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Seguir adelante

29 Mar

Óleo de Laura Irurita

Argumento

Esta parte comienza diez años después del incidente del lago entre Nath y Lydia. Las cosas siguen igual. James sigue soportando miradas y burlas de la gente y se descansa pensando que para Lydia las cosas serán más fáciles. Tendrá amigos, se integrará. Era lo que quería para ella. Mientras, Marilyn, seguía haciendo planes para ella que consistían en comprarle libros de ciencias, que se presentara al concurso de ciencias… Marilyn «tejía el futuro de Lydia como un largo hilo dorado, un futuro que, estaba convencida, su hija también deseaba».

Mientras todas las atenciones iban para su hermana, Nath se sentía invisible en su propia casa. Le seguían interesando los temas del espacio, era lo único de lo que leía o en lo que pensaba. Pero se lo ocultaba a sus padres después del incidente que había pasado con su padre el verano que no estaba su madre.

En esa época Lydia era la que en la práctica «cada día mantenía a la familia unida» mientras Nath y Hannah no existían, incluso cuando Hannah se hizo algo mayor le hicieron un «dormitorio en el desván, donde se guardan las cosas que ya nadie quería».

Ya era 1976, el año de la tragedia,  y Lydia seguía estudiando física, matemáticas… y cada vez se le hacían más difíciles. No entendía nada. Por no contradecir a su madre, se seguía matriculando en esas asignaturas pero cada vez se encontraba con más dificultades. Nath, por el contrario, estaba deseando que le admitiesen en Harvard. Quería huir de ahí. Sabía que su vida podía cambiar en la universidad. En cambio, Lydia temía su marcha. Era su tabla de salvación, quien la entendía y acompañaba a lo largo de su vida. Por eso de una manera todavía infantil escondió la carta de aceptación de Harvard para que su hermano no la viese. No tuvo éxito porque acabó viendo la segunda carta que le enviaron. Así que Nath podía darle una alegría a sus padres, ser por fin el centro de atención. Pero Lydia, fastidiada y con rencor hacia Nath por su cercana marcha a Harvard no se lo dejó disfrutar. En medio de entusiasmo familiar atrajo la atención sobre ella diciendo que «iba a suspender física». Así que su fracaso eclipsó el éxito de su hermano. Enfadado estaba deseando irse por fin a Harvard. Se distanció de Lydia.

Así que para fastidiar a su hermano se hizo amiga de Jack, el vecino con el que coincidía en clases de física y que tenía fama de andar cada día con una chica distinta. Y como siempre nadie lo conocía realmente ya que «la gente decide cómo eres antes incluso de conocerte … se creen que lo saben todo de ti. Solo que nunca eres quién creen que eres«.

Mientras tanto, James recibió una llamada de la policía donde concluyen que la causa de la muerte de su hija fue el suicidio.  La consideraban la explicación más plausible ya que apenas tenía amigos, estaba siempre sola y sus notas empezaban a descender. Además había ido al lago cuando no sabía nadar.

Nath seguía sospechando de Jack. No cree que su hermana se pudiera quitar la vida. Pero Hannah, la hermana invisible que todo lo ve, tiene claro que Jack no pudo hacer daño a Lydia. El mal entendido viene porque en realidad Jack está enamorado en secreto de Nath. Jack se lo confiesa a Lydia el día anterior a su muerte en el lago. 

Por otra parte, Marilyn descubre la infidelidad de James con Louise. James se había refugiado en los brazos de Louise para sobrellevar el dolor de la pérdida. Así que Marilyn lo entendió y mantienen una conversación tranquila aunque «habrá cosas de las que nunca hablen … más tarde reconstruirán otras cosas que nunca se han dicho» e intentan empezar de cero, ya que «la única posibilidad es seguir adelante». 

Y por último queda el capítulo de la ira de Nath hacia Jack, que lo sigue haciendo responsable de la tragedia de su hermana. Se pelea con él, Jack no ofrece resistencia, lo compadece y está enamorado de él. Aún así Nath necesita descargar su ira. Finalmente al caerse al lago,  se acuerda de su hermana y piensa en todas las cosas que le van a pasar en el futuro y que le gustaría contarle. Pero de momento se concentra en la mano de Jack y en Hannah, quiere salvarse y empezar también de cero.

Comentarios

La escritura limpia, fresca, lírica e intuitiva de Celeste Ng aborda sin complejos el tema de la culpabilidad, que salpica a todos los personajes. Lejos de ser poco reflexivos, los personajes son conscientes de las heridas que se infligen, pero no son capaces de contener sus gestos dañinos. La violencia y la mentira han tejido una red que malogra los buenos propósitos. El tiempo no cura, pues sólo deforma los hechos, inventando un relato alternativo. Las palabras aceradas se diluyen en el recuerdo. El malestar no es una evidencia, sino un amargo lastre que distancia a los hermanos y destruye el amor entre los padres.

La noche que precede a la muerte de Lydia sólo evidencia el carácter asfixiante de unas relaciones familiares difíciles, enquistadas y muy marcadas por la incomprensión y la indiferencia.

Pero Celeste Ng no juzga ni condena. No pretende dar una lección de moralidad, sino que observa y recrea una serie de situaciones, todo lo deja a criterio del lector y para ello va poco a poco desnudando a los personajes con una prosa cristalina cargada de honestidad.

Marilyn es una mujer de cabeza privilegiada que quiso estudiar cuando las mujeres aún lo tenían difícil, renegando de la perfecta ama de casa que era su madre, para caer luego en el tópico de dejarlo todo por amor y sentir un vacío con olor a meta no cumplida que proyecta ahora en su hija Lydia. No le interesa saber lo que su hija realmente quiere, ni quién realmente quiere llegar a ser.

James hace lo mismo. Tampoco lo tuvo fácil en el pasado siendo el único chico de raza distinta de su colegio y entorno. Sabe lo que eso le supuso y ahora quiere que su hija se integre socialmente, que sea popular y tenga muchas amigas. Quiere lo que él nunca tuvo y siempre deseó.

Los dos padres, sin darse cuenta, depositan sus frustraciones en su hija. Emplean tanta energía en conseguirlo que se olvidan de sus otros dos hijos que viven esa indiferencia ya casi como normalidad, por lo menos en el caso de Hannah, esa tercera hermana que el lector acaba viendo como si fuera «el ojo que todo lo ve» y que procura aprender de los demás para no cometer los mismos errores. 

En cambio Nath, incomprendido y aislado, intenta dar un vuelco a su vida intentando conseguir lo que realmente quiere, y cree que ese punto de inflexión llegará con una nueva vida en la universidad. Y ahí deposita todas sus esperanzas, intentando soltar ese nudo invisible que lo une tanto con su hermana Lydia.

Y esta es la familia que nos presenta la novela, que se va alejando poco a poco de la intriga para adentrarse en los personajes. Que nos los presenta mucho antes de la tragedia y nos deja ver cómo les llega a afectar procurando no caer en el dramatismo ni las culpas privadas que las personas tendemos a sentir cuando un hecho así sacude nuestras vidas.

Me ha gustado mucho este libro, creo que la trama ha estado bien hilada desde el principio y ha ido acompañada de una prosa ágil y transparente. Nos ha llevado casi sin darnos cuenta de una historia de intriga otra mucho más compleja y dramática donde los personajes y sus sentimientos están a flor de piel.

Espero que os haya gustado. 


Ahora os toca a vosotros,

Comentad todo aquello que os haya sugerido la novela. Hablad de los temas que queráis: personajes, trama, etc.

¿Os parece que los personajes y sus circunstancias son también reflejo de la sociedad actual?

Sé que muchos de vosotros ya habéis terminado la lectura hace días. ¡Así que poned vuestras impresiones finales en este post!

Calendario

IMPORTANTE: Necesito que entreguéis este libro antes del próximo miércoles, 3 de abril, en la biblioteca Fórum porque lo van a empezar a leer en otro Club de Lectura de esa misma biblioteca.

Este lunes, 1 de abril, publicaré un post con la presentación de la nueva lectura. De todas formas, los que cogéis el libro en la biblioteca y paséis a partir de ahora mismo a entregar el de Celeste Ng ya os prestarán el libro siguiente (que sé que hay lectores que prefieren acercarse en fin de semana).

Nos leemos,

La tragedia del lago

18 Mar

Argumento

Estamos en el año 1977 y Lydia está muerta. El principio es impactante. No deja lugar a dudas. El narrador omnisciente nos hace partícipes de un hecho terrible, incluso antes de que lo sepa su propia familia.

La acción se sitúa en un pueblo universitario llamado Middlewood (Ohio). Una familia de clase media interracial, padre de raza china (James), madre de raza blanco (Marilyn), ambos norteamericanos y tres hijos mestizos: Lydia, Nath y Hannah.

Lydia tiene 16 años y ha desaparecido. Su madre llama al colegio para saber si ha acudido a primera hora. Después, intranquila llama a su marido a la universidad para que vuelva a casa. La policía acude pero al principio es un poco escéptica ante la desaparición de Lydia ya que saben que «muchos adolescentes se van de casa sin avisar» y después aparecen en 24 horas por decisión propia.

La policía resalta que se acuerdan de que en 1966 también había desaparecido una vez la madre, Marilyn, pero James en seguida les aclara que fue un mal entendido y cosas de familia. Les recomiendan que llamen a todas sus amistades y de inmediato hacen una lista. Ninguna sabe nada de Lydia.

Jack sabe más cosas de su hermana que sus propios padres. Sabe que siempre estaba sola en el Instituto. No tenía amigas. Además, llevaba un tiempo quedando con si vecino Jack, un año mayor que ella. A Nath no le gustaba porque se había burlado de él en varias ocasiones y lo odiaba.

La policía llama y dice que han encontrado el cuerpo de Lydia sin vida en el lago. No sabía nadar.

Para entender bien el devenir de los acontecimientos el narrador nos lleva al pasado y nos muestra la vida de Marilyn y James antes de casarse, como ella quería sobresalir a toda costa y él pasar desapercibido. Era 1955 y Marilyn estaba matriculada en Radcliffe y le gustaba la química y la física, quería ser médico. Su padre les había abandonado cuando ella era todavía una niña y vivía sola con su madre que se había hecho profesora de economía doméstica para sacar adelante a su hija cuando se quedaron solas. Su madre era una buena ama de casa y Marilyn no quería ser como ella, quería desarrollarse profesionalmente y ver mundo. En cambio su madre le recomienda que se case con un buen chico para tener la vida asegurada.

Pero Marilyn conoce a James en la universidad como profesor y se enamora de él. Y comienzan una relación sentimental.

James en cambio siempre quiso pasar desapercibido. Sus padres eran gente humilde y él por su inteligencia fue el primer niño oriental en estudiar en Lloyd pero nunca logró integrarse. Cuando empezó a salir con Marilyn creyó que las cosas cambiarían. Pero nunca le contó a ella por todo lo que había pasado en su vida.

Marilyn pensaba estudiar Medicina y James quería ser profesor en la universidad pero lo planes se truncaron de repente, James no consiguió una plaza en Harvard y Marilyn se quedó embarazada de Nath. Así que James aceptó una modesta plaza en la  universidad de Middlewood y ella una boda.

Era 1958 y en muchos estados este matrimonio iba en contra de la ley. La madre de Marilyn lo desaprobó desde el primer momento. No era lo que quería para su hija. Y le decía el día de su boda «Esto no está bien, Marilyn. Esto no está bien» y «cambiarás de opinión. Te arrepentirás de haberlo hecho». Su madre, con todos los prejuicios de la época pensaba en los hijos que iban a tener en común, y que no encajarían en ninguno de los dos mundos. Marilyn nunca perdonó a su madre esto y desde el día de su boda no la volvió a ver.

El funeral de Lydia se produce y Jack acude para darle el pésame a Nath, que cree que tuvo algo que ver en la muerte de su hermana y lo odia por ello. Sabe que tiene mala fama en el instituto, que todo el mundo sabe que cada día va con una chica distinta. Sospecha de él y ve como la policía lo interroga y éste reconoce que solo eran amigos y que sí, que Lydia estaba últimamente disgustada pero que siempre estaba así.

James lee el informe de la autopsia de Lydia que revela «asfixia por ahogo» pero no pueden determinar si fue un suicidio o un accidente. Se siente muy mal y en ese momento se consuela con Louisa Chen, su ayudante oriental de 23 años, con la que comienza a tener relaciones sexuales.

Marilyn  tenía 29 años cuando quiso volver a la universidad. Nath empezaba primaria y Lydia iba a la guardería. Todavía no tenían a Hannah. Se acordaba de que no quería parecerse a su madre y no lo había conseguido. Era solo una ama de casa. Pero James no quería que su mujer trabajase. El quería ganar para los dos. La situación se agudiza cuando en 1966 muere su madre y prepara el funeral. Regresa a la casa de su infancia y este hecho hace que Marilyn pensase como es su vida realmente y que no consiguió lo que realmente quería. El único recuerdo de la casa que realmente le recodaba a su madre era el libro de cocina de Betty Crocker y eso la entristeció.

Marilyn pensaba que podría haber sido médico si no estuviera casada y tuviera dos hijos y pensó «puedo hacerlo» tenía los ahorros de su madre. Además en cuanto vendiese su casa, tendría más dinero y podría hacer la carrera de medicina. «Cada noche cuando estaba sola volvía a leer el libro de cocina y se daba ánimos para rebelarse contra la vida mezquina y silenciosa de su madre«. Y toma la determinación de cumplir su sueño. Le deja una nota a su marido «Me he dado cuenta de que no soy feliz con la vida que llevo (…)» que rompió al momento. Y decidió irse sin más, sin ninguna explicación como si ella no hubiera estado allí.

Ese verano, James puso en conocimiento de la policía su desaparición.  Su búsqueda era algo complicada porque hizo las maletas y se llevó las llaves. Tanto Lydia como Nath echaban en falta a su madre y no lograban comprender que había ocurrido. Fue ese verano cuando Nath se aficionó al espacio y a los astronautas, en cambio Lydia se hizo una promesa solemne, si su madre volvía haría todo lo que ella quisiese.

Marilyn volvió a casa cuando se dio cuenta de que estaba de nuevo embarazada. Ahi tomó conciencia de que la universidad se había acabado para ella y que tenía que volver con sus hijos. Era su vida y se conformaba. Eso sí, se hizo también una promesa: estaría pendiente de su hija Lydia, la cuidaría y nunca le diría las cosas que su madre le dijo a ella. La guiaría y la haría una mujer independiente. Haría que estudiase una carrera. Pensó que su hija conseguiría todo lo que no había conseguido ella.

A partir de ese momento todas las atenciones iban siempre para Lydia y Nath lo veía. Y ese verano, el de la desaparición y regreso de su madre, ocurrió el incidente del lago. Sabía que su hermana no sabía nadar y aún así, lleno de rencor «había empujado a Lydia al lago». Su hermana ocupaba todo el espacio en la casa, en sus padres. Pero Lydia se dejó tirar porque «el peso de ocupar el lado inclinado de la balanza vencida hacia ella era excesivo». Y Nath sintió que aunque ella no estuviera, su mundo no se equilibraría. Así que reaccionó y la sacó del lago. 

