lo pida pero tampoco le impide que se lo proponga.  Y en esta encrucijada se encuentra hasta el final.

¿Entendéis este dilema? para Ruma, y no para su marido, el peso de la tradición es importante, piensa en su madre, como mantuvo unida a la familia, como les obligaba todos los años a volver a la India para no perder sus raíces y costumbres. En la cultura India y en muchas otras, suelen ser las mujeres las garantes de la tradición. Y ahora Ruma se siente en cierta manera en deuda con su madre, pero también lucha por su propia identidad.

La madre, ausente pero tan presente a lo largo de todo el relato, es la que sigue marcando los destinos de su hija, ya que su marido y su otro hijo han encontrado su propio camino.

¿Como veis a Ruma? yo creo que es una persona muy infeliz. Aparentemente tiene una buena vida, un marido que la quiere, un hijo pequeño y otro en camino, pero no se siente satisfecha. No es feliz en su matrimonio «No entendía qué había ocurrido con su matrimonio después de la muerte de su madre«, creía equivocadamente que era porque él no experimentó la misma pérdida que ella y «tenía la impresión de que ambos eran personas separadas que llevaban vidas separadas». Yo personalmente no creo que tener que pasar por lo mismo sea necesario para poder empatizar y comprender a otra persona, pero sí es importante que la otra persona manifieste sus preocupaciones, sus miedos, para poder entenderla y ayudarla.

Yo creo que hay un problema de incomunicación en todo el relato. Ruma no expresa lo que realmente siente, ni con su marido, ni con su padre, ni con las amigas que hizo en Nueva York, de las que se fue distanciando tan pronto se trasladó a Seattle. Se siente completamente sola. La soledad marca su vida actual:

  • Sola en su matrimonio: Se sentía aislada cuando el viajaba y estaba sola todo el día cuidando la casa y al niño, pero no mejoraba este sentimiento cuando él estaba en casa.
  • Aislada en su maternidad: la maternidad tampoco la llena lo suficiente «No estaba preparada para todo el trabajo que suponía, el aislamiento que podía conllevar«.
  • Distanciada de su padre y sin contacto con su hermano.
  • Sola en Seattle: sin amigos y sin trabajo.

Su padre en un momento dado le pregunta porque no trabaja y ella le responde que ya tiene un trabajo «pronto me ocuparé de dos hijos, igual que hizo mamá» y él continúa con la pregunta fundamental «¿Eso te hará feliz?. No respondió». ¿Qué opináis vosotros? ¿actuaríais igual que el padre en esa situación? ¿intentaríais convencerla de que tiene que luchar por su carrera porque con los años le será más difícil? ¿la intentaríais persuadir de qué es mejor que no tenga que depender siempre de su marido?.

A mi la actitud del padre me ha sorprendido gratamente. Nació en la India, estudió en la Universidad, tuvo un matrimonio concertado y después, emigró con su familia a Estados Unidos, país con unas costumbres muy distintas a las suyas. Quería que sus hijos tuvieran mejores oportunidades pero continuando con sus tradiciones. Aún así, intenta ver las cosas con otra perspectiva y mirando hacia atrás se da cuenta ahora de la vida que llevó su mujer, y quería que la vida de Ruma fuera distinta. También cae en el hecho de que se perdió toda la infancia de sus hijos, el peso lo llevaba su mujer y por eso se sentía cada vez más distanciado de ellos «Cuanto más crecían sus hijos, menos habían dado impresión de parecerse a sus padres: hablaban distinto, vestían distinto, parecían extranjeros en todos los sentidos, desde la textura de su cabello hasta la forma de sus pies y manos». Ahora quiere subsanar esa circunstancia con su nieto Akash e intenta ejercer de abuelo todo el tiempo que esté con él y juntos construyen un vivero.

Cuando por fin Ruma le pide a su padre que viva con ellos, rechaza la invitación ¿porqué? porque el padre ahora se siente feliz, tranquilo, se ha adaptado totalmente a su nueva vida. No tiene compromisos ni obligaciones. Se siente independiente y es autosuficiente. Ruma incluso percibe su dicha «aunque le moleste reconocerlo, en todo caso, parecía más feliz ahora; la muerte de su mujer le había quitado un peso de encima, el efecto opuesto que había tenido en Ruma«. Además, mantiene una relación secreta con otra mujer bengalí y siente su vida completa. ¿Qué os ha parecido la decisión del padre? yo creo que en ese momento le debería de haber dicho la verdad a su hija y hablarle con toda normalidad de la Señora Banghi.

Al final, Ruma descubre la verdad por casualidad, encuentra la postal que su padre había escrito y no había enviado a la Señora Banghi y en un gesto de ternura y aceptación, pone un sello y se la envía por correo.

Ahora vuestro turno:

  • ¿Qué os ha parecido este final? ¿Ruma, por fin, entendió a su padre? ¿cómo la veis? ¿creéis que esto le podrá ayudar a buscar su propia identidad?
  • ¿Qué pensáis de su matrimonio? ¿creéis que es feliz? ¿debería buscar un trabajo para no sentirse tan sola? ¿se está pareciendo cada vez más a su madre?
  • ¿Habéis empatizado con algún personaje?
  • ¿Os ha gustado la historia y cómo está escrita?

Plazos:

El próximo lunes, 4 de diciembre publicaremos el siguiente post «Cielo e infierno» y para el día 12 de diciembre leeremos los siguientes tres relatos: «Una elección de alojamiento«, «Solo bondad» y «No es asunto de nadie» (hasta la página 235).

Espero vuestros comentarios!!!!! y buena lectura,

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«Tierra desacostumbrada»: la búsqueda de la identidad

24 Nov

Imagen tomada de Instagram Blooming.Twig

Designado como mejor Libro del año 2008 por el periódico The New York Times, «Tierra desacostumbrada» tuvo un gran éxito editorial y tanto la crítica como el público estadounidense lo elogiaron desde el principio. Logró colocarse en el primer lugar de las listas de venta y suma hasta la fecha más de 700.000 ejemplares vendidos en ese país.

Para entender mejor la novela, antes de empezar su lectura, vamos a situarla en su contexto histórico, en la época en la que se desarrolla y en los acontecimientos más significativos que tuvieron lugar.

Contexto histórico:

La novela nos sitúa en Estados Unidos en la segunda mitad del siglo XX. Casi todos los relatos se desarrollan a partir de la década de los 70, siendo presidente Richard Nixon. Durante su mandato se terminó con la intervención estadounidense en la Guerra del Vietnam, se acabó el servicio militar obligatorio, se establecieron relaciones diplomáticas con China y se inició la Détente con la Unión Soviética. Nixon presenció el alunizaje del Apolo 11 que terminó con la carrera espacial. Sin embargo, a pesar del aplastante triunfo electoral en el 72, su mandato se vio perjudicado por la crisis del petroleo del 73 y más tarde, tuvo que dimitir a raíz del Escándalo Watergate .

Fue sucedido por Gerarld Ford que consiguió terminar definitivamente con la Guerra del Vietnam, aunque se encontró con el peor panorama económico desde la Gran Depresión del 29. Durante su mandato el país entró en recesión y hubo una creciente inflacción.  A Ford le sucede Jimmy Carter, del partido Demócrata.

Contexto social:

Las oleadas migratorias ininterrumpidas prácticamente desde su Independencia han configurado el actual mapa cultural y étnico de EEUU, donde se refleja que alrededor del 90% de la población del país es fruto de la inmigración.

Si repasamos un poco la historia de este país, observamos que hasta la Segunda Guerra Mundial el grueso de la migración era europeo, con algunas aportaciones puntuales de México, Canadá o China. Tras el conflicto, este patrón se modifica sustancialmente. A partir de los sesenta, México comienza a liderar la inmigración acompañado de otros países latinoamericanos como Cuba, Colombia o Argentina.

Es a partir de los 70, cuando el foco, además de México, se traslada a Asia: la India, China y Filipinas, comienzan a ocupar los primeros puestos. Durante los 90 se sitúan a la cabeza del flujo migratorio, México y China, además de algunos países asiáticos. Este flujo migratorio continúa hasta nuestros días.

          Diáspora india: 

Se calcula que a finales del siglo XX se produjo una reserva poblacional de cerca de 20 millones de migrantes hindúes que en conjunto se suelen denominar como «diáspora india». Esta cantidad de personas contempla a trabajadores no calificados, escasamente calificados y calificados que han salido de India en los dos últimos siglos.

La gestación de la migración se empezó a producir tras la Segunda Guerra Mundial y tras la partición de India en 1947, que precedería a su independencia. En este momento se trasladaron muchos hindúes al Reino Unido por los lazos que todavía les unía.

A mediados del siglo pasado, la mano de obra menos calificada emigró hacía los países del Golfo en busca de trabajo al amparo del auge del petróleo en esa zona, en cambio, los más calificados se desplazaron hacía otros países más desarrollados del norte, provocando lo que hoy en día se denomina»fuga de cerebros», es decir, produjeron un éxodo de talento y altos niveles de preparación de forma masiva a países más desarrollados. Estaban incluidos médicos, ingenieros, científicos, profesores, arquitectos, empresarios, entre otros. Tras haber comenzado como un goteo en los años 50, se elevó de forma importante a partir de mediados de los 60. Se concentraron principalmente en Estados Unidos, Canadá, Reino Unido y algunos países de Europa.

Hoy en día, en los países desarrollados, el centro de atracción de la migración de mano de obra calificada de origen indio se conserva en Estados Unidos, a donde se trasladó hasta el 80% de la migración india con destino a países desarrollados.

Sobre la novela:

Como comenta la propia Lahiri «las historias de este libro son totalmente inventadas, no se apoyan en una realidad concreta«, pero describe ambientes y situaciones que conoce porque las ha vivido en su propio entorno. Todas las historias de este libro se refieren a familias bengalíes que se marcharon de la India a mediados del siglo XX y se afincaron en Estados Unidos, concretamente en la Costa Este. Son familias que tienen en común no solo su procedencia, sino el hecho de pertenecer a una élite cultural, trabajan en el mundo académico o en el científico. No emigraron por necesidad, sino para que sus hijos crecieran en un país con mayores posibilidades.

Los relatos cuentan historias cotidianas de sus vidas. Los temas son el amor, la rutina, la decepción, el dolor, la familia o la tradición.Temas universales. La búsqueda de la individualidad a pesar del peso de la familia, las raíces. En todos ellos hay una búsqueda, al fin, del amor y la felicidad.

Lahiri coloca a sus personajes en una encrucijada, donde se ven obligados a afrontar momentos fundamentales en sus relaciones y navegar como pueden en aguas desconocidas, entre la inocencia y la experiencia, entre los dictados de de la remota tradición familiar y la emancipación personal, entre el impulso de reinventarse a sí mismos y definir su identidad en un mundo fragmentado.

Otro hecho común en todos los relatos es que los padres, una vez en Estados Unidos, emprenden un viaje todos los años a la India, como si fuese un ritual, para que sus hijos sigan sintiendo la pertenencia a un lugar y a una cultura propia. Pero en todos ellos se observa que esto es muy difícil de mantener, y en cuanto crean sus propias familias, establecen otros círculos de amigos y la India les queda cada vez más lejana y desconocida. Siguen con sus tradiciones, creencias, pero transformadas a su nueva realidad.

El tema del desarraigo está latente a lo largo de toda la novela, uno de sus personajes dice con sentimiento de nostalgia «pertenecen a ese lugar como yo nunca perteneceré a ninguno«, tienen la necesidad de pertenecer a un lugar que puedan llamar su hogar.

Primera parte:

  • «Tierra desacostumbrada»: refleja de forma minuciosa como la noción de familia es mucho más estrecha en la sociedad india que en la de EEUU.
  • «Cielo e infierno»: se adentra de nuevo en la comunidad bengalí, como se ayudan unos a otros. El concepto de amistad y  familia están aquí tan unidos, que a veces son difíciles de distinguir y reconocer.
  • «Una elección de alojamiento»: una boda sirve de excusa para contarnos un relato sobre la vida matrimonial, el desgaste de los años en la relación, la tradición y la pérdida de cierta parte de la identidad de los protagonistas.
  • «Sólo bondad»: se adentra en la familia, en el peso de los lazos familiares y en el sentimiento de culpa.
  • «No es asunto de nadie»: cuestiona los matrimonios concertados y el papel de la mujer india en la sociedad.

Segunda parte:

Consta de tres cuentos, donde nos presenta a dos personajes, Hema y Kaushik, como nexo de unión y a lo largo de toda esta parte nos relata sus encuentros y desencuentros hasta la madurez. El relato arranca en su niñez, sigue en su juventud y acaba reuniéndolos en Roma cuando ella es una experta en el mundo clásico, que investiga la civilización etrusca, y él un fotógrafo de guerra a punto de colgar las cámaras. Estas cien páginas constituyen una joya literaria que genera constantes emociones en el lector. Su viaje a la ciudad toscana de Volterra, solitaria, herida, magnífica, llena de fantasmas etruscos, será algo muy difícil de olvidar para todos aquellos que recorran estas páginas.

Plazos:

Vamos a leer los dos primeros relatos: «Tierra desacostumbrada» y «Cielo e infierno«, que son en total 97 páginas. El próximo viernes, 1 de diciembre, publicaremos el siguiente post relacionado con estos dos relatos para que podamos comentar entre todos la historia, dar nuestra opinión e ir profundizando poco a poco lo que nos quiere transmitir la autora en esta novela.

Hasta entonces, os animo a que vayáis reflejando en este post los comentarios sobre vuestras impresiones sobre esta obra, si os está gustando, si os parece amena y fácil de leer y cualquier otra cuestión relacionada con ella.

¿Habéis leído algún otro libro o película que refleje el tema de la diáspora india? 

 ¡Buena lectura!

 

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Todo el amor de tu vida está dentro de ti

8 Dic

Recolección de fresas. Foto en flickr de M. Martín Vicente. Algunos derechos reservados.

A pesar de tan terribles confesiones, el hecho de que ambas hayan comenzado a abrirse la una a la otra les da fuerza. Son muy sanadores esos monólogos, tanto que Veronika advierte que en su amiga había un cambio sutil en el ángulo de su barbilla, en su postura. Determinación se dijo. Dignidad. Y quizá también alivio. Pero todavía hay mucho que contar, que exorcizar, y es el turno de Veronika, que está llegando a Nueva Zelanda: me sentía nueva, recién despertada a la vida […] Me había lanzado al vacío sin saber dónde ni cómo aterrizaría. Cuando se encuentra por fin cara a cara con James siente que todo lo vivido con él permanece intacto. Y comienza su nueva vida en el nuevo mundo. James ama el mar: para mí, el mar es la vida misma. Los colores, el olor. Es mi anhelo  […] Quiero que os conozcáis. Que aprendáis a quereros el uno al otro. James hace surf en un mar con impredecibles corrientes subterráneas y Veronika le tiene miedo a ese mar bravo: el mar se convirtió en mi enemigo. Luchábamos por el mismo hombre. Pero, a pesar de la amenaza, son felices. Se quieren y piensan en tener hijos.

Volvemos al presente. En una de las cenas que comparten, Veronika sorprende a Astrid con una sonata de Brahms que la madre de la anciana le ponía muy a menudo. La música cura, la música les trae lo mejor de sus vidas: hacía más de setenta años que no la oía. Sin embargo, ahora vuelve a mí y me doy cuenta de que siempre ha estado aquí, en mi corazón. Su madre le decía que la música contenía toda la belleza del mundo. Pero Astrid dejó de escuchar música, abandonó todo lo que significaba la vida para ella: yo maté la música. Y maté a mi hija.  Esta es la parte que me resulta más difícil de entender del libro. El porqué Astrid mató a su hija Sara. Supongo que en la siguiente afirmación unas páginas más atrás está la razón: subí la escalera y supe que él estaba allí La puerta no se hallaba cerrada, sólo tuve que empujarla suavemente y se abrió sin hacer ruido. Lo encontré inclinado sobre la cama […] Supe que no tendría tiempo. ¿Maltrato real a la niña por parte del padre? ¿Miedo a que haga con la niña en un futuro lo que ya le hace a ella y que también le hizo su padre a Astrid? Sinceramente no me queda claro. Y me parece terrible que la mate, ¿por qué? ¿No había otra salida? ¿Qué opináis vosotros?

Veronika no la juzga. Ve tanto dolor en sus ojos durante su confesión que la abraza y la consuela: Oh, Astrid. Mi queridísima, queridísima Astrid. La anciana comienza a llorar el llanto reprimido tantos años: era un llanto fruto de un dolor tan grande que parecía insoportable. Quizá en lo siguiente haya una respuesta: enterré todos mis pensamientos junto con mi hija. Es tan doloroso… […] ¿Lo ves?, era yo. Siempre fui yo. Porque mi amor no era lo bastante intenso. Y si no estaba segura, entonces podría haber vuelto a ocurrir  […] Tal vez es que mi odio lo era demasiado. Ella se siente culpable. Culpable de no haber amado lo suficiente o de haber odiado demasiado. También, hay confusión debido a su soledad: creo que, si encontramos las palabras y a la persona a quien contárselas, tal vez vemos las cosas de una manera diferente. Pero yo no tenía palabras ni a nadie.

Veronika retoma su relato del pasado. Los días felices en Nueva Zelanda van a tener un terrible final. James muere mientras surfea. El mar gana y le arrebata a su amor, a su hombre y ella se quedará estancada en su dolor mucho tiempo incapaz de reaccionar: yo estaba en otra parte, un lugar adonde la luz no llegaba. Pero aún hay más. Veronika pierda al hijo que estaba esperando. El hijo de James. El que podría haber mitigado su pérdida. Es terrible todo lo que les ha ocurrido a estas dos mujeres. Llama la atención su serenidad, su templanza al vivirlo y su resistencia. Ambas son fuertes aunque estén varadas. Muy fuertes.

Después de enterrar al marido de Astrid, las dos mujeres se encaminan a pasar un día en el lago. Antes han ido a comprar un bañador para la anciana que nunca se ha bañado. Es verano. Mientras lo escogen, ríen a carcajadas. Ambas se han liberado de terribles secretos y empiezan a recuperarse y a disfrutar. A Astrid no le importa haber tardado toda una vida porque ha llegado a tiempo de salvarse y eso es lo único importante: con el tiempo comprendes que no hay nada que temer y mucho por lo que estar agradecido. Me ha costado la vida comprenderlo.

He pasado más tiempo con él que con ninguna otra persona. Sin embargo, cuando lo veo ahora que soy adulta, no estoy segura de conocerlo. Sé que es bueno. Y amable. Sé que le gusta leer con qué música disfruta, qué deportes prefiere. Pero no sé lo que piensa. No lo conozco como persona. Sólo como padre. Es Veronika la que habla. Después de funeral de James, la joven va a visitar a su padre a Tokio. Su padre, indispensable en su vida. El único con el que podría estar en esos momentos. Su única familia. Con el que no necesita palabras: no hizo preguntas ni me interrogó con la mirada. Desplegó una callada y tranquila eficiencia. Su expresión y su lenguaje corporal venían a decir: “superemos esto lo antes posible y sin dramatismos”. Pasan juntos un mes sin hablar apenas, instalados en una rutina que le va a hacer mucho bien a Veronika, que todavía sigue en shock. La sutil relación de afecto que tienen padre e hija la va a ayudar a superar su dolor: resultaba tranquilizador darme cuenta de que el hombre que tenía delante era mi padre. Que yo era su hija. Y el último día de su estancia en Tokio, Veronika, por fin, puede llorar por primera vez: era una tristeza suave, indefinida, no el dolor físico de antes.

