Archivo | enero, 2016

El vino de la soledad: la fragilidad y la fuerza del ser humano

25 Ene

Kiev in winter. Foto en flickr por Mariusz Kluzniak. Algunos derechos reservados.

El vino de la soledad es la novela más autobiográfica de Irène Némirovsky. Irène es la verdadera protagonista de la novela. Ella es Elena Karol y la novela es la historia de su vida entre los ocho y los veintiún años, de 1910 a 1923. Su confesión, su desahogo, su ajuste de cuentas. Irene tuvo una infancia difícil e infeliz con una madre que nunca le demostró amor sino más bien rechazo y un padre ausente. Hija única, creció siendo una niña solitaria sólo cuidada y querida por su institutriz francesa. Se refugió en la lectura y pronto en la escritura. La literatura fue su salvación, incluso una catarsis, y a través de ella se vengó de esa madre que la despreciaba. Irène, Elena, la misma persona.

Publicada en 1935, cuando Irène tenía treinta y dos años, El vino de la soledad (hermoso y simbólico título) cuenta la vida de una adinerada familia ruso-judía, los Karol. Boris, el padre, es un judío hecho a sí mismo de baja extracción social pero hábil en los negocios. Cuando comienza la novela no es muy rico, aunque poseen una situación acomodada, pero después se convertirá en un gran hombre de negocios que no para de viajar y que amasará una cuantiosa fortuna. Sus únicos intereses son ganar dinero y el juego. Bella, la madre, una aristócrata rusa perteneciente a una familia venida a menos, es una mujer narcisista, egocéntrica, frívola y coqueta a la que sólo le preocupa estar guapa y pasarlo bien. Colecciona amantes más por sentirse adulada que por amor. No ama a su marido ni a su hija (bueno, no ama a nadie), ésta es más bien un estorbo para ella ya que al ir creciendo le hace sentir el paso del tiempo, cosa que no le gusta nada. Bella no hace ningún caso a su hija y sólo se dirige a ella en muy pocas ocasiones para criticarla, despreciarla o censurarla. Elena la odia, no así a su padre al que adora aunque éste no le haga mucho caso y sólo establezca torpes y ocasionales contactos con ella. Boris ama a su mujer y se hace el ciego y el sordo ante la colección de amantes, también las convenciones sociales influyen en su proceder. Elena crece sola con el cariño de su adorada madeimoselle Rose, dulce y protectora que se convierte en la única figura maternal.

La historia comienza en una ciudad de provincias a las orillas del Dniéper (Ucrania) que posiblemente sea Kiev (entonces rusa). Cuando el padre prospera y se hace rico se trasladarán a San Petersburgo y después a Finlandia huyendo de la revolución bolchevique. Finlandia pertenecía entonces a Rusia pero allí las cosas están más tranquilas. Elena odia San Petersburgo y ama las nieves y el frío de Finlandia. Cuando también Finlandia se desestabiliza políticamente ante el avance de la revolución, los Karol se irán definitivamente a París, ciudad que visitaban frecuentemente en la infancia de Elena y que ésta adoraba. Pero ahora hay guerra y París ya no es la misma, es una ciudad fría, extraña y vacía que acentúa su soledad. La novela se desarrolla en una época convulsa. Los hechos históricos y políticos, que en la novela se muestran sólo con certeras pinceladas (los hechos históricos sólo hay que rozarlos, mientras se profundiza en la vida cotidiana y afectiva y, sobre todo, en la comedia que eso ofrece, Irène Némirovsky dixit), son claves en el devenir de Europa y Rusia: la caída de los zares, la I Guerra Mundial, la Revolución Rusa de 1917 y la Guerra Civil rusa entre blancos y bolcheviques en 1919. Hay un paralelismo entre la vida familiar y la situación histórica: ambas se precipitan hacia el abismo. La novela está dividida en cuatro partes, cada una corresponde a los cuatro lugares donde van a ir viviendo sucesivamente los Karol: Ucrania, San Petersburgo, Finlandia y Francia. Cada parte empieza con ese cambio espacial y la acción sigue un orden cronológico, se trata de una estructura interna lineal en la que no hay saltos temporales. Los espacios interiores también tienen una gran importancia: las casas y los hoteles en los que viven son descritos profusamente con ese estilo detallista y preciso que caracteriza a Némirovsky.

