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El amor importa más que cualquier otra cosa en la Tierra

24 Abr

Pensando antes de actuar.El título que he escogido para esta última parte de nuestra lectura es la conclusión a la que llega María al final de la novela después de pasar por una larga depresión que le hace cuestionarse toda su vida. Y añade: yo no cambiaría el afecto por ningún doctorado ni éxito terrenal, y por ese motivo rechaza un puesto de trabajo en el extranjero, recién estrenada la democracia, y se queda en casa esperando a que regrese Ignacio. Antes de eso matan a Soledad en un enfrentamiento con la policía. Esa será la causa fundamental de la depresión de María. Finalmente, tal como era el deseo de su hermana si le pasaba algo, María adopta a Esperanza, la hija de Soledad. Esta mujer tan compleja termina optando, como solución, por el amor en su más amplio sentido.

Hay un momento en que, en plena depresión, María se pregunta: ¿qué es ser mujer? Sólo mediante el vacío se es mujer para así poder imaginariamente llenarse, en la búsqueda eterna de respuesta. Me parece una definición acertadísima, ¿qué opináis, sobre todo las mujeres?  Y al final de la novela, María de nuevo, da otra respuesta a esta pregunta: Al final, nuestra tarea, la de nosotras mujeres, es dar a luz y cerrar los ojos de los muertos. Exactamente los dos pasos claves de la humanidad. Como si la historia realmente dependiese de nuestras manos. Interesantísimo. Opinad, chicos, sobre todo esto.

En esta última parte me he reconciliado algo más con la novela a pesar del tufillo “happy end”: Isabel se arregla con su marido (¡ese impresentable! Valga como muestra el capítulo sobre la compra del CD), deja de beber, consigue un puesto mejor en su trabajo, su hijo se encauza. Sara, después de un intento de amor “en los tiempos del Sida”, continúa con su serenidad, con su vida entregada a la lucha de la mujer, renunciando afectivamente a los hombres (como hizo su madre) por miedo a sufrir y a perder su independencia y tranquilidad. De Ana, en la sombra, apenas sabemos nada, pero es la más estable y madura y suponemos que seguirá así.

Me he reconciliado por reflexiones acertadas que encuentro sobre el amor, la fidelidad, la amistad, la mujer, la lucha…, y porque en el capítulo 26 se plantea, por fin, la situación más favorable de la mujer privilegiada en los países subdesarrollados en contraste a la de los países desarrollados y a la de las mujeres pobres de todo el mundo. Y es en boca de Soledad donde leemos estas palabras: Debiera darte vergüenza, María. ¿Cómo puedes hablar de los privilegios del subdesarrollo? Tu privilegio, desde la profesional con buen sueldo que eres, se basa en explotar a otra mujer para que haga el trabajo sucio por ti. ¿Sabes cómo se llama eso? Pero continúo encontrando situaciones que me irritan, como la reunión de mujeres en casa de Sara del capítulo 20, donde la criada, Juana, permanece al  margen de éstas, en la cocina, escuchándolas (para “aprender”) como si ese fuese el lugar que le correspondiera. Podrían invitarla y escuchar su opinión, tan válida, o más, que las de las mujeres “formadas” y “concienciadas”. Además, ¿cómo Sara, una mujer tan feminista, tiene empleada fija cuando vive solamente con su hija que ya es mayor? Y, mientras, todas hablando de feminismo, de la situación de la mujer… Pero, claro, como mujer feminista que es Sara, Juana es como una más de la familia, no usa delantal, comparte el baño con la hija (¡!), se pone los zapatos de Sara para ¡ablandárselos! En fin…

Los hombres, en general, quedan muy mal parados. Ya he citado el capitulo dedicado al comportamiento impresentable de Hernán, el marido de Isabel. Y ¡qué decir de la historia del tal Enrique conduciendo como un loco y molestándole parar para que la niña tenga que vomitar o hacer pis! Sin palabras. ¿Y ellas lo toleran? Hablan, hablan… pero no se separan o los mandan a freír espárragos. ¿Qué opináis del comportamiento de estos hombres? ¿Creéis que obedece a la realidad?

