Los detectives privados somos los termómetros de la moral establecida

5 Mar

Vía Laietana. Barcelona. Foto en flickr de MorBCN. Algunos derechos reservados.

No es casual que Los mares del Sur arranque con el hallazgo accidental de un cadáver por unos maleantes que no volverán a salir en la novela. Este inicio trepidante, con persecución policial incluida, le sirve a Montalbán para mostrarnos a la clase más baja que puebla la Barcelona de los años setenta. El lenguaje, el comportamiento de unos vulgares rateros muestra a las claras cómo estaba la sociedad española en aquellos momentos. En el autor hay siempre una mirada social y moral a estos pobres desheredados: prostitutas, ladrones de poca monta, camellos, mendigos… recordándonos que existen y porqué existen.

Bien, ya tenemos un cadáver, lo siguiente es la aparición del detective privado Carvalho al que, obviamente, se le va a encargar el caso. Carvalho irrumpe con fuerza en la novela con una frase de las suyas: los detectives privados somos los termómetros de la moral establecida. A continuación deja caer su visión, crítica, de la sociedad y la democracia recién estrenada. Se lo dice a Biscuter, su fiel y deseoso de agradar ayudante. Éste, al que conoció en la cárcel, no le ayuda en la resolución del caso, es más bien un criado-secretario-cocinero. En seguida se nos muestra a un Carvalho escéptico, aficionado a la bebida y a la comida y crítico con todo lo que le rodea. Lleva tres meses sin trabajar pero una llamada de un importante abogado le va a sacar de la inactividad. Un poco antes ha comprado una perra, Bleda, en un intento de agarrarse a algo humano.

Y de los bajos fondos y el ambiente popular de las Ramblas, donde el detective tiene su pequeño despacho, vamos a saltar a la clase alta barcelonesa. Esto es muy propio de las novelas de Montalbán: yo a los palacios subí, yo a las cabañas bajé, como dicen los versos del D. Juan Tenorio de Zorrilla. Carvalho se mueve bien en todos los ambientes, los conoce perfectamente, y su trabajo le lleva de unos a otros. A partir de ahora, en esta primera parte, vamos a darnos un largo paseo por la fauna y flora de la burguesía catalana a través de numerosas entrevistas que el detective realizará, salpicadas con descripciones muy vívidas de las personas, las casas, los ambientes, los barrios… y una sutil ironía que impregna todo lo que hace y dice Carvalho.

El rico abogado, Viladecans, le habla de su cliente y amigo, el empresario Carlos Stuart Pedrell, cuyo cuerpo apuñalado apareció hace dos meses en un descampado. Éste había desaparecido hacía un año anunciando que se iba a la Polinesia. Un hombre en la crisis de los cincuenta que desea dejarlo todo y emular al pintor Gauguin. Deja todo atado y bien atado en lo que a los negocios se refiere y no vuelven a saber de él. La investigación policial revela que nunca fue a la Polinesia pero nadie sabe dónde estuvo todo este tiempo. Lo que le preocupa a Viladecans y a la viuda de Pedrell es saber qué hizo a lo largo de ese año: recuerdo el caso. No se encontró al asesino. ¿También quieren al asesino? – Bueno. Si sale el asesino, pues venga el asesino. Pero lo que nos interesa es saber qué hizo durante ese año. Comprenda que hay muchos intereses en juego. La mujer, cínica y guapa, quiere la máxima discreción, no se llevaba bien con el mujeriego de su marido. Es más, desde que se marchó él, he podido respirar a mis anchas. He trabajado. He hecho su trabajo y tan bien como él, mejor que él, porque lo he hecho sin puñetas. No muestra ninguna pena o respeto por el muerto. Algo que comprobaremos a lo largo de todo el recorrido por los diferentes familiares, amigos, socios y amantes del empresario. Nadie, excepto su hija Yes, parece lamentar su muerte ni muestra ninguna tristeza. No hay ninguna pista (la policía tampoco descubrió nada ya que la familia ha hecho lo imposible para que no siga), sólo una arrugada hoja encontrada en sus bolsillos en la que está escrito: più nessuno mi porterà nel sud (ya nadie me llevará al sur).

