Archivo | mayo, 2017

Nieve: entre Oriente y Occidente

28 May
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Orhan Pamuk no Fronteiras do Pensamento 2011. Foto en flickr de fronteirasweb. Algunos derechos reservados.

Orhan Pamuk nos va a hablar, fundamentalmente, en Nieve de los problemas de una Turquía contemporánea que se debate entre Oriente y Occidente, entre tradición y modernidad. Pero Nieve es mucho más. Para mí es una novela esencialmente poética (no en vano su protagonista, Ka, es poeta) que se pasea por el amor y el ansia de felicidad. También va a cuestionar y a profundizar en el poder, la política y su violencia y la religión.

Ka, un poeta turco, exilado en Alemania desde hace 12 años, vuelve a Turquía a principios de los años noventa. Se traslada a Kars, una lejana ciudad en la frontera con Armenia representativa de la Turquía pobre y olvidada por los que detentan el poder, con el propósito de escribir una serie de artículos para un periódico de la capital sobre las elecciones municipales (que todo indica que ganarán los islamistas) y sobre los suicidios de jóvenes musulmanas que prefieren morir antes de quitarse el velo que cubre sus cabezas. Pero hay otros motivos más personales que le empujan a ir a esta ciudad. En ella, Ka se verá involucrado en las intrigas políticas locales y en la realidad convulsa y a veces surrealista de esta ciudad de la que no saldrá indemne. A la vez, la belleza y la melancolía de la nieve que no para de caer, le empuja a escribir, atravesado por la inspiración y como en estado de trance, 19 poemas en sólo tres días, que es el tiempo en que se desarrolla la novela. Claramente hay un juego intencionado por parte del autor entre las tres palabras claves de la novela: Ka, Kars y Kar (nieve en turco). Al final de la novela aparecen los títulos de los diecinueve poemas que escribe Ka en Kars y los capítulos y páginas en los que se mencionan pero nos vamos a quedar con las ganas de leerlos porque no son transcritos ninguno de ellos, como máximo el narrador nos explica sobre qué tratan.

Ka, nacido en Kars pero criado y formado en Nisantasi (como el autor), un barrio acomodado de la burguesía de Estambul, ha vivido muchos años en Europa por lo que representa al hombre culto, el intelectual que ha asumido el modo de vida europeo occidental lo que le lleva a defender el laicismo para su país. Él mismo se considera ateo, un ateo al que le van a hacer dudar de su condición religiosa muchos de los personajes islámicos militantes con los que va a entrar en contacto durante su estancia en Kars.

Nieve está narrada en 3ª persona omnisciente por un amigo del protagonista del que descubriremos más cosas hacia el final de la novela. Este narrador, de una manera muy novedosa, participa en la historia dirigiéndose hacia el lector y adelantándole información, pero esto no perjudica a la trama argumental, sino que incluso hace que aumente nuestro interés en la lectura.

Nieve es una novela de una gran belleza en la que, a través de una reinvención del lenguaje novelístico, el autor construye todo un universo que nos atrapa desde el principio con una prosa diáfana, poderosa y un tono melancólico y poético.

En una entrevista concedida al periodista de El País, Miguel Ángel Villena, el 24 de septiembre de 2005, con motivo de la publicación de Nieve en España, Orhan Pamuk contesta a una pregunta sobre la importancia de la nieve en su novela: yo necesitaba un pueblecito del noroeste de Turquía, en el que nevase lo bastante como para que el pueblo se quedara aislado del resto del país. Por eso necesitaba la nieve, para que la historia fuera creíble. A la vez, está también la idea de que cada copo de nieve es diferente de los demás, por lo que nosotros como personas, nos podemos identificar con esta individualidad, con la personalidad de los seres humanos. Cada ser humano es diferente de los demás, como los copos de nieve. Además está la belleza del paisaje nevado, que es un tema que me gusta mucho. Y estas cosas se combinan. Casi todas estas cosas las fui haciendo de tal forma que no sé muy bien por qué las hice. Pero así las hago, me interesa y queda muy bonito. Hay una extraña geometría oculta en todo ello y yo simplemente me dejo llevar por la intuición cuando las junto todas.

