Argumento
En esta parte de la novela, Guy Roland empieza a recordar detalles de su vida pasada. Siguiendo los pasos de Denise evoca episodios de su pasado con ella como el día en que se conocieron.
En el curso de su investigación queda en un café con el fotógrafo que le hizo la foto de portada a Denise. Éste le lleva a su piso de Montmartre. Conocía a Denise y estuvo en su piso. Le cuenta la historia de un griego de Alejandría que fue asesinado en la misma casa donde ella vivía. El griego era homosexual y subía muchos chicos a casa. Desde esa época, el fotógrafo vive alterado y con miedo. Tiene miedo de acabar asesinado también. Cree conocer la identidad de quién mató al griego. Fue durante la Ocupación y el asesino estaba por aquel entonces con un alemán. Ahora sigue vivo y se hace llamar el «jinete azul».
En el capítulo XXVI una persona recuerda a Pedro en esos años en el que vivía con miedo y quería irse de Francia. Lo visitó en el hotel Castille para una transacción de joyas. Pedro necesitaba dinero para salir del país ya que «vivimos en una época muy rara». Quería escapar a Portugal por Suiza.
Hutte le sigue pasando información desde Niza. Ahora le envía sus indagaciones sobre Denise: nacida en 1917 en Francia y casada con Jimmy Pedro Stern, que nació en 1912 en Salónica (Grecia). Además averigua que el rastro de Denise se pierde en febrero de 1943 cuando intentaba pasar la frontera franco-suiza. Tenía por aquel entonces 26 años.
Pedro Stern desapareció en 1940. En París residió en el hotel Lincoln. Este hotel ya no existe pero en su registro Pedro tenía una dirección en Roma (Italia): calle de las Tiendas Oscuras nº 2.
Investiga la identidad que finalmente cree que es la suya: Pedro McEvoy. Le resulta difícil recopilar indicios de su pasado salvo que era súbdito Dominicano y que trabajó en la legación dominicana en París. «Puede haber sido un individuo que usara nombre prestado y papeles falsos, como era corriente por entonces».
Sospecha que Pedro Stern y Pedro McEvoy son la misma persona.
Sigue esta pista. Un día se encuentra en un bar una persona que lo reconoce como Pedro McEvoy. Le dice que es André Wildmer, un jockey que iba con él y su amigo Freddie a la casa de Valbreuse. Además le recuerda la boda de Freddie con Gay Orllow en una pequeña iglesia rusa en Niza. Piensa que extraña coincidencia que sea precisamente en Niza donde está Hutte y que le hablara de esta iglesia y de su biblioteca como un recuerdo de su niñez. ¿Será Hutte también una persona de su pasado?
Wildmer le recuerda que tenía un amigo que se llamaba Porfirio Rubirosa y que fue de testigo a la boda de Freddie. Le comenta que era un diplomático dominicano y que fue el que le había dado trabajo en la legación (y también una nueva identidad).
Le desvela que él y Freddie estudiaron juntos en un internado, a orillas del mediterráneo, llamado de «Luiza y Albany». Eran amigos desde la infancia, pero no descubre nada en su visita al internado.
Hutte le pasa información sobre Oleg de Wrédé de origen ruso y que «ya con veinte años tenía un físico que llamaba la atención» y «era un canalla de poca monta que dejaba que lo mantuvieran personas de ambos sexos». Después, durante la guerra, vivía en París con un alemán de alta graduación que lo mantenía. Parece que coincide con la persona que mató al vecino de Denise durante la Ocupación.
Un poco más tarde, Pedro junto con Freddie, Denise y Gay huyen a Megève en tren con la intención de salir del ambiente opresivo y controlador de París. Al llegar a la estación Gay saluda a un conocido suyo de París, un ruso llamado Kyril.
Empezaron a vivir en Megéve de una forma despreocupada. Invitaban a gente a casa y entre ellos venía Kyril y éste trajo a Bob Besson, un monitor de esquí de la zona, y a Oleg de Wrédé. Este último se dio cuenta de que Pedro y Denise quería salir del país y les propuso cruzar la frontera por una cantidad de dinero. Estos aceptan y todo acaba siendo un engaño para robarles el dinero. A partir de esa experiencia Pedro no recuerda nada y nadie sabe lo que le pasó a Denise.
El hilo de Ariadna
En resumen, el protagonista tras una ardua investigación a lo largo de la novela descubre finalmente que su nombre real es Jimmy Pedro Stern, un judío griego de Salónica, que habitaba en París bajo un nombre falso, Pedro McEvoy, y que trabajaba para la embajada de la República Dominicana.
Pista tras pista descubre una serie de personas que conformaban su círculo de amigos: Denise Coudreuse, una modelo francesa que era su pareja, Freddie Howard de Luz, un inglés de la isla Mauricio, Gay Orlow, una bailarina estadounidense de origen ruso y André Wildmer, un antiguo jinete inglés.
Todos ellos deciden abandonar un París cada vez más opresivo debido a la ocupación alemana y reunirse en Megève en 1940. Denise y Pedro, por su lado, decidieron abandonar Francia a través de Suiza, por lo que le pagan a un contrabandista llamado Oleg de Wrede y a su ayudante Bob Besson para que les ayude, pero que finalmente los abandonará en la montaña, dejándolos solos y perdidos en la nieve.
