«Todo el mundo lo sabe todo pero nadie sabe qué hacer con ello»
«Francamente, Frank» no es una novela, es un libro de relatos. Cuatro extensos relatos del personaje icónico de Richard Ford en las fechas previas a la Navidad de 2012 cuando todavía el huracán Sandy sigue muy presente en la vida de los habitantes de la costa Este.
Con estos relatos, parece que su autor quiere cerrar la trilogía formada por Frank Bascombe en «El periodista deportivo«, «El día de la Independencia» y «Acción de gracias«.
En este momento Frank tiene sesenta y ocho años, está jubilado e instalado cómodamente en Haddam, Nueva Jersey, con su segunda mujer, Sally.
Con ironía y sarcasmo va desgranando poco a poco la vida americana en los comienzos de un nuevo siglo. Nos seguimos encontrando a un Frank crítico, blasfemo, políticamente incorrecto, demócrata y con mucho sarcasmo:
«Un segmento bastante grande de la población de Haddam (republicana por tradición y en los últimos tiempos neciamente partidaria del Tea Party) cree que el presidente o bien provocó personalmente el huracán Sandy, o bien, como mínimo, lo dirigió desde su «búnker subterráneo» de Oahu, para conducirlo hasta la costa de Jersey, donde había muchos italoamericanos de derechas (en realidad no los hay) absolutamente decididos a votar por Romney, sólo que sus casas volaron por los aires y ya no pudieron presentar el certificado de residencia»
Estamos a unos meses de las elecciones presidenciales donde Obama será elegido por segunda vez frente a Mitt Romney.
A pesar de ser relatos independientes, vemos que una de las frases finales da pie al relato siguiente y ahí nos damos cuenta de que, al final, los cuatro forman un todo.
Frank, como siempre, se burla de todo y de todos, también de si mismo. Ahora hace la vida propia de un jubilado. Lee todas las semanas para los ciegos en una emisora local y una vez a la semana va al aeropuerto con un grupo de veteranos a dar la bienvenida a los soldados que vuelven a casa de Irak y Afganistán.
En el primer relato cuenta como el huracán arrasó las casas y dejó sin vivienda a miles de personas que vieron como ya no les quedaba la casa pero sí las deudas. Para Frank el huracán es también un modo de poner las cosas en su sitio. El mar recupera su espacio y nos hace ver lo insignificantes que somos:
«Hay argumentos en favor de un buen huracán que no se anda con chiquitas, arrasando la vida para ponerla de nuevo en perspectiva».
Frank como buen americano, ama su país, pero eso no significa que no le guste exponer sus miserias y sus contradicciones.
En el segundo capítulo recibe la visita de una antigua inquilina de la que hoy es su vivienda familiar y que le pide verla para recordar su niñez. Aprovechando esta circunstancia le cuenta a Frank la desgracia que se ciñó sobre su familia en esa casa y que por eso no había querido venir antes.
En el tercer relato habla de la enfermedad incurable de su primera mujer. Se distanció de ella tras el divorcio y ahora sin querer, y por un capricho del destino, la tiene viviendo cerca y siente la necesidad de visitarla una vez al mes. Recuerda como había estado muy enamorado de ella y como después ya no. También es consciente de la distancia que guarda con sus hijos y como superó solo el dolor de su hijo muerto.
En el cuarto relato Frank va a visitar a un viejo amigo que se está muriendo y quiere verlo, Eddy Medley. Eddy no quiere morirse sin confesarle a Frank que tuvo una aventura con su primera mujer y le pide perdón. Frank se asombra de la confesión pero no se siente herido porque es algo del pasado que no hace herida.
«No hay una forma adecuada de planificar la vida ni tampoco de vivirla: sólo un montó de formas inadecuadas»
Con esta novela de relatos, Richard Ford, hace una crítica contra la superficialidad de los individuos, la mediocridad de las clase política y empresarial de Estados Unidos y contra el racismo. Racionaliza las relaciones de pareja y familiares, la vejez como punto y final, el dolor en solitario, y la amistad.
A lo largo de los cuatro relatos, Frank se ve envuelto en distintas situaciones con distintos personajes que le van contando su vida pero por iniciativa propia. No intenta empatizar ni aconsejar sino que actúa como un mero espectador ante los acontecimientos.
La soledad rodea al personaje en todas las novelas. Además, si la edad le ha dado algo es que ya no quiere hacer aquellas cosas que no le apetecen.
«Llega un momento en el que ya se ha consumido la mayor parte de la existencia y queda mucho menos de lo que antes había, aunque eso que queda no debe olvidarse ni derrocharse de forma indistinta».
Quienes no hayáis leído nada de Richard Ford o no conozcáis los anteriores libros en los que aparece Frank Bascombe creo que habéis podido al contenido de «Francamente, Frank» sin ningún tipo de problema. Espero que la hayáis disfrutado.
¡Ahora os toca a vosotros!
¿Habíais leído algo de Richard Ford?
¿Qué os ha parecido el personaje de Frank?
¿Qué podéis comentar de este libro de relatos?
El próximo lunes, 6 de febrero, publicaremos el post con la siguiente lectura.
Nos leemos,
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