Archivo | El túnel RSS feed for this section

Tengo que matarte, María. Me has dejado solo

12 Jul

Continuamos la lectura a la luz de los comentarios que habéis hecho. A partir del capítulo XXI los acontecimientos se van a ir desencadenando hasta llegar al final que ya conocemos. Como consecuencia de su proceder con María, Castel se desprecia a sí mismo y cae en una espiral de alcohol, prostitutas y coquetea con la idea del suicidio (reflexión incluida). Los sueños, y la importancia que les da el protagonista, están muy presentes en esta novela, en ello se ve la influencia de Freud y el psicoanálisis en el autor.  Además, éstos nos ayudan a conocer más la mente y la personalidad de Castel. Éste, en su ir y venir de la desesperanza a la esperanza, envía una serie de cartas a María hasta que ésta le invita a la estancia. Al llegar, asiste a una snob y frívola conversación, que le asquea, entre Hunter y su prima Mimí. Hablan de pintura, literatura… y, a pesar de su frivolidad, la conversación contiene mucha ironía y humor, lo que se agradece en medio de tanta gravedad.

Todo el texto está plagado de comentarios de Castel del tipo prometiéndome examinar el fenómeno cuando estuviese solo. Todo lo que vive lo analiza exhaustiva y obsesivamente cuando se queda solo. Busca respuestas, explicaciones a los hechos, disecciona todos los posibles puntos de vista… Abruma esa personalidad pues, además, sus conclusiones son siempre erróneas, enfermas, contradictorias, fruto del vaivén al que somete a su mente.

Por fin se ve a solas con María que, a pesar de todo, le despierta sentimientos positivos: entre este ser maravilloso y yo hay un vínculo secreto […] ella había empezado a serme indispensable, incluso reflexiones acertadas de su erróneo proceder: ahora que puedo analizar mis sentimientos con tranquilidad […] siento que, en cierto modo, estoy pagando la insensatez de no haberme conformado con la parte de María que me salvó (momentáneamente) de la soledad. Ese estremecimiento de orgullo, ese deseo creciente de posesión exclusiva debían haberme revelado que iba por mal camino, aconsejado por la vanidad y la soberbia. Ella, ante la inmensidad del mar y un cielo tormentoso (alusión a la simbología romántica) le abre su corazón como nunca lo ha hecho antes, pero, él, como siempre, comienza a torturarse adelantándose a la idea de perderla: sentí que ese momento mágico no se volvería a repetir nunca. “Nunca más, nunca más”, pensé, mientras empecé a experimentar el vértigo del acantilado y a pensar qué fácil sería arrastrarla al abismo, conmigo.  Está tan abrumado que ni la escucha, en un momento en el que parece que ella le está confesando hechos importantes de su pasado: me pareció que María me había estado haciendo una preciosa confesión y que yo, como un estúpido, la había perdido. Está claro que Castel no puede ser feliz.

Y como no puede ser feliz pronto encuentra el móvil, a través de sus obsesivos análisis de los hechos, para acabar con ese amor que le resulta imposible: María es amante de Hunter. Castel se va de la estancia sin despedirse y, a partir de ese punto, los acontecimientos se precipitan. Los capítulos se acortan, los hechos se suceden vertiginosamente como un “fatum” sin una posibilidad de una vuelta atrás.

Los días que precedieron a la muerte de María fueron los más atroces de mi vida. Me es imposible hacer un relato de todo lo que sentí, pensé y ejecuté, pues si bien recuerdo con increíble minuciosidad muchos de los acontecimientos, hay horas y hasta días enteros que se me aparecen como sueños borrosos y deformes. Así comienza el capítulo XXIX. El alcohol le lleva a un estado de locura semiinconsciente. Se emborracha en tugurios de mala muerte, pasa por la comisaría, lleva a una prostituta a su casa a la que después echa a patadas porque su expresión de simulación le recuerda a María, destruye su obra y en especial el cuadro de la ventana, logra hablar con María y la convence con chantajes de que se vuelvan a ver. Pero ella no acude a la cita. Llega a la conclusión de que María le ha dejado solo para siempre, que prefiere estar con Hunter. No lo soporta, y una noche, de nuevo con tormenta, marcha enloquecido a la estancia y la mata. Después, vuelve a Buenos Aires y va a contárselo todo a Allende, el marido ciego de María. Este reacciona sólo con dos exclamaciones: ¡imbecil! e ¡insensato! Castel se entrega en comisaría: sentí que una caverna negra se iba agrandando dentro de mi cuerpo.