Guy Roland decide encontrar a Freddie, que se había instalado en la Polinesia tras la guerra. Cuando llega a Bora Bora, descubre que Freddie había desaparecido en un naufragio unos días antes. A Guy Roland solo le quedaría una pista para desenmarañar los hilos de su pasado, una antigua dirección en la Roma de los años 1930 que él mismo había ocupado: el número 2 de la Rue des Boutiques Obscures en pleno Gueto judío.
Comentario de la novela
Es un libro fácil de leer pero quizá difícil de comprender ya que el fondo de la cuestión no está en la superficie. Además esta historia tiene un final inconcluso que deja al lector preguntándose si realmente conoce la identidad del protagonista y valorando la importancia o no de tener una identidad, una memoria, en definitiva, un pasado que nos defina.
Modiano busca a través de la escritura respuestas a su identidad porque se considera a sí un hijo del periodo turbulento de la ocupación alemana de Francia durante la Segunda Guerra Mundial: «Yo soy hijo de esta época caótica. La gente aprendió a vivir de negocios poco claros, del mercado negro, de la compraventa de bienes de titularidad dudosa, todo eso duró hasta principios de los setenta. […] Son historias de las que nunca se saben todos los entresijos».
Es así como crea un mundo completamente «modianesque» y la razón por la que sus novelas son tan reconocibles, porque están presentes en ellas todas las obsesiones del autor: su particular ejercicio de construcción de su infancia, la incesante búsqueda de una identidad propia en base a los recuerdos, el pasado y el presente intercalados de manera casi imperceptible, la construcción de un conjunto de personajes oscuros y evanescentes… De ahí su particular modo de mezclar historias imaginadas con vivencias personales, sin dejar nunca claro al lector si lo que está leyendo es realidad o ficción.
Un ejemplo, el capítulo en el que Pedro y Denise recogen a una niña y se la llevan de paseo todo el día tiene mucho de símil biográfico. El autor cuenta en sus entrevistas que sus padres no se ocupaban mucho de sus hijos ya que se iban temporadas fuera por trabajo así que lo dejaban a él y a su hermano al cuidado de desconocidos. Ya de mayor se pregunta muchas veces que será de ellos, dónde estarán las casas en las que había vivido cortos periodos de tiempo. Al igual que la niña, ya de mayor, evoca ese recuerdo.
Cuando se le pregunta a propósito de sus recuerdos, Modiano responde: «Recordar puede ser un ejercicio feliz o doloroso, en función de si es motivo de ansiedad o evocación de un paraíso perdido»
Su estilo literario se caracteriza por la economía expresiva y según explica el propio autor en una entrevista «Una frase corta, algo lineal, es el único modo, para mí, de captar lo onírico, porque para dar esa impresión de un sueño interrumpido, en el que entra alguien por sorpresa, necesito frases muy concretas, al igual que en algunos cuadros surrealistas, como los de Magritte, todo es muy preciso pero la impresión global es de sueño. Eso son mis frases cortas, un estilo barroco no me sirve.»
La mayoría de la novela está escrita en primera persona. Solo algunos capítulos están redactados en tercera persona y entonces el autor nos va dando pinceladas reales de la auténtica identidad de Guy. Y vamos comprobando que hay una correspondencia entre lo que va recordando y la realidad.
Se dan extrañas coincidencias en la novela, como por ejemplo que Freddie se hubiera casado en «una pequeña iglesia rusa de Niza» que también le ha descrito Hutte en una de sus cartas desde su retiro en la misma ciudad. O que el contrabandista que engaño a Pedro y Denise se pareciera al ruso que mató al vecino de Denise por asuntos turbios.
París es tratado siempre como un personaje más de la novela y según una entrevista con el autor «Es un París onírico que, aunque basado en lo real, con calles precisas, está totalmente interiorizado, a partir de mis recuerdos de adolescente. Un París que ya no existe. Ojo, no es nostálgico, sino soñado, totalmente interior.»
Al final no se presenta una respuesta sino que se enuncia un interrogante. La identidad no sólo es intercambiable por quien la posee o puede poseerla, también es etérea, intermitente, efímera. Como dice Guy al final de la novela:
«Mi querido Hutte: me voy de París la semana que viene, a una isla del Pacífico en donde hay alguna probabilidad de que vuelva a encontrar a un hombre que me dará informaciones de lo que fue mi vida (…) hasta ahora todo me ha parecido tan caótico, tan fragmentario … Retazos, briznas de cosas me volvían de repente según investigaba … Pero, bien pensado, a lo mejor una vida es eso … ¿Se trata de la mía efectivamente? ¿O de la vida de otro, dentro de la que me he colado?»
y para terminar «¿Y acaso no se esfuman en el crepúsculo nuestras vidas con la misma rapidez que ese disgusto infantil?«
¡Ahora os toca a vosotros!
Espero vuestras impresiones y reflexiones de la novela. Todo lo que queráis comentar.
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