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La uruguaya

18 Ene

El argumento

Lucas Pereyra es escritor, está casado con Catalina y ambos tienen un hijo que se llama Maiko. Viven en Argentina. La historia transcurre a lo largo de un sólo día. Lucas tiene un viaje programado a Montevideo para traer un dinero que le han enviado desde dos editoriales en pago de sus dos próximos libros. Lo va a buscar a Uruguay para evitar las restricciones cambiarias de su país. Pero también hay alguien más allí, una mujer llamada Magali Guerra.

Lucas no atraviesa su mejor momento, ni en lo personal ni en lo laboral. Aburrido de su vida conyugal y familiar, la perspectiva de pasar un día entero en otro país y en compañía de una joven uruguaya era suficiente para animarlo.

En el viaje a Montevideo, Lucas va pensando en su vida. En lo asfixiante que encuentra su matrimonio. Cree además que su mujer está teniendo relación con otro hombre de su entorno laboral.

Recuerda como un año antes conoció a Guerra en un festival literario al que lo habían invitado en Valizas (Uruguay). Cómo le gustó desde le principio «qué mujer más hermosa, qué demonio de fuego me brotó de adentro», la sacó a bailar, se gustaron al instante y recuerda «estaba anestesiado y se me prendieron los cinco sentidos otra vez y a máxima potencia». Ella sabe que él está casado y tiene un hijo. A su vez también le dice que ella está con alguien. Quedan al día siguiente discretamente para hacer una excursión.

Pasan un día divertido, se besan pero nada más. Él se vuelve a su país y ella a su vida. Había transcurrido un año desde entonces. Se habían visto un par de veces más en viajes a Montevideo por trabajo pero donde quedaban para tomar un café. Ahora se volvían a ver de nuevo. En realidad no se conocían pero Lucas se había hecho una visión de la relación que era más una ilusión que una realidad.

El encuentro de Lucas con Guerra es algo frío «¿Quién es esta mina? Me resultaba totalmente desconocida. Me costaba hacerla coincidir con mi delirio de meses». Realmente no se conocíanA los ojos de Guerra, Lucas era «un mimado por la vida. Un Peter Pan que no quiere dejar de ser niño.» 

Guerra le confiesa que ya no está con nadie y que lo ha pasado muy mal. Su novio, César, la había engañado con su mejor amiga, Rocío, y se había marchado a vivir con su padre. No estaba en un buen momento anímico. Para ella este día era para desahogarse y pasarlo bien. No quiere una nueva relación y menos con alguien que vive tan lejos y está casado. Así que Lucas no consigue su propósito porque ella no quiere que la lastimen más y no quiere «extrañarte. No quiero extrañarte».

Así que la habitación que Lucas había reservado en un hotel de Montevideo se queda vacía. Por el contrario Guerra quiere pasarlo bien y le ofrece un poco de marihuana. Juntos deambulan por Montevideo en una nebulosa de alcohol y porros donde ven la realidad distorsionada. Incluso él se hace un tatuaje. Más que una relación es una vía de escape para ambos. Escapar de su vida real por unos instantes. Incluso en el calor del momento, Lucas le propone a Guerra que se escape con él a Brasil, donde nadie la conozca. Pero Guerra ni se lo tiene en cuenta y le confiesa que está embarazada de pocos meses de su exnovio César.

Cuando están totalmente enajenados en la playa disfrutando de un momento de intimidad, sufren un robo con violencia. Dos individuos que lo habían estado siguiendo, se les acercan y después de darle varios golpes a Lucas, le quita la cartera donde llevaba todo su dinero, las tarjetas y el móvil. A Guerra no le pasó nada.

Guerra le aconseja que ponga una denuncia en la comisaría pero que ella no lo puede acompañar porque tiene una reunión de trabajo muy importante. Lo deja solo ante el edificio de la comisaría. En ese momento Lucas reflexiona y se le pasa por la cabeza la idea de que todo lo relacionado con el robo podía haber sido cosa de Guerra. Sabía que iba a Montevideo a por dinero y donde tenía el dinero escondido porque lo vio cuando se estaba haciendo un tatuaje…

Ese dinero es importante porque Lucas tenía muchas deudas y lo necesitaba para ir sobreviviendo los siguientes meses hasta la entrega de los dos libros. Ahora sólo tenía un ukelele para su hijo y varios pesos uruguayos en el bolsillo.

