
Brooklyn. Foto en flickr por Roman Königshofer / Filmmaker & Photographer. Algunos derechos reservados.
Esta primera parte que vamos a comentar va presentándonos a los personajes empezando por Nathan, el protagonista. Predominan, en una trama casi inexistente (aunque al final de esta parte comenzarán a pasar cosas), estos personajes, sus historias pasadas y su situación en el presente, todo ello salpicado de anécdotas que va escribiendo Nathan en su libro del desvarío humano. En el primer capítulo, “Obertura”, Nathan, el narrador de esta historia, se nos presenta y nos sitúa en el lugar y en su vida. Primavera del año 2000. Recién llegado a Brooklyn, Nathan se nos muestra como un hombre acabado, sin ilusiones, de vuelta de todo, que no ha conseguido nada en la vida y que ha decidido ir a morir en el lugar que le vio nacer: estaba seguro de que iba a morirme, y una vez que me extirparon el tumor y pasé el extenuante suplicio de la radio y la quimioterapia, después de sufrir los largos periodos de náusea y mareos, la pérdida del pelo, la pérdida de la voluntad, la pérdida del trabajo, la pérdida de mi mujer, me resultaba difícil imaginar cómo iba a salir adelante. De ahí Brooklyn. De ahí el inconsciente regreso al lugar donde había empezado mi historia. En la narración predomina la ironía e incluso el humor sarcástico en algunas ocasiones. Pero Nathan, que no cree del todo a los médicos respecto a su recuperación, sabe que algo tiene que hacer con su vida si es que ésta continúa: mientras siguiera en este mundo, tenía que encontrar la manera de empezar a vivir otra vez, pero incluso si me moría pronto, debía hacer algo más que quedarme de brazos cruzados esperando el fin. Así que no todo es tan feo como lo pinta él, hay resquicios por los que puede entrar la vida de nuevo, otra vida más plena de sentido, en el corazón de nuestro protagonista.
Ya desde el principio empiezan a pasar pequeñas cosas: se pone desagradable con su hija Rachel en una visita que le hace ésta, pasea por el barrio, va al Brightman’s Attic, la librería de lance de Harry, come todos los días en el Cosmic Diner donde se queda prendado de la camarera Marina, comienza a escribir su libro, ocasión que aprovecha para contarnos algunas de las anécdotas que contiene… pero sobre todo se encuentra casualmente con su amado sobrino Tom Wood trabajando en el Brightman’s Attic, un hombre de treinta años al que no ve desde hace siete. Ocasión que aprovecha para contarnos la historia de su vida y su familia: su amada madre June, ya fallecida; su problemática y rebelde hermana Aurora ante la que siempre se ha sentido protector… Aurora y su hija Lucy serán muy importantes en esta historia. Nathan recuerda la última que vez que habló largo y tendido con su sobrino, cosa que hacían mucho en el pasado, sobre literatura. Es una pasión que les une. Tom, en aquel momento, es un brillante estudiante de literatura norteamericana y Nathan, que quiso ser periodista pero la vida se metió por medio, nunca perdió el interés por los libros: leer era mi válvula de escape, mi desahogo y mi consuelo, mi estimulante preferido: leer por puro placer, por la hermosa quietud que te envuelve cuando resuenan en la cabeza las palabras de un autor. En aquella conversación hablan del trabajo de fin de carrera que Tom ha escrito sobre los escritores Poe y Thoreau: es un estudio sobre el refugio interior, un mapa del territorio adonde se va cuando ya no es posible vivir en el mundo real: la imaginación. Volveremos sobre este tema.
