Veo que el libro no está suscitando mucho interés pues, en esta segunda parte. Sólo una persona, gracias, Rosario, por tus palabras tan interesantes, ha dejado un comentario. No sé si estáis leyéndolo o no. Dad señales de vida y decidnos el porqué de este silencio y si habéis dejado de leerlo podéis también comentar el motivo.
En la cita que abre el capítulo 14, Zhang Kou dice en una de sus baladas: ¿pero acaso no es peor esconderse detrás de unas puertas cerradas, rechazar las responsabilidades y dejar que sus subordinados exploten a los campesinos?. La revuelta, con todo motivo, está en marcha pero el iluso de Gao Yang va camino de la capital del Condado, feliz con su carga de ajo cosechado pensando en que su suerte va a cambiar para siempre. No sabe lo que le espera. Gao Yang es sumiso, se resigna a su suerte y la justifica: si todo el mundo estuviera en la cima, ¿quién iba a sujetar la base? Si todo el mundo fuera a la ciudad para divertirse, ¿quién se quedaría en casa plantando las cosechas? le dice a Cuarto Tío Fang, el padre de Jinju, mientras caminan: tú y yo estamos hechos de retales y tenemos suerte de seguir vivos. Cuarto Tío calla y finalmente le reprocha que sólo ve el lado bueno de las cosas. Llegando al puesto de compra del ajo de la capital se enfrentan con la absurda burocracia que termina por ser casi cómica. Hay humor en esta novela a pesar de lo terrible de los hechos. El humor siempre salva en los momentos más desesperados. Y después de tanta burocracia, la desilusión: el almacén ha suspendido la compra del ajo. Los campesinos estallan y Gao Yang quiere huir pero se ve, irremediablemente, envuelto en los disturbios. De vuelta ya a la aldea, Cuarto Tío es atropellado por un coche en el que va el secretario general del partido, y muere. Posteriormente, éste se le aparece en sueños a su mujer, Cuarta Tía, que sigue en la cárcel, y la conmina a que limpie su nombre y vengue su muerte. Hay algo de sobrenatural en esta escena que, insisto, me vuelve a recordar a Pedro Páramo más que a Cien años de soledad. ¿Qué opináis de estas similitudes entre literaturas tan lejanas en su cultura y en su forma?
La familia busca justicia pero, de nuevo, se topan de bruces con la corrupta clase política que pide sumisión y silencio bajo amenaza de represalias. Toda esta parte está narrada en primera persona desde el punto de vista de Cuarta Tía lo que hace más cercanos y verosímiles los hechos.
Los disturbios aumentan y Gao Yang se ve de nuevo envuelto en ellos: quería marcharse tranquilamente a casa, pero estaba atrapado por los carromatos y los agricultores. Estaba a punto de echarse a llorar. Gao Ma, en cambio participa activamente mientras piden la presencia del administrador del Condado para que les dé explicaciones. Como no sale, derriban el edificio: el pobre Gao Yang fue empujado por la multitud, incapaz de ofrecer resistencia. Por todo esto, Gao Yang acaba encarcelado, como ya hemos leído, y es interrogado.
Volvemos a Gao Ma que también está siendo interrogado. Hay un párrafo que explica, a mi parecer, el punto de vista del autor Mo Yan sobre la situación de la China comunista: -¿De verdad odias tanto al socialismo?-preguntó el policía. –Lo que odio no es el socialismo sino a vosotros. Para vosotros el socialismo no es más que una etiqueta, pero para mí es una formación social concreta, y no algo abstracto. Está encarnada en la posesión pública de los medios de producción y en un sistema de distribución. Desgraciadamente, también está encarnada en oficiales corruptos como vosotros. […] Odio a los oficiales como vosotros que, bajo la apariencia de estar abrazando la bandera del Partido Comunista, destruyen su reputación.
Hay un capítulo dedicado al nacimiento del segundo hijo, varón, de Gao Yang. En él se expone la situación que existe en China ante las “no bienvenidas” niñas. Tener una niña es visto como una desgracia. Los campesinos necesitamos tener hijos varones para que nos ayuden en los campos.
El rapsoda ciego, Zhang Kou, que ha sido también detenido, interrogado y torturado, se posiciona ante los hechos a través de sus baladas: Detenedme, si eso es lo que deseáis… Alguien me leyó en voz alta el Código Penal: los delincuentes ciegos reciben un tratamiento indulgente. No cerraré la boca porque me metas en la cárcel…/ Llamarme contrarrevolucionario es una mentira abominable: yo, Zhang Kou, siempre he sido un ciudadano respetuoso con la ley. El Partido Comunista, que nunca tuvo miedo de los diablos japoneses, ¿ahora no se atreve a escuchar a su propio pueblo? Yo creo que Mo Yan también habla a través de la voz de Zhang Kou. El autor le dedica uno de los capítulos finales en el que sabremos de su triste destino: tortura y muerte. Pero Zhang Kou no callará hasta el final: puedes obligarme a comer mierda, pero no puedes hacer que mantenga la boca cerrada aunque quisiera. En mi interior hay cosas que se deben expresar. Yo, Zhang Kou, estoy unido para siempre a la gente del pueblo.
La crítica se acentúa a medida que avanzan los hechos: interrogatorios, juicio popular, sentencias… Gao Yang y Gao Ma acaban en un campo de trabajo. Yang le cuenta que los hermanos de Jinju han arreglado un matrimonio en el Inframundo entre el fantasma de Jinju y el también muerto, Cao Wen. Venden los restos de ésta por ochocientos yuan y Cuarta Tía, ya liberada, se ahorca al saberlo. Estos hechos harán que Gao Ma decida su destino yendo de voluntario a quitar la nieve del camino. Su intención es salir huyendo hacia la libertad que no es más que la muerte. El final de la novela, a pesar de lo trágico, es de una hermosura tal que no me resisto a transcribirlo: Gao Ma corría directo hacía el sol, casi cegado por su resplandor. El aire fresco de la libertad le envolvía como las olas sobre los campos nevados. Corría como un poseso, ajeno a todo lo que le rodeaba, totalmente decidido a tomarse la revancha. Se elevó en el aire como si cabalgara sobre las nubes y atravesara la niebla, hasta que se dio cuenta con sorpresa de que estaba tumbado sobre la helada nieve, boca abajo. Sintió que algo caliente y pegajoso salía a borbotones de su espalda. Con un dulce “Jinju” entre sus labios, enterró el rostro en la húmeda nieve.
Mo Yan nos relata en sus libros las historias de la comarca campesina donde nació con la intención, a través de su literatura, de que hechos locales se conviertan en universales para que todos sus lectores, de cualquier lugar del mundo, podamos hacerlos nuestros. Así se escribe la historia, y la historia se repite en cualquier rincón del planeta, al margen de las idiosincrasias particulares de cada país.
Plazos
Es hora de vuestros comentarios generales sobre la novela, ahora que ya la hemos terminado. Animaos a escribir sobre lo que os ha supuesto su lectura, sea esto lo que sea. Disponemos de una semana más o menos, así daremos tiempo a los más rezagados.
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