La paciencia salva la vida

24 May

Torino 8. Foto en flickr de gatogrunge. Algunos derechos reservados.

Esta segunda parte de nuestra lectura nos va a llevar a través de tres países: Turquía, Grecia e Italia, final del viaje de Enaiat. Las estancias en Turquía y Grecia serán mucho más cortas que las precedentes. En Turquía y Grecia no hay apenas trabajo y la presión de la policía es grande. Enaiat no encuentra en ellos su lugar, y, como se ha hecho mayor y más sabio gracias a las experiencias vividas, abandona estos países en cuanto se da cuenta de que no quiere estar en ellos. Enaiat va vivir la parte más dura del viaje, y nosotros con él: había quien se quedaba congelado en las montañas, quien moría a manos de los policías de la frontera, quien se ahogaba en el mar entre las costas de Turquía y las de Grecia. Su paso de Irán a Turquía por las montañas, veintiséis días caminando de noche en grupo (setenta y siete personas) en condiciones extremas de frío, cansancio, peligro, hambre… en el que muchos quedarán por el camino donde otros ya habían quedado antes (estaban sentadas para siempre. Estaban congeladas. Estaban muertas), para después viajar hasta Estambul durante tres días infernales en un doble fondo de un camión de cincuenta centímetros de ancho, a oscuras, encogidos, sin moverse, sin comer, sin poder orinar… algo absolutamente inhumano: a partir de cierto momento, dejé de existir; dejé de contar los segundos, de imaginar la llegada. Lloraban los pensamientos y los músculos. Lloraban el entumecimiento y los huesos. Olores. Recuerdo los olores: meados y sudor. Gritos. Pero las penurias todavía no han terminado y vivirá una travesía por mar, con cuatro niños más menores que él, en un pequeño bote salvavidas desde las costas de Turquía a la isla griega de Mitilene (no pensábamos en los peligros de la travesía. La muerte es siempre un pensamiento lejano, incluso cuando las sientes cerca. Piensas que te las arreglarás, y tus amigos también). Es milagroso que puedan llegar a su destino cuando ni siquiera saben remar y mucho menos nadar, y tienen tanto miedo que piensan incluso que en el mar hay cocodrilos. Uno de ellos caerá al mar y lo perderán (la muerte tan presente que ni siquiera pueden pararse a llorarla). Pero el afán de supervivencia, la resiliencia, la actitud positiva y la suerte, mucha suerte, acompañan a Ena hasta su destino final. El resto de los viajes, en tren, autobús o ferry, excepto uno escondido en un contenedor de un barco, serán más cómodos.

A pesar de todo lo terrible que es lo que vive Enaiat, hay lugar para descripciones plenas de belleza: el sol había conquistado cada rincón del cielo, el azul no era azul sino amarillo, las nubes doradas y sangrantes por las heridas que les hacían los montes. Donde las peñas machacan. Donde la nieve corta y ahoga, y liberación: me pareció que con la sangre fluía, de dentro de mí, todo el cansancio, la arena del desierto, el polvo de los caminos y la nieve de las montañas, la sal del mar y la cal de Isfahán, las piedras de Qom y los residuos de las cloacas de Quetta. Cuando la sangre dejó de salir, estaba bien, muy bien. Como nunca había estado.

Por el camino se encontrará con gente buena que le ayuda, como la anciana griega en Mitilene que le salva de un gran aprieto dándole comida, ropa decente y cincuenta euros para poder coger el ferry a Atenas: pensé que hay gente muy extraña y amable en el mundo. De nuevo, Fabio le replica ante su ausencia de explicaciones sobre esta mujer: me cuentas las cosas, Enaiat, pero inmediatamente te escapas a otro asunto. Dime algo de esa señora. Descríbeme su casa. Enaiat insiste en su visión de las cosas: a mí me interesa lo que pasó. La señora es importante por lo que hizo. No importa su nombre. No importa cómo era su casa. Ella es cualquiera. Cualquiera que se porte así. ¿Qué opináis sobre el punto de vista de Ena? A mí me llama la atención y no paro de buscarle una respuesta, como le pasa a Fabio. Más personas le ayudarán, una pareja de ciclistas y un chico, ya en Italia, y sus amigos reencontrados, increíblemente, en Grecia, Jamal, y en Italia, Payam (la manera en que localiza a éste es difícil de creer) y, sobre todo, en Turín, una familia le acogerá y podrá comenzar a tener una vida normal y, sobre todo, estudiar que es lo que más desea. Ellos, su familia de acogida, al contrario que la suya propia, sí tienen nombre (me apetece decir los nombres. No son nombres que me hagan sentir mal, al contrario): Danila, la madre, Marco, el padre, y Matteo y Francesco, los hijos. Ena se siente inmensamente feliz con ellos: espectacular. Espectacular aquel día. Espectaculares los días siguientes […] Era algo fantástico […] Que nos querríamos, bueno, eso lo entendí solo. Y es en Turín, por fin, donde encuentra su lugar de vida: ¿Cómo se encuentra un sitio para crecer, Enaiat? ¿Cómo se le distingue de los otros? Lo reconoces porque no sientes ganas de irte. No porque sea perfecto. No existen los sitios perfectos. Pero existen sitios donde, por lo menos, nadie intenta hacerte daño.

