La novela nos sitúa en la primavera de 1945 en el Frente Oriental. Nos encontramos al final de la contienda cuando Hungría ha sido ocupada y desde allí se dispone una ofensiva contra el Ejército Rojo.
Ocupación de Hungría
En 1940, bajo la presión de Alemania, Hungría se unió al Eje. Aunque esperaba evitar la participación directa en la guerra, ésta pronto se hizo inevitable. En 1941, las fuerzas húngaras participaron en la invasión de Yugoslavia y la invasión de la Unión Soviética.
Mientras combatía contra la Unión Soviética, Hungría mantuvo negociaciones de paz secretas con los Estados Unidos y el Reino Unido. Hitler descubrió su traición y el 19 de marzo de 1944 los alemanes ocupan Hungría. Döme Sztójay, embajador húngaro en Berlín y ferviente partidario de los nazis, se convirtió en el nuevo primer ministro. Después de que las tropas alemanas ocuparan Hungría sin encontrar ninguna resistencia comenzaron las deportaciones en masa de los judíos a los campos de exterminio alemanes en la Polonia ocupada. El coronel de las SS Adolf Eichmann fue enviado a Hungría para supervisar las deportaciones a gran escala, que contaron con el apoyo de la gendarmería húngara. Entre el 15 de mayo y el 9 de junio, las autoridades húngaras deportaron a 437.402 judíos, de los que todos menos 15.000 fueron enviados a Auschwitz-Birkenau.
Aproximadamente 300.000 soldados y 80.000 civiles húngaros murieron durante la Segunda Guerra Mundial y muchas ciudades sufrieron daños, especialmente la capital, Budapest. Desde la ocupación, Hungría se había convertido en el centro de las operaciones del Frente Oriental.
Ofensiva del Lago Balaton
Contra todo lo imaginado en una fecha tan tardía como Marzo de 1945 los países del Eje todavía gozaban de fuerza suficiente en Europa como para sorprender a los Aliados. Así lo demostraron durante la Batalla del Lago Balaton en Hungría, un enfrentamiento bautizado como «Operación Despertar de Primavera» que constituyó la última gran ofensiva acorazada lanzada por el Tercer Reich y lo mejor de las divisiones de las Waffen-SS en el Frente Oriental durante la Segunda Guerra Mundial.
El ataque alemán comenzó el 6 de marzo de 1945 en los alrededores del lago Balaton tanto con divisiones locales del Frente Oriental como con divisiones blindadas alemanas transferidas desde el Frente Occidental, entre ellas el 6.º Ejército Panzer-SS de Josef «Sepp» Dietrich, recientemente fogueado en la batalla de las Ardenas. Aunque el plan fue trazado con gran cuidado y secretismo por el alto mando alemán, este no pudo burlar al servicio de inteligencia soviético, que a su vez puso sobre aviso al alto mando soviético. La ofensiva alemana finalmente terminó en una inevitable derrota dada la enorme disparidad de fuerzas entre ambos bandos y por la alarmante debilidad de las Fuerzas alemanas.
La Ofensiva en el lago Balaton tuvo poco efecto sobre el avance del Ejército Rojo. En la que fue su última operación defensiva, entre el 6 y el 15 de marzo los soviéticos tuvieron muchísimas bajas humanas además de tanques y cañones antitanques. En contraste, las pérdidas del Eje fueron el doble en cuanto a muertos, heridos o desaparecidos. A inicios de abril, el oeste de Hungría fue ocupado completamente por los soviéticos en el marco de su ofensiva final sobre Viena. En tal situación, los alemanes retiraron sus últimas fuerzas de suelo húngaro para concentrarse urgentemente en la defensa de Viena y de la Baja Austria. Mientras, el gobierno húngaro pronazi partió a exiliarse a Alemania con los pocos seguidores que aún le quedaban. La situación para la población civil de Hungría fue precaria: muchos soldados y oficiales soviéticos trataron a los húngaros como aliados del III Reich.
Muchos tanques, armas pesadas y numeroso equipo en buen estado fueron abandonados durante la retirada alemana. En la orilla occidental del Lago Balaton y los Montes Bakony cayeron en manos del Ejército rojo varias columnas de tanques sin haber disparado un solo tiro, que pudieron ser integradas en las unidades soviéticas como compañías blindadas propias.
Otra consecuencia grave fue que tras esta ofensiva Alemania perdió los pozos petrolíferos de la localidad de Nagykanizsa (al suroeste del lago Balaton), que constituían los últimos que aún se mantenían bajo control alemán en esta etapa de la contienda. Esto agravó la ya de por sí difícil situación militar de la Alemania nazi, dependiente casi por completo del combustible sintético (y el cual ya resultaba insuficiente para atender las urgencias de la guerra).
Sin embargo, el audaz ataque demostró a los soviéticos que la Wehrmacht aún tenía fuerzas para defenderse y, aunque no podía cambiar el curso de la lucha, sí estaba en condiciones de provocar altísimas bajas al Ejército Rojo. Lo cierto es que las fuerzas soviéticas perdieron casi el 7 % de sus efectivos, mientras las muertes alemanas, aunque menores en número, equivalían al 10 % de las tropas. Así, la batalla del lago Balaton constituyó la última gran acción ofensiva de las tropas de la Wehrmacht en el marco de la Segunda Guerra Mundial.
Las muertes en la Segunda Guerra Mundial
El 30 de abril de 1945, mientras las tropas soviéticas avanzaban peleando hacia la Cancillería del Reich, Hitler se suicidó. El 7 de mayo de 1945, Alemania se rindió incondicionalmente ante los aliados occidentales en Reims y el 9 de mayo ante los soviéticos en Berlín.
El 6 de agosto de 1945 explotó la primera bomba atómica sobre la ciudad de Hiroshima y el 9 de agosto una segunda bomba atómica en Nagasaki. El 2 de septiembre, Japón firmó su rendición y, de esta manera, finaliza la Segunda Guerra Mundial.
Como consecuencia de la Segunda Guerra Mundial, se calcula que murieron 55 millones de personas en todo el mundo. Aunque muchas de las siguientes estadísticas están sujetas a variaciones en el material de donde provienen, sirven como referencia para hacer cálculos. En batalla, Estados Unidos tuvo 292.129 bajas y 139.709 desaparecidos en acción. La Unión Soviética tuvo 8.668.400 bajas y otros 4.559.000 desaparecidos. Alemania tuvo 2.049.872 bajas y 1.902.704 desaparecidos. China tuvo 1.324.516 bajas y 115.248 desaparecidos. Japón tuvo 1.506.000 bajas y 810.000 desaparecidos. Gran Bretaña tuvo 397.762 bajas y 90.188 desaparecidos.
La enorme cantidad de civiles muertos fue igualmente terrible. La Unión Soviética perdió 14.012.000 civiles; estas cifras incluyen entre un millón y un millón y medio de judíos. China perdió más de un millón de civiles, mientras que Polonia perdió casi cinco millones, entre los que había tres millones de judíos.
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