En otra pregunta que le hace el entrevistador acerca de si es o no una novela política, el autor responde: este libro no pretende solucionar los problemas políticos de Turquía. De lo que trata este libro es de comprender a la gente que ha quedado totalmente atrapada por estos problemas de laicismo, islamismo político, modernidad, tradición, amor a la familia y la imposición de una manera de pensar, vestir, hacer… La intención política de este libro es describir mi país, más que hacer un comentario político. El tema de este libro es político pero, por otra parte, no tiene la aspiración de adoptar una postura política. Tanto los lectores laicos, como los islámicos, se sintieron ofendidos de alguna forma con este libro cuando se publicó en Turquía hace tres años. Porque los laicos pensaron que yo estaba mostrando algo de comprensión hacia los políticos islámicos, que se retrataban en el libro como una especie de víctimas del Ejército turco. Y los políticos islámicos pensaron que me estaba riendo un poco de ellos por sus ideas, su brutalidad, su confusión y su miseria.

Orhan Pamuk es un poderoso narrador, un escritor que sabe crear un mundo propio. Con un marcado estilo poético, escribe libros densos, raros, sugerentes que exigen la colaboración intelectual del lector y que acaban produciendo una especie de fascinación. A veces es oscuro y experimental. Escribe sobre el odio, el amor, el miedo, la envidia, la violencia, el desprecio… Pamuk ha dado un nuevo sentido a la narrativa actual combinando la rica tradición literaria turca y árabe con los recursos de la novela moderna. En este sentido se aprecia la influencia del escritor egipcio, también Premio Nobel, Naguib Mahfouz. Otra gran influencia en la obra de Pamuk es la de Dostoievski, sobre todo en la construcción de novelas dialogadas donde la trama se erige a través de múltiples voces y presencias.

Su ciudad, Estambul, es frecuentemente protagonista y tema de algunas de sus novelas más importantes. En 2005 se publicó el libro de memorias Estambul. Ciudad y recuerdos. Pamuk es para Estambul lo que fuera James Joyce para Dublín o Mahfouz para El Cairo.

En 2004 fue llevado a juicio por afirmar en una entrevista a un periódico suizo: en Turquía mataron a un millón de armenios y a 30.000 kurdos. Nadie habla de ellos y a mí me odian por hacerlo. Le fue impuesta una condena de 6 meses durante los cuales no podía cometer delitos. En 2005 se reafirmó en sus palabras y, tras el apoyo de escritores de renombre mundial como Saramago, García Márquez, Eco, Gunter Grass, Salman Rushdie o Vargas Llosa que firmaron una declaración conjunta acusando al gobierno turco de no respetar los derechos humanos, un tribunal abandonó el proceso judicial. Su postura ante el problema armenio y kurdo en Turquía lo han convertido en un personaje polémico en su país: mientras unos le consideran un traidor otros le apoyan.

¿Por qué escribe Pamuk? Escribo para que el mundo entero sepa la vida que hemos llevado y seguimos llevando yo, los otros, todos, nosotros, en Estambul, en Turquía […] Escribo porque la vida, el mundo, todo, es increíblemente hermoso y sorprendente. Escribo porque me resulta agradable verter en palabras toda esa belleza y esa riqueza de la vida. Escribo no para contar una historia sino para crear una historia. Escribo para librarme de la sensación de que hay un sitio al que debo ir pero al que no consigo llegar, como en un sueño. Escribo porque no consigo ser feliz. Escribo para ser feliz.

Lo que me une a la escritura es el deseo de refugiarme en un segundo mundo más complejo y más rico que el mundo aburrido, sofocante y frustrante que conocemos. […]  Por supuesto, este segundo y reconfortante mundo que llevo treinta años forjándome a solas en un rincón, lo construyo con materiales del mundo que todos conocemos, con lo que puedo ver en las calles y en las casas de Estambul, Kars o Frankfurt. Pero nuestra imaginación, la imaginación del novelista, también le da a este limitado mundo real un espíritu mágico y particular.

No me resisto a transcribiros el inicio de su novela La vida nueva (1995): Un día leí un libro y toda mi vida cambió. ¿No os recorre un escalofrío al leer esta frase? Para los que somos “letraheridos” tiene un significado pleno. ¿No os ha pasado alguna vez?

Os dejo algunos enlaces interesantes. Para los que sepáis inglés, Orhan Pamuk Official Web Site, con todo tipo de información sobre el autor y su obra. Otro más que contiene un resumen de “La maleta de mi padre”, el discurso que pronunció cuando le fue entregado el Premio Nobel. Y, por último, un enlace a todos los artículos escritos por Pamuk en El País.