No pone la denuncia. Se queda aturdido «Pocas veces estuve tan perdido. Sabía donde estaba pero no sabía dónde iba«. Se fue a visitar a su amigo Enzo. Alli se derrumbó «Lloré porque pensé en Guerra y supe que no la iba a volver a ver, me negué a la idea de que su cariño no fuera verdadero». Pensó en su mujer y en que su cariño sí era verdadero. No sabía lo que le iba a decir al llegar.

Se vuelve para Argentina. Al llegar su mujer le pregunta por Guerra. Le confiesa todo. Ella también se sincera y le cuenta que se ha enamorado de alguien un año antes, una mujer. Lucas se queda descolocado. Le costó asimilarlo.

Pasa un año. La relación con Guerra se enfrió hasta ser inexistente. Lucas está viviendo en un piso «de separado», llegó a un arreglo con Cata y tiene a su hijo con él la mitad de la semana. Intenta llevarse bien con ella y su pareja. Él no tiene pareja. Descubre a través de las redes sociales que Guerra se ha emparejado con Cesar y Rocío. Que los tres han hecho una boda ficticia y que las dos están embarazas de él. Ella ha formado su propia familia.

«Supongo que la idea de familia se transformó. Tiene algo de bloques combinables. Cada uno la arma como puede».

La vida en sí es ya muy complicada así que creo que cada uno tiene que intentar ser feliz con las circunstancias y vivencias que le toquen. Procurar ser flexibles y sobre todo tomarse la vida como viene, intentando cambiar sólo aquello que dependa de uno mismo. ¿Qué pensáis vosotros?

Análisis de la novela

El libro está lleno de reflexiones, Lucas se siente asfixiado en su relación conyugal y familiar, ya que piensa que las parejas con el paso del tiempo acaban convirtiéndose en «siamesas» piensan igual, comen igual, etc. Él ahora tenía una vía de escape a esa situación y le «tranquilizaba saber que había una parte de mi vida que no compartía con vos«.

También la paternidad le agobiaba por momentos: «Vos sabes que lo adoro a mi hijo… pero a veces me agota, no tanto él sino mi constante preocupación por él». ¿Le echa la culpa a su paternidad y a su matrimonio de sus insatisfacciones?

Escrita en primera persona, Lucas recuerda su pasado. Pero su pasado igual no era como él lo recuerda. Se dice que somos más lo que recordamos que lo que vivimos. Da la sensación de que parte de lo que cuenta es una ensoñación. ¿Vosotros que pensáis?

«Estaba enamorado de una mujer y enamorado de la ciudad donde ella vivía. Y todo me lo inventé, o casi todo, una ciudad imaginaria en un país limítrofe. Por ahí caminé, más que por las calles reales».

Cuando un relato o recuerdo se construye no existe forma de distinguir lo verdadero de lo falso. La memoria es maleable y se adapta a nuestras necesidades. Guerra era un fantasma idealizado de su pasado.

Más que una novela sobre el desamor es una novela sobre las expectativas insatisfechas. Según comenta el autor hay más frustración que desamor en la novela. Se siente asfixiado en una situación de pareja y deposita en esa frustración otras que tienen que ver con no estar trabajando, no estar escribiendo, no ganar dinero.

El propio Mairal reconoce:

“Me doy cuenta de que el protagonista provoca mucha identificación y no solo en los hombres. Evidentemente, las mujeres también se sienten encerradas en sus parejas, tienen amoríos mentales como el del personaje. Esa válvula de escape no corresponde solo a los hombres

Narrada con una brillante voz en primera persona, ese contarle a alguien que pasó se convierte en la  herramienta literaria más potente que usa Mairal en esta novela. Una voz que habla a veces de ti (a un vos) y que no es el lector, sino su mujer Catalina, y otra de un «nos», haciendo un guiño a los lectores y lectoras.

La novela está muy bien escrita. Con un vocabulario muy acertado, rico en matices y que en muchos momentos despierta una sonrisa o da lugar a una reflexión. Sin entrar en el fondo de la cuestión, me hizo mucha gracia la expresión caribeña «anda columpiando los aretes con cualquiera. ¿Quién te columpiaba los aretes, Catalina?» o esta otra «si no podés con la vida, probá con la vidita«.

¿Qué os ha parecido la novela?


!Ahora os toca a vosotros!

Os animo a que hagáis vuestras propias reflexiones sobre la novela.

El próximo jueves, 24 de enero, presentaremos la siguiente lectura.

Hasta entonces,

¡Nos leemos!

La cortejaba con el afecto inocente de un cuñado

4 Dic

CIELO E INFIERNO (segundo relato de Tierra desacostumbrada)

«Pranab Chakraborty no era, en rigor, el hermano menor de mi padre. Era otro bengalí de Calcuta que había ido a parar a las áridas costas de la vida social de mis padres a principios de los setenta, cuando vivían en un apartamento alquilado en Central Square y podían contar sus amistades con los dedos de una mano.»

Así empieza «Cielo e infierno«. Narrado en primera persona, la protagonista, Usha, hace una retrospectiva hasta su niñez para reflexionar sobre sus vivencias familiares y como les marcó la presencia de Pranab Chakraborty en sus vidas.

Usha era hija de un matrimonio concertado de la India. Se trasladaron a vivir a Boston cuando ella era una niña. Su padre, microbiólogo con un puesto en el Hospital Central y su madre, ama de casa se llevaban bien y se respetaban, pero no se amaban.

Una tarde mientras iba con su madre de paseo por la ciudad conocen a Pranab Chakraborty, otro bengalí de Calculta con el que traban amistad rápidamente. Pranab pertenecía a una familia acaudalada de Calcuta y se había ido a vivir a Estados Unidos para estudiar ingeniería en el MIT. Se sentía muy solo en Boston, no conseguía adaptarse y cuando estaba a punto de abandonar, conoce a Usha y a su familia y se vuelve a sentir como en casa. Lo acogen con cariño y se siente y le hacen sentir como un miembro más de la familia. Usha lo empieza a llamar Pranab Kaku, que significa «el hermano menor de mi padre».

Ya en la madurez, Usha mira hacia atrás y se da cuenta de lo que realmente sentía su madre por él «por entonces yo no sabía que las visitas de Pranab Kaku eran lo que mi madre aguardaba durante tantas horas, que se ponía un sari nuevo y se peinaba esperando su llegaba, y que planeaba, con días de antelación, los aperitivos que le serviría con aire de despreocupación. Que vivía para el momento en que lo oía llamar y gritar ¡Boudí! y que se ponía de un  humor de perros los días que no venía».

Es una historia triste donde Lahiri nos vuelve a hablar del tema de la soledad, la familia, las tradiciones y el desamor. Boudí significa «la esposa del hermano mayor» y eso es lo que significaba la madre de Usha para Pranab. La veía como una hermana y por eso la quería. Ella se sentía sola y no era feliz, su marido había aceptado casarse con ella para aplacar a sus padres que estaban dispuestos a aceptar que se fuera del país siempre y cuando tuviera esposa. Pero no la amaba y ella lo sabía. Según puede ver Usha ahora, su padre había aceptado esa situación porque le convenía para poder cumplir sus sueños «estaba casado con su trabajo, su investigación, y existía en el interior de una concha que ni mi madre ni yo podíamos atravesar». De nuevo el problema de la incomunicación en la pareja y en la familia. ¿Como lo veis vosotros?

La madre aceptaba su destino con un matrimonio concertado, sin amor, manteniendo las tradiciones, cuidando la casa y a su hija, sin quejarse porque la habían educado para eso. Después, la presencia de Pranab despertó en ella unos sentimientos nuevos y le hizo ver como era realmente su vida. Pero la familia era lo primero. Se conformó con vivir una ilusión.  Tenían tantas cosas en común y hacían tantas actividades juntos que se comportaban como una familia ante la ausencia del marido, siempre trabajando. Usha reconoce «allí a donde fuéramos, cualquier desconocido habría dado por supuesto que Pranab Kaku era mi padre, que mi madre era su esposa«. Y se da cuenta de cuanto lo amaba»ahora veo claro que mi madre estaba enamorada de él. La cortejaba como no la había cortejado ningún hombre, con el afecto inocente de un cuñado

Siempre me han producido cierta tristeza los amores no correspondidos, aquellos que se sufren en silencio y se llevan como una carga toda la vida. ¿Creéis que la madre de Usha tenía que haberle confesado su amor a Pranab, con lo que eso podría conllevar?.

En el otoño de 1974 todo cambió. Pranab conoce a una alumna de Radcliffe llamada Deborah, norteamericana, y empieza a acompañarlo en las visitas a casa de Usha. Al principio la madre no la ve como una amenaza porque piensa que «dentro de unas semanas, la diversión se habrá terminado y ella lo dejará». Pero no fue así y las visitas fueron cada vez más numerosas. Entonces la madre se empezó a quejar. Primero del trabajo que le ocasionaba hacer comida para ella con menos especias y después su sola presencia y que Usha estuviera tan feliz con ella. Cuando se comprometieron, ella tenía la esperanza de que los padres de Pranab consiguieran convencer a su hijo de no continuar con la boda, que era una locura que se casase con una norteamericana. Pero la boda siguió adelante.

Usha relata como ya tras el compromiso, ellos empezaron a alejarse de sus vidas. Y después de la boda, apenas tuvieron noticias de ellos salvo por el nacimiento de sus gemelas. Los padres de Usha y sus amigos siguieron invitando a los Chakraborty a sus casas pero nunca acudían y ponían siempre alguna excusa. Todos lo atribuían a Deborah y «se llegó al consenso general de que ella lo había despojado no sólo de sus orígenes sino también de su independencia«. ¿Qué opináis vosotros? y ¿porqué siempre le echan la culpa al que es diferente?

Todos estos hechos provocan resentimiento en la madre de Usha que vuelve a ser más infeliz que antes y traslada sus frustraciones a su hija «no creas que vas a casarte con un americano , tal como hizo Pranab Kaku» o evocaba a Deborah como su antítesis «la clase de mujer que ella se negaba a ser«. ¿Como lo veis vosotros? ¿creéis que su actitud es fruto del desamor o del resentimiento?.

Tas veintitrés años de matrimonio, los pronósticos de la madre de Usha se cumplieron y los Chakraborty se divorciaron. Pero no por culpa de Deborah sino que fue Pranab quién se enamoró de una mujer bengalí y destruyó de golpe dos familias. Deborah se quedó desolada y la madre de Usha no se alegró por ello. Ya habían pasado  muchos años y su situación había cambiado, había conseguido pasar página.

Ahora Usha reflexiona ahora sobre este hecho «les había roto el corazón el mismo hombre, aunque el de mi madre había cicatrizado tiempo atrás, y en cierta manera extraña, conforme mis padres se acercaban a la vejez, ambos se habían encariñado mutuamente, aunque sólo fuera por la costumbre«.

Tiempo después, Usha se fue a la universidad y observaba como sus padres empezaban a acercarse cada vez más y la madre fue aceptando que su hija pensara de otra forma y saliera con novios americanos. ¿A que creéis que se debe este cambio? ¿a qué dio por cerrada esa etapa de su vida en la que se sentía desdichada?. También intentó hacer cambios en su vida, y tras años de ociosidad, al cumplir los cincuenta, se tituló en bibliotecología. También se acercó a Deborah y ésta le confesó que había sentido celos de ella y de la complicidad que había entre ambos.

En todo el relato se pone de manifiesto la enorme incomunicación que hay entre todos los personajes, consiguiendo que apenas se conozcan y expresen sus sentimientos. Sólo al final, Usha reconoce una terrible confesión que le hizo su madre ya en la edad adulta y que hubiera marcado para siempre sus vidas.

¿Os ha sorprendido la confesión de la madre? ¿Os la esperabais?

¿Qué os ha parecido este relato?

Espero vuestros comentarios!!!! 


Plazos:

Recordad que hasta el día 12 de diciembre leeremos los siguientes tres relatos: “Una elección de alojamiento“, “Solo bondad” y “No es asunto de nadie” (hasta la página 235).

Buena lectura!