Después de bañarse en el lago, las dos mujeres celebran una cena de cumpleaños mutuo. La reconciliación con sus respectivos pasados es un hecho ya. Ambas están felices y en paz. Las heridas se están cerrando. Astrid le regala a Veronika el diario de su madre, un preciado objeto que ya no necesita pero quiero verlo en manos de alguien que lo proteja. El verano termina y la vida continúa instaladas en una cómoda rutina que consistía en paseos diarios y cena un par de veces por semana, alternando la casa. La vida se desarrollaba según un ritmo amable y predecible. Veronika se sentía en paz, descansando en el presente.  El libro que está escribiendo avanza. Ya no va a ser el libro de James. No es todavía el momento para escribirlo: era distinto, un libro que había sustituido al otro, y Veronika empezaba a creer que así debía ser. Su padre se ha jubilado y ha regresado a Suecia. La invita a visitarlo. La echa de menos. Ella también. Pero hay algo más: he estado pensando que quizá un día debería volver a Nueva Zelanda. Que quizá necesite una especie de conclusión. He estado pensando que me fui sin terminar mi vida allí. Que es preciso que vuelva. Astrid la anima a que haga lo que tenga que hacer: quizá haya llegado el momento. Cuando estés preparada. No hay prisa. Pero llegará el día en que tengas clara tu decisión. Según la anciana, sólo hay que escuchar a nuestro corazón para saber lo que tenemos que hacer.

Finalmente Veronika decide marcharse. Es el día de Todos los Santos. Irá primero a ver a su padre a Estocolmo y después a Nueva Zelanda. Pero algo de ella se queda en ese lugar donde ha vivido tan intensamente y donde han ocurrido cosas muy importantes: comprendió que aquella casa y aquel pueblo se habían convertido en su hogar. Que por primera vez se enfrentaba a una partida teñida de tristeza. Visitan el cementerio: ahora ya no tengo miedo, afirma Astrid. Y Veronika, a pesar de su tristeza, está preparada para partir: el vínculo entre la casa y ella se había roto. Ambas estaban a la espera de la siguiente etapa. Respecto a Astrid, Veronika siempre la tendrá en su corazón.

Han pasado los meses. Veronika vuelve al pueblo. Es marzo. Igual que la primera vez. Astrid ha muerto. Ha decidido poner fin a su vida y le ha dejado su casa a la joven. Veronika visita el cementerio. La tumba de Astrid está al lado de la de su hija Sara. En ella hay unas palabras grabadas: Déjame ahora cantarte dulces canciones. La joven deposita en cada lápida sendas dioritas traídas de Nueva Zelanda. Hay una carta de Astrid para ella y dentro de la carta, el colgante que siempre llevaba la anciana. La importancia que adquieren pequeños objetos cargados de simbolismo es muy importante en esta novela. La carta está llena de amor y agradecimiento. Y sobre todo de reconciliación con la vida. Emociona, mucho, leerla: me conoces como ninguna otra persona me ha conocido jamás. Y me gusta pensar que te conozco un poco. Durante mucho tiempo me reconfortó la idea de no tener nada. Ni a nadie. Pero ahora sé que no estamos hechos para vivir así. No me entristece haberlo comprendido tan tarde. Me siento agradecida por el simple hecho de haberlo entendido. Puede que a algunas personas mi vida les parezca trágica. Un desperdicio. Yo no lo veo así. Tú me has abierto una nueva perspectiva. Has vuelto a sacarme a la brillante luz de la vida, me has abierto los ojos. Has hecho que el hielo se derrita. Y te estoy muy agradecida. Astrid le dona su casa para que haga lo que quiera con ella pero espero que elijas aceptarla. Es una casa que necesita amor y felicidad, que la merece […] Me gustaría que me recordaras con una sonrisa. No olvides que hubo amor, pero permití que el odio bloqueara mis recuerdos. Ahora creo que mi vida toca a su fin con un cierto triunfo final. He recuperado el amor de mi vida. Astrid considera que todo lo bueno que ha logrado al final de su existencia se lo debe a Veronika: el amor, la música, la capacidad de admirar el paisaje, la reconciliación con su pasado, la vida a fin de cuentas. Y ella, como agradecimiento, le dona un hogar: ¡Vive, Veronika! ¡Arriésgate! La joven tiene también algo para ella: su libro, ya terminado, que se titula “Déjame cantarte dulces canciones”.

Plazos

Una vez terminada esta hermosa historia de amistad y redención, es hora de vuestros comentarios sobre esta segunda parte y sobre la novela en su totalidad. Disponéis de una semana para ello. ¡Espero que sean muchos los comentarios!

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Sería un alivio contar la verdad

2 Dic

Un claro en el bosque. Foto en flickr de Jordi Armengol. Algunos derechos reservados.

Astrid y Veronika comienza con una estrofa del poema Insomne de Bo Bergman. Una loa a la escritura como salvación. A continuación hay un prólogo que contiene dos cortos párrafos encabezados por los nombres de ambas protagonistas y unas fechas y lugares. Lo que dicen es enigmático porque todavía no sabemos nada de sus vidas. En cada párrafo hay un “nosotros” y la naturaleza omnipresente.

Veronika llega al lugar que va a ser su hogar a lo largo de ocho meses. Es invierno, principios de marzo. Todo está nevado, oscuro y en silencio. Lo primero que divisa son dos casas, una más grande que la otra. La suya es la pequeña. La joven se ha pasado la vida viajando: toda su vida había viajado en compañía de su padre, cogida de su mano, rumbo a un nuevo destino en algún lugar lejano. Desde que su madre los había abandonado, padre e hija jamás se habían separado. Pero ya no son compañeros de viaje. Su padre vive en Tokio. Sabe que este viaje es distinto: éste sería un trayecto solitario. Una huida, una escapada. Un viaje sin objetivo. Su vida le parecía tan vacilante como la luz, suspendida en medio de una nada blanca. No sabe cuánto tiempo va a quedarse, había sido una decisión repentina. Hay algo que la ha empujado a aquel remanso de paz. Desde el principio la casa se personifica: la casa guardaba aún las distancias […] Era una inquilina huérfana en una casa huérfana. También desde el principio percibimos que a Veronika le ha pasado algo, algo que tardaremos tiempo en saber y que intuimos que no es bueno. La joven necesita silencio y soledad. Quiere escribir. Lo intenta desde los primeros días pero no puede: era como si el libro que había empezado a redactar en otro mundo, en otra vida, lo hubiera escrito alguien distinto. Las palabras ya no guardaban relación con la persona en que se había convertido. Da paseos matutinos y se fija en la otra casa que seguía oscura y silenciosa. La tendera del pueblo le informa que su vecina es Astrid Mattson, la bruja del pueblo. No le gusta la gente. Vive aislada. Me temo que no es una buena vecina. Veronika la ve por primera vez a las dos semanas de llegar. Una mujer mayor y encorvada.

Ahora es Astrid quien contempla a Veronika llegar a través de la ventana entreabierta. A oscuras, refugiada en su casa que constituía una parte orgánica de sí misma. El silencio lo envuelve todo y también la soledad. Su vida era una cuestión de sustento, de supervivencia, y sus necesidades eran mínimas. No hacía planes para el futuro. El jardín se desmoronaba, la casa se desmoronaba […] Era un edificio moribundo que albergaba un cuerpo moribundo. La una huérfana y la otra muriéndose en casas que son un reflejo de sí mismas. Astrid mantiene a raya al pasado, no tiene futuro y el presente era un vacío en calma donde existía físicamente, pero sin presencia emocional. Esperaba, con los recuerdos sumergidos, lo que suponía una tarea constante y agotadora que consumía todas sus energías. Y había momentos que flaqueaba. Astrid espía a su vecina pendiente de sus idas y venidas y, un día, responde al saludo que le hace Veronika y se sorprende. La anciana no está bien, un peso muy grande la habita. Un peso que cada vez soporta peor, y, a veces, llora.

Dos meses después, Astrid se da cuenta de que en la otra casa no hay señales de vida. Se empieza a preocupar y, pasados varios días, decide, sin saber el porqué, ir a ver qué pasa: cuando la puerta se abrió y se encontró cara a cara con la joven, se dio cuenta de que la vida había cambiado de manera irrevocable. Ahora le importaba. Veronika está enferma, con fiebre, con pesadillas que la llevan siempre a una playa en Nueva Zelanda con un mar tempestuoso. Y Astrid ha ido a ayudarla. Por fin se conocen. Y comienza su amistad. Dan su primer paseo. Hablan poco. Pero será Astrid quien rompa el hielo: y durante este tiempo infinito he estado sola en mi casa. Esperando. Guardando mis secretos. He aprendido a guardar bien mis secretos y soy una experta en soledad. Pero ahora… Una mujer que ha estado la mayor parte de su vida sola, anciana ya, de pronto se desborda en confesiones. La primera será sobre su madre. Su adorada madre.

Nunca la oí reír en casa, sólo cuando estábamos lejos, nosotras dos solas. Un hermoso día de su infancia pasean por el lago, ríen y juegan. La madre le dice que recuerde siempre que la quiere: y entonces tuve la certeza absoluta de que no habría más días como aquél. Todo está descrito con gran detalle y mucha emoción. Aquél hermoso día de verano que Astrid nunca olvidará, porque ese mismo día su madre se irá, y poco después encontrarán su cuerpo en un hotel de Estocolmo. Se había cortado las venas  […] tenía veintisiete años. Yo seis […] No descubrí lo que pasó hasta muchos años después, pero instintivamente supe que aquella noche la había perdido para siempre […] Acepté la soledad como un nuevo estadio en la vida. Inevitable y permanente. Para Astrid el principio y el final de su vida será ese momento en que vio a su madre marcharse para nunca más volver: ese hecho pareció señalar el fin de todo lo bueno, de la vida misma. Veronika recibe su confesión en silencio. Cuando hablan serán casi siempre monólogos que recuerdan pasajes de su vida. No hay un interlocutor que conteste. Hay mucho silencio entre las palabras.

Una nueva cita entre las ya amigas da lugar a una nueva confesión, de nuevo de Astrid. Al morir su madre, la niña es llevada a Estocolmo a vivir con su abuelo materno pero la soledad en la vida de Astrid ha venido para quedarse. Será la única vez que salga del pueblo. El abuelo apenas la habla, casi ni existe. Sólo la criada, la señora Asp, le hará algo de compañía y le dará un poco de afecto. No recuerda ni cuánto tiempo pasó allí. Sólo la biblioteca y el piano la entretienen. Nunca recibirá noticias de su padre. Y es precisamente su padre el causante de la indiferencia del abuelo: yo no pedí que viniera. Es la viva imagen de su padre y me resulta doloroso mirarla. Finalmente vuelve al pueblo, con su padre, para nunca más salir de él.