Nathan se asombra de ver a Tom en una librería de lance y no en alguna universidad prestigiosa como Berkeley o Columbia: un joven y destacado intelectual que ya estaría trabajando en su segundo o tercer libro. Además, está mucho más gordo, con papada: se había extinguido la chispa en los ojos de mi sobrino y todo en él sugería derrota. Nathan se alegra de poder recuperar a su “doctor Pulgarcito” al que ha echado tanto de menos. Comen juntos y se ponen al día. No puedo ir contando aquí todas las innumerables historias sobre su pasado que van narrando los personajes pues ¡me saldría un post interminablemente largo, aún más largo de los que hago :)! Sólo expondré lo estrictamente necesario para poder seguir el devenir de estos personajes. Luego ya vosotros, podréis incidir en lo que más os ha gustado o llamado la atención… Tom le cuenta que ha dejado su futuro prometedor en la universidad: no tenía capacidad para llevarla (la tesis) a buen término. O que, si la tenía, ya no estaba seguro de que valiera la pena. Con veintiocho años se instala en Nueva York y se hace taxista. Siente que ese que, en un principio, es un trabajo provisional le enseñaría ciertas cosas que no podría aprender en ningún otro sitio. Tom se quiere convencer de que en ese trabajo monótono y duro hay una cierta esperanza para él. Cree que va a encontrar su propio camino a través de la paciencia y la humildad. A la vez, se va haciendo más retraído y vive en un casi total aislamiento. Pero el azar lo va salvando ya que acude con asiduidad a la librería de Harry y comienzan a establecer una relación personal. Harry le ofrece ser encargado de la sección de libros raros y manuscritos pero Tom, increíblemente, se resiste a la oferta. Sigue pensando que el taxi es un camino de redención y conocimiento del mundo real: ningún libro puede reproducir esas cosas. Estoy hablando de la verdadera transcendencia, Harry. De salir del cuerpo y entrar en la plenitud y el espesor del mundo […] El cansancio, el aburrimiento, la embrutecedora monotonía. Entonces, de pronto, sientes un súbito ramalazo de libertad, unos instantes de auténtica y absoluta dicha. Pero eso hay que pagarlo. Sin tedio, no hay gozo. Sabia reflexión, en mi opinión. Pero también hay un cierto masoquismo en su actitud. Como si se mereciera sufrir. Es decir, parece que Tom busca una redención.
Pero finalmente, después de un susto gordo con el taxi, Tom acepta la oferta. Es el momento de saber quién es Harry Brightman. Nada de lo que le ha contado es verdad incluido su apellido (Dunkel, que significa oscuridad, es el verdadero). Se ha inventado una vida interesante, sofisticada, sibarita. Pero Harry es todo lo contrario: una infancia pobre, un futuro que se supone mediocre… pero un encuentro casual en Chicago con una hija de millonario fea va a cambiar su vida. Harry, que es bisexual y amante de la belleza, se acaba casando con ella, no por su dinero, que sería lo lógico en él sino porque esa mujer está enamorada realmente de él, algo que nunca le ha pasado, y es buena y está siempre pendiente de sus deseos. Tienen una hija que con el tiempo se descubre que es esquizofrénica, monta una galería de arte, encuentra a un pintor brillante, comienza a ganar mucho dinero pero el pintor se suicida en Méjico y Harry ve peligrar su status. En ese momento aparece en su vida Gordon Dryer del que se enamora. Éste es un pintor mediocre que le propone falsificar los cuadros del suicida, como si este siguiera vivo, y eso es lo que hacen. El engaño dura algo más de un año en el que todo sale bien y continúa ganando mucho dinero. Describe aquellos meses como la época más estimulante y terrorífica de su vida. Pero un día se descubre el pastel y ambos acaban en la cárcel. Harry delata a Gordon para reducir su sentencia por lo que a éste le cae una condena más larga. Cuando sale de la cárcel en 1991, su suegro le compra el edificio del Brightman’s Attic con el compromiso de que no vuelva más a Chicago ni a ponerse en contacto con su mujer y su hija. Harry, ya Brightman, no Dunkel, acepta, a pesar del dolor que le produce, y comienza una nueva vida a los cincuenta y siete años.