Y termino con el comienzo de Nieve: El silencio de la nieve, pensaba el hombre que estaba sentado inmediatamente detrás del conductor del autobús. Si hubiera sido el principio de un poema, habría llamado a lo que sentía en su interior el silencio de la nieve.

Plazos

Vamos a dividir la lectura en cuatro partes. La primera, que leeremos a lo largo de una semana, nos llevará hasta el final del capítulo 11, Ka y el señor jeque (pág. 122).

Os reitero lo de siempre, sobre todo a los nuevos: escribir en este post, mientras vais leyendo esta primera parte, sólo vuestras impresiones iniciales sobre la lectura o los personajes, o sobre lo aquí escrito o los enlaces dejados, pero no la comentéis, ni esta parte ni mucho menos en su totalidad. Cuando publique el post de análisis correspondiente a esta primera parte de la lectura dentro de una semana, y todos hayáis leído dicha parte, entonces podréis explayaros ampliamente en vuestros comentarios sobre ella en dicho post. Debéis respetar los plazos de lectura y dejar vuestros comentarios en los post respectivos a cada parte. ¡Buena lectura!

Nuestro próximo libro: NIEVE de ORHAN PAMUK

19 May
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Portada de la novela «Nieve» de Orhan Pamuk. Alfaguara

Damos un gran salto de Japón a Turquía para leer Nieve, una de las más importantes novelas del escritor turco Orhan Pamuk (Estambul, 1952). Nieve fue publicada  en 2002 y traducida al español en 2005, un año antes de que le concedieran al escritor el Premio Nobel de Literatura. Ya antes del premio, Pamuk era uno de los escritores más leídos, más premiados y más traducidos de la literatura turca actual. Tras el premio, su importancia ha ido creciendo y consolidándose en todo el mundo.

Nieve es un thriller político cuya acción transcurre en Kars, una remota ciudad en el noreste del país en la frontera con Armenia. Ka, un poeta y periodista turco exiliado en Alemania por motivos políticos, viaja a esta ciudad en pleno invierno para escribir una serie de reportajes sobre una ola de suicidios de jóvenes a las que se les ha prohibido llevar el velo a la escuela. El poder, la religión, el amor, la felicidad, la poesía, la violencia política, la sociedad turca sumida en su encrucijada oriente-occidente (uno de los temas claves en la obra de Pamuk)… desfilan por esta interesante novela.

Una absorbente proeza narrativa… una lectura esencial para estos tiempos. Margaret Atwood, “The New York Times Book Review”.

Misteriosamente bella… profunda y conmovedora. “Publishers Weekly”.

Pamuk utiliza sus poderes para mostrarnos los dilemas críticos de la Turquía contemporánea. ¿Cómo de europea es? ¿Cómo puede responder al fundamentalismo islámico? ¿Y cómo puede un artista lidiar con estos temas? Tom Payne, «The Daily Telegraph».

A partir de mañana sábado 20, podéis pasar a recoger vuestro ejemplar en la Biblioteca Fórum. Disponéis de una semana para ello. Los que vivís fuera también contáis con una semana para conseguir el libro editado por  Alfaguara.

Nos encontraremos aquí en dicho plazo para empezar la lectura de Nieve. Mientras, los que todavía no habéis dejado vuestros comentarios finales sobre el libro de Haruki Murakami podéis hacerlo a lo largo de estos días.

No os olvidéis de devolver vuestro ejemplar de Tokio blues. Gracias.

 

 

Atravesar el dolor

13 May

Luciérnaga. Foto en flickr de Yliaaaaa. Algunos derechos reservados.

Ya hemos llegado al final de este intenso viaje por el amor, la muerte, la enfermedad, el sexo… la vida, a fin de cuentas. Es el momento de que dejéis vuestras conclusiones finales sobre esta novela que aúna una mirada nostálgica con otra plena de vida hacia el futuro.

Con respecto a esta tercera y última parte, yo creo que la historia decae un poco hasta que vuelve a crecer y se llena de significado a partir del último capítulo en el que el suicidio de Naoko provoca el viaje de Toru. Un viaje que, como un sonámbulo, como si estuviera en estado de trance, emprende para vivir su duelo particular por Naoko, y también para intentar encontrarse consigo mismo y, a través de la aceptación de tanta muerte, asumir que ésta es una parte de la vida.