Veronika también tiene sus secretos, y su dolor, que afloran en sus sueños con la playa y el mar. En Nueva Zelanda. Tal vez necesitaba irse lejos para poder ver con claridad, para permitir que los recuerdos emergieran a la superficie. Pero, aunque empezaba a recordar el pasado, no era capaz de convertirlo en palabras. Permanecía horas frente al ordenador sin escribir. El libro que había empezado se le antojaba cada vez más esquivo. No están bien conectados su pasado, su vida presente en el pueblo y el libro. El verano está llegando y Veronika invita a cenar a su nueva amiga. Prepara con gran mimo la cena. Cenan sin hablar mientras escuchan música. Astrid comenta lo que le gustaba cantar, recuerda las canciones que su madre le cantaba. En un brindis final, la anciana habla de los recuerdos, de los secretos: puedes obligarte a creer que se han borrado. Pero si los buscas con atención, si deseas realmente descubrirlos, están ahí. Astrid necesita contar la verdad de su vida, su verdad, y será Veronika la destinataria de sus confesiones que poco a poco ya ha empezado a desgranar.

Un pequeño claro en medio del bosque tupido, con una suave hierba plateada y fresas silvestres. Di con él por casualidad cuando buscaba setas en otoño, y entonces se convirtió en mi escondite secreto […] A veces pasaba allí el día entero, tumbada sobre una manta. Estaba sola en el mundo y a salvo.  Astrid tiene ya dieciséis años. Nadie la echa de menos cuando pasa el día entero en su escondite secreto. Un día, encuentra a un chico en el claro. Está recogiendo fresas. Le sonríe y se las ofrece. Se sientan juntos en silencio. Después de aquel primer día, el deseo de seguridad en mi escondite secreto se convirtió poco a poco en el de encontrarme con él. O tal vez el lugar y el chico se convirtieron en mi mente en una sola cosa. Se llamaba Lars. Tenía un año más que yo […] “Por favor, por favor, por favor, que esté hoy” […] Para mí, el lugar en sí ya no bastaba. Un día su encuentro se convierte en amor. Pero Astrid tiene la certeza de que no durará. Ella no es merecedora de tal felicidad. Sólo la soledad. Lars muere poco después en un accidente pero en el jardín de Astrid los fresales siguen vivos.

Ambas les dan muchas vueltas al lugar que ocupan los recuerdos en sus vidas y al concepto del tiempo con respecto a ellos porque ambas tienen recuerdos dolorosos de los que no han podido liberarse. Pero ahora pueden hacerlo porque cada una tiene en la otra a la persona adecuada que la va a escuchar, y a comprender: Quiero recordarlo todo. Pero quizá necesite más tiempo. Concederme una temporada de reposo. Distanciarme un poco para comprobar si distingo la pauta. Y enfrentarme con la verdad de lo que hay realmente ahí. Es Veronika la que habla y a la que le toca el turno de empezar a soltar su dolor. Su dolor tiene un nombre: James, que ya ha sido un par de veces nombrado, pero que ahora se convierte en protagonista en el relato de Veronika.

Hasta entonces había llevado una vida segura. Había vivido en un mundo lento y cordialmente indiferente que me concedía tiempo para meditar mis acciones. Y ésa era la clase de mundo para la que yo disponía de mapa. En el mundo de James estaba perdida para siempre. James llega como un huracán que barrerá todas las certezas de la joven. Es el amor al que no se le puede preguntar porque no tiene respuestas. Londres, un pub, un camarero de treinta y un años de Nueva Zelanda que está viviendo su experiencia en el extranjero. Un encuentro casual que cambiará la vida de Veronika. Comienzan una relación de la manera más natural: pasaba la noche ante una cerveza, observándolo mientras trabajaba. Riendo de pura alegría de verlo, de oírlo. Me sentía como si jamás hubiera reído antes. Como si nunca hubiera sido feliz. Ahora siento que aquélla fue toda la risa de mi existencia. Mi cuota. Me contó que había prometido a su madre regresar por Navidad, así que yo sabía que pronto acabaría nuestra relación. Veronika  no tiene planes. Se deja llevar. Decide vivir ese amor sin pensar en el futuro. Y guarda, guarda imágenes. En Estocolmo está Johan que la espera. Para esto tampoco tiene respuestas. Cuando llega el momento de la partida de James, éste le dice que la quiere y que se vaya a vivir con él: he olvidado cómo vivir sin ti. No recuerdo cómo me las arreglaba solo. Por favor, ven conmigo, Veronika. Pero la joven no le responde y James se marcha.

Llega el verano. Astrid y Veronika no se han visto desde aquella cena. Un día, cercano ya San Juan, la joven visita a Astrid y ésta le comenta que su marido se muere: he ansiado esta muerte desde el día que me casé. Sesenta años. Ahora que llega, me doy cuenta de que no tiene importancia, de que nunca se trató de él. Sabe que esa boda será el día en que renuncie a la vida: mi marido se casó con un granja. Se casó con la tierra y la casa […] Y se casó con mi apellido. Mi padre creyó que había negociado un futuro para sí mismo y la granja. Yo me casé con la muerte. Astrid tiene dieciocho años. Era un hombre insignificante. La primera vez que lo vi estaba de pie junto a mi padre y parecía una mala copia. Menos corpulento, más joven, pero extrañamente semejante a él […] Ahora todo esto es mío, ¿sabes? Cuanto ves por esa ventana. Todo es mío. Aquí no hay nada que te pertenezca. Nada. Astrid tiene que ir a la residencia de ancianos donde su marido está muriéndose: no temo enfrentarme a él, sino a mí misma […] Ha sido una espera muy larga. He permitido que la vida se me escapara de las manos mientras alimentaba mi odio dentro de esta casa […] Ahora veo que todos estos años no he hecho más que aguardar a ser liberada, cuando en realidad no había más ataduras que las creadas por mí. Y ahora ha llegado el momento. Debo enfrentarme a la verdad.

Pero todavía hay más verdades ocultas y dolorosas en la vida de Astrid. Su padre. Otro hombre frío, seco, que la ignora y al que ella teme. La anciana no logra entender qué fue lo que unió a un hombre débil y menudo y a mi madre, alta, hermosa y risueña. Cuando ella tenía trece años su padre la llamó, mi padre no me hablaba casi nunca y jamás usaba mi nombre, y en su estudio la pide que se desnude. Él la contempla y le dice que se dé la vuelta: sólo se oía el rítmico roce de la lana contra la lana, de su brazo contra los pantalones. El tiempo seguía transcurriendo. Toda mi juventud se desvaneció. Terrible. El abuelo, el padre, el marido. Nefastos para ella, sobre todo los dos últimos a los que sufrió largo tiempo. En contraposición, la madre y Lars, a los que amó, desaparecen como una certeza de que la felicidad está prohibida para ella. Pero Astrid quiere enfrentarse a su verdad y acompañada por Veronika se dirige a la residencia a despedirse de su marido moribundo: He venido a verte morir, Anders. Y no me iré de aquí hasta que esto termine. Veronika no se despega de su lado, fiel amiga ya, hasta que el marido muere. En el coche, de vuelta y en silencio, uno de los numerosos silencios que comparten ambas mujeres, Astrid llora: No son por él. Mis lágrimas. No son por él, sino por mí. Es tal la intimidad y la confianza que están logrando estas mujeres que, una vez en la casa de Astrid, ambas se acuestan juntas para compartir su dolor. Es entonces cuando Veronika le habla a la anciana de Johan.

Hace tanto tiempo que conozco a Johan que a veces olvido que hubo un tiempo en que no lo conocía. Veronika está todavía en Londres cuando Johan la llama para que vuelva a casa por Navidad. Ha estado ausente casi un año. Durante la cena de bienvenida que le ofrece, Johan le confiesa: soy muy, muy feliz, Veronika. Justo en este momento es la felicidad absoluta. No me importa el mañana; estoy aquí ahora. Contigo. Y soy feliz. Ella intenta ilusionarse pero el móvil suena y es James: Ven a Nueva Zelanda, Veronika. Ven aquí y quédate conmigo. También aquí es Navidad. Una vez al año. Y el resto tampoco está mal. Ven a vivir conmigo al nuevo mundo. Ambos se quedan en silencio y cuando volvió a hablar, yo ya había tomado una decisión  […] Me marchaba. Se me había antojado viajar hasta el fin del mundo para vivir con un hombre al que apenas conocía. Y así podría volver a reír. Va a cenar con Johan: miré su rostro, memorizándolo también […] Cuando se lo dije, supe que no quería causar tanto dolor a una persona nunca más. Johan comienza a llorar: estaba equivocado, Veronika. Estaba equivocado. El momento nunca me bastó. También quería el futuro.

Es triste olvidar el rostro de una persona amada. Muy triste. Tal vez creemos que las cosas son más fáciles si no vemos la cara. Pero no es cierto. Sólo hace que el dolor sea más agudo. He olvidado el rostro de mi hija. Podría describir hasta el último y exquisito detalle, pero ya no puedo verlo […] Desde que nació, no ha pasado un solo día sin que pensara en ella. Pero no la veo. Sara. Su hija a la que puso el nombre de su madre: sus uñas eran escamas de pez diminutas. Apretó mi dedo con fuerza y miré sus negros ojos. Me invadía tal alegría que me sentía como si fuéramos invencibles, mi hija y yo. Mi hija Sara […] Llevaba a mi hija a todas partes. Tenía la impresión de que conocía todos sus deseos y necesidades, y ella nunca lloraba. Cuando el tiempo mejoró, me la llevaba al claro del bosque. Se lo contaba todo mientras caminábamos. Y hacía que todo pareciera hermoso. Le hablaba de cosas bonitas, porque quería que viviera en un mundo bueno. Deseaba ofrecerle un mundo bueno  […] Pero cuando volví la vista hacia los fresales, donde las flores todavía eran pequeños capullos prietos, lo supe. Supe que no tendría tiempo. De nuevo la amenaza en la vida de Astrid. Algo ha pasado que le hace presentir que la felicidad no ha sido creada para que ella la pueda vivir.

Plazos

Es hora de vuestros comentarios, que espero que sean muy numerosos, sobre esta primera parte de la lectura. A la vez que la comentáis, seguiremos la lectura de la novela desde el capítulo 21 (pág. 114) hasta el final de la novela. Disponéis de una semana para ambas cosas. Hay mucho que comentar: los personajes, las descripciones, la relación tan especial que están desarrollando las dos mujeres, los recuerdos desgranados, su dolor, los silencios, la naturaleza… Sinceramente pienso que es una historia muy especial narrada de una manera muy delicada.

