Llegamos a la tercera y última parte en la que hemos dividido nuestra lectura. Por fin vamos a saber cómo terminan las dos historias, los dos encuentros de nuestros protagonistas, que dejamos inacabadas en la segunda parte: Niza, 1937 y Sorrento, 1966. Hay una frase que podría resumir ambos: cierta clase de hombres –y él era uno de ellos- no tenía más alternativa que los caminos sin retorno. Del lío en el que se ve envuelto en Niza, Max sale huyendo camino a Nueva York (abandonando a Mecha de nuevo debido a un incierto futuro en el que peligra su vida), y del presente en Sorrento se aleja hacia la nada, silbando “El hombre que desbancó Montecarlo”. Hay varias menciones a este tema musical que silba cuando, arruinado en sucesivas veces, se marcha hacia otro lugar con aparente indiferencia (y con elegancia, añadiría yo. Algo que nunca abandona a Max, tanto en sus maneras como en su esencia). La última mención, que cierra el libro, le conduce hacia la nada, abandonando de nuevo, e imaginamos que ya para siempre, a Mecha. Es el destino de los hombres como Max. Hombres que vienen de un barrio humilde, de la pobreza, de la nada, y que se inventan a sí mismos saliendo de ese agujero como pueden. Hombres que si, por el camino, se les cruza una mujer como Mecha Inzunza, que proviene del otro extremo del escalafón social, saben que nunca podrán estar con ella. La diferencia de clases es insalvable: eras un sueño hecho carne –él medita la respuesta, esforzándose en ser preciso -. Un misterio de otro mundo. Jamás imaginé que tuviera derecho. Pero a esto hay que añadir también el rencor, el rencor de clase que nunca le abandona: De pronto, él siente el impulso de explicar de nuevo lo que ella sabe de sobra. De permitir que aflore un poco del antiguo rencor. –Nunca te preguntaste cómo ve el mundo la gente sin dinero, ¿verdad?… Cómo abre cada mañana los ojos y se enfrenta a la vida. Lo mira sorprendida. No hay aspereza en el tono de Max, sino una certeza fría. Objetiva. – Tú nunca sentiste la tentación – sigue diciendo él – de hacer una guerra particular contra los que duermen tranquilos sin angustiarse por lo que comerán mañana… Contra los que se acercan cuando te necesitan, te elevan cuando les conviene y luego no te dejan mantener erguida la cabeza. – Yo sí tuve la tentación. Y hubo un tiempo en que creí poder ganar. Dejar de verme zarandeado en mitad de este carnaval absurdo… Tocar cuero de calidad en los asientos de los automóviles de lujo, beber champaña en copas de cristal fino, acariciar a mujeres bellas… Todo lo que tus dos maridos y tú misma tuvisteis desde el principio, por simple y estúpido azar. Por eso nunca tuvo la menor importancia que te amara, o no. – Para mí la habría tenido. – Podías permitirte ese lujo. También ése. Yo tenía otras cosas de qué ocuparme. Amar no era la más urgente.
Me he permitido transcribir este largo diálogo entre Max y Mecha porque creo que contiene la verdad de la imposibilidad de este amor. De la imposibilidad, sobre todo, de Max de hacer real ese amor: – Sí – ella apoya de nuevo la cabeza-. Esta noche te creo. Quizá también tú me amaste toda tu vida. – Es posible. Quizá te ame ahora… ¿Cómo saberlo? – Claro… ¿cómo saberlo?. En lo que respecta a Mecha, a lo largo de la novela, y sobre todo en esta tercera parte, creo que queda claro lo que siente por Max. Siempre estuvo enamorada de él (Por el amor de Dios. Estuve enamorada de ti desde que bailamos aquel tango… Durante casi toda mi vida). Y perpetúa ese amor en el hijo que ha tenido de él. Porque no hay duda, aunque Max no se lo quiera creer, de que Jorge es su hijo: – Cada vez que acariciaba a mi hijo, cuando era pequeño, creía estar acariciándote a ti. Y aún me ocurre cuando lo miro. Te veo en él. Su sonrisa, Max… ¿De verdad no reconoces esa sonrisa?.
El tema principal de esta novela, y el más logrado, junto con la historia del tango, es el amor entre los dos protagonistas, por ese motivo me extiendo en ello. El asunto de los espías en Niza y el reto final que le plantea Mecha en Sorrento (con el que da la oportunidad de recuperar los viejos tiempos): robar los cuadernos de ajedrez del jugador ruso, con desastrosas consecuencias, son meras excusas para desarrollar este amor y su imposibilidad y para darle acción, aventura e intriga a la novela. Está muy lograda la estructura a manera de acciones paralelas y muy semejantes: trepar hasta llegar al botín, conseguirlo y terminar envuelto en sendas escenas muy violentas de las que consigue salir ileso. El final de la novela es hermoso, sublime, romántico, a la altura de un perdedor del tamaño de Max. Quizá algo irreal pues no es muy creíble que a sus sesenta y cuatro años pueda resistir semejante tortura, pero, bueno, son licencias del autor que podemos permitirle. Al fin y al cabo es literatura.
El tango que da nombre al título, el que compone Armando de Troeye con gran éxito, había perseguido a Max por medio mundo, causándole siempre una sensación de vacío, ausencia o pérdida: una nostalgia feroz, agudamente física, del cuerpo de Mecha Inzunza. De sus ojos dorados mirándolo muy próximos y muy abiertos, petrificados por el placer. De la carne deliciosa que seguía siendo tibia y húmeda en su memoria, que con tanta intensidad recordaba. El sexo, el placer. Tan importantes en su relación. Porque Max es todo lo que se puede permitir en este amor imposible. Placer y peligro ha sido su vida. Algunos habéis comentado ese sexo tan violento y con ausencia de amor. Pero, insisto, el amor a Max le está prohibido en esa relación tan desigual, así que lo canaliza a través de algo en lo que es experto, no en vano es un hombre muy atractivo que ha seducido a miles de mujeres a lo largo de su vida. Un placer puesto al servicio de tocar el cielo de los que lo tienen todo y, de paso, aprovecharse de algo de sus fortunas para poder vivir. Max es un aventurero que vive de su sable y su caballo. A punto de irse de Niza le dice a Mecha: creo que en el mundo de hoy la única libertad posible es la indiferencia. Por eso seguiré viviendo con mi sable y mi caballo.
Me gustaría que opinarais, a modo de conclusiones finales, sobre todo lo que he escrito acerca de este amor imposible. Y sobre los personajes, las acciones paralelas, lo que os ha gustado y lo que no y sobre todo lo que queráis. Le dedicaremos, más o menos, una semana a vuestros comentarios, que espero que sean muy numerosos.
Para terminar, os dejo un enlace de Youtube en el que podréis escuchar la larga e interesantísima entrevista que le hizo Cayetana Guillén Cuervo a Arturo Pérez Reverte en el Teatro Español, con motivo de la salida al mercado de El tango de la Guardia Vieja, el 26 de noviembre de 2012, ¡con tango en directo incluido! No os la perdáis, y, de paso, la podemos comentar.
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