Nunca hablaron de lo que pasó en el lago. De aquel episodio en el lago Lydia y Nath recordarán cosas distintas: «Durante toda su vida Lydia recordaría una cosa. Durante toda su vida Nath recordaría otra».

Comentarios

Celeste Ng muestra con extraordinaria pericia psicológica cómo nace el resentimiento, el rencor, la rabia, el odio a los demás y a uno mismo. Lo hace con la mirada del narrador omnisciente que escarba en el interior de todos los personajes. El narrador conoce todo de todo el mundo. En cada capítulo nos va rebelando el punto de vista de cada uno de los miembros de la familia. Nosotros como lectores conocemos más de ellos que ellos mismos. El problema que se arrastra desde las primeras páginas es el de la comunicación. Nadie habla con nadie. Vemos lo que hacen, sentimos lo que sienten pero no lo comparten con nadie. En la familia Lee no fluye el cariño, sino la ira, el tedio, la melancolía y el miedo.

Esta primera parte me produce mucha desolación. Ves los errores casi antes de que se produzcan. Ves el sufrimiento de unos padres, sus vidas no han sido fáciles. La época en la que vivieron tampoco les ha ayudado mucho pero a pesar de todo, quieren lo mejor para sus hijos pero no lo saben expresar y tampoco saben como crear un ambiente de cariño y respeto. Nadie habla con nadie de nada importante. Todo lo guardan en su interior.

En esta parte vemos como padres quieren para sus hijos la vida que ellos no pudieron conseguir. Sin darse cuenta, Marilyn presiona a su hija con los estudios para que se esfuerce y consiga ser médico ¿pero es realmente lo que quiere Lydia? A lo largo de las páginas se va creando un ambiente asfixiantes  de unas relaciones familiares marcadas por la incomprensión, la posesividad y la indiferencia (Nath y Hannah).


¡Ahora os toca a vosotros!

  • ¿Como veis vosotros la trama?
  • ¿O parece que tantos puntos de vista entorpecen la lectura o la enriquecen?
  • Me gustaría vuestra reflexión sobre los personajes de la historia.

Además, os dejo para la reflexión esta reseña del caso del matrimonio Loving comentado en esta parte de la novela:

https://hipertextual.com/2015/06/loving-day-la-legalizacion-del-matrimonio-interracial-en-estados-unidos

Espero vuestros comentarios.

Nos leemos,

Nuestra próxima lectura: «Todo lo que no te conté» de Celeste Ng

7 Mar

Cambiamos de tema y de país. Nos adentramos en EE.UU de la mano de la escritora Celeste Ng  y su celebrada novela «Todo lo que no te conté» que nos hará vivir un drama familiar donde la culpa y la falta de comunicación lo impregnan todo. Aunque siempre queda lugar para la esperanza.

Novela publicada en 2014 y reeditada por la Editorial Alba en 2016. La traducción corre a cargo de Laura Vidal (Madrid, 1971).

La novela

«Lydia está muerta. Pero esto aún no lo saben». Así empieza este impresionante thriller literario. Todo sucede en los 70 en una pequeña y tranquila ciudad de Ohío donde todo el mundo se conoce. Y los primeros pasos: Una joven desaparecida, un lago cercano a su casa, un chico con mala fama que fue el último que estuvo con ella. En este territorio familiar Celeste Ng desarrolla de una historia que, como dice el New York Times, es muy diferente de las que habíamos visto hasta ahora en la literatura norteamericana. Todo lo que no te conté trata las relaciones entre el matrimonio, sus problemas para integrarse y las ilusiones que ambos concentran en Lydia que ha heredado los ojos azules de su madre y los rasgos chinos de su padre. Y de lo caro que se paga ser la hija preferida.

«Todo lo que no te conté» es una novela sobre los errores y las frustraciones de una familia que sufre el drama de la pérdida de una hija. Su autora, Celeste Ng, aborda en este libro el tema de la culpabilidad que salpica a todos los personajes de la novela.

Esta novela ha sido en 2014 Bestseller y Notable Book de The New York Times, Mejor Libro de Amazon, Mejor Libro de Ficción de Entertainment Weekly y Booklist, Mejor Libro de Time Out de New York y Mejor Libro de la National Public Radio, entre otros reconocimientos.

Una curiosidad, suele estar catalogada como una novela de «intriga y suspense» pero realmente es un drama familiar. Hay rasgos de investigación para averiguar que ha pasado con Lydia pero la historia se centra en la vida en familia, los sentimientos y todo lo que han tenido que pasar y sufrir hasta el presente.

Una novela desgarradora, llena de sentimientos y de dolor por la muerte, la soledad y la frustración.

La escritora

Celeste Ng nacio en Pittsburgh, Pennsylvania, en 1980 y creció en Shaker Heights, Ohio, en una familia de científicos. Fue alumna de la Universidad de Harvard y obtuvo una beca de la Universidad de Michigan donde ganó el Premio Hopwood. Ha publicado su ficción y sus ensayos en One Story, TriQuarterly, Bellevue Literary Review, la Kenyon Review Online, entre otras publicaciones, y ganó en su día el Premio Pushcart.

Ha sido ganadora del Massachusetts Book Award, el Asian/Pacific American Award for Literature, el ALAs Alex Award, y del Medici Book Club Prize, y fue finalista de otros muchos premios incluido el Ohioana Award, el John Creasey (New Blood) Dagger Award, y el VCU Cabell First Novelist Award. La autora fue seleccionada en 2014 por el New Yorker como una de las mujeres escritoras más importantes del año. Acaba de ser nominada como Finalista del Premio IMPAC 2016.Vive en Cambridge, Massachusetts.

Otra obra de la autora es «Pequeños fuegos por todas partes» (Alba Editorial, 2017) donde explora el peso de los secretos largamente guardados y la fuerza del instinto maternal. También el peligro de los que creen que llevar una vida convencional y planificada, donde se respeta el cumplimiento de las reglas, puede evitar el desastre o la angustia de intentar huir del pasado.

Contexto histórico

La novela se desarrolla en los años 70 del siglo XX. Empieza la década con la presidencia de Richard Nixon, único presidente hasta la fecha en dimitir del cargo. Terminó su mandato con la intervención estadounidense en la guerra de Vietnam en 1973. La visita de Nixon a China en 1972 estableció relaciones diplomáticas entre las dos naciones. Nixon inició la entente entre Estados Unidos y la Unión Soviética, impulsando el Tratado sobre Misiles Antibalísticos.

En política socioeconómica, Nixon impuso controles sobre los sueldos y los precios durante un período de noventa días, y creó la Agencia de Protección Ambiental. Presidió el alunizaje del Apolo 11, que marcó el final de la carrera espacial.

Las leyes de integridad racial estaban vigentes en todos los estados del Sur para proteger la «blancura» de la razas. La ley de Integridad Racial de 1924 definía como blanca a una persona «que no tiene ningún rastro de sangre que no sea de caucásico». Muchas de estas leyes se apoyaban en la superioridad blanca proclamada por la corriente llamada ‘eugenesia’ que argumentaba que la mezcla con afroamericanos e indios podría causar un daño social. Negros, mulatos, nativos americanos y asiáticos estaban tocados por estas leyes en mayor o menor medida según el estado. No fue sino hasta 1967 que en EE.UU el matrimonio interracial dejó de ser un delito en todo el país.


Calendario de lecturas

  • 7 de marzo: post presentación de la lectura.
  • 18 de marzo: post de comentarios hasta el capítulo 6 (inclusive).
  • 29 de marzo: post de comentarios hasta el final (del capítulo 7 al 12).

Los que estáis apuntados para recoger el libro en la Biblioteca Fórum: podéis pasar a recogerlo por la Biblioteca Fórum en horario de apertura de la Sala de Adultos.

Por favor, acordaros de devolver el título anterior, «Calle de las Tiendas Oscuras».