Hay una breve aparición de Charo, la ¿novia? de Carvalho, siempre enfadada con él porque no la hace mucho caso. Charo es una prostituta con clientes fijos y aunque al detective parece que le molesta su presencia, a la vez muestra comprensión y una cierta ternura (acaban durmiendo juntos en su casa aunque no hubiera querido hacerlo). Carvalho tiene su ética: de pronto había tenido conciencia de que, buscando no crearse ataduras, en esos momentos era el responsable sentimental y moral de tres personas y una perra, él mismo, Charo, Biscuter, Bleda. (Más adelante pensará: tengo una perra, por algo se empieza; ¿acabaré teniendo tantas cosas como los demás?). Detrás de todo su sarcasmo hay un ser humano. Beben (¡y mucho!) y cenan juntos, incluido Biscuter. Hay una relación muy intensa de Carvalho con el alcohol y hay un momento en que se dice que cuando bebe es como si recuperara un rincón de patria dentro de sí mismo.

Carvalho se pone en marcha y, en la primera visita que realiza al despacho del muerto, descubre que al empresario le gustaba mucho frecuentar a intelectuales y artistas. Era un gran lector amante de la música. En su despacho encuentra muchas referencias a Gauguin (poema incluido) y al Pacífico, pero sobre todo encuentra tres fragmentos de tres poemas en inglés que hablan todos del sur, incluido el “ya nadie me llevará al sur”. Está claro que Pedrell quería irse allá, incluso la secretaria le confirma que compró un billete a Tahití. Pero ¿por qué no se fue? Prosiguen las visitas. Casi todas son un pretexto para comer y beber como la que hace al pintor Artimbau, viejo conocido del detective y amigo de Pedrell. Éste le da información sobre el muerto (era un poco cantamañanas, un poco juguetón) y sobre sus inicios como empresario y cómo llegó a amasar una grandísima fortuna. También le dice que era un hombre rico con inquietudes que se movía entre el ambiente de los empresarios por un lado y los intelectuales y artistas por otro: en cada sector se le miraba como un bicho raro. Su vida era un poco esquizofrénica. Cuando ya se hizo rico, volvió a estudiar e incluso a escribir pero yo creo que carecía de lenguaje. Eso le pasa a mucha gente. Lo tienen todo para empezar a crear y descubren que carecen de lenguaje. Entonces trasladan la literatura a su vida. Esto es un dato importante a tener en cuenta.

La visita a la casa de Pedrell le permite conocer a su hija Yes, una chica un poco desequilibrada que fuma marihuana y esnifa cocaína. Ésta también le da una pista cuando Carvalho le dice que nunca llegó a los mares del Sur: ¿Usted qué sabe? ¿Dónde están los mares del Sur? La chica, en busca de una figura paterna, se le insinúa y más adelante acabarán teniendo un affaire en el que Carvalho, no se sabe muy bien por qué, cae pues no parece que Yes le interese. Yo creo que Carvalho esconde a un hombre tierno muy baqueteado por la vida y por su propia personalidad contradictoria que busca consuelo en el alcohol, la comida y el sexo. La chica, que no pasa de ser “unos polvos”, a la vez le despierta esa ternura (la va a buscar por las Ramblas después de echarla con cajas destempladas. Recorrido que aprovecha para ofrecernos un fresco de la miseria que poblaban esas calles por entonces) e incluso su infancia, donde todo casaba: Llovía duramente sobre la Rambla de Santa Mónica y sintió en la espina dorsal un escalofrío nostálgico de sábanas y mantas, nostálgico de gripes suaves y trajines domésticos en sordina. “Pepe, Pepe, ¿te hago una limonada?” En las manos “La isla misteriosa” y en la radio “Las aventuras del inspector Nichols”, en la voz de Fernando Forga. Entonces todavía no quemaba los libros y creía en la vida.

