En el fondo, tenemos todas – más o menos – la misma historia que contar

9 Abr

Frei se reunió con MujeresYo no soy protagonista de estas páginas, si es que existe claramente alguna. Aquí sólo hay mujeres, cualquiera de ellas. Somos tan parecidas todas, es tanto lo que nos hermana. Podríamos decir que cuento una, dos o tres historias, pero que da lo  mismo. En el fondo, tenemos todas – más o menos – la misma historia que contar.

Comienzo con estas palabras de Ana con las que finaliza el primer capítulo. Me parecen un buen compendio de lo que nos vamos a encontrar.

La novela posee un capítulo cero donde la que habla, en primera persona, es una mujer deprimida que se encuentra en un hospital o casa de reposo. Ya en el capítulo uno, Ana, que será la narradora de toda la novela, nos aclara que ésa no es mi voz. Es la voz de María. Con este prólogo intuimos, y vamos a ir constatándolo a medida que avancemos en la lectura, que María es la principal protagonista de esta novela. Es la más compleja, la que va a vivir un proceso de cambio más profundo a lo largo de estos casi cuarenta años de narración de la vida de estas mujeres que se quieren tanto.

El esquema de la novela es clásico (no olvidemos que es la primera obra de la autora). Ana, muy en la sombra, irá dando voz a las tres amigas con las que se reúne en el sur de Chile para pasar unos días: Sara, Isabel y María, pero también a otras muchas mujeres. El protagonismo de cada una de ellas se va alternando en los sucesivos capítulos donde se nos va narrando la vida de estas mujeres desde la infancia.

En el primer capítulo Ana se presenta a sí misma como una mujer normal de 52 años, la mayor de todas, que no tiene ningún drama, de esos novelescos, a mis espaldas. Casada, con hijos y nietos, enamorada de su marido, sus intereses son la literatura y ese raro fenómeno de mi género. Podemos pensar que Ana es un trasunto de la autora, Marcela Serrano. También nos describe la casa donde se van a reunir las cuatro amigas a lo largo de unos días. Son los inicios de la democracia (1990) después de una larga dictadura (1973-1990) y ellas van a ser partícipes de este cambio. A continuación, con el capítulo dos, comienzan los “flashbacks” al pasado. Habrá muchos. Casi toda la novela son saltos a diferentes momentos del pasado de nuestras protagonistas. Ana narra cuando se conocieron diez años antes. Finales de los 70. Todas van a confluir en la formación del Instituto de Investigaciones ocupando diferentes cargos. Nos describe sus impresiones sobre Isabel y Sara. Más tarde aparecerá María, una periodista que se va ocupar del Departamento de Comunicaciones. Para marcar bien el protagonismo de María le dedica dos capítulos enteros. Antes ya ha ocurrido el encuentro entre las cuatro en ese rincón del sur de Chile. En el aire flota la situación de María, no está bien, lo sabemos y hay dos diálogos que nos introduce el misterio de su situación:

-¿Has tenido noticias?  / Sus ojos se ensombrecieron / -No-. Punto. Fue toda la respuesta.

¿Cómo está María? Dime la verdad. / – No lo sé, Ana. No lo sé. / – Tu voz no parece muy alentadora… / -Cuidado, no quisiera que nos escuchara.

María es una niña bien de 37 años que se ha criado en un ambiente de bienestar y opulencia. Conocemos a sus hermanas, Magda y Soledad que tendrán su protagonismo en la novela. Sobre todo Soledad. María es una niña muy guapa que crecerá sabiéndose el centro de atención. Ana nos narra su infancia.

El capítulo seis se ocupa de Sara. Nos cuenta su infancia rodeada de mujeres, un verdadero matriarcado. Sara tiene una hija, Roberta, no se habla del padre. Todo mujeres en su entorno que la marcarán en su inclinación por la lucha feminista.