Castel ha escrito el relato unos meses después de todo lo ocurrido. Allende se ha suicidado y él, que está muy cansado, tanto para no poder analizar como antes, aún así quiere saber el significado de ese ¡insensato!, y los motivos que han llevado al viudo al suicidio. El final queda abierto. Castel, en la cárcel, pinta y concluye la novela con estas palabras: y los muros de este infierno, serán, así, cada día más herméticos. Fin de este estremecedor retrato de un hombre perdido que ha vivido toda su vida en un túnel solitario y oscuro.

Plazos

Comentaremos esta segunda parte y la novela en general a lo largo de una semana más o menos. Después cerraremos temporalmente el Club por vacaciones estivales.

Estoy caminando a tientas, y necesito su ayuda porque sé que siente como yo

5 Jul

Desde el principio de la novela comprobamos la “enfermedad” que domina a Castel. Es un ser enfermo y nos va a contar toda su historia desde ese lugar.

En la introducción de Ángel Leiva podemos leer que Sábato tuvo una adolescencia solitaria, tímida y dueña de una angustia permanente. ¿Cuánto del escritor se esconde detrás de su protagonista Juan Pablo Castel, sobre todo en sus reflexiones? ¿Qué opináis al respecto?

En la técnica no es un buceador, un experimentador. Es una novela de desarrollo lineal, una novela psicológica y existencial. Es más importante el contenido. Sábato siempre ha dicho que él nunca es demasiado consciente de lo que escribe, que son los personajes y la estructura del mundo creado los que le dirigen. La manera en que Castel nos cuenta su historia es prolija en detalles, lo narra todo muy minuciosamente, se enzarza en explicaciones, en analizar todas las variantes posibles antes de que ocurran como buen obsesivo que es. Reflexiona sobre lo que hace sin juzgarlo, nunca hay autocrítica, arrepentimiento, sin embargo sí que hay crítica para los demás. Sólo en una ocasión dice: ¡Ah, y sin embargo te maté! ¡Y he sido yo quien te ha matado, yo, que veía como a través de un muro de vidrio, sin poder tocarlo, tu rostro mudo y ansioso! ¡Yo, tan estúpido, tan ciego, tan egoísta, tan cruel!, pero, a continuación, añade: basta de efusiones. Dije que relataría esta historia en forma escueta y así lo haré.  Él dice en varias ocasiones que quiere narrar de una manera imparcial. ¿Creéis que lo logra? Yo creo que no. Todo está teñido de subjetividad, juicios, crítica. No hay sentimientos en él, hay obsesión enfermiza, paranoica. Sólo está contento en contadas ocasiones y le dura poco (¡Ay! Mis sentimientos de felicidad son tan poco duraderos…). Siempre está triste, angustiado, temeroso, inseguro, insatisfecho. Es un ser tortuoso. Se castiga a sí mismo. Sólo el sufrimiento le da un sentido a su ser. Todo el relato es una obsesión neurótica.  

Soledad, incomunicación, desesperanza, angustia, inseguridad, amor posesivo, celos… todo este cóctel da como resultado la imposibilidad.