A continuación vienen las visitas a los socios de Pedrell: el obsesionado con la salud Planas y el sibarita y hedonista Marqués de Munt. Ninguno su amigo. Sólo negocios. No era el entorno que realmente le interesaba a Pedrell. Insisto en que en todas estas visitas la ironía y el sarcasmo de Carvalho, y del autor a fin de cuentas, se despliega a sus anchas. Son los ricos, de un tipo o de otro, los que le mueven a ellas. Nunca la ejercerá con las otras clases sociales que le despiertan más la identificación o la compasión. El culmen llega con su visita a Munt. Un cínico que le invita a degustar un morteruelo y un Chablis, rodeado de una decoración imposible, mientras sólo habla de sí mismo. Pero todos le van descubriendo la personalidad del muerto: algo superficial, caprichoso, narcisista, seductor, sufridor y con sentido de culpa por pertenecer a la clase alta, con una doble o triple o quíntuple vida, amante de la cultura pero poco presto a ayudar a sus amigos intelectuales. Y, a la vez, le van dando pistas. Planas le habla del barrio de San Magín que construyeron para la clase trabajadora en el franquismo y Munt opina: quizá hiciese un viaje, pero no a los mares del Sur […] Un hombre con ganas de desaparecer, desaparece. ¿Sabe qué llegó a decirse cuando yo me marché a las cuevas del Sacromonte? Que me había ido a la Antártida con una expedición financiada por mí. Atentos a esta pista. Es muy reveladora.

Entre la visita a Planas y a Munt, Carvalho, borracho, se mete en un acto sobre la novela negra lo que aprovecha el autor para hacer una sátira sobre el mundo de los escritores (tenían ese aspecto de huevos cocidos que tienen los intelectuales en todas partes, pero en este caso adaptados a la española: parecían huevos duros con menos densidad que los huevos duros de otras latitudes. Sobrellevaban el peso de los huevos sobre los hombros con el lógico exhibicionismo, pero también con esa inquietud subdesarrollada de que el huevo peligraba) e iluminarnos un poco sobre qué es la llamada novela negra: cuando la burguesía no puede conservar el control de la novela empieza a pintarla de colores. Cuando sale, se pierde por las calles mientras su mente reflexiona con lucidez sobre dos temas claves: el amor (tal vez necesitara enamorarse, una cierta dosis de autoengaño, no se puede sobrevivir despellejado, sin posibilidad de meterse en ninguna iglesia, sin rezar no se puede vivir) y su vida (No puedes salir a borrachera diaria. Ni sorprenderte de pronto con las mandíbulas apretadas, como si estuvieras haciendo un esfuerzo interior sobrehumano. ¿Qué esfuerzo interior sobrehumano estás haciendo? ¿Te parece poco? Amanecer. Un día tras otro. Con los caros y mediocres que son por regla general los restaurantes en esta ciudad […] Su único patriotismo era gastronómico […] Repasó su destruida geografía. Le dolió cada violación de su paisaje infantil y cuando estaba a punto de tocar fondo en el pozo de la autocompasión se acercó a una cabina para llamar a su amigo, gestor y vecino de Vallvidrera, Enric Fuster).

A continuación vienen las visitas a la amantes, la más duradera, la snob Adela Vilardell, rica como Pedrell, que tampoco manifiesta ninguna pena y que parece que miente cuando le dice que Pedrell no se puso en contacto con ella durante ese año (un “no” que se le había enganchado algo al subir el aire por el pecho intetado) y la última teenager en la vida conocida de Stuart Pedrell, que también es snob y autosuficiente y que tampoco se muestra nada apenada. A ésta última la invitó a su viaje al Sur pero ella no quiso ir (yo le quería mucho. Era tierno, desvalido. Pero no entraba en mis planes buscar el paraíso perdido).