 

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Astrid y Veronika: déjame ahora cantarte dulces canciones

24 Nov

Beautiful Swedish Home. Foto en flickr de Let Ideas Compete. Algunos derechos reservados.

La primera novela de Linda Olsson, Astrid y Veronika, al igual que Canciones de amor a quemarropa, es una historia de amistad, en este caso de dos mujeres, que surge de un curso de escritura (Astrid y Veronika es el resultado concreto del curso inaugural de posgrado “Escribir novelas” de la Universidad de Auckland (Nueva Zelanda). Si no hubiera seguido ese curso, seguramente jamás habría contemplado la posibilidad de escribir este libro). Los ahora tan de moda talleres de escritura comienzan a dar sus frutos. Los países anglosajones son pioneros en ellos. No sé qué pensáis de esta manera de escribir novelas, tan diferente de la clásica: un escritor y su memoria e imaginación a solas en su estudio ante un folio en blanco.

Astrid y Veronika se desarrolla en Suecia, el país natal de la autora: el proceso de escritura me ha llevado al otro lado del  mundo; es, de hecho, el viaje más largo que puede hacerse sin volver atrás. Mi país de origen ha estado presente en mí con una intensidad sin precedentes. Pero este libro sólo podría haberlo escrito aquí, en Nueva Zelanda. La distancia era esencial. Y es verdad que la novela está totalmente impregnada del paisaje sueco así como de sus costumbres. Ambas mujeres viven en sendas casas vecinas y aisladas a las afueras de un pequeño pueblo. Con frecuencia pasean solas o juntas por el bosque cercano o a las orillas del río que pasa por él, se bañan en el lago, se tumban en prados o recogen frutos del campo. La naturaleza, descrita con todo detalle, es un personaje más de la novela así como el tiempo atmosférico y la sucesión de las estaciones que inciden en sus estados de ánimo: la nieve y la oscuridad del invierno, la aparición del sol y el aire tenue en la primavera, el estallido del verano o la llegada del otoño con sus promesas de vida nueva. Un homenaje de la autora a su país escrito desde la distancia necesaria.

Veronika es joven, treinta y un años, y Astrid tiene casi ochenta. Una ha viajado por todo el mundo y es escritora y la otra prácticamente no ha salido nunca del pueblo y no se relaciona con nadie. La llaman “la bruja” porque es huraña y solitaria y camina por los campos o se recluye en su casa. Veronika se ha refugiado en este lugar porque necesita estar sola y además quiere escribir. Llega al pueblo en invierno. Un manto de nieve lo cubre todo. Ambas han sufrido mucho, están heridas, y ambas están solas. Y tienen secretos guardados. Y son vecinas. Tardan un poco en conocerse pero cuando lo hacen, la amistad surge lenta pero profundamente. Son muy diferentes en muchas cosas pero hay algo esencial que las une. Astrid, que lleva muchos años completamente sola por decisión propia, se abre a Veronika con una gran naturalidad, quizá porque su soledad es muy grande pero también porque siente que con ella puede hacerlo. A Veronika le pasará algo muy parecido. Su sufrimiento y su deseo de compartirlo con la persona adecuada será lo que las una. Sus recuerdos irán surgiendo a medida que la amistad avanza, y con ellos sus emociones. Y la ayuda mutua que se ofrecen les hará mucho bien en su proceso de reconciliación consigo mismas. Otro aspecto muy importante de su relación es que ninguna juzga a la otra sino que la acepta con todas sus imperfecciones. Una amistad sincera desprovista de interés. Una amistad que las salva.

Relato intimista, melancólico, reposado, de ritmo sosegado para leer muy despacio y recrearse en lo que las protagonistas nos cuentan y en cómo nos lo cuentan. Sus confesiones nos van atrapando sin necesidad de grandes acontecimientos. No hay mucha acción y sí mucho sentimiento y sensaciones. Y rodeándolo todo, las descripciones que van del paisaje a lo más nimio deteniéndose en los detalles. Al leerlo es como si nos hubiéramos retirado al campo haciendo un paréntesis en nuestras vidas. Aunque las confesiones sean a veces duras, todo está narrado con una gran calma y sutileza por lo que la autora consigue que las aceptemos como una parte más de la complejidad de la vida.

Hay una serie de elementos muy importantes en la novela: la(s) casa(s) que cobra vida, que se convierte en un ser animado, en un personaje más de la novela. La casa acoge, es un refugio: tal vez fue entonces cuando la casa y yo nos convertimos en una sola cosa. Se transformó en mi piel. Mi protectora. Ha oído todos mis secretos; lo ha visto todo. En las casas de ambas es donde pasa lo más importante, también en el bosque. Lo interior y lo exterior. Porque el bosque, la naturaleza, ya lo he dicho, es otro personaje más.

Otro elemento importante, pero sutil, es la música, presente a lo largo de toda la novela. Se asocia a lo positivo, a la vida, a la alegría, al cambio: la música. Hubo silencio, un silencio muy largo. Luego entraste tú en mi vida y me trajiste de vuelta la música. Escuchan música que pone Veronika cuando cenan, Astrid recuerda cómo jugaba con el piano de su abuelo o cuando escuchaba cantar a su madre canciones infantiles.

El silencio. Asociado a los momentos malos, a la parálisis que provoca el dolor. También a su soledad, la soledad es silencio y en él surgen los fantasmas y los recuerdos que hacen daño, el pasado que las hace sufrir.

La poesía. Cada capítulo comienza con unos versos extraídos de poemas de diversos autores, casi todos nórdicos (hay una lista al final de la novela de todos los poemas y de sus autores), que funcionan a manera de títulos y que nos dan información sobre lo que va a ocurrir en ese capítulo. Probad a leedlos todos seguidos y veréis cómo componen un bello poema. El título de este post es el verso con el que se inicia el capítulo treinta y dos que es de Karin Boye y que será el título que dará Veronika al libro que está escribiendo. Además de estos versos, en sus paseos, a veces leen poemas.

Otros elementos importantes son la oscuridad y la luz. El invierno, oscuro, con el que empieza la novela y la luz que traerá la primavera. Símbolos ambos de su transformación: tú me has abierto una nueva perspectiva. Has vuelto a sacarme a la brillante luz de la vida, me has abierto los ojos. Has hecho que el hielo se derrita. Y te estoy muy agradecida.

En cuanto a la estructura, la novela se compone de treinta y siete capítulos cortos más un prólogo y un epílogo. En cada capítulo el punto de vista es de una o de otra alternándose sin un orden. La historia salta del presente al pasado con flashbacks en los que cada una narra sucesos de su vida en monólogos que comienzan con el nombre de la narradora. Monólogos intensos, porque intenso, y muchas veces duro, es lo que cuentan y, a veces, también son poéticos. Con frecuencia, cuando alguna de las dos va a empezar a hablar, inicia su relato, al final del capítulo anterior, con expresiones del tipo: déjame que te cuente como ocurrió, o te voy a contar cómo fue… dándole al relato un carácter de narración oral.

No he encontrado ninguna entrevista a la autora ni ninguna crítica del libro. Sólo el enlace a la página web de la autora en inglés. Si encontráis vosotros algo sobre ella o el libro, os agradezco que lo pongáis en los comentarios.

Bien. Os dejo con Astrid y Veronika: amistad, amor (en todas sus facetas), infancia, familia, pérdidas, sentimientos, recuerdos escondidos o enterrados…

Plazos

Como la novela no es muy larga, vamos a dividir la lectura en dos partes. Leeremos a lo largo de una semana hasta el final del capítulo 20, “Sólo a ti te cuento lo que nadie más imagina. En caminos interminables tú fuiste mi soledad”, (Pág. 113).

Os reitero lo de siempre, sobre todo a los nuevos: escribir en este post, mientras vais leyendo esta primera parte, sólo vuestras impresiones iniciales sobre la lectura o los personajes, o sobre lo aquí escrito, pero no la comentéis, ni esta parte ni mucho menos en su totalidad. Cuando publique el post de análisis correspondiente a esta primera parte de la lectura dentro de una semana, y todos hayáis leído dicha parte, entonces podréis explayaros ampliamente en vuestros comentarios sobre ella en dicho post. Debéis respetar los plazos de lectura y dejar vuestros comentarios en los post respectivos a cada parte. ¡Buena lectura!

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Con usted iría al fin del mundo, maestro

23 May

Tofu. Foto en flickr de houseofthailand.com. Algunos derechos reservados.

La relación de Tsukiko con el maestro prosigue con altibajos. Se distancian, se acercan. En un encuentro casual, ella le comenta que tiene una cita con otro hombre y el maestro súbitamente la invita a ir a jugar a un salón de pachinko, Tsukiko abandona sus planes y se va con él, están claras sus preferencias, pero le pregunta, como sin darle importancia, por la profesora Ishino. Ambos están celosos pero ambos quieren estar juntos: Los pequeños brotes recién nacidos habían dado lugar a un follaje exuberante. El maestro y yo caminábamos despacio, bajo el mismo paraguas. De vez en cuando, su brazo rozaba mi hombro accidentalmente.

Aun así, Tsukiko ha quedado ya cinco veces con Takashi, y en la última cita éste le propone ir de viaje con él a comer truchas. Le apetece pero le da largas: me gustaba la risa de Takashi. Estuve a punto de aceptar la invitación, pero seguí esquivando la respuesta. Se compara con él. A sus treinta y tantos años, le ve como un hombre: siempre hacía lo que tocaba según la edad que tenía. Su vida transcurría de forma equilibrada, y su cuerpo y su mente se desarrollaban proporcionalmente a su edad. Yo, sin embargo, todavía no me podía considerar una “adulta” hecha y derecha. Cuando iba a la escuela primaria era bastante madura. Empecé a estudiar secundaria y luego pasé a bachillerato, pero mi nivel de madurez disminuía a medida que transcurrían los años. Nunca me he llevado muy bien con el tiempo. En un nuevo encuentro con el maestro se da cuenta de que no quiere ir con Takashi: tumbada en el suelo, con la mejilla apoyada en el tatami, evoqué la vaga incomodidad que sentía cada vez que estaba con él. Era una molestia casi imperceptible, pero que nunca se desvanecía del todo. Y le propone al maestro ir con ella de viaje a comer truchas. Ante su negativa, Tsukiko se desespera tanto que le grita: con usted iría al fin del mundo, maestro. Y añade: lo que pasa es que estoy enamorada de usted. El maestro la mira perplejo y le dice que se ha vuelto loca, que solamente es una niña que teme los truenos, pero la abraza: nada tenía sentido. Era absurdo que yo le hubiera dicho al maestro que estaba enamorada de él, y que él estuviera tan tranquilo a pesar de que aún no me había dado una respuesta. Aquellos truenos repentinos también eran irreales, así como la asfixiante humedad que se había instalado en la salita desde que el maestro había cerrado la ventana. Todo parecía un sueño.