Por fin Watanabe se convierte en protagonista de esta historia, lo que nos va a permitir conocerlo algo más. Poco antes del suicido de Naoko, Toru, que acaba de cumplir 20 años, se encuentra inmerso en un lodazal infinito del que le cuesta horrores salir, pero, como siempre, lo intenta (sólo sabía que tenía que dirigirme a alguna parte y, por ese motivo, movía los pies). Deja la residencia y se va a vivir solo a un apartamento donde aspira a comenzar una nueva vida y le ofrece a Naoko que se vaya a vivir con él. Pero esa nueva vida no llega ya que Naoko empeora. Toru, después de pasar unos días hundido, reacciona y a través de unas palabras, no exentas de reproche, que le dirige a Kizuki, toma una decisión muy importante que explica muchos de los motivos de su proceder hasta ese momento: a diferencia de ti, he decidido vivir como es debido […] Todo lo que está ocurriendo procede de tu muerte: abandonaste a Naoko a su suerte. Yo, en cambio, jamás podré hacerlo, porque la quiero y soy más fuerte que ella. Y aún seré más fuerte. Maduraré. Me convertiré en un adulto […] Hasta ahora había deseado permanecer eternamente en los diecisiete o dieciocho años. Pero ya no lo pretendo […] He cumplido 20 años. Y debo pagar un precio por seguir viviendo. Watanabe comienza a salir del túnel de una eterna y dura adolescencia y se encamina hacia la madurez con paso firme. Finalmente, las pérdidas que sufre parece que le salvan ya que se enfrenta a ellas, las supera, y, una vez dejadas atrás, puede avanzar con su propia vida.

Pero la vida sigue poniéndoselo difícil y se queda muy solo, hasta Midori, ante su indecisión, se aleja de él una buena temporada y este alejamiento le hace llegar a la conclusión de que sin ella no puede seguir adelante. Watanabe lleva mucho tiempo queriendo a las dos, quizás de distinta manera (¿qué opináis?), pero sin ser capaz de dar un paso hacia Midori mientras espera a Naoko que nunca llega. Midori, dolida, se resiste a verle a pesar de sus llamadas, pero un día vuelve a aparecer y le confiesa, en un reencuentro que, como una maravillosa escena cinematográfica, transcurre en la azotea de unos grandes almacenes una tarde de lluvia, que está enamorada de él y que le va a esperar. Ante su hermosa y honesta declaración de amor, Watanabe, vencido por la evidencia, le pide que le dé tiempo ya que no sabe si quiere a Naoko o sólo siente responsabilidad (mi relación con Naoko no fue algo tan simple. Desde el principio estuvimos unidos en la frontera entre la vida y la  muerte) y necesita aclararse. Pero Toru, en ese encuentro, se ha dado cuenta de que ama a Midori de una forma irreversible, quizá desde hace ya mucho tiempo.

Una vez muerta Naoko, y después de su viaje al interior de sí mismo en medio de una naturaleza apabullante, Watanabe percibe que el amor que sintió, ¿que siente?, por ella no deja de dolerle. ¿Será, en parte, porque, como afirma al principio de la novela, Naoko jamás le amó? Una vez conocido el desenlace, ¿por qué creéis que lo dice? ¿Será porque Naoko no había dejado de amar a Kizuki y, finalmente, al escoger la muerte lo escogió a él? El mal que le ha hecho la vida a la joven está muy dentro de su corazón y la presencia de Kizuki lo ocupa casi todo. Éste fue su gran amor y al truncarse, unido a la fragilidad de Naoko, le impide entregarse a Watanabe y a la vida.

Todo lo que ocurre en esta novela, por nimio que sea, es importante y cumple una función, no hay nada casual o gratuito. Lo mismo ocurre con los personajes. Hay un juego interno entre ellos, complejo y lleno de dualidades y contraposiciones, ¿os habéis dado cuenta? Hasta los más secundarios cumplen un papel en la historia.

La “consejera” Reiko, la única adulta, juega un papel fundamental en el paso a la madurez de Watanabe (además parece que se sienten atraídos desde un principio). Con sus conversaciones, le ayuda a desprenderse de tanta muerte, a salir de su particular mundo irreal y del “pozo” en el que cae después del suicidio de Naoko. Ese hermoso y vitalista funeral privado compuesto de 51 canciones (la música es vida) funciona como un acto simbólico y catártico. Pero también Toru ayuda a Reiko. Cuando ésta le pide hacer el amor y él accede, sabe que le está dando un empujón para que ella pueda volver a la sociedad que ha abandonado. A través de la sexualidad (el sexo es vida), Reiko coge fuerzas para enfrentarse de nuevo al mundo real. Es el final de un largo proceso de crecimiento personal que la coloca de nuevo en medio de la pavorosa existencia. Estábamos vivos y teníamos que preocuparnos por seguir viviendo.

