El título que he escogido para esta última parte de nuestra lectura es la conclusión a la que llega María al final de la novela después de pasar por una larga depresión que le hace cuestionarse toda su vida. Y añade: yo no cambiaría el afecto por ningún doctorado ni éxito terrenal, y por ese motivo rechaza un puesto de trabajo en el extranjero, recién estrenada la democracia, y se queda en casa esperando a que regrese Ignacio. Antes de eso matan a Soledad en un enfrentamiento con la policía. Esa será la causa fundamental de la depresión de María. Finalmente, tal como era el deseo de su hermana si le pasaba algo, María adopta a Esperanza, la hija de Soledad. Esta mujer tan compleja termina optando, como solución, por el amor en su más amplio sentido.
Hay un momento en que, en plena depresión, María se pregunta: ¿qué es ser mujer? Sólo mediante el vacío se es mujer para así poder imaginariamente llenarse, en la búsqueda eterna de respuesta. Me parece una definición acertadísima, ¿qué opináis, sobre todo las mujeres? Y al final de la novela, María de nuevo, da otra respuesta a esta pregunta: Al final, nuestra tarea, la de nosotras mujeres, es dar a luz y cerrar los ojos de los muertos. Exactamente los dos pasos claves de la humanidad. Como si la historia realmente dependiese de nuestras manos. Interesantísimo. Opinad, chicos, sobre todo esto.
En esta última parte me he reconciliado algo más con la novela a pesar del tufillo “happy end”: Isabel se arregla con su marido (¡ese impresentable! Valga como muestra el capítulo sobre la compra del CD), deja de beber, consigue un puesto mejor en su trabajo, su hijo se encauza. Sara, después de un intento de amor “en los tiempos del Sida”, continúa con su serenidad, con su vida entregada a la lucha de la mujer, renunciando afectivamente a los hombres (como hizo su madre) por miedo a sufrir y a perder su independencia y tranquilidad. De Ana, en la sombra, apenas sabemos nada, pero es la más estable y madura y suponemos que seguirá así.
Me he reconciliado por reflexiones acertadas que encuentro sobre el amor, la fidelidad, la amistad, la mujer, la lucha…, y porque en el capítulo 26 se plantea, por fin, la situación más favorable de la mujer privilegiada en los países subdesarrollados en contraste a la de los países desarrollados y a la de las mujeres pobres de todo el mundo. Y es en boca de Soledad donde leemos estas palabras: Debiera darte vergüenza, María. ¿Cómo puedes hablar de los privilegios del subdesarrollo? Tu privilegio, desde la profesional con buen sueldo que eres, se basa en explotar a otra mujer para que haga el trabajo sucio por ti. ¿Sabes cómo se llama eso? Pero continúo encontrando situaciones que me irritan, como la reunión de mujeres en casa de Sara del capítulo 20, donde la criada, Juana, permanece al margen de éstas, en la cocina, escuchándolas (para “aprender”) como si ese fuese el lugar que le correspondiera. Podrían invitarla y escuchar su opinión, tan válida, o más, que las de las mujeres “formadas” y “concienciadas”. Además, ¿cómo Sara, una mujer tan feminista, tiene empleada fija cuando vive solamente con su hija que ya es mayor? Y, mientras, todas hablando de feminismo, de la situación de la mujer… Pero, claro, como mujer feminista que es Sara, Juana es como una más de la familia, no usa delantal, comparte el baño con la hija (¡!), se pone los zapatos de Sara para ¡ablandárselos! En fin…
Los hombres, en general, quedan muy mal parados. Ya he citado el capitulo dedicado al comportamiento impresentable de Hernán, el marido de Isabel. Y ¡qué decir de la historia del tal Enrique conduciendo como un loco y molestándole parar para que la niña tenga que vomitar o hacer pis! Sin palabras. ¿Y ellas lo toleran? Hablan, hablan… pero no se separan o los mandan a freír espárragos. ¿Qué opináis del comportamiento de estos hombres? ¿Creéis que obedece a la realidad?
Las reflexiones sobre los lugares comunes de la casa: cama, baño y cocina y lo que significa compartirlos con otra persona son jugosas. Tienen mucho de cierto. ¿Qué opináis los que vivís acompañados y los que vivís solos?
Para finalizar, transcribo las palabras con las que se cierra la novela, que me parecen que contienen mucha verdad que poder comentar:
-Ay, Ana, no quiero pensar que he enarbolado todas mis banderas en vano. Debo irme. La abrazo. No sé qué decirle. Tampoco yo estoy muy segura de nada no tengo verdades que ofrecerle. Con un nudo en la garganta, camino hacia la salida. – Cierra bien la puerta, Ana. El mundo puede ser tan frío allá fuera. Y María prendió el fuego, se arrimó a él y se sentó a esperar.
Plazos
Dedicaremos una semana a comentar esta última parte y todo el libro en general. Hay bastantes que todavía no os habéis pronunciado. ¡Y hay mucho que comentar! Venga, es vuestro turno.
Has dicho: