«La historia se dedica a identificar los acontecimientos trascendentales desde un cómodo sillón».
Argumento
Un punto de inflexión importante en la historia de ese país fue el 3 de enero de 1928 cuando se puso en marcha el Primer Plan Quinquenal, «La iniciativa que daría comienzo a la transformación de Rusia y convertiría una sociedad agraria y decimonónica en una potencia industrial del siglo XX».
En el Metropol casi todo sigue igual. Ahora estamos en 1930. Ya han transcurridos 8 años desde su confinamiento en el hotel. El conde Rostov es un camarero del restaurante Boiarski y junto con Emile (el chef) y Andrei (maître) forman el Triumvirato que se reúne todos los días para decidir el destino del personal, su clientela y sus comidas.
Se vuelve a encontrar con Nina, dos años después de la última vez que la vio. Ha crecido, tiene 18 años y se va a ayudar a la colectivización de la región en la provincia de Ivanovo. Sigue teniendo mucho cariño por ella.
El Conde sigue manteniendo una relación con Anna que ya no es una actriz célebre. ¿Qué les une? lo explica muy bien el autor: «La Confederación de los Humillados, igual que los masones, son una hermandad muy unida, cuyos miembros no llevan marcas externas, pero se reconocen unos a otros a simple vista (…) Como saben que la belleza, la influencia, la fama y los privilegios son sólo prestados, no se dejan impresionar con facilidad».
Los años 30 fueron duros para Rusia, hubo una hambruna generalizada en el país que obligó a la migración de los campesinos a las ciudades, provocando hacinamiento, escasez de alimentos y vandalismo. Stalin en 1935 declaró que la vida había mejorado y ¡¡mejoró!!! porque quiso dar una visión del país más moderna y se abrió al exterior.
En 1936 se vuelve a reencontrar con Nina. Lleva casada 6 años con Leo y han tenido una hija, Sofía. Nina le dice al conde que han detenido a Leo y que le han condenado a 5 años de trabajos forzados. Necesita que se quede con Sofía un tiempo mientras ella se instala y busca trabajo cerca de donde van a llevar a su marido.
A partir de esta situación, el conde tiene que hacer ajustes en su vida. Ahora se tiene que hacer cargo de una niña. La acoge sin pensarlo bien y en poco tiempo se convertirá en el centro de su vida. Ya lleva 16 años encerrado en el hotel. Le da miedo la nueva situación, pero como bien le recuerda Marina, la costurera, «solo tiene que recordar que, a diferencia de los adultos, los niños quieren ser felices».
Se ocupa pacientemente de Sofía. Nina nunca regresará. Convierte a Sofia en su hija. Se preocupa por ella. Cuando Sofía tiene 13 años sufre un accidente en el Metropol y se queda inconsciente. Como cualquier padre en esa situación, Rostov la acompaña en la ambulancia a un hospital a pesar de estar saltándose el confinamiento. Todo sale bien, le ayuda Ósip un excoronel con el que cena una vez al mes para instruirlo en la cultura occidental.
En 1950 Sofía cumple 17 años, en «un abrir y cerrar de ojos» para su padre. Está recibiendo clases de piano, disciplina en la que tiene grandes dotes según su profesor. Sofía es una chica risueña, optimista y encantadora. No solo su padre está orgulloso de ella sino que toda la familia del hotel Metropol la quiere y la estima.
Siguen pasando los años y en 1954 el conde tiene ya 60 años. Sofía destaca como pianista y entra a formar parte de la orquesta del conservatorio de Moscú. Ese año planean hacer una gira que los llevará a Minsk, Praga y París. El Conde decide entonces trazar un plan para escapar, quiere que su hija no vuelva a Rusia y teje un plan para que se escape en París y se refugie en la embajada de Estados Unidos. El por su parte, decide dejar definitivamente el hotel Metropol para evitar represalias y regresa con Anna a Villa Holganza, destruida hace décadas por un incendio, pero donde un día el fue muy feliz.