Finalmente el maestro la invita a un viaje de fin de semana a una isla: no sabía por qué el maestro me había invitado a viajar con él. Cuando le confirmé que lo acompañaría, su rostro no reflejó ningún tipo de emoción. Estarán en habitaciones separadas. Nada más llegar, el maestro le propone dar un paseo. Un largo paseo que terminará en un cementerio en el que, ante una tumba, se pone a rezar: es la tumba de mi mujer […] Quería venir aquí contigo […] Era una mujer extravagante. Todavía sigo pensando en ella. Tsukiko se siente ofendida y celosa y vuelve sola a la pensión. No se da cuenta de que el  maestro necesita hacer esa visita para cerrar un ciclo de su vida que le permita abrir otro en el que pueda vivir su amor por la joven. ¡Está tan perdida, la pobre!: ¿Qué estaba haciendo con mi vida? Estaba en una isla que no conocía, arrastrando los pies por un camino desconocido y había perdido de vista al maestro, a quien creía conocer pero en realidad tampoco conocía. No me quedaba otra opción que emborracharme.

Está desesperada porque el amor va invadiéndola y no sabe qué es lo qué quiere el maestro de ella y recuerda cómo se conocieron y de ser su viejo profesor fue lentamente pasando a ser otra cosa: en algún momento, más adelante, al sentarme a su lado empecé a notar la calidez que desprendía. Su presencia dulce y afectuosa se filtraba a través de la tela de su camisa almidonada. Era caballeroso y tierno a la vez. Nunca he sido capaz de describir la presencia que irradiaba el maestro. Cuando intentaba capturarla, se esfumaba para aparecer de nuevo en otra ocasión. Me preguntaba si aquella presencia se convertiría en algo palpable en el caso de que el maestro y yo nos acostáramos juntos. Pero su misteriosa presencia siempre se me acababa escurriendo de las manos. Tsukiko no puede dormir y va a la habitación del maestro. Lo encuentra escribiendo haikus y le pide que le ayude: escribía llena de indignación. Era la primera vez en mi vida que lo intentaba, pero los versos me salían sin pensar. Escribí diez, doce, veinte poemas. Esa noche acaban durmiendo juntos mientras el maestro la acaricia.

A pesar de lo que ocurre en la isla, vuelven a distanciarse: llevaba un tiempo sin ver al maestro. Seguía yendo a la taberna de Satoru, pero no lo veía sentado en la barra como de costumbre. Aquí se intercala un sueño, ¿o realidad?, muy extraño en el que ambos están en algún lugar de la costa bebiendo sake. El maestro hace el pino y en esa situación tan anómala, se superponen escenas de la mujer del maestro y de su vida en común también muy raras. El maestro le dice que están en la frontera. Pareciera que el sueño simboliza un lugar de tránsito entre su otra vida con su mujer y la nueva vida que le espera con Tsukiko. Una frontera que tienen que atravesar. Y cada cierto tiempo, diversos elementos de la naturaleza susurran: ¡Ven! ¡Ven!

Extrañamente, después de este intervalo tan simbólico, Tsukiko decide evitar al maestro a propósito. Dice que la visita a aquel lugar tan extraño no tuvo nada que ver con nuestro distanciamiento. Piensa que si no vuelve a verlo, lo acabará olvidando. Está convencida que el maestro no siente nada por ella. Aunque está acostumbrada a estar sola, no se siente a gusto. Y vuelve a quedar con Takashi pero, una vez más, no funciona. Y entonces, dos meses después, vuelve a la taberna: pensé que después de dos meses ya lo habría superado. Se entera de que el maestro no va porque está resfriado: el grillo seguí cantando. Oía mis latidos y el zumbido del torrente sanguíneo circulando por mis venas. Mi corazón latía cada vez más acelerado.  Y va a su casa. No puede remediarlo. Está preocupada: seguía siendo el mismo de siempre. En cuanto le vi la cara, las fuerzas me abandonaron y las rodillas me flaquearon. Tsukiko está enamorada hasta el tuétano y, por supuesto, no ha conseguido olvidarlo. Después de una visita cordial, se marcha: hacía un buen rato que había dejado atrás la casa del maestro, pero seguía dirigiéndome a él como si estuviera a mi lado. Caminaba despacio, siguiendo el curso del río. Parecía que estuviera hablando con la luna.

Y, de pronto, el maestro la llama por teléfono (nunca lo había hecho antes) y le pide una cita: ir juntos a una exposición de caligrafía antigua en el museo de arte. Su voz suena dulce: en cuanto se cortó la comunicación, me dejé caer al suelo. A lo lejos oía los pitidos procedentes del auricular, que seguía sujetando en la mano. Tsukiko está tan asustada que decide mantener una distancia: quería mantener una relación formal, superficial y duradera, sin esperar nada a cambio. Ya había intentado acercarme a él, pero no me había dejado. Era como si hubiera un muro invisible entre los dos. A primera vista parecía blando y maleable, pero por mucho que lo presionara no me devolvía nada. Era un muro de aire. Ella está nerviosa (estaba mil veces más nerviosa que el primer día que salí con un chico), él, como un acto simbólico, paga por primera vez. Una vez vista la exposición se sientan en un sofá: notaba el calor que desprendía el cuerpo del maestro, sentado a mi lado. Mis sentimientos afloraron de nuevo. Aquel sofá duro e incómodo me parecía el lugar más agradable del mundo. Me sentía feliz a su lado. Eso era todo. Y, por fin, el maestro se sincera con ella. Le dice que ha sido un poco obtuso todo este tiempo y la abraza: cuando me abrazó, el tiempo parecía haberse detenido. Y con su formalidad le propone iniciar una relación basada en el amor mutuo. Ella acepta y él se siente feliz: el maestro me rodeaba con su cálido abrazo, y yo no sabía si reír o llorar. Al final, no hice ni una cosa ni la otra. Me tranquilicé y me acurruqué en sus brazos, en silencio.

El último capítulo, titulado, no en vano, “El maletín del maestro”, nos narra el tiempo que pasaron juntos. Ya no se encuentran casualmente, sino que se llaman por teléfono y quedan, pero aun así en las formas las cosas no habían cambiado mucho. La única diferencia era que la incertidumbre había desaparecido. Ella nos cuenta que la bondad del maestro procedía de su estricto sentido de la justicia. No era amable conmigo para hacerme feliz, sino porque analizaba mis opiniones sin tener ideas preconcebidas. Se podría decir que su bondad era más bien una actitud pedagógica. Por eso cuando me daba la razón me sentía mucho más feliz que si se hubiera limitado a decirme que sí para tenerme contenta. Aquello fue todo un descubrimiento. No me siento cómoda cuando me dan la razón sin tenerla. Prefiero mil veces que me traten con justicia. Totalmente de acuerdo. Son felices. Sin más. Pero, falta una cosa: el maestro y yo todavía no habíamos hecho el amor.  A Tsukiko no la importa mucho, no entra en sus prioridades. Pero al maestro sí le preocupa: el contacto corporal es básico, Tsukiko […] pero no estoy seguro de si podré hacerlo o no. Y si fuerzo la situación sin estar convencido y las cosas no salen bien, perderé la poca confianza que me queda. Ese miedo es lo que me impide dar el paso. Lo siento muchísimo.

Las citas se suceden, se dicen te quiero y, por fin, un día, hacen el amor apasionadamente. Todo es perfecto. Nuestra “relación oficial”, tal y como solía decir él, duró tres años. No tuvimos más tiempo que compartir. No ha pasado mucho tiempo desde entonces. El maestro me dio su maletín. Lo dejó escrito en su testamento. En el entierro, el único hijo del maestro le da las gracias: cuando oí el nombre del maestro, Harutsuna, las lágrimas me inundaron los ojos. Hasta entonces casi no había llorado. Lloré porque aquel nombre, Harutsuna Matsumoto, me resultaba muy poco familiar. Lloré porque el maestro se había ido antes de que me acostumbrara a él. Después de morir el maestro, Tsukiko lee en voz alta poemas y estudia la poesía japonesa: He recorrido un largo camino, / el frío penetra mi ropa gastada. / Esta tarde el cielo está despejado, / ¡cómo me duele el corazón!

Preparo el tofu hervido como él, con bacalao y crisantemo. “Algún día volveremos a vernos, le digo, y el maestro me responde desde el cielo: “No tengo la menor duda”. En noches como ésta, abro el maletín del maestro. En su interior no hay nada, sólo un vacío que se extiende. Un enorme espacio vacío que crece sin parar.

Plazos

Una vez terminada esta hermosa y sutil historia de amor, de la que la escritora Ángeles Caso dijo que le parecía una de las historias de amor más bellas que había leído, es hora de vuestros comentarios sobre esta parte y la totalidad de la novela. Espero que sean numerosos y que os explayéis, ya que en la primera parte no ha habido muchos comentarios. Dedicaremos una semana a ello. Los espero con ganas. Sean o no favorables, yo creo que hay mucho que comentar.

Etiquetas: amor, El cielo es azul la tierra blanca, haiku, Hiromi Kawakami, literatura japonesa, naturaleza, soledad, vejez

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Maestro – murmuré –. Maestro, no sé volver a casa

16 May

Cerezos en flor. Foto en flickr de Gonmi. Algunos derechos reservados.