A Nathan le cae bien Harry: siempre he tenido debilidad por los granujas […] imagínate lo sosa que sería la vida sin ellos […] El gran espectáculo de la falta de honradez. Lo tienes por todas partes donde mires y, te guste o no, es de lo más divertido que se pueda ver […] Yo estoy hablando del instinto de supervivencia, Tom, de la voluntad de vivir. Prefiero mil veces a un granuja astuto que a un beato inocentón. Nathan se hace amigo de Harry, es divertido, le saca punta a todo, hablador, contradictorio y lleno de sorpresas. No le juzga, Nathan nunca juzga, sino que sabe ver lo bueno que hay en cada persona y situación. A la vez, va animándose ante el giro que está dando su vida.
Continúa la galería de personajes. Después de Harry le toca el turno a Aurora, a la indómita, cabezota, inocente y, sobre todo, buena Aurora: tuvo una hija de soltera, se escapó de casa, trabajó un tiempo en el mundo de la pornografía en el que acabó muy mal, se refugió con su hermano cuando todavía estudiaba en Michigan, se hizo cantante, desapareció de nuevo, supo que se había enganchado a las drogas, reapareció reconvertida gracias a un trabajador y también ex-drogadicto que la ayudó en la clínica de desintoxicación del que se había enamorado: David Minor. Pero el tipo en cuestión era un cristiano integrista que le había lavado un poco el cerebro: ahora me encuentro más segura, más serena. Después de todas las gilipolleces que he hecho, tengo suerte de seguir viva. Volvió a desaparecer. Tom no sabe nada de ella desde hace tres años.
Todas estas vidas que va desgranando el autor y que yo resumo como puedo (¡son exhaustivas!) son para saborearlas con deleite mientras se leen. Son un derroche de imaginación puesta al servicio de la vida real. Parecen increíbles pero ya sabemos que la realidad supera a la ficción. E insisto lo bien que se lo debe pasar Auster creando estas historias, da envidia. Prosigamos: Tom y Nathan se han hecho inseparables, se acompañan en su soledad y se hacen confidencias. Ha sido un milagro (el azar, de nuevo) que se encontraran. Tom le habla de su amor platónico: B.P.M. (Bella y Perfecta Madre). Un nuevo personaje que entra en acción. A Nathan le da pena que su sobrino de treinta años idealice el amor y no lo viva cuando está en la edad de ello, así que da el paso de conocer a esta mujer y, de paso, presentársela a su sobrino, para hacerla real. Nancy Mazzucchelli, que es su verdadero nombre, resulta ser una mujer, además de bellísima, encantadora y sociable, un buen ejemplo de los que habitan ese delicioso barrio llamado Brooklyn. Y una nueva amiga para Nathan y su, aún, pequeño círculo.
El Hotel Existencia irrumpe con fuerza en un capítulo dialogado, licencia del autor, durante una cena que comparten Harry, Nathan y Tom. ¿Y qué es el Hotel Existencia? Un refugio interior. El lugar adonde acude la gente cuando ya no puede vivir en el mundo real. Tom busca una salvación para sí mismo y las personas que quiere ya que no puede salvar el mundo. Éste le produce tristeza y repugnancia y quiere irse: el capitalismo triunfante, sin nada que se le oponga ya. Y todos tan contentos, tan satisfechos de nosotros mismos, mientras medio mundo se muere de hambre y no movemos un dedo para ayudarlo. No lo aguanto más, caballeros. Quiero irme. Quiere vivir de otra manera en una especie de comunidad campestre fuera del mundo y sus leyes. Sus amigos le siguen la corriente hablando incluso de cómo conseguir el dinero, no sabemos si en serio o sólo para subirle la moral. Harry habla de ese Hotel Existencia, que creó siendo niño en su imaginación, donde enviaba a los niños huérfanos de la Segunda Guerra Mundial salvándolos de una vida dura. Más tarde, ya en la adolescencia, el Hotel Existencia se convierte en un lugar más sofisticado, donde hombres y mujeres muy elegantes beben, juegan, bailan y, sobre todo, ligan. La única función de un hotel era ofrecer comodidades y bienestar a la gente, que nada más firmar el registro y subir a la habitación podía tener todo lo que quisiera con sólo pedirlo. Un hotel representaba la promesa de un mundo mejor; más que un edificio, era una oportunidad, la ocasión de vivir dentro de los propios sueños. ¡Magnífica creación la de este Hotel Existencia verdadero leitmotiv de esta historia!
Harry vuelve a las andadas ya que anda metido en otro asunto ilegal: hay un diablillo en mi interior, y si no lo dejo salir para que haga alguna travesura de vez en cuando, el mundo se vuelve aburrido y rezongón. Soy un entusiasta, y cuantos más peligros hay en mi vida, más feliz me siento […] A mí me gusta embaucar a la gente. Me encanta llevar el engaño lo más lejos posible y quedarme tan fresco […] Yo soy así, Nathan. Generoso, bueno, leal, pero también un embaucador nato. El incorregible Harry le cuenta a Nathan en qué anda metido: un asunto de falsificación del manuscrito original (perdido) de La letra escarlata de Hawthorne (un giño de Auster a uno de sus escritores predilectos). Gordon Dryer ha vuelto a aparecer y le ha propuesto el plan. Además, aunque tiene un amante rico, le dice que le ama y Harry, que sigue enamorado de él, se lanza a sus brazos y acepta gozoso el plan. ¡Ay! La excitación del peligro. Si Harry logra vender el manuscrito (del que parece que ya tienen un comprador), ganará un millón de dólares. Nathan ve claro que le están engañando: me parece que vas a caer en una trampa, amigo. Te están haciendo la cama […] Venganza. Faena con faena se paga. Donde las dan las toman. Todas esas cualidades maravillosas tan distintivas de los seres humanos. Me temo que tu Gordon no es lo que tú crees […] Te tienen cogido por las pelotas, Harry, y tú ni siquiera te has enterado. Pero Harry no quiere verlo: si tienes razón sobre Gordon, mi vida está acabada de todos modos. Y en ese caso qué más da. Pero si te equivocas, y de eso estoy seguro, entonces te invitaré a cenar otra vez y podrás brindar por mi éxito. Veremos, ya en la segunda parte, en qué acaba todo esto.
Esta primera parte termina con la inesperada aparición de Lucy, la hija de nueve años y medio de Aurora, en casa de Tom. Un nuevo y sorprendente giro que hará que cambie todo. Nathan nos lo adelanta: sólo ahora, al cabo de tan laboriosa preparación, después de tanto escardar y rastrillar el terreno, es cuando mi crónica de las aventuras de Tom empieza a remontar el vuelo. Sola, sin maleta y muda. La niña no habla, no quiere hablar, por lo que Tom no sabe a qué atenerse. No sabe nada de su hermana y no sabe qué hacer con la niña. Pide ayuda a su tío que decide quedarse con ella hasta saber cómo solucionar el problema. Lucy está contenta con ellos, sonríe a menudo, no se la ve preocupada… Ambos deciden mandarla a Vermont, a casa de Pamela, la hermanastra de Tom, con la que no se lleva muy bien. Esta, sorprendentemente acepta y ellos preparan el viaje para el día siguiente, pero a la niña no le gusta nada la idea y llora. Algo se esconde en la mudez de Lucy y en su aparente alegría. El no hablar, sospecha Nathan, es un autocastigo que se aflige y que seguramente proviene de la vida vivida con el ya marido de Aurora, el siniestro David Minor.
Plazos
Dejamos a nuestros amigos prestos a comenzar un viaje al norte para llevar a Lucy a casa de Pamela. ¿Qué pasará? Las cosas se están liando más de la cuenta, tanto por el negocio ilegal de Harry como por la aparición de la niña. Habrá que esperar a leer la segunda parte y comentarla a su debido momento. Por lo pronto, es hora de vuestros comentarios sobre esta primera parte. Espero que sean numerosos. A la vez, seguiremos leyendo desde el capítulo “Rumbo al norte” (pág. 152) hasta el final de la novela. Para ello, disponéis de una semana.
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