Argumento
La marquesa viuda de Andrade, Francisca Taboada, despierta en su cama una mañana con un gran desasosiego, inquietud, arrepentimiento y desazón en el cuerpo y en el espíritu. El del cuerpo lo cura con infusiones pero el del alma le produce una gran zozobra, tanta que incluso piensa en ir a su confesor para hablar con él.
Tras una magnífica descripción de sus sentimientos y pesares, da pie al lector para contarle el motivo de esta situación. Empieza a recordar el hilo de acontecimientos que la llevaron a esa desazón.
Todo empezó dos días antes, en la tertulia semanal de la duquesa de Sahagún, que también frecuenta Don Gabriel Pardo de la Lage, paisano de Asís y cumplido caballero. En esa tertulia conoce a Diego Pacheco, un gaditano atractivo y con fama de mujeriego.
Don Gabriel se lleva muy bien con la marquesa, conversan y se entienden aunque no compartan el mismo criterio. Él alberga la esperanza de presentarse algún día en su casa y formalizar una relación amorosa. En este caso hablan de la romería de San Isidro, Don Gabriel piensa que es un sitio depravado donde los bajos instintos del ser humano suelen ponerse de manifiesto. En cambio, la marquesa siente curiosidad por una fiesta tan popular.
Al día siguiente yendo a oír misa a San Pascual, festividad del patrón de Madrid, se encuentra de nuevo con Pacheco, se saludan y se tratan con una familiaridad muy inusual para el grado de conocimiento mutuo. La marquesa lo ve guapo y atractivo y piensa que una mujer tendría que poder expresar abiertamente estos sentimientos, ya que no son nada malos.
Pacheco la invita a la Feria de San Isidro. La marquesa se siente tentada y piensa que no hay nada malo en ir con Pacheco a una fiesta popular que le apetece conocer.
En la romería pasean y después de una buena comida con bebida, la marquesa se siente especialmente risueña:
«Comprendía, sí, que mis pupilas destellaban lumbre y en mis mejillas se podía encender un fósforo; pero, lejos de percibir el atolondramiento que suponía precursor de la embriaguez, solo experimentaba una animación agradabilísima, con la lengua suelta, los sentidos excitados, el espíritu en volandas y gozoso el corazón.»
Con esa sensación de bienestar se adentra en la romería del brazo de Pacheco hasta la puesta de sol sobre el río Manzanares. Tal embriaguez le vino a la marquesa que tuvo que refugiarse en una habitación de una fonda para descansar y recuperarse del mareo producido por la ingesta de alcohol. Y así se despierta a la mañana siguiente.
La marquesa se siente abrumada y al mismo tiempo atraída por Pacheco, pero se hace el enorme propósito de no volver a verlo y para ello decide hacer un viaje y empezar sus vacaciones en Galicia a los pocos días.
Pacheco no descansa y sigue frecuentando su casa y tentándola con su presencia. La marquesa decide salir con él y van a comer. Allí siente, por primera vez, una punzada en el corazón al verlo bailar con otras mujeres. No quiere reconocerlo y se lo guarda para sí misma pero está celosa y él se da cuenta.
El día anterior a su partida, Pacheco se presenta en su casa. Allí también está Don Gabriel que se da cuenta de lo que pasa y se marcha decepcionado con la marquesa y pensando lo peor de ella por caer en los brazos de un «mujeriego».
Pacheco le confiesa lo que siente por ella y que está seguro de que ella siente lo mismo. Al final, ella le pide que se quede y él le responde que entonces no se irá nunca. Pasan la noche juntos, incluso hacen planes de futuro y al amanecer la marquesa abre la ventana de par en par y se asoma con él, como si con este gesto quisiera mostrar al mundo su amor clandestino.
Comentario
El personaje de la marquesa viuda tiene algo de autobiográfico en su decisión de afrontar los riesgos de romper con los convencionalismos sociales y tomar decisiones que, en la vida personal de la autora, la llevó a romper su matrimonio y asumir la experiencia del amor y la sexualidad con desbordante y natural libertad.
«Insolación» fue publicada en 1889. Doña Emilia, separada ya de su marido, tenía una relación amorosa con Benito Pérez Galdós. En el momento de su publicación esta novela escandalizó a los lectores por el tema tratado.
Para mi el tema principal de la novela es el deseo femenino, desde una perspectiva del siglo XIX, y de como las convenciones sociales se interponían ya en el camino de las mujeres. Hay muchas capas en la historia que requiere también muchas lecturas pero en el fondo somos partícipes, a través de la lectura, de la evolución de una mujer tranquila y sosegada que siente una pasión que no es capaz de controlar. Acabando por ser ella misma y no dejarse someter por las rígidas normas sociales. Es una novela que causó una gran conmoción en su época tanto por el tema tratado como por el enfoque. Este último más próximo a la mentalidad de hoy en día que a la de la época.
Desde el punto de vista narrativo nos encontramos con dos voces, la de la propia protagonista, hablando en primera persona y a veces con su propia conciencia y la de un segundo narrador, en tercera persona, que describe los hechos sin juzgarlos.
Los ambientes están muy bien caracterizados, y el estudio psicológico de los personajes bien tratado, dando importancia a muchas mujeres durante la narración de distinto estrato social como aristócratas, camareras, criadas, gitanas, todas ellas muy bien identificadas. Los personajes femeninos, no solo el de la protagonista, tienen volumen y personalidad. No te dejan indiferente.
El personaje de Pacheco es descrito como mujeriego, adulador, seductor y libertino, como un verdadero Don Juan. En cambio, en contraposición encontramos otro personaje masculino, Don Gabriel Pardo de la Lage, caballero aristocrático de ideas liberales afrancesadas y caballeroso. Pero este personaje, en el fondo íntimamente conservador, criticará, sintiéndose engañado y frustrado en sus expectativas con la marquesa, la decisión coherente de la mujer al entregarse libremente a sus deseos en brazos del Don Juan.
Por otra parte, está el tiempo en el que transcurre la narración. Es muy corto. Apenas seis días de trato personal en la pareja, pero tan significativos que transforman sus vidas en lo más íntimo.
En la descripción de la historia, Doña Emilia se sirvió mucho del naturalismo, por ejemplo en la minuciosidad de datos al referirse a objetos, pero también tomó elementos del simbolismo, del realismo, al llevarnos a lugares de esparcimiento donde acuden los personajes, del costumbrismo, por sus escenas coloristas, como el baile, y en los diálogos, del romanticismo, etc.
En esta novela, Doña Emilia reivindica el derecho de las mujeres a elegir libremente su estilo de vida a pesar de los convencionalismos sociales, en una época de hipocresía e intolerancia social.
¡¡Ahora os toca a vosotras!!!
¿Qué os ha parecido esta novela?
Intentando mirar al pasado, ¿Cómo veis que ha retratado la escritora esa época a nivel social y cultural?
Comentad que otros temas de debate os ha sugerido esta historia.
Nos leemos,
Has dicho: