Argumento
Stevens sigue su viaje, su propósito es ir hasta el lugar donde reside Mss kenton y preguntarle si le gustaría volver a ser la dama de llaves de Darlington Hall. Llevan 7 años sin verse. Todo este tiempo seguían escribiéndose pero en la última carta ella le confesó que había dejado a su marido y que no sabía que iba a hacer el «resto de sus días». Esto motivó a Stevens a ir en su busca para ofrecerle volver. ¿Pero solo le movían intereses laborales?
El viaje sigue siendo una excusa para volver al pasado. Él se siente muy orgulloso de haber servido con mucha lealtad a lord Darlington del que sigue pensando que era un caballero y una buena persona aunque con sus equivocaciones.
Durante el auge del nazismo en Alemania, Lord Darlington intentó que Inglaterra se acercara a Alemania porque entendía que la democracia era un signo del pasado y que el pueblo no tenía porqué saber de política y menos de lo que más le convenía. Esto le llevó a organizar una serie de encuentros secretos en su mansión con personalidades relevantes del panorama político internacional con la intención de un acercamiento al Tercer Reich.
Stevens fue un observador pasivo de todos estos acontecimientos pero sin pararse ni un solo momento a reflexionar sobre lo que presenciaba, su lealtad estaba por encima de todo lo demás.
A lo largo de seis jornadas de viaje llega a su destino final, al encuentro de Mss Kenton y logran mantener una conversación algo más sincera con ella. Le expresa que está preocupado por su bienestar y ella le reconoce que al principio de su matrimonio no había sido feliz, que a veces cree que solo lo había hecho para fastidiarle y también le confiesa que en muchas ocasiones pensaba en «la vida que podría haber llevado con usted, MisterStevens«. Pero también asevera «no se puede estar siempre pensando en lo que habría podido ser. Hay que pensar que la vida que uno lleva es tan satisfactoria, o incluso más, que la de los otros, y estar agradecido». Y termina diciéndole que había vuelto con su marido y que intentaría ser feliz el resto de su vida.
En ese momento, Stevens nos muestra sus sentimientos cuando nos revela que al oír aquello «se le partió el corazón» aunque inmediatamente retrocede, se echa a un lado, le dice que toma la mejor decisión y se va para que ella pueda ser feliz.
Comentario
Para mi esta novela supone un extraordinario ejercicio de contención, donde nada parece expresarse abiertamente, pero todo queda perfectamente claro. “Un profundo y desgarrador estudio de la personalidad, las clases y la cultura”, como escribió en su día The New York Times.
Ishiguro comentó hace años en una entrevista que la novela nació sobre algo que llevaba tiempo pensando y que clasificó como «la metáfora del mayordomo”, una metáfora sobre la negación de la propia identidad y la idea de ser muchas veces un observador de las grandes decisiones de otros sin tomar conciencia de ellas o no querer hacerlo. Todo esto queda reflejado en «Los restos del día», que parte en 1956 y se convierte en un gigantesco fresco de la alta sociedad británica de la primera mitad del siglo XX, sus contradicciones y sus secretos.
En sus poco más de 250 páginas Ishiguro combina magistralmente una novela política, la historia de la trastienda de la Segunda Guerra Mundial, a través del rol del ex patrón de Stevens, un aristócrata británico simpatizante del Tercer Reich, una novela romántica, el amor nunca consumado entre la ex ama de llaves a quien Stevens va a visitar en su viaje y el propio mayordomo, y una obra costumbrista de la Inglaterra del siglo pasado. Y todo ello lo va relatando a través de la voz del propio Stevens quien parece estar en permanente contradicción con los hechos.
La peculiaridad de Stevens como narrador es que en ningún momento da opinión alguna sobre su enamoramiento o sobre el derrumbe moral de Lord Darlington. Como buen mayordomo inglés de aquel entonces, está incapacitado para la reflexión. No puede siquiera titubear cuando recibe una orden, ni poner en tela de juicio el carácter o las motivaciones de quien la emite.
Además, Stevens parece vivir en permanente negación como cuando insiste en que “Lord Darlington no era un mal hombre, era un hombre de gran corazón”, en respuesta a los cuestionamientos sobre las simpatías nazis de su ex patrón e Ishiguro maneja con extraordinario talento ese tono contenido.
Sólo hacia el final del libro, el narrador logra revelar sutilmente sus sentimientos hacia Mss Kenton. Pero rápidamente vuelve a ocultarlos cuando la mujer reconoce que ya es demasiado tarde. Ishiguro solo nos regala ese pequeño destello de honestidad emocional, para regresar luego al punto de partida, el mismo Stevens de siempre:
«Cuando mañana regrese a Darlington Hall, considerando que mister Farraday aún estará ausente otra semana, empezaré a ejercitarme de nuevo con más ánimo. Así, cuando mi patrón vuelva, espero poder darle una grata sorpresa.»
¡Ahora os toca a vosotros!
Me gustaría que plasmaseis vuestras opiniones sobre este libro. A mi me gustó mucho en su día y me sigue pareciendo maravilloso hoy en día.
Creo que además el autor también combina muy bien la dualidad del pasado y el presente. Stevens vive permanentemente en el pasado, recreándose en sus recuerdos. Hasta el viaje que estamos presenciando nos lo cuenta en pasado, una vez que han tenido lugar los hechos aunque sean en el mismo día. ¿El pasado no nos deja avanzar?
¿Os gustó el relato que hace de la dignidad? ¿pensáis que es acertado?
¿No creéis que el clasismo que se refleja en la novela incluye a todas las clases sociales?
La presentación de la nueva novela será el próximo jueves, 24 de octubre.
Nos leemos,
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