En El vino de la soledad asistimos a dos temas fundamentales como son el desmoronamiento de una familia y el odio que conduce a la venganza, en este caso de una hija hacia su madre. Otro tema secundario pero no menos importante es el de la soledad. No hay concesiones ni sentimentalismos en una narración dura y fría. Escrita en tercera persona omnisciente el punto de vista es el de Elena, aunque a veces aparece el punto de vista de otros personajes pero muy brevemente. Asistimos asimismo al desarrollo de Elena y a su evolución psicológica que crece desde una infancia en la que ya es una niña sensible, seria, inteligente, observadora, consciente de su desgracia, que se hace necesariamente fuerte y muy madura hasta convertirse en una mujer joven que echa la culpa de toda su infelicidad y soledad a su madre de la cual decide vengarse dándole en donde más le duele. Será su liberación de esa familia que la ha hecho tan desgraciada. Al final de la novela Elena cruzará la frontera hacia la edad adulta saliendo fortalecida e indemne de tanto daño y abandono. Ella es el vino de la soledad que la embriaga. El tema de la venganza de una hija hacia su madre la trató Némirovsky en otras dos grandes novelas: El baile y Jezabel. Queda claro que la autora se vengó de su maltrecha suerte a través de la literatura necesitando hacerlo en varias ocasiones. Sus novelas, veintiuna en total, quince traducidas al español, giran en general en torno a su propia vida. Una vida que la marcó a fuego y de la que tuvo necesidad de escribir para exorcizar sus demonios.

El estilo de la novela es analítico, descriptivo, directo, veraz y poético, sobre todo en lo que respecta a la naturaleza y los sentimientos. No hay humor ni ironía en su escritura, no hay vía de escape por ahí, todo lo contrario: Némirovsky opto por un tono grave, frío, sereno y estudiado. Es una gran escritora, brillante, exacta, profunda, madura, con una gran habilidad para crear tramas humanas sin concesiones a la sentimentalidad y cruda cuando tiene que serlo ya que los temas que trata así lo son. La descripción de personajes en El vino de la soledad es precisa. Excepto con Elena con la que se explaya más, los demás personajes son retratados con pocas pinceladas muy certeras sin ocultar sus flaquezas, anhelos o miserias resultando a veces incluso muy descarnados y crueles.

Asimismo asistimos, a través del punto de vista de Elena, a un demoledor retrato de la sociedad burguesa de la época en la que ella vive inmersa: hipócrita, frívola, amoral, cotilla, a la que sólo le importan las apariencias, el lujo y el dinero. A resaltar que la fortuna que consigue hacer Boris, y tantos otros rusos, proviene del aprovechamiento de la desgracia de quienes no tuvieron más remedio que vender absolutamente todo para poder huir y sobrevivir cuando la revolución bolchevique triunfa. Lo mismo aconteció con la familia de Irène Némirovsky, cuyo padre, León Némirovsky, uno de los más ricos banqueros rusos, se enriqueció de igual manera. El padre de Elena representa al hombre de negocios judío que sólo vive para ganar dinero pero no disfruta realmente de su riqueza. Embebido en amasar una fortuna (millones, millones, millones) su única salida a una vida estéril en lo personal es el juego en los casinos. El estilo de vida de los Karol y de las demás familias burguesas que los rodean es pretencioso y pleno de infidelidades: allí todas las mujeres casadas tenían un amante al que sus hijos llamaban “tío” y con quien su marido jugaba a la cartas. La propia Bella exclama en una ocasión: ¡Ay!, yo no he nacido para ser una burguesa tranquila y satisfecha entre un marido y una hija.