Las reflexiones sobre los lugares comunes de la casa: cama, baño y cocina y lo que significa compartirlos con otra persona son jugosas. Tienen mucho de cierto. ¿Qué opináis los que vivís acompañados y los que vivís solos?

Para finalizar, transcribo las palabras con las que se cierra la novela, que me parecen que contienen mucha verdad que poder comentar:

-Ay, Ana, no quiero pensar que he enarbolado todas mis banderas en vano. Debo irme. La abrazo. No sé qué decirle. Tampoco yo estoy muy segura de nada no tengo verdades que ofrecerle. Con un nudo en la garganta, camino hacia la salida. – Cierra bien la puerta, Ana. El mundo puede ser tan frío allá fuera. Y María prendió el fuego, se arrimó a él y se sentó a esperar.

Plazos

Dedicaremos una semana a comentar esta última parte y todo el libro en general. Hay bastantes que todavía no os habéis pronunciado. ¡Y hay mucho que comentar! Venga, es vuestro turno.

La culpa de las mujeres… El océano entero

17 Abr

Salvador Allende, Presidente de ChileEsta segunda parte se centra casi exclusivamente en María. A medida que avanzamos en la lectura me parece irregular la estructura de esta novela. Aunque la protagonista principal es María, hay un equilibro inestable, algo caótico, en la presencia de los personajes y en los “flashbacks” al pasado. Incluso el presente, su estancia en el sur de Chile, sólo aparece al inicio de algunos de los capítulos como introducción (repite mucho esta estructura). Comentarios bastante triviales que no aportan nada sobre su situación actual. El pasado de Sara e Isabel, por no decir el de Ana, queda muy desdibujado. Hay incluso más protagonismo de las hermanas de María, Magda y Soledad, y de su prima Piedad que del resto. ¿Qué opináis al respecto? María es compleja, interesante pero también intuimos que lo son las demás. ¿Por qué este protagonismo? ¿Qué pretende la autora con él?

En esta parte, la autora habla mucho de las relaciones sexuales y amorosas de María, una niña bien de izquierdas pero que no renuncia al lujo, arquetipo de la mujer hermosa que lo sabe y lo utiliza para conquistar a todos los hombres que se cruzan por su camino. Casi todo en la novela gira alrededor del amor y el sexo a lo largo de sus vidas. La agitada situación política (el gobierno de Allende, la dictadura de Pinochet), que las marca inexorablemente, pero en la que no se profundiza tampoco demasiado, sirve únicamente como telón de fondo. Además, todas son mujeres con una formación intelectual y una situación económica estable, unas más que otras, con sus nanas que cuidan a sus hijos (excepto Ana al principio de su matrimonio) que son de izquierdas y militan pero desde una situación privilegiada. Echo en falta la representación de mujeres de la clase obrera y campesina en aquella época y en una sociedad con una gran diferencia de clases. Sus vidas, sus problemas, que lógicamente serían más profundos, el cuidado de sus hijos sin nanas (me llama mucho la atención el que den por hecho que las nanas son necesarias, además también son mujeres con los mismos derechos. Tan diferente a España, excepto para la clase alta, en la que las mujeres trabajan y cuidan a sus hijos y como mucho tienen una asistenta), su lucha política, su identidad como mujeres en una sociedad altamente machista en la que no es difícil suponer que estarían en mayor desigualdad de condiciones que las mujeres de clase media-alta. Se nota que Marcela Serrano pertenece a una clase social intelectual, culta y económicamente media-alta y ha escrito sobre lo que conoce bien. ¿Pero no tuvieron estas mujeres durante el gobierno de Allende contacto con la clase obrera como para conocer bien su situación y contárnosla?  Hay un capítulo donde se nos narran los  enamoramientos «prohibidos» de María por los chicos “pobres” que trabajaban para su familia. Pero la autora no aprovecha esta situación, que queda como un capricho y una curiosidad por lo diferente de la niña bien, para meterse de lleno en este tema.

No sé qué opináis vosotros sobre esta reflexión que yo me he hecho leyendo la novela. Parece que siempre que se habla de feminismo se hace desde el lugar de las mujeres intelectuales y cultas, parece que son las únicas que, desde su posición privilegiada, se pueden plantear esta lucha. ¿Pero y las mujeres de clase baja? ¿Qué pasa con ellas? ¿No existen? En esta novela no se habla de su doble condición de sometimiento por ser  mujeres y por pertenecer a la clase más desfavorecida. Me parece un tema interesantísimo que no es tratado en esta novela.

Se habla mucho del sentimiento de culpa, la sempiterna culpa de las mujeres, y más si son católicas. Culpa por no tener un orgasmo, o ser frígidas, o porque su marido se vaya con otras mujeres u otros hombres. La culpa que les hace callar, ocultar sus motivos. Toda mujer tiene algún secreto, por pequeño que sea afirma María, y añade: no hay nada tan terrible como para no ser dicho. Al  hacer pública esa culpa privada, transformas la culpa en vergüenza y ésa es una emoción bastante más tratable. ¿Qué opináis? ¿Creéis que esto sigue pasando de la misma manera en la actualidad? Yo creo que sí, que han cambiado poco las cosas desgraciadamente. Esa culpa nos viene de la educación recibida y de la estructura masculina de la sociedad. Me interesa la opinión de las más jóvenes que, quizás, hayan vivido ya otra situación. Contadnos.

Se  notan los años pasados desde que fue escrita esta novela y la sociedad latinoamericana en contraste a la occidental. Siento a estas mujeres, excepto a María, por ahora, tradicionales en el fondo, todas quieren casarse, tener hijos y si no encuentran un hombre que las lleve al altar se sienten, de alguna manera, inferiores. Un feminismo un poco descafeinado y de salón.

Espero que dejéis vuestros comentarios sobre todos los temas que planteo. Venga, ¡animaos!

Plazos

Nos queda por resolver el misterio de Soledad, que milita en la lucha armada, y el de la causa de la depresión de María así que seguiremos leyendo desde el capítulo 20 hasta el final de la novela a lo largo de una semana. 

En el fondo, tenemos todas – más o menos – la misma historia que contar

9 Abr

Frei se reunió con MujeresYo no soy protagonista de estas páginas, si es que existe claramente alguna. Aquí sólo hay mujeres, cualquiera de ellas. Somos tan parecidas todas, es tanto lo que nos hermana. Podríamos decir que cuento una, dos o tres historias, pero que da lo  mismo. En el fondo, tenemos todas – más o menos – la misma historia que contar.

Comienzo con estas palabras de Ana con las que finaliza el primer capítulo. Me parecen un buen compendio de lo que nos vamos a encontrar.

La novela posee un capítulo cero donde la que habla, en primera persona, es una mujer deprimida que se encuentra en un hospital o casa de reposo. Ya en el capítulo uno, Ana, que será la narradora de toda la novela, nos aclara que ésa no es mi voz. Es la voz de María. Con este prólogo intuimos, y vamos a ir constatándolo a medida que avancemos en la lectura, que María es la principal protagonista de esta novela. Es la más compleja, la que va a vivir un proceso de cambio más profundo a lo largo de estos casi cuarenta años de narración de la vida de estas mujeres que se quieren tanto.

El esquema de la novela es clásico (no olvidemos que es la primera obra de la autora). Ana, muy en la sombra, irá dando voz a las tres amigas con las que se reúne en el sur de Chile para pasar unos días: Sara, Isabel y María, pero también a otras muchas mujeres. El protagonismo de cada una de ellas se va alternando en los sucesivos capítulos donde se nos va narrando la vida de estas mujeres desde la infancia.

En el primer capítulo Ana se presenta a sí misma como una mujer normal de 52 años, la mayor de todas, que no tiene ningún drama, de esos novelescos, a mis espaldas. Casada, con hijos y nietos, enamorada de su marido, sus intereses son la literatura y ese raro fenómeno de mi género. Podemos pensar que Ana es un trasunto de la autora, Marcela Serrano. También nos describe la casa donde se van a reunir las cuatro amigas a lo largo de unos días. Son los inicios de la democracia (1990) después de una larga dictadura (1973-1990) y ellas van a ser partícipes de este cambio. A continuación, con el capítulo dos, comienzan los “flashbacks” al pasado. Habrá muchos. Casi toda la novela son saltos a diferentes momentos del pasado de nuestras protagonistas. Ana narra cuando se conocieron diez años antes. Finales de los 70. Todas van a confluir en la formación del Instituto de Investigaciones ocupando diferentes cargos. Nos describe sus impresiones sobre Isabel y Sara. Más tarde aparecerá María, una periodista que se va ocupar del Departamento de Comunicaciones. Para marcar bien el protagonismo de María le dedica dos capítulos enteros. Antes ya ha ocurrido el encuentro entre las cuatro en ese rincón del sur de Chile. En el aire flota la situación de María, no está bien, lo sabemos y hay dos diálogos que nos introduce el misterio de su situación:

-¿Has tenido noticias?  / Sus ojos se ensombrecieron / -No-. Punto. Fue toda la respuesta.

¿Cómo está María? Dime la verdad. / – No lo sé, Ana. No lo sé. / – Tu voz no parece muy alentadora… / -Cuidado, no quisiera que nos escuchara.

María es una niña bien de 37 años que se ha criado en un ambiente de bienestar y opulencia. Conocemos a sus hermanas, Magda y Soledad que tendrán su protagonismo en la novela. Sobre todo Soledad. María es una niña muy guapa que crecerá sabiéndose el centro de atención. Ana nos narra su infancia.

El capítulo seis se ocupa de Sara. Nos cuenta su infancia rodeada de mujeres, un verdadero matriarcado. Sara tiene una hija, Roberta, no se habla del padre. Todo mujeres en su entorno que la marcarán en su inclinación por la lucha feminista.

Siguiendo este esquema clásico del que hablaba, el capítulo siete está dedicado a Isabel, la madre hiperactiva. Tiene cinco hijos y no para. Se nos muestra como todo gira en torno del marido y sus hijos. Muy tradicional. En su infancia, Isabel cuidó de su madre como si ella fuera su madre. Tuvo que crecer rápido. La madre tenía un problema de alcoholismo que parece haber heredado Isabel, que bebe bastante. Pero parece haber otros motivos que todavía no conocemos. A los doce años pierde a su madre y a los quince conoce al que será su marido con el que se casa a los diecinueve y con el que reproduce su vida pasada: lo que tiene claro es que cada acción de su agotadora vida cotidiana está inspirada en su propia infancia.

Volvemos a María, más recuerdos de su infancia mezclados con el presente en una conversación que mantiene con Esperanza, la hija de su hermana Soledad.

Y en el capítulo nueve es Sara la protagonista. Su historia de amor con Francisco, un activista político de izquierdas, al que se entrega ayudándole al máximo en la política y al que termina dejando por sus infidelidades, ya embarazada de Roberta, y con un firme propósito: no volver a enamorarse. Está furiosa con ella misma por haber hecho lo que hizo: cómo me aguanté tanto a mí misma, querrás decir. FUE CULPA MÍA. Es por eso que he cerrado el capítulo del matrimonio. Porque si me enamoro, pierdo toda dignidad. Porque soy un ser humano capaz de vivir lo que he vivido como opción. Me avergüenzo de la Sara de aquellos años, pues si me pasó lo que me pasó, fue porque yo lo permití.

El último capítulo de esta primera parte que estamos comentando vuelve a María y a su activa vida sexual en los años ochenta, en la que se cuestiona constantemente el amor, no busca el compromiso ni la fidelidad aunque termina viviendo una relación de tres años con un pintor.

¿Qué opináis de estas cuatro mujeres? ¿Por cuál os inclináis más? En esta primera parte la autora nos narra la infancia y juventud de cada una y sus relaciones amorosas. Cada una ha optado por un camino diferente en el amor. ¿Cómo lo veis? ¿Por qué creéis que la autora le da tanto protagonismo a María? ¿Y por qué Ana, la más equilibrada, queda a la sombra? Es hora de vuestros comentarios.

Plazos

Seguiremos leyendo a partir del capítulo 11 hasta el 19 inclusive a lo largo de una semana.