Siguiendo este esquema clásico del que hablaba, el capítulo siete está dedicado a Isabel, la madre hiperactiva. Tiene cinco hijos y no para. Se nos muestra como todo gira en torno del marido y sus hijos. Muy tradicional. En su infancia, Isabel cuidó de su madre como si ella fuera su madre. Tuvo que crecer rápido. La madre tenía un problema de alcoholismo que parece haber heredado Isabel, que bebe bastante. Pero parece haber otros motivos que todavía no conocemos. A los doce años pierde a su madre y a los quince conoce al que será su marido con el que se casa a los diecinueve y con el que reproduce su vida pasada: lo que tiene claro es que cada acción de su agotadora vida cotidiana está inspirada en su propia infancia.

Volvemos a María, más recuerdos de su infancia mezclados con el presente en una conversación que mantiene con Esperanza, la hija de su hermana Soledad.

Y en el capítulo nueve es Sara la protagonista. Su historia de amor con Francisco, un activista político de izquierdas, al que se entrega ayudándole al máximo en la política y al que termina dejando por sus infidelidades, ya embarazada de Roberta, y con un firme propósito: no volver a enamorarse. Está furiosa con ella misma por haber hecho lo que hizo: cómo me aguanté tanto a mí misma, querrás decir. FUE CULPA MÍA. Es por eso que he cerrado el capítulo del matrimonio. Porque si me enamoro, pierdo toda dignidad. Porque soy un ser humano capaz de vivir lo que he vivido como opción. Me avergüenzo de la Sara de aquellos años, pues si me pasó lo que me pasó, fue porque yo lo permití.

El último capítulo de esta primera parte que estamos comentando vuelve a María y a su activa vida sexual en los años ochenta, en la que se cuestiona constantemente el amor, no busca el compromiso ni la fidelidad aunque termina viviendo una relación de tres años con un pintor.

¿Qué opináis de estas cuatro mujeres? ¿Por cuál os inclináis más? En esta primera parte la autora nos narra la infancia y juventud de cada una y sus relaciones amorosas. Cada una ha optado por un camino diferente en el amor. ¿Cómo lo veis? ¿Por qué creéis que la autora le da tanto protagonismo a María? ¿Y por qué Ana, la más equilibrada, queda a la sombra? Es hora de vuestros comentarios.

Plazos

Seguiremos leyendo a partir del capítulo 11 hasta el 19 inclusive a lo largo de una semana.

2 respuestas hasta “En el fondo, tenemos todas – más o menos – la misma historia que contar”

  1. kelly 12 de abril de 2013 a 19:49 #

    Hola compañeros,
    A pesar de la introducción, que resulta patética y deprimente, además de augurarnos un dramático final; me está resultando entretenida y fácil de leer, sobre todo porque como mujer como ellas todos los temas que van tocando son los universales para todas nosotras: los hijos, los padres, las relaciones con los hombres, etc,…todo un mundo de sentimientos y sensibilidades en el que nos desenvolvemos las mujeres la mayor parte de nuestra vida.
    Entiendo que la protagonista será María porque es de la que nos cuenta más cosas, sin embargo no puedo inclinarme de momento por ninguna, puesto qque sus trayectorias son tan diferentes desde su niñez, que casi no hay comparación en sus situaciones: económicas, sentimentales, familiares, y de momento no encuentro que alguna sea peor o mejor que las demás, cada una va llevando la vida como le va surgiendo.
    Hace hincapié en que lo que sucede en la infancia es lo que marca el destino y la forma de vida que se llevará el resto de los días, y seguramente es así en la mayoría de los casos, muchas veces aún a nuestro pesar.
    Llama la atención en la vida diaria de Isabel, la aberración en la que se convierte la «Liberación e igualdad» de las mujeres que trabajan, y acaban haciéndolo fuera y en casa, convirtiendo su vida en un no poder respirar y no tener vida propia.
    Continúo.

  2. Ciberclub de lectura 16 de abril de 2013 a 21:18 #

    ¿No suscita ningún comentario más esta parte? Venga chicos ¡¡animaos!! Hay mucho que comentar: personajes, estilo, temas, estructura…

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