Buena lectura,

No temo a la vida

15 Feb

Arco del Triunfo. París. Foto en flickr por Juanedc. Algunos derechos reservados.

Con quince años, Elena y su familia llegan a Finlandia. Este país va a ser nieve y alegría. Dos años en los que Elena será feliz como nunca lo ha sido. Esa nieve blanquísima que le empuja a la aventura la limpiará de todo lo vivido: sintió enseguida una serenidad, una paz tan profunda como no había conocido en su corta vida. Y luego, igual que el bienestar que sigue de cerca a la ingestión de un tónico, la embriagó una alegría infantil, una especie de jubiloso fervor. Van a vivir en un hotel con otras personas que, al igual que ellos, han huido de la revolución. Elena no se sentirá sola a pesar de que su padre se marcha a Moscú y su madre sólo tiene ojos para Max con el que pasa, a pesar del peligro, largas temporadas en San Petersburgo. Se siente acompañada por personas amables que la cuidan y con las que lleva una vida de deliciosa rutina, y en su corazón conserva intacto el recuerdo y el amor por mademoiselle Rose. De alguna manera, Elena recupera su infancia, la alegría de tirarse en trineo por las laderas nevadas, de jugar salvajemente, pero, paralelamente, conocerá el amor con un hombre casado, Fred Reuss, que es como un niño. Es curiosa esta mezcla de niña y mujer que se da en la joven en su estancia en el país de la nieve. La niña que se hace mujer con el hombre cuya juventud parece inextinguible inmersos en una naturaleza que les hace jugar salvajemente con el peligro volviendo a ser niños (en el caso de Elena la niña que nunca fue) y, a la vez, besándose febrilmente como adultos que viven una pasión que saben que no durará. Sintiendo que un suave y dulcísimo vértigo se apoderaba de su alma en ambas situaciones.

Abrirse al amor le hace incluso entender y aceptar, por primera vez, que entre su madre y Max hay verdadero amor pero cuando comprueba que Fred no va a dejar nunca a su mujer vuelve el odio a través del dolor. Y comienza a idear su venganza: ¡Qué tonta soy! La venganza está en mi mano… Si supe atraer a Fred Reuss, detrás del cual iban todas las mujeres… Max no es más que un hombre… Si yo quisiera… ¡Oh, Dios mío, aleja de mí esa tentación! Sin embargo… ella se lo merece… Mi pobre mademoiselle Rose… cómo la hicieron sufrir… ¿Perdonar? ¿Por qué? ¿A santo de qué? Sí, ya lo sé, Dios dijo: “Mía es la venganza”. ¡Me da igual, no soy una santa, no puedo perdonarla! ¡Espera, espera un poco y verás! Te haré llorar como me hiciste llorar a mí […] ¡Qué odioso es todo! ¡Cuánto dolor! ¡Qué malo es el mundo! ¡Espera, amiga mía espera!  Elena se debate entre el deseo de venganza que crece en su corazón lleno de odio y la culpa por ser mala como ellos. En una larga noche magistralmente narrada en la que todos los huéspedes del hotel reunidos en el salón, cercados por el peligro de la guerra que se acerca a su refugio en la nieve, falsamente seguro, Elena, al contrario de los demás, no siente miedo ninguno: rió entre dientes. El silbido de las balas le gustaba. Una exaltación salvaje la hacía estremecerse y temblar de alegría […] De pronto experimentó una energía y un júbilo burlón que no volvería a sentir en toda su vida […] y sentía hasta el vértigo la orgullosa embriaguez de ser ella misma, Elena Karol, “más fuerte, más libre que todos ellos juntos”. Finalmente, por la mañana, todos se marchan del hotel y se despedirá para siempre de Fred. Refugiados en un pueblo, Elena se aburre mortalmente: no es que echara de menos a Fred, muy al contrario, extrañamente lo había olvidado. Pero añoraba la libertad, los espacios abiertos, el peligro, la vida al límite que había conocido y que no podía borrar de su memoria.

En su estancia en ese pueblo, Elena continuará alimentando su idea de venganza. Cada vez los odia más y Max y su madre ya no se quieren como antes, discuten, se reprochan, ya sin ningún pudor, delante de ella. Esta tercera parte termina con una discusión terrible entre los dos en la que Elena presencia el inicio de su decadencia como pareja y fríamente se aferra como a un clavo ardiendo a su plan de venganza: yo soy joven, tengo dieciséis años, te lo quitaré, te robaré a tu amiguito, y para ello no hará falta ni mucho tiempo ni mucha astucia, ¡ay, ni mucho esfuerzo!… Y cuando te haya hecho sufrir lo bastante, lo mandaré a paseo, porque para mí siempre será el odiado Max de mi infancia, el enemigo de mi pobre institutriz muerta… ¡Oh, qué bien voy a vengarla! Pero todavía hay que esperar… Terrible.

El vendaval de la revolución, que desperdigó a su capricho a los hombres por la faz de la tierra, mandó a los Karol a Francia en julio de 1919. Así comienza la cuarta y última parte de la novela. Acaba de terminar la I Guerra Mundial, Elena tiene diecisiete años y está feliz de regresar a su amada París: la niña se había transformado en joven mujer. Un mundo se había desmoronado, arrastrando a innumerables personas a la muerte, pero de eso Elena no se acordaba, o más bien un feroz egoísmo lo velaba en su interior: rechazaba los recuerdos fúnebres con la implacable dureza de la juventud; sólo le quedaba la conciencia de su fuerza, su edad, su poder embriagador. Una salvaje excitación fue apoderándose de ella. ¡Quién le iba a decir a Irène Némirovsky que en la siguiente guerra mundial ella moriría a la edad de treinta y nueve años en un campo de concentración sólamnente por ser judía!

Y como se siente joven, fuerte y capaz de seducir a un hombre comienza su acercamiento a Max, no ha olvidado su venganza aunque la culpa no la abandona: en el fondo no soy mejor que ellos. Estos sentimientos encontrados vivirán en su interior mientras ejecuta su plan. No queda claro tampoco si Elena se enamora de alguna manera de Max o sólo es venganza, hay momentos en que parece que sí lo ama o por lo menos lo necesita. Todo es confuso, ¿no creéis? Claramente, Max cae rendido a sus pies y a su juventud (la hija que sustituye a la madre, la misma sangre), su relación con Bella está acabada, ésta además está haciéndose mayor y, aunque intenta patéticamente ocultarlo con afeites de todo tipo, su decadencia es un hecho que ella lleva muy mal así como la distancia de Max. Se pasa el día llorando y suplicando y Max no la aguanta. Pero no la deja, hay todavía apego a ella (el sangrante, agonizante amor que seguía existiendo entre Max y su vieja amante), a pesar de las numerosas discusiones, y además, muerta su adorada madre, no tiene a nadie, sólo a los Karol a los que se aferra y a su nuevo amor por Elena. En su seducción, Elena avanza y retrocede, duda, siente culpa o una exaltación llena de odio a partes iguales (me he pasado la vida luchando contra una sangre odiosa, pero la llevo dentro). Y a Elena lo que más le importa es mantener su fuerza ganada a pulso: deseo ser más fuerte que yo misma, quiero vencerme a mí misma…  Y cuando el poco amor que recibe, de Fred, de su padre, le falla, su fuerza se tambalea y entonces sólo le queda el odio o el juego de la seducción. Algo importante que señalar es que Bella no se enterará nunca de la relación de los dos jóvenes. Sospecha que Max tiene una amante pero nunca sabrá que es su propia hija así que, a mi parecer, la venganza no es completa. Elena nunca le dirá a su madre lo que está ocurriendo: cuando vea que el juego ha llegado demasiado lejos, me retiraré… Pero no antes de haberla hecho sufrir, al menos un poco. Nunca será tanto como yo sufrí por su culpa… Sólo un poco… En medio de sus dudas por lo que está haciendo comienza a surgir una nueva idea en Elena: si pudiera creo que esta misma noche me iría. En el fondo, es lo único que deseo. Marcharme a cualquier rincón de la tierra donde no volviera a ver ni a mi madre ni esta casa, donde no volviera a oír las palabras “dinero” y “amor”.

Finalmente, Elena se niega a casarse con un Max que le suplica muerto de amor: nunca podré olvidar. Jamás sería feliz contigo. Me gustaría vivir junto a un hombre que no hubiera conocido a mi madre, ni mi casa, que ni siquiera conociera mi lengua ni mi país, que me llevara lejos, me da igual dónde, al infierno, lejos de aquí. Contigo sería desdichada aunque te amara. Pero no te quiero. Éste se marchará a Londres donde vive su hermana y comenzará una nueva vida casándose con otra mujer. Pasa el tiempo, dos años, que Elena siempre recordará como un torrente de aguas densas e impetuosas. En ese tiempo había madurado, envejecido, pero sus movimientos seguían siendo bruscos y torpes, su tez, pálida, y sus brazos, delgados y frágiles. Bella se entregará a lo único que le queda: los amantes, gigolós, por dinero. No puede vivir sin amor, sin hombres, sin peligro: no puedo cambiar mi cuerpo, apagar el fuego que arde en mi sangre […] La sensación de peligro, que era lo único que la satisfacía […] ¿Crees que hay alguien en el mundo que pueda vivir sin amor?

Mientras tanto, Boris, que se ha reunido con ellos en París, parecía consumido por un fuego interior. Está muy desmejorado y aunque sigue ganando dinero a raudales se entrega al juego aún más, al alcohol y a las fiestas con mujeres en una carrera autodestructiva que le llevará, con el tiempo, a la muerte después de arruinarse completamente. La familia ha estallado por los aires, no queda nada e incluso Elena echa de menos aquellos tiempos en los que había tenido algo parecido a un hogar, a una familia. Y se siente culpable: soy yo, yo, la artífice de esto. Tenía a Max… Habría sido mío hasta la muerte… Quise cambiar el curso de nuestras vidas, como un niño que intenta detener un torrente con sus débiles manos, y aquí está el resultado. Este armenio gordo, este hombre pálido y agotado y esta vieja arpía – se decía, mirando a su madre con un sentimiento en que ya no había odio, sino una especie de horror ante aquel rostro devastado, abotargado, embadurnado, con el hilo escarlata de los finos labios, aquel rostro donde tantas arrugas, tantos surcos dejados por las lágrimas, eran obra suya, pensaba con piedad, pavor y remordimiento. Pero enseguida se decía, desesperada -: Todo el mundo vive así…

Muerto su padre, la idea de Elena de marcharse cobra un mayor sentido: ¿Para qué voy a quedarme? ¿Qué me retiene ahora que el pobre ha muerto? Tengo veintiún años. Mi padre era mucho más joven cuando se marchó de casa. Supo ganarse la vida muy bien. Tenía quince años. Me lo contó muchas veces. Yo soy una mujer, pero soy valiente. Y, Elena, sin saber siquiera adónde ir, abandona su casa con una maleta y su gato: por primera vez, las lágrimas, gruesas y abundantes, resbalaron por su cara. Estaba sola. Con la lluvia, los Campos Elíseos habían quedado desiertos. Poco a poco, iba entrando en calor; la sangre empezaba a correr por sus venas más deprisa, con mayor alegría […] Jamás habría abandonado a mi padre. Pero ahora está muerto, descansa tranquilo, y yo soy libre, libre, me he librado de mi casa, mi infancia, mi madre, todo lo que odiaba, todo lo que me oprimía el corazón. Lo he arrojado lejos, soy libre. Trabajaré. Soy joven y estoy sana. No temo a la vida. La venganza, a medias cometida, ya no tiene importancia porque Elena ha encontrado su camino, su liberación.

Plazos
Ya terminada esta extraordinaria novela es vuestro turno de comentarla, tanto esta segunda parte como toda ella en su totalidad. Disponéis de una semana para ello. Espero con muchas ganas vuestros comentarios que ¡tienen que ser muchos! 🙂 Venga, ánimo, sobre todo a los que todavía no os habéis pronunciado. A mí me ha dejado un poso amargo esta lectura pero, a la vez, he aprendido mucho con ella, de la vida, del ser humano, de los sentimientos de todo tipo que le mueven… Y he disfrutado enormemente de la prosa poderosísima de esta gran autora.

Su temida y odiada madre

5 Feb

Palacio de invierno. San Petersburgo. Foto en flickr por Little Sadie. Algunos derechos reservados.

Para empezar situémonos en el tiempo y en el espacio. La primera parte de El vino de la soledad se desarrolla en Ucrania donde Elena vive desde los ocho a los doce años, entre 1910 y 1914, año del comienzo de la I Guerra Mundial. La segunda parte arranca con el traslado de la familia a San Petersburgo donde vivirán hasta el inicio de la Revolución Rusa de 1917 cuando Elena ya tiene quince años.

Boris y Bella Karol viven en una aletargada ciudad de provincias perdida en lo profundo de Rusia con los padres de Bella, los Safronov, y Elena, su única hija. La profesión de Boris, gerente de una fábrica de tejidos, les permite llevar una vida acomodada. Boris ha salvado de la miseria a los Safronov, una familia aristócrata que ha dilapidado su fortuna. El matrimonio de Bella ha sido claramente de conveniencia. Ésta no quiere a su marido y únicamente le ha dado una hija para contentarle. Boris, sin embargo, ama a su mujer pero se pasa casi todo el tiempo fuera y, cuando está en casa, las peleas se suceden. Boris además es débil, cede para evitar los problemas. Elena crece con el único amor de su institutriz, mademoiselle Rose. Odia a su madre, adora a su padre que tampoco parece quererla mucho (estoy de acuerdo con vosotros en lo del complejo de Edipo que sufre), siente algo de aprecio por su abuelo y no soporta mucho a su quejosa y triste abuela. Elena es víctima y, a la vez, observadora de la triste vida familiar que lleva.

A través de una cena familiar la autora nos presenta a la familia y a sus circunstancias. La narración está frecuentemente salpicada de hermosísimas descripciones de la naturaleza o el tiempo como la primera con la que arranca la novela. Bella se aburre mortalmente y se resiste a tener un amante, solución tomada por todas las mujeres casadas de la época, ella lo que quiere es ¡estar sola, ser libre! Pasear por las calles de París mientras hombres desconocidos la siguen y la abordan: eso al menos era apasionante, peligroso, excitante… Estrechar en sus brazos a un hombre del que no sabía ni el nombre ni la procedencia, que nunca volvería a verla: era lo único que le provocaba aquel intenso estremecimiento al que aspiraba. La autora pisa fuerte, no elude la verdad por muy dura que sea. Incluyo este párrafo sobre Bella para ver si podemos entenderla. Es el personaje que más rechazo nos puede provocar, con razón. A los ojos de la niña es toda defectos pero, de tanto en vez (no sé si lo habéis apreciado), hay una cierta justificación de su proceder como cuando se nos habla de sus anhelos y de sus orígenes familiares, ¿no os parece?: nunca he sido feliz. Que me dejen divertirme ahora, no hago daño a nadie. Y sobre todo: pensar que su temida y odiada madre había sido una niña como todas las demás e incluso que también tenía derecho a reprocharles algo a sus padres, introducía demasiados matices en el sumario y radical retrato que Elena había ido esbozando laboriosamente en su fuero interno. Elena no quiere saber, no quiere, quizá, entender. Pero, a la vez, hay una explicación sutil de dónde puede proceder todo.

Elena no es cariñosa con nadie, no le gustan las demostraciones de afecto y cuando recibe alguna, pocas, se siente mal (en sus raros momentos de maternal ternura, cuando estrechaba a Elena contra su pecho, sus uñas siempre arañaban la cara o el brazo desnudo de su hija). Desdeña el cariño y le gusta que la institutriz, comedida y sensata, sea parca en esas demostraciones (era ordenada, exacta, meticulosa, francesa hasta la médula, algo distante y burlona. Nada de palabras altisonantes. Pocos besos. “¿Qué si te quiero? Claro, cuando te portas bien”). A la niña le llega con saber que la quiere y que se lo diga de vez en cuando, pero con su padre todo es diferente: los únicos besos que Elena aceptaba y devolvía con gusto eran los paternos. Su sangre y su alma, su fuerza y su debilidad, sólo se sentían fraternas y cercanas con él, que inclinaba hacia la niña su pelo gris plateado con reflejos verdosos por la luz de la luna, su rostro todavía joven pero arrugado, fruncido por la atención, sus ojos, tan pronto profundos y tristes como iluminados por el brillo de un malicioso regocijo… Lo primero deciros que me rindo ante la prosa de Némirovsky, ¡es brillante! (os transcribiría decenas de párrafos), y lo segundo es una teoría que he elaborado mientras leía el libro sobre que quizás lo que salvó a Elena-Irène fue ese amor incondicional por su padre, ese Edipo, independientemente de que el padre no la correspondiera. Quizá toda su fuerza y valor vengan de ese amor que la salva de todo lo demás. ¿Qué opináis? Pero también viene de su soledad cuando se encierra en su habitación con sus juegos de guerra (de niño, curioso), sus libros y su entrega al mundo de los sueños donde se cura de todo lo malo bajo los cuidados siempre atentos de su mademoiselle que nunca la abandona.

Boris pierde el trabajo por culpa de su mujer. El director sabe que ella lleva una vida de lujo por encima de sus posibilidades y piensa que él puede acabar robando dinero para mantener ese tren de vida. Y por esa razón le despide. Mientras los oye discutir, Elena juega a la guerra con sus soldados y eso la hace fuerte (lo que más le interesaba era su fortaleza). Escapa a los gritos de sus padres a través de un sueño de sangre y gloria. La niña aprende pronto a defenderse de todo lo hostil que le rodea. Ese despido será el principio de la fortuna que amasará Boris que se marcha a Siberia, como gerente de unas minas de oro, y con el tiempo se hará inmensamente rico. En su ausencia, Bella se lanzará al desenfreno, siempre fuera de casa, siempre seduciendo a otros hombres. Elena crecerá solo con la compañía, indispensable, de Rose. E insisto: se hará fuerte: gracias a mademoiselle Rose, la niña, que se había acostado con el telón de fondo de un estrépito de gritos, discusiones y platos que estallaban en pedazos, podía oír con indiferencia aquella lejana tempestad como quien oye el viento en una casa caldeada con las ventanas cerradas, sabiendo que tenía un refugio al lado de aquella tranquila joven que cosía junto a la lámpara. Con la ausencia de su padre, Elena soporta peor la vida en familia y llora a menudo: durante mucho tiempo, la carne tuvo para Elena un regusto a sal y el pan estuvo empapado de amargura. Elena compara su vida con la de otras familias más felices y siente, a la vez, envidia y desprecio. Siempre se está defendiendo, luchando: su forma de ser no le permitía rendirse a una desesperación inútil.

Elena crece sola, asustada, triste, con terror a perder a la única persona que la quiere (No regresará. Un día se irá y no volverá) pero eso, a la vez, la hace fuerte, sobre todo el silencio y la soledad: a los diez años empezó a hallar un encanto melancólico en aquella soledad dominical. Le gustaba el extraordinario silencio de aquellas largas jornadas. Y el odio a su madre va creciendo: su corazón albergaba un extraño odio hacia su madre, odio que parecía crecer con ella, que como el amor tenía mil motivos y ninguno, y como el amor podía decir: “Porque era ella, porque era yo”. ¿Cómo entendéis esta última frase? Me parece un enigma. Aquí podemos introducir también lo que algunos habéis remarcado: la atípica relación madre-hija, el tema principal de esta novela, llena de matices, silencios, renuncias, tristeza.

A pesar de todo su sufrimiento, Elena es una niña, ya de diez años, y disfruta con el juego; sobre todo corriendo se sentía libre, contenta, fuerte. Está viva: sentía la dura y amarga alegría de estar viva con una especie de embriagadora plenitud. Observad la adjetivación de “alegría”, aparentemente contraria a su significado: “dura”, “amarga”. Como la vida de Elena: una niña que juega, se ríe, corre pero, a la vez, es muy desgraciada. Y mientras juega y corre descubre a chicas más mayores que se entregan al juego del amor y el sexo. Esto, en una edad que se acerca a la frontera entre la niña y la mujer, le produce, al mismo tiempo, curiosidad y rechazo (una oscura sensación de asco, vergüenza y atracción). ¿Qué sabe ella del amor? Su modelo son unos padres que discuten, una madre que no ama a su padre y tiene amantes, ella lo sabe bien (la escena de la camisa rasgada). El amor colocado en un lugar erróneo. Por eso no puede envidiar ni entender a esas chicas y, entonces, como oposición, se sumerge, se reboza, en la naturaleza: ¡Uf! ¡Qué horror! Volvió la cabeza y la hundió en la hierba, que se mecía suavemente, porque con el atardecer se había levantado viento. Olía al cercano río y los juncos, a la cañas que lo rodeaban. Roza la perfección cómo la autora describe esa contradicción que una niña tan desgraciada vive respecto a lo que significa hacerse mujer con el modelo de una frívola e infiel madre incapaz de amar.

En sus viajes todos los años a París, Elena es feliz. Aunque su madre se aloja en un gran hotel y manda a la niña con su institutriz a una mísera pensión, ella disfruta enormemente de la ciudad y estando en ella y viendo a otros niños, muy diferentes a ella, jugando felices en la calle, quiere ser como ellos, quiere ser otra. Ha pasado el tiempo, ya tiene doce años, es el invierno anterior a la I Guerra Mundial, está en Niza y llega su padre que se las va a llevar a vivir a San Petersburgo: de repente experimentó un sentimiento de amor por él que le colmó el corazón de una alegría casi dolorosa, intensa hasta la angustia. Pero a su padre, ya rico, sólo le interesa el dinero: la mecánica de la ganancia, los negocios, y su hija era una niña inocente que lo miraba con adoración. Y también el juego. La lleva con él al casino de Montecarlo, la deja fuera, se olvida de ella horas mientras Elena se dedica a observar, mientras espera, a toda la gente que la rodea imaginándose sus vidas: la incipiente escritora hace su aparición.

La segunda parte comienza en el otoño de 1914 cuando Elena y mademoiselle Rose llegan a San Petersburgo. Una nueva vida en una nueva ciudad. Elena se ha convertido en una niña reservada que ha aprendido a ejercer el disimulo: habría preferido morir a dejar traslucir sus sentimientos. No le gusta la ciudad, tiene un presentimiento de desgracia. ¡Es tan diferente a París! Y su amada París está en guerra, y Rose está muy triste pensando en qué será de su país y su familia y, además, nadie las viene a buscar a la estación: una oleada de dolor y hiel le inundaba el alma, ascendiendo de las profundidades de su ser, de un región de sí misma que ni ella conocía. Al llegar a la casa se encuentra con la sorpresa de que allí vive su primo Max Safronov, un joven de veinticuatro años, rico, que se ha convertido en el amante de su madre: Elena se marchó, preguntándose con angustia qué le traería aquel desconocido, si felicidad o desgracia, porque ya sabía que en adelante sería el verdadero dueño de su vida. Elena que, de alguna manera, siempre se ha sentido mayor a su edad siente que ha envejecido de golpe: qué vieja se puede ser a los doce años… – Súbitamente, se sintió ávida de soledad total, de silencio, de una amarga melancolía con la que alimentar su alma hasta saturarla de odio y tristeza. El odio, siempre el odio que la configurará hasta llegar a la venganza.