Así empezó. Mi segunda vida, quiero decir. Sólo le queda conseguir el permiso de residencia como refugiado político. Antes asiste a clases y aprende con una rapidez asombrosa: la lengua, los estudios de primaria y después comienza los de secundaria. Sus ansias de saber son infinitas. Hice amigos. Aprendí muchas cosas que me obligaron a mirar la vida con otros ojos, como cuando te pones unas gafas de sol con los cristales de colores. Cuando estudiaba higiene me dejaba pasmado lo que me decían, porque lo comparaba con mi pasado, con las condiciones en las que había vivido, con la comida que había comido, etcétera: me pregunté cómo era posible que todavía estuviera íntegro. Finalmente consigue, no sin dificultad y gracias a su inteligencia, el permiso de residencia. No es hasta que pasan tres años de su nueva vida en Italia que se decide a ponerse en contacto con su madre: podría haberla buscado antes, pero sólo después de haber obtenido el permiso de residencia, sólo después de haber recuperado hasta el fondo del tonel la serenidad necesaria, volví a pensar en ella, en mi hermano y en mi hermana. Los había borrado de mi memoria durante mucho tiempo. Y no por maldad ni nada parecido, sino porque antes de ocuparte de los demás tienes que encontrar la manera de estar bien contigo mismo. ¿Cómo puedes dar amor, si no amas tu vida?. Toda una lección de saber vivir la que nos da Enaiat. Se pone en contacto con amigos en Pakistán que van hasta Afganistán, la bondad de nuevo, y terminan por encontrar a su familia. El final, cuando Ena y su madre pueden hablar por teléfono después de ocho largos años es de una emoción que sólo el silencio puede explicar, el silencio de ellos que no pueden hablar, sólo llorar, y nuestro silencio, con un nudo en la garganta, mientras leemos las últimas palabras de este maravilloso libro: en ese momento supe que aún estaba viva y quizá, ahí, me di cuenta por primera vez de que también lo estaba yo. No sé bien cómo. Pero también lo estaba yo.

Plazos

Terminada la increíble historia de Enaiatollah Akbari, es hora de vuestros comentarios. Disponéis de una semana para comentar esta segunda parte y todo el libro en general. Espero que los comentarios sean muchos y muy variados como lo han sido los de la primera parte. No todos tenéis la misma opinión sobre el libro por lo que os pido que os deis la réplica los unos a los otros, como si estuvierais cara a cara, para hacer más vivo el debate. ¡Gracias!

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16 respuestas hasta “La paciencia salva la vida”

  1. Marta 25 de mayo de 2015 a 10:02 #

    Hola a todos:
    una novela directa, que llama a las cosas por su nombre, y que a pesar de la dureza no se recrea en la miseria y en lo escatológico. La capacidad de supervivencia del ser humano descrita por un ser pequeño, flexible y resistente, que se adapta a las circunstancias y flota.
    Resiliencia es la capacidad del ser humano para sobrellevar los problemas de la vida y superarlos. Este chico es una muestra de lo que el hombre (en este caso el niño) es capaz de hacer. Y todo eso, hoy en día, nada de la Edad Media ni durante la Revolución Industrial, en pleno siglo XXI.
    ¿Por qué un chico de 10 años es capaz de sobrevivir de esa forma y otro se «deprime» por no tener ropa de marca? Quizá deberíamos replantearnos lo que es verdaderamente importante en la vida y en qué deberíamos educar a nuestros hijos. Ojalá entre todos consigamos crear un mundo más justo para todos los niños. Mucho trabajito por hacer.
    Muchas gracias por la sugerencia, una vez más, Chus, todo un placer.