Comentarios
Se trata de una novela larga, donde el humor de salón se presenta mientras ofrece una mirilla por donde asomarse a la transformación rusa desde fines del siglo XIX hasta mediados del XX. La historia, narrada con precisión durante más de 500 páginas, está llena de detalles del presente y del pasado, donde nada sobra y obliga a una reflexión sarcástica en cada metáfora:“…los rusos nos apuntamos con la pistola no porque seamos más indiferentes o estemos menos cultivados que los británicos, los franceses o los italianos; todo lo contrario, estamos dispuestos a destruir lo que hemos creado porque creemos más que ninguna otra nación en el poder del cuadro, del poema, de la oración, de la persona”.
El personaje principal, el conde Rostov, con su encanto, su calidad humana y unos pocos libros y objetos de valor simbólico, se las apañará para sobrevivir con gran dignidad y sentido del humor en esos nuevos y difíciles tiempos. Pese a su nueva condición subalterna, inspira respeto a los empleados del hotel y a un alto funcionario de los servicios de inteligencia, con el cual cenará frecuentemente a cambio de enseñarle política francesa e inglés por medio de películas clásicas de la época dorada de Hollywood. Sus pequeños privilegios, su dorado arresto domiciliario, no lo harán perder de vista la peor suerte de otros perseguidos: los kulaks y los campesinos, víctimas de colectivización a sangre y fuego de Stalin; los artistas de vanguardia, condenados a la estética del silencio, y su querido amigo Mishka, editor de las obras completas de Chéjov, confinado a un campo de concentración por no haber aceptado suprimir un párrafo de una de sus cartas, algo a la larga inocuo, pero que a juicio de los camaradas de cultura ponía en peligro la autoestima del pueblo.
Otros personajes entrañables de la obra: Anna, su amante incondicional a través de los años. Nunca lo abandonará y se encontrará con él definitivamente en su nueva vida fuera del Metropol. Sofia, la niña adoptiva, que le dará el cariño familiar que tanto anhelaba de su época de villa Holganza. Marina, una mujer entrañable que está siempre en segundo plano pero que aparece siempre que se la necesita y Nina que para mi representa la ilusión y decepción de la juventud que puso sus esperanzas en la nueva era después de la revolución.
Además, Por muy revolucionaria que sea la nueva sociedad, también gusta de los lujos y de los privilegios. El Metropol y su glamur sobreviven con ajustes y transformaciones. Sus grandes salones ya no serán destinados a bailes fastuosos, sino a reuniones y asambleas de sindicatos. Y en vez de un gerente, un burócrata que se encargará de quitarles las etiquetas a los vinos de la selecta cava del Metropol, en aras de la igualdad y la simplificación tecnocrática. En adelante, los comensales solo tendrán dos opciones: vino rojo o blanco.
De la forma en que se organicen las sillas para una cena del politburó se podrá inferir quién será el sucesor de Stalin (apodado el Soso). Y, también, saber qué está pasando en el mundo: el bar del hotel es el lugar preferido de los corresponsales extranjeros y un hervidero de rumores. «Nosotros y Estados Unidos lideraremos el mundo lo que queda de este siglo, porque somos las dos únicas naciones que han aprendido a dejar a un lado el pasado en lugar de inclinarse ante él. Pero ellos lo han hecho por su adorado individualismo, mientras que nosotros intentamos hacerlo por el bien común».
Una novela encantadora que es un homenaje de Rusia y de sus grandes escritores clásicos.
¡¡Ahora os toca a vosotros!!
¿Qué os ha parecido la novela? ¿Os ha entretenido hasta el final?
¿Qué personaje os ha emocionado más? ¿Os gusta el final?
Acordaros de devolver este libro a lo largo de esta semana para que puedan entregarlo a otro club de lectura. Este jueves, 5 de noviembre, presentaremos la nueva novela (los que entreguéis este libro, ya podéis recoger el siguiente).
¡Nos leemos!
Has dicho: