Desde el principio de la novela comprobamos la “enfermedad” que domina a Castel. Es un ser enfermo y nos va a contar toda su historia desde ese lugar.
En la introducción de Ángel Leiva podemos leer que Sábato tuvo una adolescencia solitaria, tímida y dueña de una angustia permanente. ¿Cuánto del escritor se esconde detrás de su protagonista Juan Pablo Castel, sobre todo en sus reflexiones? ¿Qué opináis al respecto?
En la técnica no es un buceador, un experimentador. Es una novela de desarrollo lineal, una novela psicológica y existencial. Es más importante el contenido. Sábato siempre ha dicho que él nunca es demasiado consciente de lo que escribe, que son los personajes y la estructura del mundo creado los que le dirigen. La manera en que Castel nos cuenta su historia es prolija en detalles, lo narra todo muy minuciosamente, se enzarza en explicaciones, en analizar todas las variantes posibles antes de que ocurran como buen obsesivo que es. Reflexiona sobre lo que hace sin juzgarlo, nunca hay autocrítica, arrepentimiento, sin embargo sí que hay crítica para los demás. Sólo en una ocasión dice: ¡Ah, y sin embargo te maté! ¡Y he sido yo quien te ha matado, yo, que veía como a través de un muro de vidrio, sin poder tocarlo, tu rostro mudo y ansioso! ¡Yo, tan estúpido, tan ciego, tan egoísta, tan cruel!, pero, a continuación, añade: basta de efusiones. Dije que relataría esta historia en forma escueta y así lo haré. Él dice en varias ocasiones que quiere narrar de una manera imparcial. ¿Creéis que lo logra? Yo creo que no. Todo está teñido de subjetividad, juicios, crítica. No hay sentimientos en él, hay obsesión enfermiza, paranoica. Sólo está contento en contadas ocasiones y le dura poco (¡Ay! Mis sentimientos de felicidad son tan poco duraderos…). Siempre está triste, angustiado, temeroso, inseguro, insatisfecho. Es un ser tortuoso. Se castiga a sí mismo. Sólo el sufrimiento le da un sentido a su ser. Todo el relato es una obsesión neurótica.
Soledad, incomunicación, desesperanza, angustia, inseguridad, amor posesivo, celos… todo este cóctel da como resultado la imposibilidad.
¿Qué simboliza la ventana del cuadro? La descripción que hace Castel es la siguiente: arriba, a la izquierda, a través de una ventanita, se veía una escena pequeña y remota: una playa solitaria y una mujer que miraba el mar. Era una mujer que miraba como esperando algo, quizá algún llamado apagado y distante. La escena sugería, en mi opinión, una soledad ansiosa y absoluta. ¿Y el túnel? Para Leiva, la ventana simboliza el regreso al país de la infancia que lo plantea como algo inalcanzable. Castel persigue lo inalcanzable. Y el túnel es la verdad, lo oscuro de la verdad. Pero ¿qué opináis vosotros de ambas cosas?
Castel siente identificación con María porque ésta mira hacia el mismo lugar que él, y de ahí surge el amor, que para Castel es encuentro en la identificación y en el ser comprendido, y una vez juntos, recuperar esa infancia mitificada como lugar de verdad y ser uno mismo. Ese es el deseo pero no la realidad.
¿Qué siente María? ¿Qué quiere María? Parece que le quiere, que encuentra una identificación pero habla poco, huye cuando es más requerida por él, es esquiva, su mundo y sus relaciones con su marido y con Hunter son misteriosas, no quedan claras en ningún momento. Ahonda poco en el personaje. Siempre va a quedar a la sombra de Castel. Como la novela está escrita desde el punto de vista de él podemos pensar que éste no llega a entenderla, a conocerla, sumido en sus análisis exhaustivos que no le llevan a nada. Cuando, por fin, comienzan una relación (durante más de un mes nos vimos casi todos los días. No quiero rememorar en detalle todo lo que sucedió en ese tiempo a la vez maravilloso y terrible), Castel la interroga continuamente, la cuestiona, la maltrata incluso con insultos, no se concede a sí mismo la posibilidad de ser feliz.
El existencialismo de la novela se percibe en párrafos como éste: a veces creo que nada tiene sentido. En un planeta minúsculo, que corre hacia la nada desde millones de años, nacemos en medio de dolores, crecemos, luchamos, nos enfermamos, sufrimos, hacemos sufrir, gritamos, morimos, mueren y otros están naciendo para volver a empezar la comedia inútil.
Finalizamos esta primera parte con el capítulo XX, una interesante reflexión sobre la disociación de Castel: ¡cuántas veces esta maldita división de mi conciencia ha sido la culpable de hechos atroces! Mientras una me hace ver la belleza del mundo, la otra me señala su fealdad y la ridiculez de todo sentimiento de felicidad. María huye ante palabras crueles. De tanto tirar de la cuerda ésta se rompe. Las últimas palabras del capítulo lo corroboran: algo se había roto entre nosotros.
Es hora de vuestros comentarios. Venga, animaos.
Plazos
Continuaremos leyendo a lo largo de una semana desde el capitulo XXI hasta el final de la novela.
Etiquetas: Argentina, crimen, Ernesto Sábato, existencialismo, novela psicológica
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