  2. Marta 26 de mayo de 2015 a 10:33 #

    Hola de nuevo.
    Es un libro que me ha impactado un montón porque a veces el día a día nos desconecta del mundo. Vemos el telediario o leemos el periódico pero parece que nada de lo que cuentan va con nosotros porque es en otro sitio muy lejano
    Me parece increíble la capacidad de seguir adelante que tiene Ena. Desde pequeño no conoce más que el sufrimiento, el miedo, la barbarie… pero logra sobreponerse a todo y no deja de luchar por conseguir un mañana mejor
    Y sufre, porque sufre mucho, mucho. Hay cosas de las que cuenta como lo del viaje en camión sin poder moverse durante tres días ni poder casi respirar que uno piensa que jamás podría superar. Pero una vez más el ser humano nos sorprende. Tenemos una capacidad infinita para superar muchas cosas pero a veces ni somos conscientes de ello
    Es un libro que habla de esperanza, de superación, de no rendirse nunca por muy grande que parezca el problema…
    Y está contado de una forma muy llevadera, habla de la barbarie pero no se regocija en ella sino que va más allá. Mientras lo vas leyendo estás deseando que el pobre Ena supere cada dificultad que la vida le pone y consiga ser feliz por fin
    Sorprende lo fácil que le parece abandonar un país para irse a otro en el que cree que todo mejorará. Me recuerda un cuento que leí hace poco. Contaba como un niño pequeño había conseguido salvar a un amigo que había caído en un agujero que se había abierto en el hielo. Y cuando la gente se pregunta cómo es posible que un niño tan pequeño pudiera hacer semejante cosa la respuesta es que pudo hacerlo porque nadie le dijo que era imposible.
    Quizá a Ena le haya sucedido algo similar, pudo con todo porque nadie le dijo que era imposible que lo consiguiera.
    Estoy de acuerdo con la otra Marta en que da mucho qué pensar sobre la educación que damos a los niños. Se valora demasiado todo lo material y muy poco quizá lo que realmente importa
    Me ha encantado leerlo. Y me ha encantado la experiencia del club virtual de lectura porque me ha «obligado» a leer libros que de otro modo no hubiera leído, bien por desconocimiento, bien por no resultarme atractivos de entrada. Gracias

  3. jose vicente 28 de mayo de 2015 a 17:45 #

    Hola amigos: Hace ya tiempo que acabé de leer el libro, esperé para hacer el comentario, pero bueno al fin me decidí a hacerlo. Estoy leyendo otro libro el titulado Gran Cabaret de David Grossman y en un pequeño parrafo, un niño le cuenta a otro sus aventuras, ese parrafo dice así.Gracias a sus preguntas empecé a ser consciente de poseer un raro tesoro:experiencia en la vida; que mi existencia que hasta entonces había vivido como un fastidio de vertiginosos viajes, constantes traslados de casa y de cambios de colegio, de idiomas y de rostros, había sido en realidad una enorme aventura.
    Salve la diferencia de la brutalidad de la experiencia de Ena, las horribles situaciones a las que se tiene que enfrentar un niño, la valentía que demuestra en todas las situaciones, la vida de Ena fue una gran aventura y está novela una hermosa historia, que nos remueve nuestras conciencias, y como explicarón las compañeras, el papel que occidente hace o nos permitimos hacer con la educación de nuestros hijos, que yo creo que tampoco es tan malo, ya que aquí tenemos una educación y nadie cierra los colegios por mandato divino, y bueno nuestra vida gracias a Dios es más fácil que la vida que llevó Ena.
    La historia me pareció, francamente buena y el libro muy bien relatado, a mi parecer es una novela de rabiosa actualidad, un descubrimiento fantástico, Gracias Chus de nuevo por este maravilloso relato. Un saludo.

  4. Luisa 29 de mayo de 2015 a 22:37 #

    Hola a todos de nuevo. Me gustó la lectura, la empecé con muchas expectativas y no me defraudó. Desde el punto de vista literario no tengo nada que añadir a lo ya dicho, no es una novela al uso, es original, con un lenguaje sencillo, directo, fluido y más elaborado de lo que parece. Nos cuenta una vivencia personal en primera persona, priorizando los hechos a las emociones. Sin embargo, para mí, fue más impactante lo que cuenta.

