La novela se inicia con el comisario Jean-Baptiste Adamsberg de vacaciones en Islandia con un hijo que ha descubierto hace poco y sin móvil porque el suyo «está hundido en un montón de mierda de oveja». Había olvidado que, tiempo atrás, había sido comisario, al mando de los veintisiete agentes de la Brigada Criminal del distrito 13 de París. Un mensaje de imprevisto sobre una mujer atropellada en extrañas circunstancias le hace volver de inmediato.
Ya en la Brigada, los comandantes Mordent y Danglard le informan sobre el desarrollo de la investigación. Una mujer muere atropellada y creen que fue un homicidio. Tienen dos sospechosos: el marido y el supuesto amante.
Un homicidio solucionado rápidamente y que solo nos sirve para adentrarnos en el entorno del comisario Adamsberg y en la Brigada en la que está destinado. Nos va dando pistas del carácter del comisario, de su asombrosa intuición y de lo que algunos denominan «saber ver entre la bruma», así como las cualidades del resto de los componentes del grupo.
Su vuelta coincide con el interés del teniente Voisenet por un caso que se debate en las redes sociales sobre la muerte de tres ancianos por la mordedura de una araña reclusa, la Loxosceles rufescens. Parece una coincidencia y que la muerte sobrevino por la avanzada edad de las víctimas, pero Adamsberg ve un patrón y no cree en las coincidencias. No hubo ningún caso el año anterior y de repente aparecen tres. Los dos primeros se conocían desde niños y murieron con ocho días de diferencia.
Para el comisario es un caso curioso ya que el veneno de este arácnido aunque doloroso e irritante no suele ser mortal. Se suelen necesitar muchas mordeduras para llegar a ser letal. Otra circunstancia que le llama la atención es que no suele ser un animal agresivo, al contrario se esconde con facilidad y es muy difícil detectar su presencia. Aún así cree que su veneno fue inyectado de alguna manera en las víctimas y está atascado en ese punto.
A pesar de la oposición de la Brigada, Adamsberg decide investigar este caso. Cuenta con poca ayuda pero tanto Veyrenc, como Voisenet, Froissy y Retancourt no le dan la espalda y le ayudan en sus pesquisas, más por el respeto que le tienen que por estar de acuerdo en esta investigación.
El comisario acompañado por Veyrenc viajan a Nimes, al orfanato donde estuvieron las dos primeras víctimas, Claveyrolle y Barral. El orfanato se llamaba «La Miséricorde». Se entrevistan con el hijo del director de aquella época que les da información y les enseña los archivos que su padre había celosamente guardado a lo largo de todos estos años con la información de todos los niños que pasaron por allí.
Les cuenta que cuando Claveyrolle y Barral eran todavía unos niños habían constituido en el orfanato «la Pandilla de las Reclusas», liderada por Claveyrolle y compuesta en total por nueve niños. Se llamaban así porque utilizaban este tipo de araña para acosar y martirizar a sus compañeros. Causó estragos en el orfanato porque la mordedura de esta especie puede provocar un cuadro clínico denominado loxoscelismo que, en los casos más graves, puede provocar gangrena. Esto es lo que les pasó a varios niños ya que en 1944 la penicilina todavía estaba en sus inicios. Once niños, once víctimas de su violencia. El director no pudo hacer nada con ellos. Las agresiones no pararon y pasados los años, sus víctimas pasaron a ser mujeres a las que agredían sexualmente en grupo.
En el transcurso de la investigación, descubre que la tercera víctima conocía a las otras dos y que juntos habían llevado a cabo una violación en grupo a una chica de 16 años que conocía uno de ellos.
Con todos estos datos, Adamsberg convoca una reunión para exponer sus resultados a toda la Brigada y así conseguir efectivos para seguir con la investigación. Porque una de sus hipótesis es «la venganza» por parte de las víctimas de «Le Misericordie». Que se hubieran unido para acabar con sus agresores 60 años después.
En el transcurso de esta reunión, expone sus teorías y enseña las fotografías de los niños amputados y con graves secuelas físicas. También teoriza sobre la posibilidad de que sea una venganza de las víctimas de agresión sexual, pero esta línea de investigación la cree más incierta. Consigue que esta vez la Brigada lo apoye y participe en la investigación. Todos menos el comisario Danglard.
Adamsberg cree que esta oposición al caso tiene algo de «personal , íntimo» y piensa que no hay nada más personal e íntimo que la familia. Así que decide investigar al comandante. En esta línea consigue averiguar que Danglard tiene una hermana, Ariane, catorce años mayor que él que está casada con uno de los niños de la lista de víctimas de La Pandilla, Richard Jarras. Además, trabajó como comercial de la Administración hospitalaria para un hospital en Marsella que funcionaba como Centro de antídotos, entre los que podrían estar los antídotos de reclusa. ¿Coincidencia?
Además, en la lista de La Pandilla hay cuatro de ellos que murieron hace catorce años y al investigar la causa de sus muertes parece que no fueron totalmente «fortuitas» y el Comisario cree que pudo ser el inicio de la venganza de las víctimas de La Pandilla.
Comentario
En una reciente entrevista Fred Vargas declaraba que le apasiona el proceso de la resolución del caso criminal, obligada, sin duda, por el rigor de su experiencia científica. Lo mejor de Vargas es la naturalidad con la que hilvana la lógica de sus relatos, el fino humor con el que los espolvorea, el delirio asumido de su protagonista y, en fin, el cúmulo de coincidencias felices de su trama.
Con esta novela hace la número novena de la saga del comisario Adamsberg que en palabras de su autora lo define como «soñador y utópico obstinado», un comisario que ve entre las brumas. De mentalidad visionaria y metodología errática, tiene un don, la visión proyectiva, que en el transcurso de su obsesiva investigación tiene momentos de bajón en los que se queda a ciegas, atrapado en una oscuridad profunda. El lugar donde viven las arañas «reclusas».
Como las anteriores, esta novela está repleta de sus inolvidables y excéntricos personajes secundarios, entre otros, el genial erudito alcohólico e hipertimésico Danglard, así como de enigmáticos símbolos y ámbitos oscuros. Y en el centro, crímenes, violaciones y una araña: la insignificante “reclusa” que da título al libro.
Además, Vargas juega con los prejuicios del lector, con su pensamiento y sus inquietudes. A medida que van apareciendo distintos sospechosos y conocemos la catadura moral del infame grupo de víctimas, uno tiene que luchar contra la tentación de justificar al asesino y pensar que, sea quien sea finalmente, nos está haciendo un favor al quitar de en medio a estos personajes.
¡Ahora os toca comentar a vosotros!
¿Qué os está pareciendo la novela? ¿Habíais leído más libros de esta autora o de la misma saga? ¿Os gusta la trama?
Yo creo que la novela tiene un buen ritmo y está escrita con una sutil ironía y ternura al mismo tiempo. ¿Qué pensáis vosotros?
¡¡Espero vuestros comentarios!!
El 20 de mayo, lunes, publicaremos el siguiente post de comentarios finales de la novela.
Nos leemos,
Etiquetas: Adamsberg, Araña reclusa, asesinatos, Francia, Fred Vargas, novela negra, novela policiaca, París, saga policial, venganza, violaciones
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