El primer capítulo comienza presentándonos al maestro y su primer encuentro con Tsukiko en la taberna. Ésta ni recuerda su nombre ya que no le gustaban mucho sus clases y no lo ha vuelto a ver desde que terminó el instituto. No parece que su profesor haya dejado ninguna huella en ella. Por el contrario, el maestro sí la recuerda bien. Desde el principio parecen tener mucho en común: supongo que no perdimos el contacto porque teníamos demasiadas cosas en común. No sólo nos gustaban los mismos aperitivos, sino que también estábamos de acuerdo en la distancia que dos personas deben mantener. Nos separaban unos treinta años, pero con él me sentía más a gusto que con algunos amigos de mi edad. La comida que a ambos les gusta, y que es un elemento importante en la narración, es comida tradicional japonesa: atún con soja fermentada, raíz de loto salteada y chalota salada. También a los dos les gusta mucho beber, es más, beben muchísimo. Cerveza y sake. En realidad, los pocos personajes que aparecen en la novela beben mucho. ¿Por qué? ¿Costumbre japonesa? A Tsukiko parece relajarla, siempre se siente mejor y más segura después de varias botellas de sake. También queda claro desde el principio que a es una joven diferente: las mujeres no suelen frecuentar solas lugares como éste. Habla poco, normalmente a todo lo que le dice el maestro contesta con el mismo monosílabo: “ya”. Es indecisa (antes nunca sabías qué hacer, pero lo decías con una seguridad pasmosa. Eres una mujer decididamente indecisa, le dirá más tarde, su antiguo compañero y pretendiente Takashi) y huraña, testaruda, con un irónico sentido del humor y con reacciones a veces extrañas. No se sabe muy bien lo que quiere de la vida Tsukiko.

También la presencia de la naturaleza es casi constante desde el inicio de la narración. Tanto en la ciudad, a través de los cerezos o de la luna o del viento (¿oyes el susurro de las zelkovas? – me preguntó, levantando la vista hacia los árboles plantados en la acera. Las ramas verde oscuro se balanceaban. No parecía que el viento soplara con fuerza, pero agitaba violentamente las copas de las altas zelkovas), como en sus salidas fuera, al bosque o a una isla más adelante. Y el suceder de las estaciones, con sus cambios que ellos parecen apreciar con significativo detalle, marca el tiempo de la narración. Otro elemento muy relevante en la novela es la importancia que cobran los hechos o los objetos más triviales, los más pequeños detalles en los que encontramos muchas veces una sútil y cotidiana belleza: Inclinó ligeramente la botella desde una altura considerable hasta que el líquido empezó a caer describiendo una línea vertical, como si el vaso ejerciera una especie de atracción magnética. O cómo la autora mezcla ambos elementos: Vacié la taza de un trago. El maestro bebía a pequeños sorbos. La luz de la luna era deslumbrante. Y la poesía. El maestro recita de vez en cuando haikus o fragmentos de poemas de autores clásicos de la literatura japonesa: A través de los sauces/ reluce el resplandor ceniciento, / el humo se levanta más allá de la pradera (Seihaku Irako).

Comienzan a quedar fuera de la taberna a propuesta del maestro: se me hacía un poco raro quedar a plena luz del día. Nuestras reuniones siempre tenían lugar en la oscuridad de las tabernas, donde nos sentábamos, bebíamos sake y comíamos tofu frío o tofu hervido, según la época del año. Nunca quedábamos de antemano, nos encontrábamos por casualidad. A veces no coincidíamos durante unas cuantas semanas. Otras veces, en cambio, nos veíamos varias noches seguidas. El azar va dando paso a pequeños planes: excursiones a un mercado o a coger setas o a una celebración enfrente del viejo instituto. Será en su primera salida, al mercado, en la que aparecerá el omnipresente maletín, tan importante en esta historia: anunció sacando una agenda del maletín negro que siempre llevaba encima. También se van intercalando en la narración pequeñas historias del pasado: un compañero de trabajo de Tsukiko que intentó propasarse, la ingesta de la seta de la risa por parte de la peculiar mujer del maestro, un viaje a Francia de la joven cuando tenía veinte años… así como historias que recuerda el maestro de lecturas pasadas.

Se enfadan por una nimiedad, no les gusta el mismo equipo de béisbol, y dejan de hablarse un tiempo (parecen ya novios sin serlo todavía). Ella se enfada muchísimo: será mejor que cambiemos de tema – le advertí, lanzándole una mirada fulminante. Pero él no dejaba de reír. Había algo diabólico en sus carcajadas. Era la risa de un niño que acaba de aplastar una hormiguita. En su relación siempre predomina la superioridad del maestro que ella, normalmente, acepta. Él es siempre el que decide o el que propone o el que enseña o el que la reprocha con cariño. Ella parece que vive en una vida suspendida en la que no sabe nunca qué hacer. En su casa, después del trabajo, se tira en el futón y deja las horas pasar hojeando una revista o un libro, dormitando. No parece reaccionar ante los acontecimientos dejándose simplemente llevar. Pero ésta vez reacciona y dejan de hablarse. Se siente atacada por él, pero lo echa de menos: el maestro era mi única compañía […] Estaba sola. Subía sola al autobús, paseaba sola por la ciudad, iba de compras sola y bebía sola. Incluso cuando estaba con el maestro era como si fuera sola a todas partes. No dependía de su compañía, pero cuando estaba con él me sentía más completa. Era una sensación curiosa, como si me hubiera comprado un reloj nuevo y no quisiera quitar el plástico adherente que protegía el cristal. Si el maestro llegara a enterarse de que lo estoy comparando con un pedazo de plástico, probablemente se enfadaría. Cuando coincidíamos en la taberna y nos tratábamos como perfectos desconocidos, me sentía como el reloj que ha perdido el plástico adherente. Por otro lado, las reconciliaciones fáciles nunca me habían gustado, y estaba segura de que al maestro también le resultaban ofensivas. Por eso seguíamos fingiendo que no nos conocíamos. Los símiles que utiliza de los hechos más importantes son curiosos. Los compara, de nuevo, con lo aparentemente más trivial. Así también, más adelante, en la página 70, describiendo la relación que mantiene con su familia vuelve a hacer lo mismo: pero había algo en aquella casa que me provocaba incomodidad. Era como si encargara varias piezas de ropa hechas a medida y al probármelas descubriera que unas eran demasiado cortas y otras eran tan largas que las arrastraba por el suelo al caminar. Entonces me quitaba la ropa, estupefacta, comprobaba de nuevo las medidas y me daba cuenta de que eran exactas. Así me sentía con mi familia.

Como se echan de menos, y ha pasado el tiempo suficiente para que su reconciliación esté a la altura, vuelven a amigarse y ella le regala un rallador que ha comprado un día que visitó una tienda en la que no sé por qué extraña asociación de ideas el brillo de los filos me hizo pensar en él. El caso es que me invadió un apremiante deseo de verlo. De nuevo, unidos, lo más importante y lo más trivial. Ya todo de nuevo en su lugar, se van a coger setas con el tabernero Satoru que les invita a una excursión a Tochigi. Se les une el primo del tabernero, Toru, y, aunque Tsukiko vacila y no sabe muy bien porqué va, el maestro está contento de estar nuevamente con ella. Mientras cogen setas, ella a veces cree verlo y a veces no: creía que estaba justo delante de mí, pero si apartaba la vista durante un segundo y volvía a mirar, ya se había esfumado. Entonces lo buscaba, sorprendida, para descubrir que se encontraba a mi lado. Un juego visual que refleja muy acertadamente lo que es su relación. Tsukiko sentada en el bosque lejos de ellos, se siente invadida por todo lo que la rodea, sobre todo la vida animal y vegetal y la agobiante humedad. Tanta vida la hace reflexionar: me sorprendió estar rodeada de tantas criaturas vivas. En la ciudad siempre estaba sola, aunque estuviera con el maestro. Creía que en las ciudades sólo vivían criaturas de gran tamaño. Sin embargo, al reflexionar sobre el asunto me di cuenta de que en la ciudad también estaba rodeada de seres vivos. Nunca estábamos solos […] nunca había considerado a los demás personas de carne y hueso. No había caído en la cuenta de que cada uno de ellos tenía su propia vida, llena de altibajos como la mía. Durante la comida que improvisan en el bosque, una deliciosa sopa de setas, el maestro les cuenta la historia de cómo su mujer comió la seta de la risa. Es la primera vez que habla de ella y se pone de manifesto claramente que al maestro esa mujer tan peculiar no le agradaba demasiado aunque fuera ella la que le abandonara quince años atrás: mi esposa no era una persona de trato fácil, pero yo tampoco. Dicen que nunca falta un roto para un descosido. Es evidente que yo no era el roto ideal para su descosido. Un poco más tarde, Tsukiko le pregunta si sigue enamorado de su mujer. El ríe y le contesta: mi mujer sigue siendo un misterio para mí […] Los insectos zumbaban a nuestro alrededor, y yo seguía sin entender qué estaba haciendo allí.

A continuación viene un capítulo importante, “Año  nuevo”, en el que conoceremos algo más a Tsukiko. Nos habla de su familia, de su soledad, de su incapacidad de resolver pequeños accidentes domésticos, de su peculiar relación con su madre, a la que se siente muy unida aún en el silencio y en la torpeza de su casi inexistente comunicación. Asimismo, nos habla de su incapacidad para mantener una relación sentimental: quizás la rutina del compromiso no fuera tan mala, pero me costaba mucho imaginármela. Y nos narra cómo de una manera absurda, sin ningún motivo aparente, dejó de ver a su último novio, al que quería, sin hacer nada para salvar esa relación. Un poco más tarde, él se casará con una amiga de ella que intentó ayudarla para que no le dejara: estaba convencida de que el amor y yo no estábamos hechos el uno para el otro. Si tan caprichoso era el amor, no quería tener nada que ver con él. Tsukiko está tan perdida que recordando todo esto en la soledad de su vida comienza a llorar mientras come una manzana. Y se va a la calle a caminar y sigue llorando y se siente como una niña que no sabe volver a casa. Y piensa intensamente en el maestro echándole de menos pero él nunca sería un desconocido, y estaba segura de que aquella noche se hallaba en algún lugar. Para mitigar su soledad se pone a cantar la única canción de invierno que recuerda en la que un verso dice “el cielo es azul, la tierra blanca”, pero no recuerda el final, y continúa llorando. ¡Está tan sola! Y por arte de magia el maestro aparece por las calles y la llama. Cada uno pronuncia el  nombre del otro. Nada más. Se están enamorando sin darse ni cuenta. Y el maestro como si la hubiera estado siguiendo, o bien adivinando su pensamiento, le dice las últimas palabras de la canción que no recordaba: ¡Oh!, las colinas nos reciben. Y se van a beber: beber sake era mucho más agradable que llorar.