¿Qué simboliza la ventana del cuadro? La descripción que hace Castel es la siguiente: arriba, a la izquierda, a través de una ventanita, se veía una escena pequeña y remota: una playa solitaria y una mujer que miraba el mar. Era una mujer que miraba como esperando algo, quizá algún llamado apagado y distante. La escena sugería, en mi opinión, una soledad ansiosa y absoluta. ¿Y el túnel? Para Leiva, la ventana simboliza el regreso al país de la infancia que lo plantea como algo inalcanzable. Castel persigue lo inalcanzable. Y el túnel es la verdad, lo oscuro de la verdad. Pero ¿qué opináis vosotros de ambas cosas?

Castel siente identificación con María porque ésta mira hacia el mismo lugar que él, y de ahí surge el amor, que para Castel es encuentro en la identificación y en el ser comprendido, y una vez juntos, recuperar esa infancia mitificada como lugar de verdad y ser uno mismo. Ese es el deseo pero no la realidad.

¿Qué siente María? ¿Qué quiere María? Parece que le quiere, que encuentra una identificación pero habla poco, huye cuando es más requerida por él, es esquiva, su mundo y sus relaciones con su marido y con Hunter son misteriosas, no quedan claras en ningún momento. Ahonda poco en el personaje. Siempre va a quedar a la sombra de Castel. Como la novela está escrita desde el punto de vista de él podemos pensar que éste no llega a entenderla, a conocerla, sumido en sus análisis exhaustivos que no le llevan a nada. Cuando, por fin, comienzan una relación (durante más de un mes nos vimos casi todos los días. No quiero rememorar en detalle todo lo que sucedió en ese tiempo a la vez maravilloso y terrible), Castel la interroga continuamente, la cuestiona, la maltrata incluso con insultos, no se concede a sí mismo la posibilidad de ser feliz.

El existencialismo de la novela se percibe en párrafos como éste: a veces creo que nada tiene sentido. En un planeta minúsculo, que corre hacia la nada desde millones de años, nacemos en medio de dolores, crecemos, luchamos, nos enfermamos, sufrimos, hacemos sufrir, gritamos, morimos, mueren y otros están naciendo para volver a empezar la comedia inútil.

Finalizamos esta primera parte con el capítulo XX, una interesante reflexión sobre la disociación de Castel: ¡cuántas veces esta maldita división de mi conciencia ha sido la culpable de hechos atroces! Mientras una me hace ver la belleza del mundo, la otra me señala su fealdad y la ridiculez de todo sentimiento de felicidad. María huye ante palabras crueles. De tanto tirar de la cuerda ésta se rompe. Las últimas palabras del capítulo lo corroboran: algo se había roto entre nosotros.

Es hora de vuestros comentarios. Venga, animaos.

Plazos

Continuaremos leyendo a lo largo de una semana desde el capitulo XXI hasta el final de la novela.

El túnel: retrato de una obsesión

27 Jun

Foto de Natharael en flickr. Algunos derechos reservados.Antes de nada, quiero empezar diciendo que la edición de El túnel que vamos a leer viene con una amplia y detallada introducción a cargo de Ángel Leiva que os recomiendo que leáis para situaros en la obra, en su contexto y en la figura de Ernesto Sábato.

Sábato, Doctor en Físicas, vivió en París becado por un laboratorio en los años previos a la 2ª Guerra Mundial. En aquel otoño que precedió a la guerra comprendí que mi vocación era definitivamente la literatura. A ello le empujó su amistada con escritores y pintores del movimiento surrealista, especialmente André Bretón. Pero no será hasta 1948, ya instalado en Argentina, que publica su primera novela, El túnel.

Esta nouvelle es, a la vez, una novela psicológica (se le ha comparado con Dostoievsky) y existencialista. En aquellos tiempos la corriente filosófica existencialista de Sartre y Camus estaba en pleno apogeo. Este último dijo cuando la leyó: admiré su sequedad, su intensidad y aconsejé a Gallimard su traducción al francés. Espero que encuentre en Francia todo el éxito que merece

La novela es una introspección psicológica del protagonista, Juan Pablo Castel, hecha por él mismo ya que está escrita en primera persona. Desde el momento que el autor escoge para la narración la primera persona sabemos que sólo podremos tener ese punto de vista subjetivo de todo lo ocurrido que es, ni más ni menos, que un crimen perpetrado por él. A través de un magistral monólogo, Sábato se pone en la piel de un asesino obsesivo hasta rayar lo paranoico, enfermizo en su pasión amorosa, tortuoso, asocial y destructivo. Pero también, más allá de la introspección psicológica, hay un cuestionamiento existencial sobre el ser humano que vive inmerso en una sociedad muy imperfecta (personificada en la vida en las ciudades, en oposición al campo, que enajena a los que la habitan y que conduce al hombre a la incomunicación) que le lleva a la soledad, al miedo, a la angustia, a la desesperanza, al absurdo de estar vivos: ¿toda nuestra vida sería una serie de gritos anónimos en un desierto de astros indiferentes? Y en medio de todo esto está el amor. El amor entendido por el protagonista como una pasión absoluta e intensa que dé sentido a todo y que pueda ser la respuesta a todo. Pero el amor también termina por ser imposible entendido de esa manera tan total. Castel está en un túnel desde su infancia y no puede salir de él: en todo caso, había un solo túnel, oscuro y solitario: el mío.

Desde la primera línea sabemos quién es el asesino, pero eso no quita ni un ápice de intriga a la historia porque lo que nos motiva a seguir la lectura es saber las razones que han llevado a éste a cometer ese crimen. Y eso es lo que  nos va a contar Castel. Y eso es lo que vamos a leer nosotros. Según Alfred Hayes, crítico del New York Herald de la época, el protagonista vive dentro de una prisión de alucinada lógica. Esa “alucinada lógica” es la que vamos a intentar analizar en nuestra lectura.  

Ernesto Sábato escribió solo tres novelas que componen una trilogía: El túnel (1948); Sobre héroes y tumbas (1961) y Abaddón, el Exteminador (1974). El resto de su obra, mucho más extensa, son ensayos sobre temas políticos, filosóficos y literarios. 

Entre los admiradores de su obra encontramos al ya citado Albert Camus, a Thomas Mann y a Graham Greene que afirmó: tengo gran admiración por El túnel, por su magnífico análisis psicológico. No puedo decir que lo haya leído con placer, pero sí con absoluta absorción.

El Lexington Herald dijo en el momento de la publicación en inglés: una sucesión de treinta y cuatro palabras es todo el fulminante que necesita para hacer estallar uno de los libros más explosivos de la temporada literaria. El túnel es una hechizante novela comparable a relatos de Poe y Dostoievsky. Termino, pues, con las treinta y cuatro palabras:

Bastará decir que soy Juan Pablo Castel, el pintor que mató a María Iribarne; supongo que el proceso está en el recuerdo de todos y que no se necesitan mayores explicaciones sobre mi persona.

Plazos

Al ser una obra no muy extensa, vamos a dividir la lectura de El túnel en dos partes. Leeremos la primera, que nos llevará hasta el final del capítulo XX, a lo largo de una semana.

Nuestro próximo libro: El túnel de Ernesto Sábato

19 Jun

El túnel de Ernesto SábatoEste año, en vez de irnos de vacaciones estivales a finales de junio, prolongaremos la actividad del Club hasta más o menos mediados de julio con una nueva lectura. Le toca el turno a un libro considerado uno de los más importantes en la literatura en lengua española del siglo XX: El túnel del argentino Ernesto Sábato (1911-2011). Tenía ganas de que lo leyéramos y este es un buen momento pues el libro no es muy largo. El túnel escrito en 1948 es la primera novela de las tres, importantísimas, que escribió el autor. Escrita en un tono existencialista y con los recursos de la novela policiaca, es un completo análisis de la desesperanza.

Los ejemplares de El túnel estarán preparados para que podáis ir a recogerlos a partir del viernes 21 en la Biblioteca Forum.

¡No os olvidéis de devolver vuestro ejemplar de La reina sin espejo! Todavía estáis a tiempo, estos días, de dejar vuestros comentarios sobre este libro.