    Hace unos días vimos en las noticias el arresto de un padre que intentó introducir a su hijo en España metido en una maleta. Los primeros comentarios que escuché fueron una crítica despiadada hacia ese progenitor, pero en cuanto se fueron conociendo las circunstancias y su historia personal, los reproches se fueron suavizando hasta llegar a una empatía total con él y desear su excarcelación y ayuda sin límites a su familia obviando, incluso, el delito tipificado en el código penal.
    Esto nos muestra como enjuiciamos de forma diferente cuando nos hablan de qué cientos de emigrantes están pasando  a Ceuta, Melilla o a cualquier punto de nuestra costa, y decimos que si el efecto llamada, que si no podemos asumir a toda esa gente, que si tiene que haber una inmigración legal con papeles, con contratos de trabajo…y como nuestra perspectiva cambia cuando les ponemos cara y nos acercamos a su realidad.

    Yo tampoco conozco la solución pero sí creo que Europa está cometiendo un error histórico. El Mediterráneo tiene en la orilla norte a los países del primer mundo, el estado del bienestar (sanidad, educación, seguridad, valor de la vida), y en la orilla sur, que en días despejado se puede incluso ver, los países de la guerra, la hambruna, la inexistencia de derechos humanos elementales, el genocidio, la persecución religiosa, la dura fachada de la extrema pobreza. Cualquiera de nosotros intentaríamos alcanzar el otro lado y esa presión por saltar es imparable. Durante estos días se debate en la Unión Europea el reparto de refugiados entre los diferentes países. No hay acuerdo para acoger a 40.000 cuando hay 16.000.000 esperando, porque a la ya tragedia de escapar del hambre hay que añadir la de escapar de la guerra.

    El año pasado se batió el récord mundial de más población desplazada desde la segunda guerra mundial, 52 millones. A los desplazados por las guerras de Siria, Irak, Libia habría que aplicarles lo firmado en los convenios de Ginebra y en la Convención sobre el Estatuto de los Refugiados en los que se garantiza su asilo, y obliga a los países firmantes. En España durante la guerra civil hubo un millón de refugiados españoles que fueron acogidos en diferente países, no deberíamos olvidarlo, pero ahora debido por un lado, a las grandes cantidades de personas que huyen y por otro a la pasividad de los diferentes gobiernos perdida en negociaciones políticas, en falta de acuerdos, en las restricciones autoimpuestas por algunos países, hay una clara falta de voluntad de la comunidad internacional de frenar este drama. Aún recordamos lo sucedido en los Balcanes y el genocidio de Ruanda y de cómo se miró para otro lado. Pienso que ahora no va a haber ningún sitio al que poder mirar.

    • Ciberclub de lectura 6 de junio de 2015 a 0:04 #

      Gracias Luisa, tus palabras son tan certeras que no tengo nada más que añadir. Totalmente de acuerdo. Hay una falta total de voluntad por parte de la comunidad internacional para solucionar este problema. Como tú dices, es mejor mirar para otro lado (Balcanes, Ruanda y tantos otros ejemplos), es una verguenza lo que está pasando (¡hay tantas denuncias en libros, películas, artículos!, pero como si nada) aunque como muy bien dices: «ahora no va a haber ningún sitio al que poder mirar». Todo lo que está haciendo Occidente va a acabar pasándole factura.

  5. Silvia 31 de mayo de 2015 a 22:27 #

    Por fín, he acabado el libro. A pesar de ser de lectura ágil, no me ha cautivado. Se me ha hecho pesado pues sigo pensando que es inverosímil (recuerda el tiempo que hacia y no recuerda otras cosas o no las quiere contar, me faltan detalles). No me he creído la historia, o no toda. Todo el mundo es demasiado bueno y Ena tiene demasiada suerte. Curiosamente, el último capitulo creíble ha sido el último, el de Italia. De todas formas, me parece más un testimonio en una entrevista que no una historia real. Aún así, encantada de haberla leído y haber conocido la supervivencia contada por un niño.

  6. Julia 1 de junio de 2015 a 9:31 #

    Coincido con Silvia en la percepción de inverosímil de la historia, aunque pienso que se debe a que Ena ha utilizado una suerte de mecanismo de defensa, no quiere o no puede recrearse en las partes más difíciles de su viaje hacía un futuro incierto, vive en presente, enfrentándose como puede a las, no pocas, dificultades que se le presentan. No piensa en lo que deja atrás y procura huir de todo aquello que le supone lazos emocionales y solo recuerda, de forma concreta, a sus seres queridos cuando concluye su odisea.
    El libro nos cuenta, sin caer en el regodeo, una historia durísima y por desgracia, bastante común.Ena tiene la suerte inmensa de haberlo conseguido, pero no debemos olvidar a los miles que no lo logran.

