Contexto histórico
El antisemitismo jugó un papel importante en el pensamiento de Adolf Hitler y la ideología nazi.
Pero el antisemitismo no es un invento de Hitler. Desde la Edad Media en Europa, los judíos fueron víctimas de discriminación y persecución, a menudo, por motivos religiosos. Los cristianos vieron la fe judía como una desviación que debía ser combatida. Los judíos fueron, a veces, obligados a convertirse, o se les prohibían ejercer ciertas profesiones.
En el siglo XIX, la religión desempeñó un papel menos importante. Y en su lugar, surgieron pensamientos acerca de las diferencias entre las razas y pueblos. Así se originó la idea que los judíos pertenecían a otro pueblo diferente que, por ejemplo, los alemanes. Incluso si los judíos se convertían a la fe cristiana, continuaban siendo «diferentes» debido a su línea de sangre.
El origen del odio contra los judíos de Hitler es desconocido. Él describe su pensamiento como antisemita en «Mein Kampf» (Mi lucha) como el resultado de una larga lucha personal. En el período en el cual él vive y trabaja como pintor en Viena (1908 – 1913), su aversión a todo judío se hizo realidad. La mayoría de los historiadores opinan que Hitler ha inventado posteriormente esta declaración. De esta manera, podía lograr convencer a las personas que no creían hasta entonces en sus ideas.
Dos políticos austríacos tuvieron un efecto significativo sobre el pensamiento de Hitler. El primero, Georg Ritter von Schönerer (1842-1921), era un nacionalista alemán. Opinaba que las regiones de habla alemana austro-húngara debían unirse al imperio alemán. Según él, los judíos no podían ser ciudadanos alemanes plenos.
Del segundo, el alcalde de Viena Karl Lueger (1844-1910), Hitler aprendió como el antisemitismo y las reformas sociales podrían ser exitosas. En Mein Kampf (Mi Lucha) Hitler menciona a Lueger como «el alcalde alemán más grande de todos los tiempos». Cuando Hitler llega al poder en 1933, llevará a la práctica ideas similares.
Un momento decisivo para Hitler fue la Primera Guerra Mundial. Se alista como voluntario en 1914, en el ejército alemán, que junto a la monarquía austriaca, lucha contra Francia, Inglaterra y Rusia. Estuvo poco tiempo en la batalla pero obtuvo una condecoración por el coraje demostrado.
La derrota de Alemania fue para muchos alemanes, y también para Hitler, difícil de aceptar. En círculos conservadores nacionalistas y de derecha aparece una teoría llamada «la puñalada en la espalda», según este mito inventado, Alemania no había perdido la guerra en el campo de batalla, sino en su propio terreno, por traición. Los judíos, socialdemócratas y comunistas serían los culpables.
Los prejuicios sobre el papel de los judíos en esta guerra eran incorrectos. Una investigación realizada por el Gobierno de Alemania lo ha demostrado. Más de cien mil judíos alemanes y austríacos lucharon por su patria. Uno de ellos fue Otto Frank, quien en 1916, estuvo en la Batalla del Somme.
Después de la Primera Guerra Mundial reina el caos en Alemania. Ahora que el emperador alemán ha abdicado, comienzan levantamientos. Los grupos de izquierda intentan llegar al poder en diferentes lugares. Así también en Munich donde durante una revolución de corta duración fue poclamada: «La República Popular de Baviera.” Esto provocó una reacción contraria por parte de la derecha, que terminó en un derramamiento de sangre. Estos eventos causan una gran impresión en Hitler.
En el ejército descubre su talento para la oratoria. Pronto el ejército lo puso a cargo de dictar cursos. Estos están destinados a los soldados para advertirles del peligro comunista y profundizar los sentimientos de nacionalismo. En esta función, Hitler conocerá al Partido Obrero Alemán, que posteriormente se convirtió en el NSDAP. Esto significa el comienzo de su carrera política.
Con el telón de fondo de la revolución y de la violencia, el antisemitismo de Hitler toma formas cada vez más radicales.
Ya en agosto de 1920 Hitler compara a los judíos con gérmenes. Afirma que no se puede ser capaz de combatir una enfermedad sin destruir su origen. En su opinión, la influencia de los judíos nunca desaparecerá si no desaparece entre nosotros su causante: el judío. Las ideas radicales abren el camino para el asesinato en masa de judíos en la década de 1940.
Hitler culpa a los judíos de todos los males en el mundo. Alemania está débil y en decadencia por la «influencia judía». Los judíos, según Hitler, pretenden dominar el mundo. Para lo cual habrían de utilizar todos los medios posibles, incluido el capitalismo. Aquí, Hitler utilizó los prejuicios existentes que relacionan a los judíos con el poder financiero y sus ganancias.
Hitler no permite interferencias de opositores a su pensamiento. El comunismo es, según él, una conspiración judía. Una gran parte de los dirigentes comunistas es judío. Sin embargo, sólo una pequeña parte de los judíos es comunista. En la guerra con la Unión Soviética, a partir de 1941, la idea del «comunismo Judío» generará terribles consecuencias. La población y los prisioneros de guerra son tratados de manera brutal por los alemanes.
Hitler ve el mundo como un lugar de lucha permanente entre los pueblos. Según él, existen razas inferiores y superiores. Los alemanes están entre los pueblos de razas superiores y los judíos. inferiores. También tiene opiniones sobre otros pueblos. Así él ve al pueblo eslavo como inferior, destinado a ser dominado.
También piensa que el pueblo alemán solo puede ser fuerte, si su raza es «pura». Lo cual trae como consecuencia que las personas con enfermedades hereditarias sean consideradas perjudiciales para la raza. Entre ellos, se encuentran no solo personas con una discapacidad física o mental, sino también alcohólicos y criminales «incorregibles». Una vez que los nazis llegan al poder, esto acarrea como consecuencia la esterilización forzada y el asesinato de personas.
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