A partir de este momento se acelera la acción. Estamos ya en 1915. Europa está en guerra pero nadie de la familia, excepto Elena y Rose, piensa en ella, sólo les importa el dinero y la abundancia en la que viven. Su padre nunca está en casa, su madre o esta fuera o se encierra en el salón con Max, ella no tiene amigas… y sólo piensa en ser la mujer más hermosa del mundo: Dios mío, haz que todos los hombres se enamoren de mí cuando sea mayor (¿Cómo su madre?). Cuando su padre está en casa con amigos tan ricos como él sólo hablan de dinero y de cómo pueden conseguir más y más. De nuevo, otro salto en el tiempo, la revolución de 1917 se acerca pero nadie parece darse cuenta, no se la toman en serio ni cuando comienza a haber graves disturbios. Mademoiselle Rose ha envejecido, está como ausente, murmura frases ininteligibles, hace tres años que no sabe nada de su familia. Las dos se refugian en las iglesias donde Elena se siente tranquila, no tiene miedo a nada, se logra olvidar de esa ciudad fétida que odia. En casa se aburre, ya tiene catorce años pero la siguen vistiendo como a una niña. Tiene pensamientos de adulta: todas las casas están habitadas por mujeres adúlteras, niños infelices y hombres atareados que sólo piensan en el dinero.

Los acontecimientos se van a precipitar hacia el abismo cuando Elena, que siente que nadie le presta atención (ellos no la veían, pero para ella también eran irreales, seres lejanos medio envueltos en la bruma, vanas e inconsistentes sombras carentes de sangre y sustancia. Vivía lejos de ellos, aparte, en un mundo imaginario del que era dueña y señora), se alivia escribiendo en los márgenes de los libros todo lo que piensa de su familia. La escritura como acto de liberación, algo que ya no la abandonará a Elena-Irène. Pero, se equivoca, y Bella le arrebata el libro. Al leer lo escrito la insulta con inusitada dureza e infinita crueldad: la cara de su madre, crispada por la ira, se acercó a la suya. Vio brillar aquellos ojos que odiaba, dilatados por la cólera y el miedo. Hay que buscar una cabeza de turco y, claro, ¿quién va a ser la culpable sino mademoiselle Rose que ha sido quien la ha educado? Deciden despedirla. Elena sucumbe ante lo que más ha temido en toda su vida: perder a la única persona que la quiere. Y recurre al padre pero éste también la rechaza y Elena se dio cuenta de que su padre no deseaba saber nada, que quería seguir amando a aquella mujer y aquella caricatura de hogar, y conservar la única ilusión que le quedaba en la vida. Aunque Elena, ya mayor, sufre más por su institutriz porque sabe que no podrá vivir sin la niña a la que ha educado y amado, que no tiene a nadie más en el mundo, que morirá si la separan de ella.

En una última escena sobrecogedora, perdidas en la niebla de la ciudad hostil, mademoiselle se esfumará mientras habla sola delirando hacia el abismo, hacia la nada. Elena aterrorizada la buscará en vano y por un momento siente deseos de tirarse a los canales pero sabía que no era cierto. Cuanto veía en ese momento, cuanto experimentaba, su misma desdicha, su soledad, y aquellas aguas negras, aquellas llamitas de farol agitadas por el viento, todo, incluso su desesperación, la impulsaban hacia la vida […] No, no podrán conmigo. Soy valiente… Mademoiselle Rose muere. Ellos se van a marchar dos días después a Finlandia huyendo de la Revolución. Elena se ha hecho fuerte, muy fuerte. Todo, su familia, su vida, la guerra, la muerte, el horror, el odio, la soledad, todo ello le ha convertido en una mujer valiente: ¿acaso soy una niña pequeña? ¿Me asusta la muerte, la desgracia? ¿Me asusta la soledad? No. No pediré ayuda a nadie, y menos a ellos. No los necesito. ¡Soy más fuerte que los dos juntos! ¡No me verán llorar! ¡No son dignos de ayudarme! Nunca volveré a pronunciar su nombre… ¡No son dignos de oírlo! Sobrecogedor. Fuerte. Duro. Todo en este libro lo es.

Plazos
Disponéis de una semana larga para comentar esta primera parte. Mientras, seguiremos leyendo desde la Tercera parte, pág. 117, hasta el final de la novela. Espero que sean numerosos los comentarios. ¡Hay tanto que comentar! Los personajes, los temas fundamentales que toca, la situación histórica y social, el estilo, la verdad y el valor que contiene la prosa poderosa de Irène Némirovsky…

El vino de la soledad: la fragilidad y la fuerza del ser humano

25 Ene

Kiev in winter. Foto en flickr por Mariusz Kluzniak. Algunos derechos reservados.

El vino de la soledad es la novela más autobiográfica de Irène Némirovsky. Irène es la verdadera protagonista de la novela. Ella es Elena Karol y la novela es la historia de su vida entre los ocho y los veintiún años, de 1910 a 1923. Su confesión, su desahogo, su ajuste de cuentas. Irene tuvo una infancia difícil e infeliz con una madre que nunca le demostró amor sino más bien rechazo y un padre ausente. Hija única, creció siendo una niña solitaria sólo cuidada y querida por su institutriz francesa. Se refugió en la lectura y pronto en la escritura. La literatura fue su salvación, incluso una catarsis, y a través de ella se vengó de esa madre que la despreciaba. Irène, Elena, la misma persona.

Publicada en 1935, cuando Irène tenía treinta y dos años, El vino de la soledad (hermoso y simbólico título) cuenta la vida de una adinerada familia ruso-judía, los Karol. Boris, el padre, es un judío hecho a sí mismo de baja extracción social pero hábil en los negocios. Cuando comienza la novela no es muy rico, aunque poseen una situación acomodada, pero después se convertirá en un gran hombre de negocios que no para de viajar y que amasará una cuantiosa fortuna. Sus únicos intereses son ganar dinero y el juego. Bella, la madre, una aristócrata rusa perteneciente a una familia venida a menos, es una mujer narcisista, egocéntrica, frívola y coqueta a la que sólo le preocupa estar guapa y pasarlo bien. Colecciona amantes más por sentirse adulada que por amor. No ama a su marido ni a su hija (bueno, no ama a nadie), ésta es más bien un estorbo para ella ya que al ir creciendo le hace sentir el paso del tiempo, cosa que no le gusta nada. Bella no hace ningún caso a su hija y sólo se dirige a ella en muy pocas ocasiones para criticarla, despreciarla o censurarla. Elena la odia, no así a su padre al que adora aunque éste no le haga mucho caso y sólo establezca torpes y ocasionales contactos con ella. Boris ama a su mujer y se hace el ciego y el sordo ante la colección de amantes, también las convenciones sociales influyen en su proceder. Elena crece sola con el cariño de su adorada madeimoselle Rose, dulce y protectora que se convierte en la única figura maternal.