    De nuevo, gracias Chus por acercarnos a un autor y un libro que, de otro modo, es más que probable, que nunca hubiese conocido.

  7. CARMEN 1 de junio de 2015 a 12:45 #

    Hola, seré repetitiva y diré que cuenta una historia durísima. No creo que se pueda mirar desde la misma forma de ver que tienen nuestros hijos, están en la otra orilla afortunadamente, pero insisto en que todos somos más fuertes de lo qué pensamos y, en este caso la inocencia infantil seguramente ha hecho que no fuese consciente de dónde estaba y lo qué podía pasarle, lo que le ha sido de ayuda. Por otro lado totalmente en consonancia con el comentario de Luisa, siempre he dicho que uno no se atreve a jugarse su vida si lo que deja atrás es peor aún, porque sí que se puede llevar una vida peor que la muerte. Este pensamiento me lo han inculcado desde siempre dado que familiares directos, han tenido que emigrar e irse con lo puesto arriesgando sus vidas debido a diferentes motivos, os podéis imaginar que no escapaban del estado de bienestar precisamente, de ahí que ahora que todo está olvidado no deja de ser una gran hipocresía hacer o más bien, no hacer lo fundamental con las personas que se ven obligadas a dejar todo su yo atrás.

    Graciñas Chus por tu elección, no conocía al autor y me alegro de haberlo conocido. Saludos.

  8. Eire 2 de junio de 2015 a 12:25 #

    Yo, como ya manifesté en los comentarios de la anterior parte, también estoy muy agradecida por esta lectura. Me ha gustado como está contada y me ha hecho reflexionar y acercarme un poco más a esa parte del mundo.

    Estoy totalmente de acuerdo con los comentarios de Luisa, es muy difícil entrar en valoraciones de unas vivencias que nos quedan tan distantes tanto en el espacio geográfico, social, político (aunque no debería ser así y realmente no lo es)…como y, sobre todo, en la dureza de las circunstancias que les han tocado vivir [en este caso a un niño].

    A mí me ha resultado muy duro, y no necesito más información, no podía ni imaginarme pasando por cada una de esas vicisitudes, y pensar que lo más normal hubiese sido que no lo lograse, como tantos otros niños y compañeros de viaje que vimos que perdieron sus vidas intentándolo. Intentando dejar atrás una realidad sin esperanzas en busca de una oportunidad, aunque para ello tengan que poner en riesgo su vida y abandonar a sus seres queridos y todo su mundo.

    Es muy duro, durísimo. Y sí, nos lo cuenta así, sin detenerse en los detalles, sin grandes dramatismos y como si le restase importancia, porque él, a pesar de todo, sí ha llegado, pero cuántos otros no, o cuántos otros llegaron pero no han tenido su suerte.

    Y si conocemos su versión es porque, además de haber logrado sobrevivir a esas durísimas circunstancias y tener la suficiente “madurez” como para tomar las difíciles decisiones de no abandonar su objetivo y seguir luchando, se ha topado con gente amable (o gente “normal”) que le ha ayudado un poquito (pero que para él suponía muchísimo) y con alguien que le ha parecido que su historia debería ser contada.

    Yo también estoy muy agradecida a nuestro autor por esta historia y a Chus por traerlo a nuestras vidas.

  9. Lui 3 de junio de 2015 a 10:11 #

    Resulta extraño como una historia tan dura puede resultar al mismo tiempo tan cautivadora y bella…. Ena es un niño, un niño como los nuestros, que tiene que hacer frente a situaciones a las que nunca ninguno de nosotros nos acercaremos ni de lejos, y solo (o casi). Me admira y me alegra que Ena lo haya logrado, que a pesar de todo no perdiese la esperanza y la fuerza para luchar y lograr su objetivo, y al igual de Eire no puedo dejar de pensar en todos los demás que no lo logran….
    La verdad es que el libro me ha dejado mal cuerpo: a diario miles de niños viven situaciones similares a las de Ena, situaciones terribles, sin familia, sin amor, y para nosotros es poco más que algo que pasa lejos o con suerte un titular en prensa. Y me hace pensar en lo fácil que lo tenemos nosotros, que lo tienen nuestros niños sólo por una cuestión geográfica….