Hatsumi, la novia de Nagasawa, es otra alma sensible que pagará caro la elección de ese hombre egoísta que representa el triunfo a toda costa pese incluso a sí mismo. Watanabe, en su breve pero intensa, como todas, relación con ella, siente una corriente de afecto hacia esa mujer que le hace desear que sea su hermana (la deseada hermana mayor del hijo único), pero, sobre todo, siente, al recibir la fuerza que emana de ella, un intenso estremecimiento en su corazón que, años más tarde, descubre qué es: un anhelo adolescente que no había sido, ni sería, jamás colmado. Quiero resaltar la escena que la que terminan juntos jugando al billar, después de la incómoda cena a tres (Toru, de nuevo, sintiéndose de más como le ocurría con Naoko y Kizuki), en la que la dulce Hatsumi explota y reprocha a Nagasawa, con todo derecho, su no correspondida relación. Ella había sido una mujer excepcional. Alguien hubiera debido salvarla.

No quiero dejar de señalar el papel que la música y la literatura ocupan en el libro, y, en general, en toda la obra de Murakami. Las canciones que escuchan y los libros que leen o los autores que nombran, son parte importante que no hay que obviar. Banda sonora de lujo y referencias literarias, simbólicas a veces, que abren el libro a una lectura más profunda: El guardián entre el centeno, La montaña mágica, El gran Gatsby, Capote, Chandler, Updike, Dostoievski, Boris Vian

Queda claro que Watanabe a los 37 años lleva un peso dentro que no tiene resuelto, han tenido que pasar 18 años para que se decida a escribir lo que ocurrió con el fin de poder entenderlo y, en consecuencia, resolverlo. Teniendo esto en cuenta, ¿qué os parece el final de la novela? ¿Creéis que es un final abierto? Para mí está claro que se queda con Midori: Eres lo único que deseo en este mundo. Necesito verte. Quiero empezar una nueva vida a tu lado, y que Midori, aunque no diga nada (aquel silencio recordaba a todas las lluvias del mundo cayendo sobre la faz de la Tierra), le acepta, porque ya antes de su viaje le ha dicho que le ama.

Me parece adecuado terminar con estas palabras que yo creo que resumen muy certeramente la esencia de esta hermosa novela: el conocimiento de la verdad no alivia la tristeza que sentimos al perder a un ser querido. Ni la verdad, ni la sinceridad, ni la fuerza, ni el cariño son capaces de curar esta tristeza. Lo único que puede hacerse es atravesar este dolor esperando aprender algo de él, aunque todo lo que uno haya aprendido no le sirva para nada la próxima vez que la tristeza lo visite de improviso.

Y yo añadiría: existimos en la medida en que somos recordados.

Plazos

Es hora de vuestros comentarios, que espero que sean muy numerosos, sobre esta última parte y sobre la novela en general. Disponéis de una semana para ello. Hay mucho que comentar ahora que hemos terminado esta triste y elocuente historia de aprendizaje no exenta de redención. También sobre el peculiar mundo murakamiano y sobre todo lo que queráis. Los rezagados o los que habéis estado “mudos” hasta ahora animaos a dejar vuestra opinión. ¡Nos «vemos» en el blog!

Como un cuervo atesorando pedacitos de cristal en el hueco de un árbol

5 May

熊野古道 #5 – Foto en flickr de Benjyamin. Algunos derechos reservados.

Continuamos en esta segunda parte con el alto voltaje emocional. Estamos en el epicentro de la novela y, con respecto al argumento de la historia, estos son, yo creo, los dos capítulos más importantes. En ellos se profundiza en las dos protagonistas femeninas, y en la relación que mantiene con ellas Watanabe, y se abordan dos de los temas claves de la historia: la muerte y la enfermedad, tanto física como mental.

En esta segunda parte la dualidad es casi total. El capítulo 6 se centra en la vida de Naoko (y Reiko) en la Residencia Ami, un “peculiar” lugar de retiro, completamente aislado en el campo, para personas con problemas mentales, un “mundo irreal” que Watanabe visita durante dos días. El capítulo 7 se centra en la opuesta Midori y en la relación que Watanabe va estableciendo con ella (¡cuánto bien le hace Midori!: doy gracias por haberte conocido. Tengo la sensación de que me he readaptado al mundo) en medio del bullicio de Tokio, el “mundo real” donde el padre de Midori está muriéndose en un hospital (magistral la lección que nos da Midori cuando afirma: hablar es muy fácil. Lo importante es limpiar la mierda o no hacerlo). El autor nos acerca a la enfermedad y a la muerte, a la otra cara de la vida, la que no queremos ver. Murakami nos la pone delante de los ojos como diciéndonos: mira, esto también existe, esto también es la vida.