Esta primera parte termina con un festín y una revelación clave. Carvalho se reúne con su vecino Fuster y un amigo de éste, Beser, experto en literatura. Después de degustar una paella valenciana de verdad y beber de nuevo muchísimo, Beser, entre risas y mucha ironía, averigua quienes son los autores de los tres fragmentos de poesía en inglés que Carvalho había encontrado en el despacho de Pedrell: el primero no hay duda, se trata de un verso de La tierra baldía de Eliot (Leo hasta entrada la noche / y en invierno viajo al sur). El segundo fragmento también está chupado. Pertenece a Los mares del Sur, el primer poema publicado por Pavese: Pero cuando le digo / que él está entre los afortunados que han visto la aurora, / sobre las islas más bellas de la tierra, / al recuerdo sonríe y responde que cuando el sol se alzaba / el día ya era viejo para ellos. El tercero es el que más problemas le da, el verso encontrado en los bolsillos del muerto: Ya nadie me llevará al sur resulta ser al final de Salvatore Quasimodo: el lamento de un meridional que reconoce su impotencia para volver al sur. Su corazón ya se ha quedado en los prados y en las aguas nuboladas de Lombardía. Quasimodo en este poema se muestra como un desarraigado, algo que concuerda perfectamente con Stuart Pedrell. Beser le ilustra sobre el significado del Sur en la literatura del siglo XX: el mito del sur como símbolo del calor y de la luz, de la vida, del renacer del tiempo, aparece continuamente en literatura. La interpretación de estos tres fragmentos juntos y por ese orden nos la da, de nuevo, Beser: los tres fragmentos marcan todo un ciclo de desencanto: la esperanza intelectualizada de leer hasta entrada la noche y en invierno ir hacia el sur, burlando el frío y la muerte. El temor de que tal vez ese sur mítico sea otra propuesta de rutina y desencanto. Y finalmente la desilusión total… Ya nadie le llevará al sur... Carvalho le replica: pero reúne los tres fragmentos cuando sí va al sur. Cuando tiene hasta los billetes comprados y los hoteles apalabrados. Beser nos da de nuevo otra clave: ¿A qué sur? Tal vez había descubierto que aunque fuera al sur nunca llegaría al sur […] me parece que sólo es literatura. Vaya perra ha pillado la gente con lo del sur. Tal vez tuviera sentido antes de los vuelos chárter y de los tour operators, pero ahora ha dejado de existir. El sur no existe. Los americanos construyeron una mitología literaria de la nada y el sur se debe exclusivamente a ellos.

Plazos Y aquí nos quedamos con toda la información recabada por Carvalho y muchas claves que, por ahora, no le dicen nada pero que más adelante irán tomando forma y le iluminarán para la resolución del caso que leeremos ya en la segunda y última parte de nuestra lectura. Para ello, disponemos de una semana más o menos. Leeremos a partir del capítulo que comienza: “Se imaginó a su propio hígado como un animal corroído por el vitriolo”, pág. 142 de la edición que yo tengo, hasta el final de la novela. Es hora de que dejéis en este post vuestros análisis y comentarios sobre esta primera parte. ¡Espero que sean muchos! ¡Ah! Y los que vais más adelantados en la lectura, ¡tened cuidado de no desvelar nada! 🙂

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18 respuestas hasta “Los detectives privados somos los termómetros de la moral establecida”

  1. Carolina 6 de marzo de 2015 a 3:25 #

    Como defecto profesional de una traductora, siempre me atrae más la lengua que la trama, al menos mientras voy leyendo. Me encanta detenerme en expresiones fuera de lo común, en palabras utilizadas de alguna manera diferente. Pero como les contaba cuando me anoté en este club, de lectura, por cuestiones geográficas (vivo en Trinidad y Tobago) me cuesta conseguir libros en español, y hace varios años que leía solamente literatura en inglés. Este libro fue como una bofetada. Tiene un lenguaje muy crudo y unas imágenes muy gráficas y por falta de conocimiento del autor las primeras páginas me dejaron boquiabierta. Pero no en un mal sentido, he disfrutado muchísimo de la lectura de esta parte del libro y de todo lo que agrega Montalbán al margen de la trama en sí. Mi favorita hasta el momento, la última escena que hemos leído, la cena en casa del profesor y la conversación que tiene lugar durante la cena.
    En cuanto a Carvalho y la quema de libros, vi un comentario anterior pero me pareció que empezaba a ir más allá de lo que yo había leído y preferí no terminar de leerlo. Creo que no los quema porque no los aprecie sino porque los aprecia demasiado. No sé si puedo explicarme muy bien pero de alguna manera me parece que se siente decepcionado tal vez de la ilusión y el placer que le crearon en esos libros en el momento en que los leyó, en el pasado, y que luego no se hizo realidad. Está desilusionado de la vida en general. No tengo el libro conmigo en este momento pero a ver si mañana encuentro ese momento en el libro y puedo explicarme un poco mejor. Ustedes por qué opinan que quema sus libros?