Otro día que también se siente mal sale a la calle: quería comprobar que no estaba sola en el mundo y que no era la única que se sentía angustiada y, de nuevo, se encuentra casualmente con el maestro, ¡ah! El azar haciendo de las suyas, uniéndole a este hombre irremediablemente. El maestro le dice: aun el encuentro más casual es karma. Y le explica, ante la ignorancia de la chica, qué es: es la energía que todos nos llevamos de nuestras vidas anteriores y que condiciona nuestras vidas futuras. Mientras beben, el maestro le acaricia el pelo: últimamente aprovechaba la menor oportunidad para hacerlo.

Esta primera parte de nuestra lectura termina con un doble capítulo titulado “Cerezos en flor”. En él, y en el curso de un picnic de primavera organizado por su antigua profesora de arte, la señorita Ishino, Tsukiko, incómoda y celosa de ésta que no se separa del maestro, se encuentra con un antiguo compañero con el que salió un día, Takashi Kojima, que la corteja. Ella se deja hacer para alejarse de la situación creada (¿por ella misma y sus celos e inseguridad?). Ignora las llamadas a voces del maestro, como si no lo conociera, y termina por irse con Takashi a tomar algo a otro lugar. No tiene nada claro que quiera estar con él pero se deja llevar una vez más. Comen comida occidental, beben vino, el bar es muy diferente de la taberna de la estación, más moderno, está incómoda, como en una misteriosa dimensión temporal, no sabe qué hace allí, piensa en el maestro, ¿dónde y con quién estará?,  el maestro no diría nada de lo que Takashi dice. El hombre comienza a seducirla: ¿Es esto lo que quiero?, ¿quiero que Takashi Kojima siga atrayéndome hacia él? En mi cabeza había algo que no encajaba. El la roba un beso: me había cogido desprevenida. No me sentía violenta, pero tampoco estaba feliz. Me invadió una oleada de inseguridad. Su pensamiento está en el maestro, comparándolo continuamente con Takashi. El hombre termina por darse cuenta de que no va a funcionar, aun así, pasean largo rato de la mano: su mano estaba caliente. La luna bañaba las flores de los cerezos con su resplandor. Me pregunté dónde estaría el maestro. Termina marchándose en un taxi en el que pronuncia en voz alta la palabra “maestro”. Maestro, dije por segunda vez. Mi voz no llegó a ninguna parte. El taxi me llevaba por las calles oscuras.

Plazos

Es hora de vuestros comentarios sobre esta primera parte. Espero que sean numerosos. Hay mucho que comentar. Todo es sencillo y sutil en esta narración pero está lleno de significado. Adelante con vuestras opiniones sobre todo lo que consideréis interesante. Mientras la comentamos a lo largo de una semana, seguiremos leyendo a partir del capítulo “Buena suerte” (pág. 117) hasta el final de la novela. Por favor, no comentéis nada de la segunda parte, sólo de esta primera. Hay algunos que habéis dejado en el post anterior un comentario total de la novela a pesar de mis indicaciones. Ciñámonos a los plazos y a las partes a comentar. Gracias. ¡Nos encontramos en el blog!

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El cielo es azul, la tierra blanca: el amor en un haiku

7 May

Haiku. Foto en flickr de n8k99. Algunos derechos reservados.

El cielo es azul, la tierra blanca en realidad se titula El maletín del maestro. En su edición castellana se ha optado, después de haber hecho lo mismo en la alemana, por utilizar como título un verso de una canción que se menciona en la novela. Y además añadirle el subtítulo de Una historia de amor para darnos más información sobre su contenido. Empiezo por destacar esto porque no acabo de entender cómo se puede cambiar, al traducirlo, el título original de un libro, o película, pasando por alto la decisión del autor. Un título dice mucho de la obra y de la intención de su autor por lo que debería de respetarse. Y, además, me pregunto: ¿por qué lo hacen? ¿A qué obedecen esos cambios? ¿Márketing? En este caso concreto los editores debieron de pensar que era “más japonés” (¿más poético?, ¿más delicado?), y por lo tanto más vendible, el título escogido… ¿qué pensáis vosotros sobre esto? A mí me enfada y después de haber leído el libro entiendo muchísimo más que su título real sea El maletín del maestro.  Saberlo otorga más sentido al contenido de esta historia. Una historia de amor, una historia de dos soledades que se encuentran.

Tsukiko Omachi, de treinta y ocho años, es una mujer solitaria, diferente, algo inmadura que acude con frecuencia a una taberna que hay frente a la estación a beber y a comer comida tradicional. Un día se encuentra allí con su viejo maestro de japonés del instituto, Harutsuna Matsumoto, cercano a los setenta años. El viejo maestro, que encarna la tradición japonesa, es muy educado y formal, un hombre elegante que siempre camina muy rígido y que también está solo. Dos seres opuestos, singulares y muy individualistas que al principio se buscarán para compartir su soledad. Esa incipiente amistad se irá convirtiendo lentamente, a través de gestos y hechos cotidianos, en amor. Un amor nada tópico, nada pasional, sin ningún drama, un amor profundo y natural, lleno de verdad y contenida emoción y también de muchos silencios. Esta es la historia en esencia. Apenas pasa nada, sólo el suceder cotidiano de sus encuentros esporádicos y casuales. Lo que aparentemente es trivial está, en realidad, cargado de significado. Y ahí radica, a mi parecer, el gran logro de su autora, Hiromi Kawakami. A través de una prosa depurada y sencilla nos transmite una profundidad de sentido y sentimientos. Nada es casual, nada es porque sí, todo está medido. Puro concepto. Puro Japón.

La novela está narrada en primera persona por Tsukiko varios años después de los hechos que acontecen por lo cual el punto de vista será siempre el de la mujer. El tono es contenido, sobrio, leve, sereno, delicado, melancólico y el ritmo lento pero bien hilvanado. La narración es cronológica, lineal sin saltos en el tiempo. La novela está plagada de descripciones minuciosas en las que la naturaleza está muy presente, como en los haikus (podríamos decir que todo el libro está lleno de haikus). Cada cambio en la naturaleza parece que produzca un cambio en los personajes o en la historia. Cada elemento de ella que aparece está cargado de simbolismo. La historia fluye como las estaciones que se van sucediendo o como las sencillas comidas que disfrutan con placer los protagonistas, acompañadas de abundante sake o las excursiones que hacen o las conversaciones triviales que mantienen. Cada capítulo es como un relato independiente. Pequeños aconteceres que si los unimos componen una gran historia.

La acción transcurre supuestamente en Tokio y sus alrededores. No se nos dice nunca porque no importa. Lo único importante es la relación entre los dos protagonistas. Tampoco hay apenas ninguna acción paralela, únicamente el contacto que establece Tsukiko con un antiguo compañero de clase que intenta sin conseguirlo establecer una relación más íntima con ella. Y que importa sólo por lo que puede influir en la historia de la mujer con el viejo maestro. Nada interesa sobre el trabajo o el mundo que rodea a cada uno de ellos. Tampoco el pasado es mostrado con detalle, únicamente pinceladas muy concretas cuando son necesarias para el relato como el matrimonio del maestro y el papel que ocupó su mujer, que lo abandonó, en su vida.

El cielo es azul, la tierra es blanca bebe de la tradición japonesa de autores como Kawabata o Tanizaki tanto en su estilo como en su temática. El amor entre un hombre mayor (muchas veces un maestro) y una mujer joven es un tópico en la literatura japonesa. La casa de las bellas durmientes de Yasunari Kawabata, que leímos en este club, narra la historia, dejando mucho espacio a la imaginación, de una especie de casa de citas para ancianos que desean dormir al lado de una mujer joven como una manera de poder recuperar la juventud perdida. Pero, además, en El cielo es azul, la tierra blanca, Matsumoto no sólo ama a Tsukiko sino que desea mostrarle, como maestro que fue y es, el camino de la madurez. Según Roberto Saladrigas, crítico literario de “La Vanguardia”, lo que Hiromi Kawakami cuenta es tan carnal, hermoso y estimulante para el lector, que no exige ser más explícita. Su misterio radica en el extraordinario poder alusivo de la escritura, legado de los grandes artistas de la narrativa japonesa moderna.

Pareciera que en esta novela hay un canto a la cultura tradicional japonesa que va desapareciendo invadida por un Japón cada vez más moderno en el que ha triunfado la tecnología, la cultura de masas, el capitalismo feroz. Los personajes comparten una nostalgia por lo que se ha perdido, por la esencia de ese pasado tan diferente al presente que invade sus vidas y que rechazan. La eterna contradicción entre un pasado milenario pleno de ceremonias y símbolos en el que la presencia de la naturaleza es total y un presente urbanita y occidentalizado que pretende arrasar con todo.

No he logrado encontrar ninguna entrevista en castellano a la autora. Hiromi Kawakami es reacia a conceder entrevistas. Lo único un poco interesante que puedo aportar es un comentario sobre el libro hecho en un programa de Popular TV Navarra, “No apagues la luz” (2ª parte) de fecha 13 de enero de 2010. Añadir, para los que os guste el comic, que existe una versión manga de la novela titulada Los años dulces, dibujada por Jiro Taniguchi y publicada por Ponent Mon.

Plazos

Dividiremos la lectura en dos partes. Leeremos a lo largo de una semana hasta el final del capítulo “Cerezos en flor (II)”, página 116.

Os reitero lo de siempre, sobre todo a los nuevos: escribir en este post, mientras vais leyendo esta primera parte, sólo vuestras impresiones iniciales sobre la lectura o los personajes, o sobre lo aquí escrito o los enlaces dejados, pero no la comentéis en su totalidad. Cuando publique el post de análisis correspondiente a esta primera parte de la lectura dentro de una semana, y todos hayáis leído dicha parte, entonces podréis explayaros ampliamente en vuestros comentarios sobre ella. ¡Buena lectura!

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