Tokio blues no nos habla de alegres y despreocupados jóvenes satisfechos con la vida sino todo lo contrario, nos muestra la juventud como un proceso difícil lleno de incertidumbres y desasosiego en el que siempre se quedan muchas cosas por el camino.

Seguimos sin saber mucho de lo que siente Watanabe, sabemos que es solitario, que no le interesan mucho los estudios, que está confuso sentimentalmente y “tocado” desde el suicido de Kizuki, pero parece que le gusta poco hablar de sí mismo, que no se siente cómodo hablando de él. De alguna manera, el autor lo pone ahí con el fin de que todos los demás personajes le “utilicen” para sacar fuera todo lo que llevan dentro. Si os fijáis, en los diálogos, él es el que hace preguntas y los demás se extienden en largas respuestas y cuando le toca responder a él, es muy escueto, como si le costara encontrar las palabras. Hay un diálogo con Reiko donde Toru contesta a una pregunta que ella le hace: me gusta ir de excursión, nadar, leer. A lo que Reiko contesta: veo que te gusta la soledad. Por cierto, ¿qué opináis del personaje de Reiko? ¿Creéis que está metido con calzador o, por el contrario, pensáis que su presencia es clave, o al menos importante, para la historia? ¿Por qué creéis que nos cuenta con tanto detalle la historia de su relación con la alumna? ¿Pensáis que aporta algo a la historia central?

Respecto a los sentimientos que existen entre Watanabe y Naoko ¿Creéis que lo que siente él por ella es sólo amor o éste está teñido con una mezcla de responsabilidad y culpabilidad? ¿Y Naoko? ¿Qué siente ella por él? ¿Será que no puede amar? Recordad que al final del capítulo 1, Toru dice: porque Naoko jamás me amó. ¿Cuál creéis que es el problema de Naoko?

¿Qué opináis acerca del papel que ocupa el sexo en la novela? ¿Qué pensáis de esta forma tan explícita y desprejuiciada que tienen los personajes de hablar de él? ¿Os habéis fijado que el sexo no aparece normalmente asociado con el amor? Donde hay amor hay poco sexo y donde no hay amor hay mucho sexo. ¿Por qué creéis que esto es así?

En el trasfondo de la historia están las luchas estudiantiles de los sesenta. Murakami, a través de las opiniones de Midori y Watanabe, no es nada complaciente con ellas, calificando a sus protagonistas de cobardes e hipócritas. En el capítulo 7, ambos hablan críticamente de todo esto. ¿Qué opináis de su punto de vista?

El final de este capítulo, en el que Watanabe le escribe una carta a Naoko, nos permite conocer un poco más a nuestro protagonista. Es una carta sincera y triste, muy triste, pero también bellísima. Murakami en estado puro, en estado de gracia literaria, nos concede frases como estas: las personas, al morirnos, dejamos atrás unos pequeños y extraños recuerdos […] no me había dado cuenta de que hablo mucho solo. Puede que, mientras me doy cuerda, no pare de murmurar todo el tiempo  […] pero hoy es domingo y esta mañana no me he dado cuerda  […] las tardes de domingo recuerdo un montón de cosas  […] domingos tranquilos, apacibles y solitarios. Los domingos no me doy cuerda.

Plazos

A algunos de vosotros no os está gustando mucho la novela, no conectáis con ella. A otros, por el contrario, os está encantando este mundo murakamiano. Y el resto todavía no habéis dejado vuestras opiniones. Me gustaría saber si los primeros habéis cambiado de opinión con la lectura de esta segunda parte, si habéis conectado algo más con ella. Es hora de vuestros comentarios sobre esta parte. Espero que sean numerosos y espero que contestéis a mis preguntas. Mientras, continuaremos, a lo largo de una semana, con la lectura a partir del capítulo 8 (página 265) hasta el final de la novela. Termino con las hermosas palabras de nuestra compañera Panantel: puede que la novela nos ayude a encontrar nuestra luciérnaga, así que a seguir leyendo compañeros.