  2. Luisa 7 de marzo de 2015 a 1:48 #

    Contestando a Carolina, yo creo que la quema de libros simboliza ,por una lado su desilusión vital y por otro su desprecio hacia una parte de los llamados intelectuales que ejercitan un tipo de clasismo cultural, excluyente, esnob, despersonalizado, que siguen como dogmas determinadas corrientes literarias, o cualquier expresión artística donde no tiene aceptación el que lo cuestiona o simplemente no lo comparte o no lo entiende. También pienso que fiel a su estilo provocador , Montalbán lo utiliza como un recurso para que al lector solo con imaginarlo le duela el alma.

  3. María 7 de marzo de 2015 a 13:27 #

    Hola:
    yo estoy leyendo (por segunda vez) la primera edición, sin prólogo :-/
    Esta primera parte de la lectura abarca hasta la página 136.
    El libro lo leí a principios de 1988 y me gustó, como la mayoría de libros que he leído de M. Vázquez Montalban.
    Ha pasado mucho tiempo desde su edición y de la primera lectura que hice, aun así, muchos lugares y locales que aparecen en el libro están muy presentes en mi recuerdo. Soy de una ciudad cercana a Vallvidriera pero hace mucho tiempo que dejó de ser mi lugar de residencia. Eso sí, he podido seguir los cambios que ha hecho Barcelona, los alrededores y la sociedad de allí.

    Sobre la quema de libros de Carvalho opino, que es su desilusión vital (como comenta Luisa), su desilusión politico-moral-emocional-espiritual.
    En la página 91 (edición 1979) dice: » Le dolía quemar los clásicos de la Pléyade por el tacto hermosísimo de los libros. A veces los sacaba para acariciarlos y volvía a meterlos en el infierno paralítico de las estanterías rehuyendo el recuerdo de pasadas lecturas que en su tiempo juzgó enriquecedoras.»

    Esa desilusión, vacío y amargamiento que le producen ciertas clases sociales y politícas lo compensa con el consumo desmedido de alcohol y con los manjares «tradicionales». Consumiendo esos platos, se siente patriota y es capaz hasta de recorrer km, escapando del hastío diario, para llegar a un lugar que le proporcione ese placer. Como podemos leer en la página 76, cuando relata una escapada a Murcia.

  4. Julia 7 de marzo de 2015 a 20:47 #

    Hola:
    Estoy de acuerdo en lo que apuntan María y Luisa sobre la quema de libros, en cuanto a desilusión vital. Ama profundamente los libros y no creo que la quema sea un desprecio hacía una parte de la intelectualidad. Pienso que está más relaccionada con ese «solo es literatura» al que hace referencia Beser, que también le dice a Carvalho «ha de producir un placer extraordinario» cuando Fuster le comenta que es un quemalibros, lo que Carvalho ratifica y responde con un»Incomparable». Tambien le dice a Charo, cuando le pregunta porque quema ese libro » Porque es una chorrada, como todos los libros».
    Todo esto, así como las obras que son pasto de las llamas, hasta esta parte de la novela, nos dá a entender que Carvalho ha sido un lector voraz y exquisito, que se relaccinaba con los libros como con la comida y la bebida, con deleite y exceso, hasta que por algún motivo, que aquí no se ha aclarado, quizás el tiempo en prisión, descubre que la vida no está en los libros, que la vida está fuera y decide que pasen a ser algo práctico, dan calor. Si los regalara o los dejara en la calle para que alguien pudiese disfrutarlos, continuarían siendo solo literatura, una chorrada como todos los libros, no la vida.

  5. Kelly 7 de marzo de 2015 a 22:55 #

    Hola a todos,
    De momento lo que vamos viendo son las indagaciones a través de los diferentes personajes a los que le va llevando la investigación, lo que aprovecha para hacer una crítica feroz de la sociedad de abajo arriba, desde los callejones hasta la alta burguesía, e intelectualidad a la que critica sin piedad, por su frivolidad, esnobismo y falta de humanidad, que parece coincidir también con la vida de la familia de su cliente. Es evidente a lo largo de su recorrido que él se siente mucho más identificado con la gente de los bajos fondos, prostitutas, drogadictos, etc, y muestra su lado más compasivo y humano con ellos.
    Nos hace un retrato bastante gráfico del personaje desencantado de la vida y de vuelta de todo, sin ningún interés por su trabajo, ni por nada en la vida que no sea el alcohol y la gastronomía.El trabajo le resulta necesario para tener algo de que vivir, pero no tiene ninguna relación coherente a su alrededor, ni con Biscuter, a quien trata más bien como a un criado, ni con Gloria, a la que parece utilizar cuando le apetece, cuando vemos que ella esperaba algo más de él, así como a la hija de su cliente, una persona totalmente desarraigada y vacía.
    A lo largo de las entrevistas vemos que a nadie le importaba absolutamente el fallecido, que parecía estar tan perdido en la vida como el propio detective, que no sabía qué hacer con su vida y que cambiaba de proyecto constantemente Y que lo único que trataba era huir de todo lo que le rodeaba, familia, empresa, amistades, etc. con la utopía de los Mares del Sur, aunque por os textos encontrados,parece que se había dado cuenta que esa no sería la solución, y que el vacío vital tan inmenso que padecía quizá los llevase con él a todas partes…y no valdría de nada llegar al Sur.
    Respecto a l quema de libros, da la impresión de que en una vida tan perdida y vacía como la suya, después de parecer haber sido un gran lector, lo que sucede es que comprende que en los libros no va a encontrar la solución a su búsqueda de la felicidad y decide deshacerse de ellos, al igual que el fallecido desiste de su viaje al Sur, donde lo único que van a encontrar es un reflejo de si mismo y de su soledad e incoherencia y falta de metas en la vida.
    Saludos.

  6. Ciberclub de lectura 8 de marzo de 2015 a 2:48 #

    Gracias por vuestros comentarios. Respecto a la quema de libros por parte de Carvalho os pongo a continuación lo que dije sobre ello (lo que dijo el propio Carvalho) en el post de inicio de lectura: «En Asesinato en el Comité Central afirma que su etapa de comprador de libros terminó a principios de los años 70 cuando se sorprendió a sí mismo esclavo de una cultura que le había separado de la vida». Creo que está claro: la cultura le había separado de la vida. Y prefirió la vida, y como acto simbólico, decidió empezar a quemar su extensa biblioteca. Pero si tenía una extensa biblioteca es que había leído mucho. Como digo en este post, en un momento de la novela, se recuerda a sí mismo de niño leyendo «La isla misteriosa». Hay una burla en la quema de libros, como bien decís, a todo el mundo de la cultura y la intelectualidad y un grito desgarrado, creo yo, que clama por la vida por encima de todo. Y si clama es porque le cuesta mucho conseguirla. Y por eso bebe. El tema de ¿literatura o vida? es un tema muy tratado por muchos escritores. Me parece un tema muy interesante para ponerlo encima de la mesa. También utiliza la palabra «esclavo de una cultura». Los lectores empedernidos sabemos mucho de eso. A veces la lectura te domina y te puede alejar de la vida pero no por eso dejamos de leer. Carvalho, Montalbán, lo lleva al extremo porque en los extremos se puede mostrar, y criticar, mejor las cosas.

    • fjbarral 13 de marzo de 2015 a 13:42 #

      También lo apunta Ray Bradbury:

      Y es que cuando la literatura se separa de la vida pierde su sentido. La llamada «intelectualidad» profundiza en la razón y el intelecto, a veces de forma bizantina, dando la espalda a muchas cosas (incluso la racionalidad) e impone sacrificios de tiempo e imposiciones que no se pueden consentir … se convierte en una forma de «el fin justifica los medios».
      El autor quema los libros (con rabia) porque aprecia que le han abandonado, han perdido su sentido … y los destruye como una llamada de atención, como si los otros libros por temor pudieran recuperar su sentido.

  7. Marta 9 de marzo de 2015 a 13:31 #

    Hola, supongo que la quema de libros también se puede interpretar como un acto de rebeldía. Es algo que escandaliza a la mayoría de la gente y por eso, precisamente, lo hace y se regodea en ello. Igual que come lo que no debe y bebe sin parar sin respetar las limitaciones que debería para no dañar más su hígado.
    También parece que desprecia a casi todo el mundo pero sin embargo cuando Yes acude y le pide ayuda la echa pero luego se arrepiente. Igual que cuando Charo va a buscarlo, quiere que se vaya pero sin embargo no la echa, al menos en principio.
    Es un personaje en continuo conflicto consigo mismo y con todo lo que le rodea

  8. Lui 9 de marzo de 2015 a 20:12 #

    Saludos a todos. Soy semi-nueva en el club, y estoy encantada con el libro con el que me ha tocado reincorporarme. Carvalho era desde hace tiempo uno de los pendientes en mi lista de libros por leer. Y por supuesto, ha estado a la altura de los esperado. Esta primera parte me ha parecido una puesta en escena fabulosa, presentando a los diferentes personajes que son a su vez un retrato social de la España de la transición, pero que son,a su vez, personajes actuales. En cuanto al propio Carvalho, todavía no tengo una opinión definida, es un solitario, eso lo esperaba, pero me han sorprendido su nivel cultural y gustos refinados, quizá porque me esperaba un personaje más vinculado con los bajos fondos. Espero que el resto de la novela me ayude a definirlo un poco más

  9. Sonia 10 de marzo de 2015 a 12:28 #

    Buenas!!!
    He de confesar que me está costando lo mío leer este libro. Me pierdo, vuelvo atrás, releo…por momentos no sé dónde está, con quien habla… un desastre vaya!!!
    En cuanto a la trama siento bastante desapego, quizás me he contagiado de los allegados al difunto, que no parecen tener el más mínimo interés en comprender al pobre Pedrell.
    Un saludo a tod@s

  10. SUSANA 10 de marzo de 2015 a 16:21 #

    Admito que nunca me había acercado a la figura de Vázquez Montalbán ni a su archiconocido personaje Carvallo. El autor nos dibuja como nadie la personalidad caústica del investigador, a medio camino entre el macarra de barrio vividor y el erudito lector que demuestra ser. Al respecto de la quema de libros recojo un poco las opiniones de todos. Creo que en cierto modo desdeña a los “intelectualoides de postín”, tal y como manifiesta cuando va a la charla de escritores sobre la novela negra. Al mismo tiempo su desilusión vital le conduce a llenarse en la lectura, a la que acude virgen, descubriendo cada libro por primera vez. Quizá luego decide acabar para siempre con él echándolo al fuego, anulando para siempre la posibilidad de una relectura, a la que acudiría desencantado tras haber vaciado su esencia con anterioridad. Tal vez la escenificación de la quema tenga algo de provocativo en el autor que puede querer mostrarnos una determinada forma de ver y sentir la cultura escrita. Cuando el libro arde se siente liberado de alguna manera, aquello que sintió al leerlo se destruye con sus cenizas.
    Por otro lado tengo que confesar que la trama en sí apenas me atrae, el lenguaje del autor sí es contundente, descarnado y descriptivo pero la narración, con sus encuentros con los distintos personajes del entorno del difunto se me hacen densos y poco interesantes si no es para dibujarnos la personalidad de un empresario “Pedrell” que bajo una apariencia de sobriedad burguesa escondía una doble vida. La total falta de escrúpulos de sus conocidos, la corrupción urbanística, la hipocresía de la clase alta….son temas que toca y que están tristemente de plena actualidad.A pesar de todo sinceramente me está costando centrarme en la historia y no siento que me atrape lo suficiente la manera de narrarlo.

  11. Lore 10 de marzo de 2015 a 22:48 #

    Hola a tod@s, yo soy de las que tampoco había abierto un libro de Vázquez Montalbán hasta esta proposición de Chus, reconozco que me tiene enganchada, aunque a veces me cuesta más que por el lenguaje por la cantidad de datos e información sobre que aporta

  12. Lore 10 de marzo de 2015 a 23:09 #

    Lo siento se me escapó y le di sin querer a publicar pero no acabe. Decía que aporta mucha información y reconozco que intentó solo centrarme en la historia para no perderme. Estoy de acuerdo en lo que decís de la quema de libros creo que lo hace, para dejar atrás una etapa de su vida y sus recuerdos, lo primero que me provocó como lector fue extrañeza de que alguien con una biblioteca pueda hacer algo así, pero lo intente ver como un rasgo mas de una personalidad curiosa, extravagante pero de la que me cuesta tener una opinión definida por ahora. El resto de los personajes también son auténticos y sorprendentes, juega muy bien con los dos mundos, la alta sociedad y la parte mas baja, saltando de uno a otro ágilmente. Me esta gustando y me pica la curiosidad de que pasaría con el ricachon, el dinero no da la felicidad y menos sino la saben encontrar, cuando se nada entre tanto dinero parece que en ningún mar ni en el sur ni en norte la consiguen porque siempre quieren mas y nunca están satisfechos. Feliz segunda parte.

  13. jose vicente 11 de marzo de 2015 a 20:18 #

    hola amigos: Bueno en realidad, yo ya acabé de leer la novela, leí una edición de bolsillo y la página 141 iba cayendo en que un cliente panadero le proponía un negocia a Carvalho que no voy a desentrañar, por lo que me reservó para el último post, también estuve leyendo los comentarios que pusisteis que me parecieron todos muy interesantes y con referencia a la quema de libros que hace Carvalho y su forma de alimentación, y su relación con el vino blanco, me parece un poco autodestructiva realmente se ve una persona insegura y amargada en su relación con Yes o con Charo, pero bueno a lo mejor es una apreciación equivocada por mi parte, el detective tiene que estar un poco de vuelta de todo, tengo otras dudas que espero comentar en el post de final de la novela
    Un saludo.

  14. Marta ( two) 12 de marzo de 2015 a 18:18 #

    Hola a todos, yo tampoco he sido capaz de parar, me la he leído seguidita.
    Una vez más, muchas gracias a la moderadora por el exhaustivo comentario, y la verdad es que la novela lo merece.
    A pesar del lenguaje directo, en ocasiones brutal, Vázquez Montaban consigue hacer creíbles y reales todos los ambientes que describe.
    Su personaje puede parecernos duro, desencantado, incluso soez o vulgar, pero es creíble en todas sus excentricidades.
    Lo de quemar libros lo entiendo también como vivir la vida, su lado práctico, mejor que leerla, pero eso solo le puede llegar a pasar a alguien que ha dejado de hacer cosas, de salir o de conocer a gente por encerrarse a leer. Alguien en quien la lectura ha dejado de ser un placer para convertirse en una obsesión, un alejamiento de la realidad, metido en el mundo de conceptos, palabras y libros.
    Me ha gustado de la novela la sutil ironía y el sentido del humor que esconde una vida aparentemente tan triste y desencantada. Incapaz de ser constante en los afectos y los intereses, esa contradicción, de querer pero no, hace de Carbalho un ser humano muy real.
    Comentaremos.
    Un saludo.

  15. berta 12 de marzo de 2015 a 23:23 #

    hola a todos he leido vuestros comentarios, pero sólo en parte, porque el libro lo acabo de comenzar y no quiero destriparmelo, lo ire leyendo y volvere a leer vustros comentarios y aportare alguno cuando lleve unas páginas más.c

  16. Angeles 13 de marzo de 2015 a 0:58 #

    Voy atrasada con la lectura a ver si el fin de semana me pongo al día por el momento me parece una novela realista, irónica con un humor peculiar, el lenguaje es brutal al principio pero es real está en la calle en los medios en el día a día saludos

  17. rosario 19 de marzo de 2015 a 3:33 #

    hola a todos, este es mi primer acercamiento a este autor y a nuestro personaje principal carbalho. El libro me pareció un poco difícil de leer cuando lo comencé, pero a medida que avanzo el libro le fui tomando el ritmo y debo de reconocer cariño a carbalho. es un personaje muy interesante, como se planta,su intento de hacerse el rudo, cuando en realidad uno nota que aprecia a su circulo intimo y como se vincula con bleda. creo que esta desilusionado y como dijeron en los comentarios mas arriba es un desencanto vital. yo conozco muchos de esos que han dejado la piel peleando por cosas que creían justas y que al final han sido dejados de lado en pos de nuevos » progresos». de la quema de libros ya han hablado y mucho debo de reconocer que al principio la imagen me dio como un pavor, yo amo cada uno de mis libros. Pero he comprendido lo que significan para el. Parte de su decepción esta vinculada a que perteneció a una generación llena de ideales que devoraban libros, que querían cambiar el mundo, y esa intelectualización se transformo en traición, y la quema es su acto de rebeldía contra ese status quo. seguiremos avanzando en la lectura

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