    • Ciberclub de lectura 6 de junio de 2015 a 0:07 #

      Estoy totalmente de acuerdo contigo Lui en que a pesar de la dureza de la historia, es también hermosa y llena de vida. Te emociona, te estremece pero a la vez te reconcilia con la vida porque la vida es una unión de opuestos.

  10. Eire 4 de junio de 2015 a 11:34 #

    Os dejo este enlace, que tiene bastante que ver con lo que muchos decimos en nuestros comentarios, y que hubiera sido el final más probable de nuestro pequeño Ena [«Todo un sueño destrozado de quien quiso buscar una vida mejor, lejos del hambre, de la enfermedad, de la guerra o de la esclavitud»].

    Hace referencia a una foto y una poesía que muchos habréis visto en los últimos días en las redes sociales y que viene muy a cuento de la lectura que hemos compartido:

    «No lo conseguí, mamá,
    Pero no se lo digas a los hermanos,
    Ni a papá.
    Diles que llegué a ese lugar
    del que tanto nos hablaba el abuelo
    donde los tanques echan agua
    y las balas son de caramelo
    que aquí no falta el pan
    ni el dinero para pagar.
    Que sigan luchando
    Por un mundo mejor.
    Diles que vivo en Italia
    Y que mi barco no se hundió.»
    Patricia Vitorique

    • Eire 4 de junio de 2015 a 11:34 #

      ahora sí, el enlace 😉

      http://www.laopiniondemurcia.es/opinion/2015/06/02/mundo-mejor/652044.html

    • Ciberclub de lectura 6 de junio de 2015 a 0:10 #

      Vi la foto y leí el poema, Eire, y lo puse en mi muro de facebook. Gracias por traerlo aquí. Eso sí es ponerse en lugar del otro. No podemos seguir teniendo los ojos cerrados ante esta situación. Es tan terrible que deberíamos hacer algo ya. Y las noticias sobre este tema continúan estos días, cada día una terrible noticia más. ¿Hasta cuando? ¿Qué mundo vivimos?

  11. Ciberclub de lectura 6 de junio de 2015 a 0:23 #

    Gracias a todos por vuestros comentarios tan numerosos y acertados y profundos y sinceros. Me alegro de que os haya gustado la elección del libro. Es necesario saber qué está pasando ahora mismo (es noticia candente estos días y desde hace ya tiempo) y en este libro podemos conocer la vida real de una de estas personas que no ha tenido tanta suerte como nosotros. Un número que se convierte en un nombre y apellidos y en una vida. Conocerlos. Hay que conocerlos. Y eso es lo que ha hecho Fabio Geda. Conocerlos para acercarlos a nosotros. Son seres humanos como nosotros. Están en nuestras ciudades (los que han tenido suerte), a nuestro lado y ni siquiera los vemos. Nuestra vida sería más rica y creceríamos comos personas si nos acercáramos a hablar con ellos alguna vez y pudiésemos conocer su historia.
    Doy clases de español a inmigrantes desde hace muchos años y he conocido, y conozco sus vidas. Increíbles, admirables, humanas. Estoy muy cerca de ellos. Por eso este tema me sensibiliza especialmente. Y me han dado tanto! Mi vida es mucho mejor y espero también ser yo mucho mejor gracias a ellos.
    He ido contestando a algunos de vuestros comentarios. Podéis leerlos si entráis en los post correspondientes a esta lectura.

  12. fjbarral 11 de septiembre de 2015 a 11:49 #

    Además, el título de la obra, que hace referencia a los peligros del mar con un elemento que parece tan extraño como los cocodrilos que asociamos a los ríos, nos muestra la metáfora de que el mar o el camino de la búsqueda de una vida mejor, que no tendría más que contar con los riesgos naturales, la hacemos entre todos más peligrosa artificialmente por culpa de los intereses nacionales frente a los humanos. Como se está viviendo con el caso de los refugiados de la guerra de Siria que ha querido ignorar por los Gobierno europeos y las instituciones occidentales y que ahora se atienden (mínimamente) mientras que se mantienen en el olvido y «a su suerte» otros colectivos como los refugiados de Afganistán o de África.
    Pero el caso es que he encontrado que el mayor reptil viviente es una especie de cocodrilo marino (de agua salada), por lo que el título del libro se basaría en algo cierto, aunque el hábitat del citado cocodrilo es el sureste asiático y las costas de Australia, por lo que no coincidiría en el mar citado en el libro (el Mediterráneo).
    http://animales-fascinantes-blog.blogspot.com.es/2012/01/el-gigantesco-cocodrilo-de-agua-salada.html

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