La historia comienza en una ciudad de provincias a las orillas del Dniéper (Ucrania) que posiblemente sea Kiev (entonces rusa). Cuando el padre prospera y se hace rico se trasladarán a San Petersburgo y después a Finlandia huyendo de la revolución bolchevique. Finlandia pertenecía entonces a Rusia pero allí las cosas están más tranquilas. Elena odia San Petersburgo y ama las nieves y el frío de Finlandia. Cuando también Finlandia se desestabiliza políticamente ante el avance de la revolución, los Karol se irán definitivamente a París, ciudad que visitaban frecuentemente en la infancia de Elena y que ésta adoraba. Pero ahora hay guerra y París ya no es la misma, es una ciudad fría, extraña y vacía que acentúa su soledad. La novela se desarrolla en una época convulsa. Los hechos históricos y políticos, que en la novela se muestran sólo con certeras pinceladas (los hechos históricos sólo hay que rozarlos, mientras se profundiza en la vida cotidiana y afectiva y, sobre todo, en la comedia que eso ofrece, Irène Némirovsky dixit), son claves en el devenir de Europa y Rusia: la caída de los zares, la I Guerra Mundial, la Revolución Rusa de 1917 y la Guerra Civil rusa entre blancos y bolcheviques en 1919. Hay un paralelismo entre la vida familiar y la situación histórica: ambas se precipitan hacia el abismo. La novela está dividida en cuatro partes, cada una corresponde a los cuatro lugares donde van a ir viviendo sucesivamente los Karol: Ucrania, San Petersburgo, Finlandia y Francia. Cada parte empieza con ese cambio espacial y la acción sigue un orden cronológico, se trata de una estructura interna lineal en la que no hay saltos temporales. Los espacios interiores también tienen una gran importancia: las casas y los hoteles en los que viven son descritos profusamente con ese estilo detallista y preciso que caracteriza a Némirovsky.

En El vino de la soledad asistimos a dos temas fundamentales como son el desmoronamiento de una familia y el odio que conduce a la venganza, en este caso de una hija hacia su madre. Otro tema secundario pero no menos importante es el de la soledad. No hay concesiones ni sentimentalismos en una narración dura y fría. Escrita en tercera persona omnisciente el punto de vista es el de Elena, aunque a veces aparece el punto de vista de otros personajes pero muy brevemente. Asistimos asimismo al desarrollo de Elena y a su evolución psicológica que crece desde una infancia en la que ya es una niña sensible, seria, inteligente, observadora, consciente de su desgracia, que se hace necesariamente fuerte y muy madura hasta convertirse en una mujer joven que echa la culpa de toda su infelicidad y soledad a su madre de la cual decide vengarse dándole en donde más le duele. Será su liberación de esa familia que la ha hecho tan desgraciada. Al final de la novela Elena cruzará la frontera hacia la edad adulta saliendo fortalecida e indemne de tanto daño y abandono. Ella es el vino de la soledad que la embriaga. El tema de la venganza de una hija hacia su madre la trató Némirovsky en otras dos grandes novelas: El baile y Jezabel. Queda claro que la autora se vengó de su maltrecha suerte a través de la literatura necesitando hacerlo en varias ocasiones. Sus novelas, veintiuna en total, quince traducidas al español, giran en general en torno a su propia vida. Una vida que la marcó a fuego y de la que tuvo necesidad de escribir para exorcizar sus demonios.

El estilo de la novela es analítico, descriptivo, directo, veraz y poético, sobre todo en lo que respecta a la naturaleza y los sentimientos. No hay humor ni ironía en su escritura, no hay vía de escape por ahí, todo lo contrario: Némirovsky opto por un tono grave, frío, sereno y estudiado. Es una gran escritora, brillante, exacta, profunda, madura, con una gran habilidad para crear tramas humanas sin concesiones a la sentimentalidad y cruda cuando tiene que serlo ya que los temas que trata así lo son. La descripción de personajes en El vino de la soledad es precisa. Excepto con Elena con la que se explaya más, los demás personajes son retratados con pocas pinceladas muy certeras sin ocultar sus flaquezas, anhelos o miserias resultando a veces incluso muy descarnados y crueles.

Asimismo asistimos, a través del punto de vista de Elena, a un demoledor retrato de la sociedad burguesa de la época en la que ella vive inmersa: hipócrita, frívola, amoral, cotilla, a la que sólo le importan las apariencias, el lujo y el dinero. A resaltar que la fortuna que consigue hacer Boris, y tantos otros rusos, proviene del aprovechamiento de la desgracia de quienes no tuvieron más remedio que vender absolutamente todo para poder huir y sobrevivir cuando la revolución bolchevique triunfa. Lo mismo aconteció con la familia de Irène Némirovsky, cuyo padre, León Némirovsky, uno de los más ricos banqueros rusos, se enriqueció de igual manera. El padre de Elena representa al hombre de negocios judío que sólo vive para ganar dinero pero no disfruta realmente de su riqueza. Embebido en amasar una fortuna (millones, millones, millones) su única salida a una vida estéril en lo personal es el juego en los casinos. El estilo de vida de los Karol y de las demás familias burguesas que los rodean es pretencioso y pleno de infidelidades: allí todas las mujeres casadas tenían un amante al que sus hijos llamaban “tío” y con quien su marido jugaba a la cartas. La propia Bella exclama en una ocasión: ¡Ay!, yo no he nacido para ser una burguesa tranquila y satisfecha entre un marido y una hija.

Para terminar, transcribo un párrafo del prólogo de Myriam Anissimov a Suite Francesa en el que podemos comprobar la similitud entre la vida real de Irène y la de Elena Karol: Irène, confiada a los buenos cuidados de su aya, recibió las enseñanzas de excelentes preceptores. Como sus padres sentían escaso interés por su hogar, fue una niña extremadamente desdichada y solitaria. Su padre, a quien adoraba y admiraba, pasaba la mayor parte del tiempo ocupado en sus negocios, de viaje o jugándose fortunas en el casino. Su madre, que se hacía llamar Fanny (de nombre hebreo Faïga), la había traído al mundo con el mero propósito de complacer a su acaudalado esposo. Sin embargo, vivió el nacimiento de su hija como una primera señal del declive de su feminidad, y la abandonó a los cuidados de su nodriza. Fanny Némirovsky (Odessa, 1887 – París, 1989) experimentaba una especie de aversión hacia su hija, que jamás recibió de ella el menor gesto de amor. Se pasaba las horas frente al espejo acechando la aparición de arrugas, maquillándose, recibiendo mensajes, y el resto fuera de casa, en busca de aventuras extraconyugales. Muy envanecida de su belleza, veía con horror cómo sus rasgos se marchitaban y la convertían en una mujer que pronto tendría que recurrir a gigolós. No obstante, para demostrarse que todavía era joven se negó a ver en Irène, ya adolescente, otra cosa que una niña, y durante mucho tiempo la obligó a vestirse y peinarse como una pequeña colegiala. Irène, abandonada a su suerte durante las vacaciones de su aya, se refugió en la lectura, empezó a escribir y resistió la desesperación desarrollando a su vez un odio feroz contra su madre. Esta violencia, las relaciones contra natura entre madre e hija, ocupa un lugar capital en su obra.

Una novela impregnada de tristeza y melancolía en la que se nos narra una historia que nos habla, a veces con terribles silencios, de heridas muy profundas, de una infancia rota, de ilusiones perdidas, de soledad, de pasión, de odio y de venganza.

Plazos
Como la novela consta de cuatro partes, dividiremos la lectura en dos partes. La primera de ellas nos llevará hasta el final de la segunda parte (pág. 113). La leeremos a lo largo de una semana. Os reitero lo de siempre: escribir en este post, mientras vais leyendo esta primera parte, sólo vuestras impresiones iniciales sobre la lectura o sobre lo aquí escrito, pero no la comentéis en su totalidad. Cuando publique el post de análisis correspondiente a esta primera parte de la lectura dentro de una semana, y todos hayáis leído dicha parte, entonces podréis explayaros ampliamente en vuestros comentarios sobre ella. ¡Buena lectura!