«Paradero desconocido»
Está armada con la correspondencia que se cruzan Max y Martin desde 1932 hasta 1934.
El alemán Martin Schulse y el judío Max Eisenstein son amigos y trabajan juntos en una galería de arte en California. Los dos provienen de Alemania. Tienen cuarenta años y han vivido casi toda su vida en EE.UU. En 1932 Martin decide volver con su familia a Alemania, que la dejó siendo muy niño, para que sus hijos conozcan su patria y no pierdan su identidad.
La primera carta es de noviembre de 1932. La escribe Max. Felicita a su amigo por volver a Alemania. Se conmueve pensando en su país ya que no lo visita desde la infancia. Y escribe «llegas a una Alemania democrática, a una tierra profundamente culta, donde la preciosa libertad política está en sus comienzos».
Martin se instala en Munich y se sorprende del grado de pobreza que encuentra. Aunque saca partido con la compra de una gran casa y su finca. A pesar de la crisis que se vive en EE.UU después del Crack del 29, observa que en Alemania hay una crisis más aguda. Tras la I Guerra Mundial, y como país perdedor en la contienda, Alemania quedó en la mayor ruina económica.
Max, en cartas posteriores, le pide a Martin su dirección en Alemania. La quiere para que acoja a Griselle -su hermana- mientras está de gira por Alemania. A lo que Martin accede cariñosamente: «le convendrá saber que tiene aquí una casa a su disposición».
En la carta de enero de 1933 Max le pregunta a Martin por la figura de Hitler. No lo conoce pero está informado de que se está haciendo con el poder en Alemania y ha leído cosas terribles sobre él. Quiere saber la opinión de su leal amigo.
Martin contesta «creo que en muchos sentidos Hitler puede ser conveniente para Alemania. Pero no estoy seguro». Reconoce también, veladamente, que tomó el poder a la fuerza ya que «ni siquiera Hinderburg pueda quitarle el poder, puesto que se vio forzado a dárselo». Y empieza a darle una descripción que resulta como mínimo, inquietante: gran orador, fanático, ¿cuerdo?, rodeado de maleantes que se dedican al pillaje y a apalear judíos. A lo que Martin disculpa como que «son cosas sin mayor trascendencia» porque persiguen un fin mayor. En ese momento Hitler está vendiendo el «renacer» de Alemania, muy maltrecha desde la I Guerra Mundial, y con un peso en Europa insignificante. Para Martin y para la mayoría de los alemanes en ese momento ha nacido un nuevo líder, que les va a despojar de la miseria y de la vergüenza.
Martin se ha afiliado al partido de Hitler, el nacionalsocialismo y es funcionario del nuevo régimen. Como muchos otros, intenta sacar partido del poder emergente. En este momento sigue teniendo dudas sobre Hitler pero «en publico no expreso duda alguna». Reflexiona con su amigo: «¿es justo el fin?», «¿estamos intentando crear una sociedad mejor?» No lo tiene claro.
En mayo de 1933 Max angustiado por las noticias que le llegan, vuelve a pedirle a su amigo que le aclare más la situación. Incluso le han llegado rumores de un Pogromo atroz contra los judíos. Le dice que su hermana tiene pensado ir en otoño a Berlín y que quiere que, como buen amigo leal, le diga la verdad sobre la situación de su patria.
A partir de aquí, estamos en julio de 1933 la situación da un primer giro radical, Martin ya no le escribe desde su domicilio. Ahora lo hace desde su banco para evitar la censura que ya reconoce que es muy estricta. Le pide que no le vuelva a enviar más cartas porque desde su puesto de funcionario no está bien visto que se escriba con un judío. Si necesita escribir algo, que le incluya unas letras en el cheque bancario de las obras de arte.
Intentando ser lo más sincero posible, Martin reconoce que aunque las medidas tomadas en su país no le gustaron al principio, ahora considera que son inevitables ya que «la raza judía es un dedo en la llaga para cualquier nación que le dé cobijo». Y que a Max lo ha querido «no por tu raza sino a pesar de ella». Añade que «los judíos son los chivos expiatorios universales» y a Hitler ya lo califica como «Amado Líder». ¿Os suena de algo? y lo más peligroso «purgamos los componentes más abyectos de nuestro torrente sanguíneo». El renacer de Alemania, la raza pura, la raza alemana… todo contenido en un mismo idealismo que por desgracia no nos queda tan lejano en el tiempo.
Perplejo ante semejante discurso, Max intenta que su amigo entré en razón. Cree realmente que Martin no ha cambiado sino que es cauto por la censura y se intenta proteger. No podría entender un cambio de pensamiento de esa magnitud. Lo podría entender en los alemanes que sobrevivieron a la Gran Guerra y tuvieron que sufrir miserias e injusticias, pero no de su amigo que vivió como un norteamericano de pensamiento liberal más.
Pero en agosto de 1933 Martin le asevera que no es un norteamericano liberal sino un «patriota alemán». Sigue a Hitler porque es un «hombre emprendedor», un hombre de acción. No cuestiona sus fines. «Sabe que son justos porque son vitales«. Y le pide que no le escriba más, que ya no tienen nada en común.
Entre septiembre y noviembre de ese mismo año, Max le escribe desesperado varias cartas seguidas para pedirle primero que proteja a su hermana, Griselle, que está en Berlín y después que la busque porque ya no recibe noticias de ella y cada vez que le manda una carta se la devuelven con el sello «Adresse unbekannt» (paradero desconocido).
Por fin, Martin le contesta en diciembre y comienza su carta con «¡Heil Hitler! Lamento tener que darte malas noticias. Tu hermana ha muerto.» Le reconoce que su hermana llegó hasta su puerta pidiéndole ayuda pero que se la denegó porque era perseguida por las tropas de asalto y la mataron instantes después. Le vuelve a pedir que no le escriba más, porque no quiere tener tratos con judíos salvo para «recibir el dinero».
A partir de este momento, se produce una ruptura y la novela vuelve a dar un giro de 360 grados. Es el momento de la venganza.
Comienza con un cablegrama en enero de 1934 enviado desde California por Max al domicilio particular de Martin y con tres cartas más donde da a entender que son familia y que Martin está planeando algo.
Martin, asustado, le escribe que por favor pare de enviarle cartas. Que se las han interceptado y que lo han llamado para explicar qué significan y le piden un código para descifrarlas. Lo han apartado del trabajo y ya nadie quiere ir a su casa de invitado. Le suplica que no continúe porque teme por su vida y por acabar en un campo de concentración. Apela a su vieja amistad para poder seguir con vida.
Pero Max continua. La mejor venganza es la que se sirve en plato frío. Así que dos cartas después, consigue su propósito, le devuelven la última carta con el sello alemán de «»Adresse unbekannt».
Análisis de la novela
Las novelas epistolares, aunque sean ficticias, nos acerca en mayor medida a los personajes, a su intimidad. Acceder a la correspondencia privada conlleva un grado de confesión y complicidad con el lector mayor que en las novelas en primera persona. Además aporta la sensación de inmediatez, que hace que asistamos a los acontecimientos al mismo tiempo que están sucediendo y por ello los hacen más impactantes.
El contenido es crudo. Asistimos a la ruptura de una amistad que en principio parecía inquebrantable. Pero la autora nos refleja el cambio en Martin de una forma sencilla, directa y sin ornamentos. Las cartas de Max son en su mayoría desesperadas y en cambio las de Martin tienen cada vez más ira, rabia y resentimiento. Quizá Martín sea, de los dos, el personaje mejor definido de la novela. En pocas cartas vemos su transformación radical y sus nuevos valores. Y sobre todo, como Hitler ha sido el detonante de su cambio. ¿Creéis que ya existía en las capas más profundas de Martin ese poso racista y fascista que se rebeló una vez instalado en Alemania? ¿O se dejó llevar deslumbrado por el nuevo poder imperante? ¿Entendéis el comportamiento final de Max? él también se dejó arrastrar por la ira y la sed de venganza.
En muy pocas páginas, apenas ochenta, esta vibrante novela resume a la perfección la transformación ideológica que el nazismo operó en los alemanes y nos hace entender como el discurso de Hitler pudo ser interiorizado por millones de ciudadanos de a pie. En resumen, una aguda y escalofriante reflexión sobre lo fácil que es manipular a las personas, sobre todo en momentos de crisis. Una reflexión que también podríamos aplicar a nuestros días.
Ahora os toca a vosotros:
- ¿Os ha gustado la novela?
- ¿Logra en cierta medida hacer un reflejo de la sociedad que abrazó a un personaje como Hitler?
- ¿Qué os ha parecido el desenlace?
El próximo lunes, 8 de octubre, presentaremos la siguiente lectura. Los que vayáis devolviendo «Paradero desconocido» en la Biblioteca Fórum podéis ir pidiendo la siguiente lectura para que no tengáis que ir dos veces.
¡Nos leemos!
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