Para terminar, transcribo un párrafo del prólogo de Myriam Anissimov a Suite Francesa en el que podemos comprobar la similitud entre la vida real de Irène y la de Elena Karol: Irène, confiada a los buenos cuidados de su aya, recibió las enseñanzas de excelentes preceptores. Como sus padres sentían escaso interés por su hogar, fue una niña extremadamente desdichada y solitaria. Su padre, a quien adoraba y admiraba, pasaba la mayor parte del tiempo ocupado en sus negocios, de viaje o jugándose fortunas en el casino. Su madre, que se hacía llamar Fanny (de nombre hebreo Faïga), la había traído al mundo con el mero propósito de complacer a su acaudalado esposo. Sin embargo, vivió el nacimiento de su hija como una primera señal del declive de su feminidad, y la abandonó a los cuidados de su nodriza. Fanny Némirovsky (Odessa, 1887 – París, 1989) experimentaba una especie de aversión hacia su hija, que jamás recibió de ella el menor gesto de amor. Se pasaba las horas frente al espejo acechando la aparición de arrugas, maquillándose, recibiendo mensajes, y el resto fuera de casa, en busca de aventuras extraconyugales. Muy envanecida de su belleza, veía con horror cómo sus rasgos se marchitaban y la convertían en una mujer que pronto tendría que recurrir a gigolós. No obstante, para demostrarse que todavía era joven se negó a ver en Irène, ya adolescente, otra cosa que una niña, y durante mucho tiempo la obligó a vestirse y peinarse como una pequeña colegiala. Irène, abandonada a su suerte durante las vacaciones de su aya, se refugió en la lectura, empezó a escribir y resistió la desesperación desarrollando a su vez un odio feroz contra su madre. Esta violencia, las relaciones contra natura entre madre e hija, ocupa un lugar capital en su obra.

Una novela impregnada de tristeza y melancolía en la que se nos narra una historia que nos habla, a veces con terribles silencios, de heridas muy profundas, de una infancia rota, de ilusiones perdidas, de soledad, de pasión, de odio y de venganza.

Plazos
Como la novela consta de cuatro partes, dividiremos la lectura en dos partes. La primera de ellas nos llevará hasta el final de la segunda parte (pág. 113). La leeremos a lo largo de una semana. Os reitero lo de siempre: escribir en este post, mientras vais leyendo esta primera parte, sólo vuestras impresiones iniciales sobre la lectura o sobre lo aquí escrito, pero no la comentéis en su totalidad. Cuando publique el post de análisis correspondiente a esta primera parte de la lectura dentro de una semana, y todos hayáis leído dicha parte, entonces podréis explayaros ampliamente en vuestros comentarios sobre ella. ¡Buena lectura!

Nuestro próximo libro: EL VINO DE LA SOLEDAD de IRÈNE NÉMIROVSKY

15 Ene

Portada de El vino de la soledad de Irène Némirovsky. Editorial Salamandra.

Empezamos el año con una autora a la que tenía muchas ganas de leer con vosotros en el club. Se trata de la excelente Irène Némirovsky (Kiev, 1903 – Auschwitz, 1942), la malograda escritora ucraniana que desarrollo toda su carrera literaria en Francia y en francés. Su vida fue muy corta ya que murió, junto a su marido, en el campo de exterminio de Auschwitz a la edad de treinta y nueve años. Gozó de fama y prestigio literario desde que publicó su primer libro en 1929 pero después de su muerte cayó en el olvido hasta que en 2004 sus hijas encontraron en una maleta el manuscrito de Suite francesa cuya publicación desencadenó un fenómeno editorial y cultural sin precedentes que continúa hasta el día de hoy. Se han reditado todas sus novelas y se la considera una escritora lúcida y brillante: Némirovsky es autora de una de las obras de ficción más grandes, humanas e incisivas que el conflicto ha originado- The New York Times Book Review.

El libro que vamos a leer de ella es El vino de la soledad, publicado por primera vez en 1935. Se le considera el más personal y autobiográfico de la autora. En esta novela se nos narra el destino de una adinerada familia rusa refugiada en París tras el estallido de la revolución rusa, y describe la venganza de una joven contra una madre que nunca la quiso.

A partir del lunes 18 podéis pasar a recoger vuestro ejemplar en la Biblioteca Fórum. Los que vivís fuera de Coruña disponéis de una semana para conseguir el libro editado por Salamandra.

No os olvidéis de devolver vuestro ejemplar de Brooklyn Follies. Gracias.

Nos encontraremos aquí en una semana para empezar a leer El vino de la soledad. Mientras, los que todavía no habéis dejado vuestros comentarios finales sobre el libro de Paul Auster podéis hacerlo a lo largo de esta semana.

Podía tenerlo todo sin tener que renunciar a nada

7 Ene

World Trade Center 9-11 Tribute of Light 2012. Foto en flickr por Glyn Lowe Photoworks. Algunos derechos reservados.

Dejamos a nuestros protagonistas rumbo al norte, a Vermont, para dejar a Lucy con Pamela. Todos están contentos de salir de viaje, sobre todo Tom, que no para de hablar de literatura, una intensa conversación salpicada de anécdotas sobre escritores. Este viaje será decisivo, una vuelta de tuerca en la novela y en sus vidas, debido al ingenio de la niña que de ninguna manera quiere ir a Vermont: se dedicó a pensar y trazar un plan, utilizando su considerable inteligencia para urdir una estratagema que cambiaría las tornas y la convertiría en dueña de nuestro destino. Era una idea brillante, si se me permite decirlo, algo que sólo se le habría ocurrido a una bribonzuela […] A Lucy y a mí aquella decisión también nos vino estupendamente, pero para Tom, el sufrido protagonista de estas Brooklyn Follies, fue probablemente la más importante de su vida […] la Fortuna tendió inesperadamente los brazos a nuestro muchacho y lo transportó a un mundo diferente. La brillante idea de Lucy de echar veinte latas de Coca-Cola en el depósito de gasolina a escondidas de sus tíos hará que se suspenda el viaje y se tengan que quedar unos días, mientras les arreglan el coche, en el hostal de Stanley Chowder. Nuestros amigos han encontrado, sin buscarlo, de nuevo fruto del azar, el verdadero Hotel Existencia: quiero hablar de felicidad y bienestar, de esos raros e inesperados momentos en que enmudece la voz interior y uno se siente en paz con el mundo. Cuatro maravillosos días en el Chowder Inn durante los cuales Tom conocerá a Honey, la hija de Stanley: empiezo a preguntarme si esa joven mandona e inteligente no es la respuesta a mis oraciones. No una etérea B.P.M., sino una mujer soltera desesperada por cazar a un hombre. Un tornado. Una moza ansiosa, con mucha labia. Una apisonadora capaz de aplanar a nuestro muchacho. Por supuesto acabará convirtiéndose, un tiempo después, en su flamante esposa. Asimismo, Nathan suspenderá el viaje a casa de Pamela para dejar a la niña y decidirá convertirse él en tutor provisional de Lucy. Gracias a su hazaña, la niña ha conseguido lo que quería y está feliz.

La mayoría incidís en la soledad de los personajes. Inicialmente sí lo están, pero una vez que los hechos comienzan a desarrollarse y a encontrarse unos a otros, yo no siento que estén tan solos. Son capaces de crear un pequeño pero sólido núcleo de afecto que irá creciendo tanto en cantidad como en calidad. Todos tienen mucho que dar y, aunque no han tenido suerte en la vida, ésta va a cambiar debido a la magia del azar austeriano. Como ya hemos dicho, un verdadero cuento de hadas. Prosigamos con la historia: me siento increíblemente feliz por estar donde estoy, dentro de mi propio cuerpo, mirando las cosas que hay sobre la mesa, notando cómo el aire entra y sale de mis pulmones, saboreando el simple hecho de estar vivo. Es una lástima que se acabe la vida, digo para mí, qué pena que no podamos vivir para siempre. Nathan es feliz y fantasea con la idea de comprar la casa a Stanley y convertirla en el Hotel Existencia, a Tom le parece bien la idea y piensan en hablarlo con Harry. Hasta se lo comentan a Stanley. Pero todo es un juego, un sueño, y ellos lo saben: hay que estar muerto para no disfrutar hablando de ideas descabelladas, ¿y qué mejor sitio para ello que en lo alto de una colina en medio de una región perdida de Nueva Inglaterra? Nathan está muy a gusto con la nueva vida que ha comenzado en Brooklyn como para querer dejarla. Brooklyn, ese otro e importante personaje de la historia, como muchos habéis comentado. Brooklyn está vivo: mi barrio, con su cambiante mezcla de blanco, marrón y negro, su intrincado coro de acentos extranjeros, sus niños y sus árboles, sus laboriosas familias de clase media, sus parejas de lesbianas, sus tiendas de comestibles coreanas, el santón hindú de bata blanca que me saluda con una inclinación siempre que nos cruzamos por la calle, sus enanos y lisiados, sus ancianos pensionistas que avanzan paso a paso por la acera, las campanas de sus iglesias y sus diez mil perros, la furtiva población de vagabundos sin hogar, carroñeros solitarios que deambulan por las calles empujando sus carritos de la compra, hurgando en la basura en busca de botellas. Hermosísimo retrato y homenaje lleno de amor. De Nathan pero también, obvio, de Auster.

En el Hotel Existencia Lucy comienza a hablar pero no logran aclarar nada: sólo que vive en Carolina, Carolina, que su madre le dijo que se fuera con su tío Tom, que ella sabe lo que está bien, que su padre es el hombre más justo del mundo, que no tienen teléfono y que no le puede dar su dirección porque mamá me dijo que no la dijera, y cuando mamá dice algo, yo lo hago. Y, si ha estado en silencio todos esos días, ha sido para que su madre sepa que piensa en ella porque su papá dice que el silencio purifica el espíritu, que nos prepara para recibir la palabra de Dios. Nathan está preocupado por Aurora, intuye que algo malo pasa pero no pueden hacer nada.

La idílica estancia en el Chowder Inn se termina abruptamente con una terrible noticia: Harry ha muerto. Todo el asunto del manuscrito original de La letra escarlata ha resultado ser, como Nathan vio claramente, una venganza de Gordon Dryer que le estalla en la cara al pobre Harry tanto como para morir de un ataque al corazón al comprobar el engaño y sobre todo que Gordon no lo quiere sino que le desprecia: y así fue como Harry Brightman, anteriormente llamado Harry Dunkel, padre de Flora y ex marido de Bette, murió en una acera de Brooklyn una bochornosa tarde del año 2000, acunado entre los brazos de la Bella y Perfecta Madre. Nathan lo ve como un asesinato y se siente culpable al no haber hecho más por convencer a Harry del engaño que él veía claramente: no había conocido bien a Harry, pero le tenía un cariño bastante peculiar (una mezcla de fascinación, respeto e incredulidad) […] más que conmoción, más que tristeza, lo que sentía era una oleada de cólera ante la encerrona tan grotesca que le habían preparado, por lo que Nathan les da el castigo que se merecen a Gordon y a su amante. Harry ha dejado un testamento en el que lega todo el edificio, y el negocio de libros, del Brightman’s Attic a Rufus y a Tom: la herencia ascendía a una pequeña fortuna: más dinero del que ninguno de los dos hubiera soñado jamás. En el último momento posible, Harry había realizado su espléndido gesto, su derroche de los derroches. Se había ocupado de sus chicos. El fin de la historia de Harry termina con un broche de oro: Tina Hott (en realidad Rufus travestido en artista de cabaret), una de las mujeres más bellas que había visto en la vida, haciendo un play-back de la canción “No puedo dejar de amar a ese hombre” mientras esparcen las cenizas del bueno de Harry Brightman en Prospect Park.

Pasan los meses. Tom y Honey se han casado (me alegraba mucho ver cómo el indolente y bovino Tom se iba transformando bajo la vigorosa influencia de su flamante esposa) y viven con Lucy que sigue sin decir nada sobre su madre. Nathan se ha reconciliado con su hija Rachel que, después de una pequeña crisis matrimonial, está embarazada. La Bella y Perfecta Madre se ha separado de su (im)perfecto marido y Nathan se ha hecho muy amigo de la madre de ésta. Cumple sesenta años y le hacen una fiesta sorpresa. Es decir, todo va bien excepto el tema Aurora: ¿qué es de ella? ¿Dónde vive? ¿Estará mal? Está claro que Auster tiene que solucionar esta última cuestión de manera satisfactoria, así que Rory acaba llamando y dejando un mensaje en el contestador en el que dice que todo va mal pero no le da tiempo de dar su dirección completa, sólo: calle Hawthorn (¿o Hawthorne?) número ochenta y siete de… Nathan, que ya se ha convertido en el salvador o vengador, según se tercie, de todos sus seres queridos, se pone en acción y mediante la ayuda de un antiguo compañero de trabajo consigue localizar a Rory que, efectivamente, está en peligro. Y, claro, también la salva del fanático religioso de su marido, David Minor. Muy largo de contar. Me lo salto, 😉 (Sólo una pregunta que os lanzo: ¿por qué Rory no se fue con su hija cuando ya veía lo que se le avecinaba?). Aurora acaba viviendo en Brooklyn con su amada niña Lucy en casa de Nancy y su madre Joyce que para entonces ya se ha convertido en la amante de Nathan (se quieren, disfrutan, pero no se casan). Y lo más sorprendente: Nancy y Rory también se han hecho amantes y parecen ser muy felices. Todo, todo está saliendo muy bien, después de algunos problemas y disgustos, como debe de ser en un cuento de hadas con dragones incluidos.

Vuelve a pasar el tiempo, estamos en marzo de 2001 y Tom y Honey van a ser padres. El Brightman’s Attic ha sido vendido lo que le permite a Tom no volver a tener que pasar estrecheces: por duocentésima vez desde su muerte, volví a pensar en Harry, y en su prodigioso salto del ángel hacia la grandeza eterna. Tom le pide a su tío que sea el padrino del niño: tú eres nuestro único candidato. Por servicios prestados, Nathan, mucho más allá de las exigencias del deber. Por tu valor inigualable en lo más reñido de la batalla. Por arriesgar la vida y la integridad física para rescatar al camarada herido bajo un intenso fuego enemigo. Por animar a ese mismo camarada a ponerse de nuevo en pie y establecer esta unión conyugal. En reconocimiento por esos actos heroicos, y por el bien de nuestra futura descendencia, mereces ser portador de un título más ajustado a tu papel que el de tío abuelo. Asimismo, Nathan se convierte en confidente de Aurora que ha salido bastante maltrecha de su fallido matrimonio y prefiere aliviarse con él que con un psicólogo: conmigo. Con aquel hombre amargo y solitario que un año antes había llegado arrastrándose a Brooklyn, al sitio donde nació, el individuo acabado que se había convencido a sí mismo de que ya no había nada por lo que vivir…; Nathan el Estúpido, el cabeza de chorlito que no tenía nada mejor que hacer que esperar tranquilamente el momento de caerse muerto, convertido ahora en confidente y consejero, amante de viudas cachondas, caballero andante que rescataba damiselas en peligro. Justicia poética para Nathan desde todos los frentes. Bien. Se lo merece.

Nos acercamos al final de esta historia en la que Auster nos vuelve a dar un nuevo susto, con Nathan esta vez, que queda en nada. Lo que parece un infarto resulta ser al final una inflamación de esófago sin importancia. Pero durante su estancia en el hospital, nuestro protagonista tiene tiempo para idear un nuevo “plan literario”: escribir las biografías de los miles de hombres comunes, no importantes por nada, que mueren en el anonimato y se terminan olvidando. Una biografía para que la familia recuerde siempre a su ser querido. “Biografías a todo riesgo”: una cuestión de amor. El incombustible Nathan: en cuanto vi adónde me conducía, comprendí que se me acababa de ocurrir la idea más importante que había tenido jamás, una idea lo bastante grande como para tenerme ocupado todas las horas de todos los días que me quedaran de vida. Pero una sombra se cierne sobre este hombre feliz, el hombre más feliz que jamás haya existido sobre la tierra, y sobre todo el mundo cuando sale del hospital a las ocho de la mañana del 11 de septiembre de 2001, justo cuarenta y seis minutos antes de que el primer avión se estrellara contra la torre norte del World Trade Center. Sólo dos horas después, la humareda de tres mil cuerpos carbonizados se desplazaría hacia Brooklyn, precipitándose sobre nosotros en una nube blanca de cenizas y muerte. Un homenaje a las víctimas del terrible atentado y el fin de una manera de vivir que hemos compartido con nuestros amigos ya, queridos, sí, por las calles de la gran protagonista de nuestra historia: Brooklyn. ¿Qué será de la vida de todos ellos después del 11-S? No lo sabremos nunca. O sí, si Auster se anima a escribir una continuación de estas deliciosas “locuras”.

Plazos
Es hora de vuestros comentarios sobre esta segunda y última parte del libro así como de la novela en general. Disponéis de una semana para ello. Espero que, ahora que hemos terminado y que también se han terminado las fiestas con todos sus comprensibles trajines, comentéis ampliamente todo lo que queráis y se os ocurra sobre esta deliciosa novela.